Cuidado con la luz amarilla

Hace unos años, me reuní con una alta ejecutiva, la que me hizo el siguiente planteamiento: “He pedido hablar contigo, porque entiendo que, dada la magnitud de mi trabajo, éste me permite apenas ver mis hijos, y en estos momentos, creo que estoy&#823

Hace unos años, me reuní con una alta ejecutiva, la que me hizo el siguiente planteamiento: “He pedido hablar contigo, porque entiendo que, dada la magnitud de mi trabajo, éste me permite apenas ver mis hijos, y en estos momentos, creo que estoy perdiendo el control de los mismos.  Entiendo que no he podido darle el tiempo suficiente a mi familia, mis hijos ya crecieron, y descubro que no he controlado su círculo de amigos, siento que las cosas no andan bien”.

Uno o dos años después, en primera plana de todos los periódicos, aparece el asesinato de un menor. Era hijo de esta señora.

Como podemos ver, los problemas de nuestros hijos surgen poco a poco. Y sin darnos cuenta, permitimos, muchas veces, que estos tomen cuerpo.

Cada vez son más los padres que se acercan a mí para orientarse acerca de la mejor manera de educar a sus hijos, pues, muchas veces, todo lo que imponemos en nuestra familia es inverso a lo que prima en la sociedad.

Como nunca antes, la educación familiar se hace cada vez más difícil, debido a que mantenemos una lucha entre las imposiciones propias de nuestras familias y aquellas que nos impone la sociedad que nos circunda.

Vivimos una época en la cual, desgraciadamente, todo es permitido. Sin embargo, nunca podemos perder las directrices que tenemos trazadas para nuestros hogares.

Tomando como ejemplo este caso, es obvio que nosotros como padres, si mantenemos una permanente atención hacia nuestros hijos, muchas cosas podremos evitar. Sé que a veces es difícil mantener reglas, decisiones y posiciones que, aunque no agraden a los hijos, sabemos que es la única vía que asegura un buen futuro para los mismos.

Ahora bien, así como las enfermedades físicas presentan, en su mayoría, uno que otro síntoma, cuando algún miembro, dentro de la familia, no anda bien, también tenemos que aprender a distinguirlo. Existe un adagio que dice: “El último en enterarse es el de casa”. Pero esto no es así, porque en familias donde hay canales adecuados de comunicación, cualquier cambio es percibido de inmediato. No te descuides.

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