La educación existe para un niño especial

“Palomita blanca que surcas en los cielos ¿dónde está la paz que tanto queremos? Está cuando damos amor y cariño a jóvenes, ancianos y también a los niños”. Así cantaban animados los niños especiales en un aula de la escuela de educación&#8

La educación existe para un niño especial

“Palomita blanca que surcas en los cielos ¿dónde está la paz que tanto queremos? Está cuando damos amor y cariño a jóvenes, ancianos y también a los niños”. Así cantaban animados los niños especiales en un aula de la escuela de educación&#8

“Palomita blanca que surcas en los cielos ¿dónde está la paz que tanto queremos? Está cuando damos amor y cariño a jóvenes, ancianos y también a los niños”. Así cantaban animados los niños especiales en un aula de la escuela de educación especial Dr. Jordi Brossa en la sede central de la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR). En ese momento ensayaban para una actividad que tienen programada el 21 de septiembre, a propósito del Día Internacional de la Paz.

Las escuelas Dr. Jordi Brossa forman parte de la ADR, la institución pionera en el país para tratar a personas con discapacidades motoras o intelectuales.
En estas academias no es la matemática la materia más difícil. “Queremos que estos niños desarrollen habilidades y destrezas, que sean útiles a él y a su familia”, explica Belkis Taveras, directora de la Escuela Especial en la sede de la Asociación.

“Lo más cercano a los números que les enseñamos es, por ejemplo, qué pueden hacer ellos con una papeleta de RD$200. Les enseñamos también a cocinar, a arreglar su cama, cosas del hogar que le ayudarán en su diario vivir”.

Este proceso de enseñanza e inclusión social inicia en las salas de intervención temprana, antes de los seis años. Allí los infantes reciben terapias físicas, ocupacionales, cognitivas, psicológicas y del lenguaje. Pero estas sesiones no son exclusivas de los menores que próximamente entrarán a estas escuelas, sino que son algunos de los servicios de la Asociación.

La ADR es posiblemente la entidad de esta naturaleza más expandida del país, con 27 filiales, y una oferta de rehabilitación integral para las personas con discapacidades físicas e intelectuales, congénitas o adquiridas.

Los niños con discapacidades llegan a la ADR por referencias de la institución educativa o cuando los mismos padres tienen la iniciativa. Una parte de estas terapias médicas son cubiertas por las Administradoras de Riesgo de Salud.

“Para el resto de terapias, la persona pasa por una depuración y se determina su condición económica. A partir de ahí se le asigna una categoría de pago por consultas o terapias que van desde los RD$150 a RD$500”, explica Rosa Emilia Ureña, directora del Programa de Educación Especial de la institución.

Los casos más severos

Un niño con una discapacidad intelectual severa o síndrome de Down no puede ser capaz de integrarse con normalidad a una escuela regular y seguir su currículo académico, advierte Arturo Pérez Gaviño, presidente de la ADR. Estas personas necesitarán la atención de por vida de sus familias.

“Los niños especiales son como los matrimonios. Debes valerte de mucha confianza en Dios, mucho amor, comprensión y dedicación con ellos para que todo funcione”, reflexiona María del Carmen Méndez, madre de Luis Emmanuel Batista, un joven de 22 años con síndrome de Down.

Emmanuel es el hijo más pequeño de la familia. Su hermana mayor, de 24 años, es estudiante de medicina y sus padres también son médicos. “Nosotros no concebimos la vida sin él, en la casa todo gira en su torno, obviamente él ha transformado nuestras vidas”, reflexiona.

Emmanuel recibe asistencia en la ADP desde que era un bebé. A sus tres años caminó y fue a los seis que dejó de usar pañales. Ahora es hábil para vestirse, para comer y aunque no habla es capaz de entender lo que pasa a su alrededor.

“El problema que puede surgir con estos niños es que sus padres no lo acepten. Una de las cosas más importantes es que su familia lo integre. Nosotros vamos al cine con él, a una fiesta y eso lo ayuda”, manifiesta la madre. “Es el mejor regalo que Dios ha podido hacer a mi familia. Ellos (los niños especiales) son una bendición y un regalo de Dios”, concluye.

En las escuelas Jordi Brossa los alumnos son agrupados por edad y son educados hasta los 18 años o cuando ya están insertados socialmente. “Los procesos de rehabilitación no terminan hasta que la persona con discapacidad motora o intelectual no esté desempeñando algún trabajo o habilidad”, subraya el director de la entidad.

Actualmente, estas escuelas están distribuidas en Santo Domingo, San Cristóbal, Santiago, Puerto Plata, Guerra, San Pedro de Macorís, San Francisco de Macorís y Azua (con un aula). Para este año escolar 2013-2014 habían inscrito 1,282 niños especiales.

A partir de los 15 años los adolescentes son integrados a talleres de belleza, ebanistería electrónica o al taller protegido, donde los niños con condiciones más comprometidas se dedican a ensamblar tapas de botellas y por ello reciben un sueldo. “Es compartir espacios, oportunidades y que los demás lo acepten, que ellos se sientan aceptados. Esa es la idea de nuestro trabajo”, concluye la directora de educación especial.

Usted puede apadrinar a un niño especial

Por alumno y por la cantidad de especialistas involucrados, el director de este centro, Arturo Pérez Gaviño, estima que el servicio de educación especial costaría RD$8,500 mensuales. “Sin embargo, lo que más paga un padre son RD$2,000 y el promedio está entre RD$600 y RD$700”, apunta. La institución también costea la educación completa de muchos niños de escasos recursos y existen instituciones privadas que también está apadrinando a una cantidad de menores especiales. “Las personas que también estén interesadas en apadrinar algún niño pueden acercarse a nosotros y hacerlo”, comenta la directora de relaciones públicas de la ADR, Patricia Mora. Las escuelas cuentan con alrededor de 180 especialistas en Santo Domingo y 130 distribuidos en todo el país.

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“Palomita blanca que surcas en los cielos ¿dónde está la paz que tanto queremos? Está cuando damos amor y cariño a jóvenes, ancianos y también a los niños”. Así cantaban animados los niños especiales en un aula de la escuela de educación especial Dr. Jordi Brossa en la sede central de la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR). En ese momento ensayaban para una actividad que tienen programada el 21 de septiembre, a propósito del Día Internacional de la Paz.

Las escuelas Dr. Jordi Brossa forman parte de la ADR, la institución pionera en el país para tratar a personas con discapacidades motoras o intelectuales.
En estas academias no es la matemática la materia más difícil. “Queremos que estos niños desarrollen habilidades y destrezas, que sean útiles a él y a su familia”, explica Belkis Taveras, directora de la Escuela Especial en la sede de la Asociación.

“Lo más cercano a los números que les enseñamos es, por ejemplo, qué pueden hacer ellos con una papeleta de RD$200. Les enseñamos también a cocinar, a arreglar su cama, cosas del hogar que le ayudarán en su diario vivir”.

Este proceso de enseñanza e inclusión social inicia en las salas de intervención temprana, antes de los seis años. Allí los infantes reciben terapias físicas, ocupacionales, cognitivas, psicológicas y del lenguaje. Pero estas sesiones no son exclusivas de los menores que próximamente entrarán a estas escuelas, sino que son algunos de los servicios de la Asociación.

La ADR es posiblemente la entidad de esta naturaleza más expandida del país, con 27 filiales, y una oferta de rehabilitación integral para las personas con discapacidades físicas e intelectuales, congénitas o adquiridas.

Los niños con discapacidades llegan a la ADR por referencias de la institución educativa o cuando los mismos padres tienen la iniciativa. Una parte de estas terapias médicas son cubiertas por las Administradoras de Riesgo de Salud. “Para el resto de terapias, la persona pasa por una depuración y se determina su condición económica. A partir de ahí se le asigna una categoría de pago por consultas o terapias que van desde los RD$150 a RD$500”, explica Rosa Emilia Ureña, directora del Programa de Educación Especial de la institución.

Los casos más severos

Un niño con una discapacidad intelectual severa o síndrome de Down no puede ser capaz de integrarse con normalidad a una escuela regular y seguir su currículo académico, advierte Arturo Pérez Gaviño, presidente de la ADR. Estas personas necesitarán la atención de por vida de sus familias.

“Los niños especiales son como los matrimonios. Debes valerte de mucha confianza en Dios, mucho amor, comprensión y dedicación con ellos para que todo funcione”, reflexiona María del Carmen Méndez, madre de Luis Emmanuel Batista, un joven de 22 años con síndrome de Down.

Emmanuel es el hijo más pequeño de la familia. Su hermana mayor, de 24 años, es estudiante de medicina y sus padres también son médicos. “Nosotros no concebimos la vida sin él, en la casa todo gira en su torno, obviamente él ha transformado nuestras vidas”, reflexiona.

Emmanuel recibe asistencia en la ADP desde que era un bebé. A sus tres años caminó y fue a los seis que dejó de usar pañales. Ahora es hábil para vestirse, para comer y aunque no habla es capaz de entender lo que pasa a su alrededor.

“El problema que puede surgir con estos niños es que sus padres no lo acepten. Una de las cosas más importantes es que su familia lo integre. Nosotros vamos al cine con él, a una fiesta y eso lo ayuda”, manifiesta la madre. “Es el mejor regalo que Dios ha podido hacer a mi familia. Ellos (los niños especiales) son una bendición y un regalo de Dios”, concluye.

En las escuelas Jordi Brossa los alumnos son agrupados por edad y son educados hasta los 18 años o cuando ya están insertados socialmente. “Los procesos de rehabilitación no terminan hasta que la persona con discapacidad motora o intelectual no esté desempeñando algún trabajo o habilidad”, subraya el director de la entidad.

Actualmente, estas escuelas están distribuidas en Santo Domingo, San Cristóbal, Santiago, Puerto Plata, Guerra, San Pedro de Macorís, San Francisco de Macorís y Azua (con un aula). Para este año escolar 2013-2014 habían inscrito 1,282 niños especiales.

A partir de los 15 años los adolescentes son integrados a talleres de belleza, ebanistería electrónica o al taller protegido, donde los niños con condiciones más comprometidas se dedican a ensamblar tapas de botellas y por ello reciben un sueldo. “Es compartir espacios, oportunidades y que los demás lo acepten, que ellos se sientan aceptados. Esa es la idea de nuestro trabajo”, concluye la directora de educación especial.

Usted puede apadrinar a un niño especial

Por alumno y por la cantidad de especialistas involucrados, el director de este centro, Arturo Pérez Gaviño, estima que el servicio de educación especial costaría RD$8,500 mensuales. “Sin embargo, lo que más paga un padre son RD$2,000 y el promedio está entre RD$600 y RD$700”, apunta. La institución también costea la educación completa de muchos niños de escasos recursos y existen instituciones privadas que también está apadrinando a una cantidad de menores especiales. “Las personas que también estén interesadas en apadrinar algún niño pueden acercarse a nosotros y hacerlo”, comenta la directora de relaciones públicas de la ADR, Patricia Mora. Las escuelas cuentan con alrededor de 180 especialistas en Santo Domingo y 130 distribuidos en todo el país.

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