“Mi mayor emoción fue entrar de nuevo al mundo del béisbol”

A pesar de que hace más de cuatro décadas que colgó la chaqueta de béisbol y guardó el guante y la pelota con que defendía la posición que le tocaba jugar, mantiene los mismos hábitos saludables de un deportista, donde el alcohol y el cigarrillo&#

A pesar de que hace más de cuatro décadas que colgó la chaqueta de béisbol y guardó el guante y la pelota con que defendía la posición que le tocaba jugar, mantiene los mismos hábitos saludables de un deportista, donde el alcohol y el cigarrillo no tienen cabida.

Mickey Mena, quien años más tarde de que se retirara del terreno de juego, volvió a vivir la pasión del béisbol como narrador de los Leones del Escogido, el mismo equipo con el que sintió la inmensa alegría de ganar el Torneo de Béisbol Invernal en 1981, se siente feliz de haber iniciado su carrera como narrador y comentarista.

Ya lleva 35 años celebrando, desde la cabina, las hazañas de los jugadores de la pelota invernal, quienes, afirma, no lo ven como un comentarista, sino como a un expelotero, con el que se sienten identificados a la hora de ofrecer declaraciones.

Para Mickey, el respeto que siente por su trabajo es la base de la credibilidad que le tienen los fanáticos. Ama su profesión, pero sabe que el paso del tiempo le indica a cada quien cuándo va llegando la hora de dejar el espacio a otras generaciones.

En su rol de esposo, padre y abuelo se siente orgulloso y muy feliz, aunque en el terreno de juego, ninguno de sus hijos o nietos ha seguido sus pasos. En la cabina de transmisión, José Antonio, el tercero de sus hijos, está haciendo su camino. Esta temporada es la número seis que le toca integrar la cabina de las Águilas Cibaeñas. “Aún no he ganado el primer campeonato con las Águilas , pero espero que este año cambie esa situación”. 

1. Montecristeño
Nací en Montecristi. Mi padre también nació en Montecristi. Pertenezco a una familia muy conocida de esa ciudad. Allí nació el primer jugador de Grandes Ligas Osvaldo Virgil, y los hermanos Olivo; además, Tony Peña y otros grandes estelares, activos y retirados. Es una provincia que se destaca por sus grandes jugadores de béisbol. En ese lugar, donde está el famoso Morro y la playa de Montecristi, pasamos la niñez. Soy hijo del doctor Tácito Mena Valerio y de Elisa Oliva de Mena, ambos ya fallecidos. Tenía solo un hermano de padre y madre, él ya murió, pero tengo varios hermanos de padre.

2. Inquieto
Yo era un niño travieso. Tenía mi historia, de que me fugaba del colegio para irme a jugar pelota, dejaba los cuadernos debajo de un árbol y me ponía a jugar, hasta que un día mi padre fue al colegio y preguntó por mí y le dijeron que yo me escapaba a cada rato a jugar pelota. Ese día recibí mi pela y dejé de hacerlo. Después, y hasta ahora, he sido muy tranquilo, nunca le di dolores de cabeza ni a mis padres, ni a mi esposa. Siempre ando por el camino correcto.

3. Pasión por el béisbol
Comencé como todos los muchachos, jugando béisbol en la calle, en la escuela, en los patios, y luego comencé a jugar béisbol organizado ya en pequeñas ligas, juvenil amateur. Como amateur tuve la dicha de ser selección nacional tres veces, antes de ser firmado. Después, fui firmado para el béisbol profesional por los Gigantes de San Francisco, jugué en ligas menores y fui compañero, en los Leones del Escogido, de figuras estelares como Juan Marichal y los hermanos Rojas Alou, y fuimos campeones nacionales en la temporada 68-69. Es decir, que parte de mi currículo fue haber ganado un campeonato nacional, como jugador, porque con el micrófono he ganado varios campeonatos. Como narrador de  los Leones del Escogido gané varios campeonatos, también con los Tigres del Licey, también muchísimas series del Caribe. Sin embargo, con las Águilas Cibaeñas, que llevo seis años, no he ganado mi primera corona. Me está haciendo falta eso.

4. Después del deporte
Cuando yo salí del béisbol, como jugador, duré 12 años fuera, hasta 1980. Durante ese tiempo, yo fui vendedor de medicamentos. Fue salir del guante y la pelota, para ser vendedor de medicamentos, y de ahí al micrófono y a la pluma, porque también escribí mi columna. Fíjate, de mis años de vendedor, la gente me recuerda y me manda saludos, no fue una época difícil. La mayor emoción para mí fue entrar de nuevo al mundo del béisbol como comentarista, cuando pensaba  que mi gran pasión, que siempre ha sido el béisbol desde pequeñito, al no haber triunfado como jugador, iba a tener que renunciar definitivamente a esa pasión. Entonces volví como comentarista y llevo ya 35 años en esta profesión. El orden prioritario en mi vida es Dios, nuestro Señor en primer lugar, mi familia y después el béisbol.

5. Buenos consejos
He recibido muchos consejos a lo largo de mi vida, pero recuerdo uno en especial que me dio un viejo locutor, que me dijo, cuando comencé a trabajar: “siempre habla correctamente en el micrófono, nunca digas malas palabras. Concéntrate siempre en lo que vas a decir, porque tú vas a durar 20 o 30 años haciendo bien tu trabajo y el día que lo hagas mal, ese día te crucificarán y se olvidarán de los años anteriores”. Lamentablemente, mucha gente en los medios piensa que las malas palabras son algo popular.

6. Padre y esposo a los 21 años
Me casé y me convertí en padre a los 21 años. Es decir, que casi voy a cumplir mis bodas de oro. Cuando nació mi primera hija, ella nació de noche, y yo quería gritarle al mundo que había tenido un hijo, que ya era padre. Entonces, yo me fui a un restaurante que estaba cerca de la clínica y le dije al camarero que me estaba atendiendo: “mira, ¿tú sabes que yo acabo de ser papá?”. Al nacer la segunda hija, en mis tiempos se encendía una luz, rosada si era niña y azul, si era un niño. Entonces, cuando veo el bombillo rosado, mi suegro me dijo: “¡Otra hembra!”. A mis hijas yo les canto una canción que la gente la conoce mucho, que se llama “Mi niña bonita”; en cada uno de sus cumpleaños las cargaba y les cantaba esa canción.  Mis hijos me han dado mucha felicidad. Nunca les di una pela a mis hijos, mi esposa se encargaba de eso.

7. Ella pensó que era jugando
Conocí a la que es mi esposa en Santiago. Después, vinimos a vivir a la capital, y aquí seguimos la amistad, porque nosotros nos conocimos a través de sus hermanos, que jugaban béisbol conmigo y nunca pensamos en enamorarnos. Era solo una amistad, pero un día nació el amor; en este caso, no fue a primera vista, porque ya nos conocíamos. Ella se llama Digna Peguero de Mena .Yo comencé a sentirme enamorado, un día me le declaré y ella pensó que yo estaba jugando y me dijo que dejara de estar de chistoso, pero después se dio cuenta que era en serio y  la amistad pasó a romance, y ya vamos, como dicen los atletas, rumbo a la medalla de oro. Dentro de cuatro años, si Dios quiere, estaremos celebrando las bodas de oro.

8. El último out
Cuando falta un out para ganar una corona, es un momento de mucha tensión, porque tú te quedas mirando a los jugadores que están en el borde del dugout, locos por salir. El público está eufórico y la seguridad está atenta para evitar que la gente se lance al terreno. Entonces, cuando se hace ese último out, se produce el regocijo de jugadores y fanáticos. No se puede ocultar la felicidad que siente un atleta, no solo en el béisbol, sino también en cualquier deporte. Lo máximo es ganar, son profesionales que cobran su dinero por jugar, pero aparte de eso, ganar es un reto profesional para cada jugador. Eso lo vemos en la liga dominicana, en los Estados Unidos, en las Ligas Menores. Donde quiera que se celebra un campeonato, se celebra el triunfo como lo máximo para los jugadores. Ese es el gran reto, y nosotros en el micrófono también siempre queremos que el equipo con el que trabajamos sea el que gane.

9. Despedir un hermano
Lo más triste de mi vida fue la muerte de mi hermano. Él murió cuando yo tenía 21 años, era mi único hermano de padre y madre. Él era piloto de la Fuerza Aérea y el avión se cayó y él murió. Ese fue mi primer golpe duro en la vida. Después, una cuñada que soñaba con celebrar su fiesta cuando cumpliera  los 40 años, y a los 39 falleció de cáncer de útero. Ese fue un golpe muy duro para la familia. Uno nunca se acostumbra a la pérdida de los seres queridos. También perdí a mis suegros, que eran como mis segundos padres. Eso fue muy difícil.

10. El porvenir
Solo pido que Dios me dé, como me ha dado, salud, que yo pueda mantenerme saludable. Pienso seguir trabajando hasta que yo tenga los dos sentidos principales para el trabajo de nosotros, que son la voz y la vista. Cuando la voz comienza a afectarse y la vista comienzas a perderla, que ya tú no ve bien lo que está pasando en el terreno de juego, son señales de que debes ir pensando en el retiro. No es fácil el retiro, pero hay que hacerlo. Yo no pienso pasar ni siquiera un año dando lástima. Espero que el público recuerde lo que ha visto siempre de mí, mi trabajo constante, mi dedicación… No pienso pasar vergüenza. Desde que yo tenga la primera voz de alarma de que mis facultades han ido mermando, llegará el retiro, porque te repito, nunca le dejaré al fanático un triste recuerdo, sino que me recuerden como me han visto durante estos 35 años.

Espera dejar un buen recuerdo

Guardo con mucho amor cada uno de los premios que he recibido durante mi carrera. He ganado ocho veces el premio Micrófono de Oro, que otorga  el Círculo de Locutores Dominicanos, creo que es un récord, en la rama masculina soy la persona que más veces lo ha ganado. He sido premiado por la Asociación de Cronistas Deportivos. Esas distinciones se deben al crédito que yo he conseguido del público, los peloteros y los compañeros. Los peloteros todavía me ven como a un expelotero, no me ven como comentarista. Esas son de las cosas que me abren puertas cuando yo tengo que hablar de béisbol.

Lo mejor de ser comentarista y narrador, es la credibilidad que uno logra con el público. Por ejemplo, mi esposa me dice que por qué la gente me dice Don Mickey, me dice que me ponen muy viejo, pero yo creo que  eso se debe al respeto que uno se ha ganado, no solo de los compañeros, sino también del público. Uno no debe hablar de uno mismo, pero yo siempre he tenido una gran credibilidad, puedo decir que yo tengo algo que Dios me dio: sencillez y humildad, esas cosas que no son muy comunes. Muchos colegas tienen un ego muy alto, pero gracias a Dios, yo tengo sencillez, humildad y trato con la gente. Para mí, todos los seres humanos tienen valor.

En cuanto a lo difícil del retiro, pienso que tanto en el terreno, como en la cabina, es el asunto de las luces. Por ejemplo, el pelotero, cuando ya no está en las luces del play, que ya no es el centro de los aplausos del público; y en el caso del micrófono, quizás es que hay personas que piensan que si no hablan más por un micrófono, la gente se va a olvidar de ellas. Los retiros son difíciles.

Yo he escuchado personas que no son deportistas, ni narradores, que se retiran o los jubilan de sus empleos y hasta se enferman y están todos los días aburridos en la casa, se levantan a las cinco de la mañana como si tuvieran que ir a la oficina, pero creo que eso debe ser en los primeros años, después ya uno se adapta a una nueva vida.

Trabajador
En mi trabajo no encuentro nada difícil. Yo puedo estar trabajando un 25 de diciembre, un primero de enero, todo el tiempo. Siempre estoy consagrado a mi trabajo.

Premiado
He ganado ocho veces el premio Micrófono de Oro que otorga el Círculo de Locutores Dominicanos; creo que es un récord”

El retiro
Desde que yo tenga la primera voz de alarma de que mis facultades han ido mermando, llegará el retiro. No pienso pasar vergüenza”

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