La Chascona de Pablo Neruda

Llegar a Santiago de Chile y visitar la casa del que, según Gabriel García Márquez, fue el poeta chileno más grande del siglo XX en cualquier idioma, es una experiencia sin desperdicio. Solo observar su forma particular, denota que…

Llegar a Santiago de Chile y visitar la casa del que, según Gabriel García Márquez, fue el poeta chileno más grande del siglo XX en cualquier idioma, es una experiencia sin desperdicio.

Solo observar su forma particular, denota que no es cualquier vivienda. Sin dudas, Pablo Neruda no sólo era exquisito al escribir, sino que también su estilo ecléctico traspasaba el papel, para conjugarse con su vida.

Muestra de esto es la casa que construyó  para su amante, y luego tercera esposa, doña Matilde Urrutia, y en la que vivió hasta el último aliento de su vida.

Ubicada en el barrio Bellavista, a los pies del Cerro San Cristóbal, el Premio Nobel de Literatura la bautizó como “La Chascona” en alusión a la cabellera de quien fuera su amor secreto hasta el 1955.

En Chile, “chascona” se utiliza como sinónimo de la palabra “despeinada”.
La construcción  fue realizada por el arquitecto Germán Rodríguez Arias, quien proyectó una vivienda orientada al Sol, pero por indicaciones del poeta se construyó con vista a la cordillera. Debido a estos y otros detalles, al concluir el proyecto el arquitecto expresó que la vivienda era una creación, más del artista que de él.

Su obsesión por el mar lo llevó a realizar una casa con forma de barco, colmada de objetos únicos: jarras y vasos de diferentes colores, ventanas, faroles, monedas de diferentes países; caracolas y pinturas de artistas reconocidos en la plástica mundial.

Además, se destaca un bar construido con madera de un barco francés, el sillón donde escribió sus grandes obras; fotografías, premios y reconocimientos; también, una inigualable biblioteca es otro  de los elementos que forman parte de esta monumental arquitectura que hoy se ha convertido en museo.

En el lugar abundan flores de vistosos colores, y se puede observar el estudio de su amada, donde se encuentra un piano y otros elementos de la señora.

La estructura de la casa de Pablo Neruda, en Santiago de Chile, sufrió serios daños luego del golpe de Estado de 1973 contra el presidente Salvador Allende.
Durante los días que siguieron a los trágicos sucesos del Palacio de la Moneda, seguidores de Augusto Pinochet atacaron el edificio.

A pesar de ello, Matilde veló los restos del poeta en la casa que compartieron, y fue ella quien se encargó luego de restaurarla.

 La Chascona resurgió, y desde entonces funciona como casa-museo, destinada a difundir la vida y obra de uno de los poetas más importantes de Chile, posibilitando el acceso a los ambientes íntimos donde Neruda engendró arte y fue feliz.

Inspirado como para escribir uno de sus mejores poemas, Pablo Neruda comenzó a construir la Chascona en 1953, en una ladera del cerro San Cristóbal, donde la naturaleza se convinó con su creatividad innata.

En sus comienzos, La Chascona solo fue un edificio junto a una cascada.

El dormitorio, en los altos, tiene una ventana sobre el cerro y la cascada, cuyas aguas, que caen estrepitosa y alegremente, forman un arroyuelo que corre por debajo de la casa.

El dormitorio está ubicado encima de un living con otro ventanal que da a la cascada.

Como parte de los detalles necesarios se destacan una chimenea, sillones confortables, alfombras de cuero de vaca y un pequeño bar, en el hueco de la escalera, que une los dos pisos, decorado con una colección de copas de colores, postales siúticas -como dicen los chilenos refiriéndose a lo cursi- de principios de siglo, y una torre de botellones antiguos, regalo del escritor argentino Oliverio Girondo.

De este living se baja a un patio de fisonomía colonial, al que dan el comedor, las dependencias y el cuarto de huéspedes; luego, bajando otra escalera, nos encontramos en la sinuosa callecita Márquez de la Plata.

El comedor, decorado con naturalezas muertas y cuadros de Nemesio Antúnez, tiene dos mesas, una redonda y otra rectangular, que corresponden a la parte más espaciosa y a la más estrecha del cuarto.

Luego, subiendo por los senderos al aire libre, a cuya vera hay jardines, encontramos estanques que abundan con flores resplandecientes, peces de colores y grandes jaulas con loros.

Dominando esta primera parte de la edificación llegamos a un bar de madera rústica semidescubierto, adornada con un abanico decorado de más postales cursis, un retrato de Walt Whitman y un cartelón político de hace años, muy gracioso, con la figura de un chileno candidato a diputado, famoso por un sombrero de alas anchas y su flor en el ojal.

Allí hay un viejo carrito marinero, una caja de música antigua, con sus rollos de valses y canciones melancólicas, y junto al bar queda el estudio del poeta: mesa de trabajo, libros, fotografías, chimenea y un caballo de mimbre en un rincón. Una pasarela nos conduce al estudio de Matilde, donde hay un piano y otros instrumentos de música.

La casa Chascona parece una vivienda de hadas, un jardín encantado, colgante, sobre la ciudad. El mismo espíritu que anima el verso de Neruda anima sus casas. Las casas de Neruda prolongan y desbordan  su obra poética. Algunos amigos lo apodan cariñosamente Cheops, el faraón de la IV dinastía que hizo construir la más famosa de las pirámides de Egipto.

Para su construcción, el propio Neruda buscó los materiales y dispuso la ubicación de cada objeto, los que rastreaba afanosamente en otros países.

Germán Rodríguez Arias, español que estuvo refugiado en Chile, fue el arquitecto de Isla Negra y de la Chascona. No ha sido fácil levantar estas casas, no sólo por los caprichos del poeta, sino porque a veces hubo que interrumpir las obras a la espera del dinero necesario. Neruda construyó Isla Negra, La Chascona y La Sebastiana, su última casa, con el producto exclusivo de los libros.

Monumento
Fue declarada Monumento Nacional en 1990, y en el 2013 se inauguró el espacio cultural Estravagario, colindante con los jardines”.

Detalles
En el interior de La Chascona se pueden ver las colecciones personales de conchas y caracolas, botellas, jarras, mascarones de proa y otros objetos curiosos de Neruda.

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