Un sueño revoloteaba en la mente del poeta y trabajador cultural Isael Pérez hace diez años, después que el país viviera una etapa donde todo estuvo en peligro, incluida la virtud de soñar. Todavía con la mochila a cuestas traída de las provincias del Este, el hoy editor se proponía arrancar con una empresa editorial que pudiera adaptarse a la realidad bibliográfica de República Dominicana, con sus limitaciones y posibilidades, pero con el criterio de que un proyecto de esa naturaleza tenía que crear sus propias condiciones de supervivencia.
Quien lee el catálogo de 117 páginas en el que se enumeran los centenares de títulos publicados por la Editorial Santuario se percata de que lo que fuera una utopía propia de provinciano se ha materializado en la entidad promotora del libro en el país, volviendo el negocio rentable para los impresores, viable para los autores y asequible para el lector amante de los diferentes géneros literarios y de todo tipo de publicaciones.
Santuario, ante el retiro de editoriales internacionales que se establecieron por décadas en el país publicando obras de autores dominicanos, compensa de alguna manera el vacío dejado por esos sellos prestigiosos, que, lamentablemente no llegaron a colocar los textos de los escritores criollos en sus catálogos bibliográficos de las casas matrices.
En lo que a la promoción del libro dominicano en el exterior respecta, la editorial criolla se mantiene presente en ferias internacionales, mientras que en el plano local trabaja en la venta directa de las obras en colegios, universidades y centros culturales a los que acude gente en procura de expansión
espiritual.
El catálogo, de manera bien oportuna, publica la convocatoria a un concurso estudiantil de lectura por el Colegio Santa Teresita basado en la novela El Camino de los Hombres, de Herman Mella Chavier, que rememora la Intervención Norteamericana de 1916.
Menos de dos años faltan para el siglo de ese acontecimiento digno de recordarse.
