Persistir en la paz

Hoy se cumplen dos años del inicio de las negociaciones de la paz en Colombia. Ocurre en medio de la inquietud global por la interrupción del diálogo entre las FARC y el gobierno. Hoy la crispación entre los colombianos es inevitable. Y la preocupaci

Hoy se cumplen dos años del inicio de las negociaciones de la paz en Colombia. Ocurre en medio de la inquietud global por la interrupción del diálogo entre las FARC y el gobierno. Hoy la crispación entre los colombianos es inevitable. Y la preocupación del presidente Juan Manuel Santos no puede ser más seria.

Lo que todos se preguntan es si la captura del general Rubén Darío Alzate, Comandante de la Fuerza de Tarea Titán que opera en el departamento de Chacó, y que es considerado uno de los ejes clave en el combate de la guerrilla, fue producto de un plan o un hecho fortuito.

Cualquiera que sea la respuesta, en lo inmediato provocó la suspensión del diálogo y más colombianos lo rechazarán, bajo el estímulo del expresidente Álvaro Uribe, quien aboga por reducir a los insurrectos mediante la derrota militar.

Si la acción obedece a un plan de las FARC, entonces habría que pensar que esa organización simplemente persigue un propósito relacionado con las negociaciones de La Habana. Porque en forma alguna se puede pensar que la detención o el secuestro sólo busque elevar las tensiones, pues aumentaría los obstáculos.

Descartando que las FARC pretendan poner piedras en el camino escogido por voluntad propia, hay que imaginar que la acción, si efectivamente fue planeada, persigue un propósito: reafirmar que no negocian bajo un estado de rendición y mucho menos subordinación.

En lo que sería la búsqueda de un reposicionamiento que los iguale al gobierno, que se resiste a pactar un alto el fuego, quizás la detención de Alzate busque presionar para que sea suscrito el cese de las hostilidades en paralelo con las negociaciones de La Habana.

Ahora el diálogo se ha trabado. Avanzan quienes apuestan a la rendición de las FARC por derrota y se aleja la negociación de la paz.

Sin embargo, el mejor camino, por más que incomprensiblemente duela a muchísimos colombianos, seguirá siendo el diálogo.

La incómoda posición en que se halla el Presidente Santos no lo puede inducir a renunciar a su firme propósito de lograr la paz. 

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