¿Alguna diferencia? Por supuesto

Rosa es una joven profesional, casada y con dos hijos. De su primer embarazo nació Emilia, quien actualmente tiene 12 años y cursa el 7mo. grado de Básica. Es súper aplicada, un ejemplo para todos en la escuela. Daniel…

Rosa es una joven profesional, casada y con dos hijos. De su primer embarazo nació Emilia, quien actualmente tiene 12 años y cursa el 7mo. grado de Básica. Es súper aplicada, un ejemplo para todos en la escuela. Daniel es su segundo hijo, tiene 10 años. Desde que inició la Primaria mostró indicios de que la escuela quizás no sería su principal motivación. Contario a Emilia, a simple vista no le gusta: no copia las tareas, se atrasa, prefiere el deporte o la informática. ¿Su debilidad? Las letras. Su madre se siente algo frustrada. “Todo es tan llevadero con Emilia, con ella no tengo problemas, ni siquiera hay que mandarla a hacer las tareas, ella misma lleva el control de sus asignaciones. Sin embargo, con Daniel, admito que se me ha hecho cuesta arriba”, manifiesta algo triste.

Nos encontramos ante un escenario probablemente muy común en los hogares. Quizás la respuesta a esta inquietud se encuentre en el cerebro de ambos, niños y niñas. Esto porque una serie de estudios científicos han demostrado que el cerebro de los varones funciona de manera distinta al de las hembras en materia de aprendizaje. El de ellas tiene áreas dedicadas mucho más a las funciones verbales, como la corteza cerebral, responsable de la memoria, atención, el pensamiento y lenguaje. Además, el hipocampo, donde se almacena la memoria verbal, se desarrolla primero en las niñas, favoreciendo el vocabulario y la escritura. En cambio, la mayoría de la corteza cerebral de los varones se dedica al funcionamiento espacial y mecánico. Por eso aprenden mejor con movimiento e imágenes en vez de sólo con palabras.

No es para nada adecuado esperar la misma respuesta de niños y niñas en el ámbito escolar cuando se sabe de antemano que las conexiones cerebrales difieren entre masculinos y femeninas”. María Calvo, miembro de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE).

Todo tiene su explicación. Jay Giedd, psiquiatra con vasta experiencia en el crecimiento del cerebro infantil, del National Institute of Health (Washington, EE. UU.), ha demostrado que la parte del cerebro destinada a tales habilidades,  el hemisferio izquierdo, adquiere madurez en las mujeres mucho antes que en los hombres. Asimismo, indica que las féminas gozan de un mayor número de conexiones entre esta zona y la responsable de los sentimientos y la emotividad. De ahí que las niñas sean más descriptivas al hablar o escribir, se percaten de los detalles y usen más calificativos.

Con relación al funcionamiento del cerebro en cada sexo, el psicólogo Leonard Sax, gran estudioso de la enseñanza diferenciada, en una entrevista para Aceprensa, explica que “niños y niñas ven el mundo de manera diferente. En el cerebro de los niños mandan las células que responden a la pregunta ¿dónde está? Por eso dibujan elementos en movimiento, con pocos colores. Sus dibujos son más abstractos y reciben calificaciones más bajas porque ellas, la niñas, representan detalles, personas, colores… pues en su cerebro predominan las células que responden a la pregunta ¿qué es? Con 4 años, ellas identifican mejor las emociones. Si los profesores desconocen esta diferencia las valorarán mejor, y los chicos terminarán pensando que dibujar no va con ellos, que es cosa de chicas. Hay que evaluar el trabajo de cada uno desde su sistema visual”.

“Las niñas tienden a madurar un poco más rápido que los niños, desarrollando así sus habilidades lingüísticas, lo que les da ventaja sobre los niños en la lectura, la escritura y el habla. No obstante, mientras que éstos se quedan atrás en este tipo de tareas, a menudo están a la vanguardia en las matemáticas y la ciencia. Gustan de construir cosas, manipular objetos complejos, lo que explica por qué los niños se sienten atraídos por los juguetes de construcción como Lego, rompecabezas difíciles,  e incluso videojuegos”,  Michael Gurian, autor de Los niños y niñas aprenden diferente.

Sax, quien además es autor de Boys Adrift, aclara que también hay diferencias bioquímicas: los varones liberan menor cantidad de serotonina y oxitocina, hormonas que desempeñan una importante función en la promoción de la sensación de calma, que las niñas. Por esta razón los niños siempre están más asociados a la hiperactividad, la impulsividad, mientras ellas a la tranquilidad, la concentración. Muchas veces los maestros piensan que los varones, al no quedarse quietos en sus asientos están siendo desafiantes, cuando en realidad, por naturaleza no pueden estar estáticos. No hay diferencias en lo que ambos puedan aprender, pero sí en la manera en que lo hacen, puntualiza.

Quizás sea el momento de un cambio metodológico en las escuelas. Claro, deben existir ciertas normas para que una institución de este tipo puede seguir su curso, pero estar conscientes de que cada género tiene un modo de actuar, pensar y sentir característicos, por lo que pretender unificar lo que no es igual, podría traer consigo resultados no esperados.

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