Crecemos, pero…

La República Dominicana es un territorio con excelentes condiciones para asegurar una vida equilibrada, donde la mayoría de sus pobladores pueden vivir con las necesidades esenciales cubiertas y en relativa paz.

La República Dominicana es un territorio con excelentes condiciones para asegurar una vida equilibrada, donde la mayoría de sus pobladores pueden vivir con las necesidades esenciales cubiertas y en relativa paz. No sabemos hasta cuándo esa será una aspiración. Mientras, seguimos cargando con familias que pasan hambre, que viven en la pobreza, más de 45%, analfabetos; algo menos de un 16% de la población económicamente activa sin un empleo formal, baja cobertura de salud más allá de la pobre asistencia de los hospitales públicos, y agréguese a ello, la amenazante inseguridad.

Ayer veíamos que las perspectivas lucen halagüeñas para 2015, toda vez que la economía seguirá la misma tendencia, pero persisten los problemas.
Apenas podemos estar satisfechos de que tenemos paz política, la conflictividad social y sindical ha bajado, aunque las comunidades no cesan en sus demandas de mejorías de servicios como calles, asfaltado y aceras, agua potable, drenaje sanitario y servicio eléctrico.

Es inevitable pensar en ese amplio segmento de jóvenes que no estudia ni trabaja y que suele ser caldo de cultivo de la delincuencia. Las cifras de jóvenes en conflicto con la ley son escandalosas.

Asimismo, el país no sale de las manos del crimen organizado, que llega hasta atreverse a atacar una cárcel para “liberar” socios, y que bajo su sombra prosperan empresas o negocios de fachada.

Y ni hablar de los delitos corporativos. Lo que acaba de ocurrir con el Banco Peravia, y cómo sus principales jefes huyeron, desdice demasiado de nuestra institucionalidad supervisora.

Igual pasa con políticos que utilizan el poder para el enriquecimiento ilícito.
En fin, la sociedad sometida al imperio del crimen. A veces ni siquiera encuentra seguridad en los bancos, que pueden ser atacados por criminales cibernéticos. Igual, los atracadores y ladrones callejeros. Y esa plaga depredadora de bienes y propiedades públicas que en nombre de las “demandas sociales” ataca infraestructuras u obstruyen vías de comunicación.

Crecemos, pero de qué manera. Es importante que ese crecimiento tenga sentido social y que la República sea cada vez más segura.

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