Condenamos el ataque a la vida

París está bajo el asedio del terror armado de unos individuos que aparentemente obedecen al islam. Primero el ataque a Charlie Hebdo, la publicación satírica condenada por publicar caricaturas irreverentes del profeta Mahoma, con un saldo trágico:&#

París está bajo el asedio del terror armado de unos individuos que aparentemente obedecen al islam. Primero el ataque a Charlie Hebdo, la publicación satírica condenada por publicar caricaturas irreverentes del profeta Mahoma, con un saldo trágico: doce víctimas.

Que todo eso ocurra en la capital francesa, donde la tolerancia política es tradición, y donde todas las expresiones del pensamiento se manifiestan como rutina, es indicador de la época en que vivimos, cuando las pasiones religiosas, como en los peores períodos de persecuciones por motivos religiosos. La intolerancia revestida de fe.

De acuerdo con analistas, la publicación francesa estaba en la lista de grupos extremistas, en particular de Al Qaeda. La organización terrorista Estado Islámico, aunque no asumió la responsabilidad de la acción, llamó “héroes” a los hermanos Chérif y Said Kouachi, los agresores abatidos posteriormente por la Policía francesa después de apertrecharse en un supermercado, con varios rehenes, tres de los cuales murieron.

El ataque al medio de comunicación fue sucedido por otras acciones de corte terrorista, como la muerte de dos policías. Parecería una renovación de la extensión de la guerra más allá de los campos de batalla escogidos por los extremistas de nuevo cuño.

Los estados europeos han reaccionado adoptando mayores medidas de seguridad. Y obviamente la prensa está sobrecogida. Si bien el objetivo fue el Charlie Hebdo, con tan sangriento y lamentable saldo, se trata de una agresión a los franceses, a la tranquilidad y la paz de esa nación, y a Europa. También recuerda al mundo que perviven amenazas muy peligrosas, a causa de concepciones fundamentalistas y con métodos de acción letales. Jamás se afirman en la fuerza de sus ideas, sino en la punta de las bayonetas y la brutalidad del plomo.

No hay valores más importantes que la vida. Ninguna creencia puede imponer sus bárbaros criterios sobre los presupuestos de la muerte. El mundo de la razón no puede ser vencido a base del terror, no importa lo horrible que sea. El derecho a la vida está por encima de todo. ¿En nombre de qué justificar la muerte?

Condenamos la agresión a la libertad y a la vida.

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