Un museo de títeres en Taiwán

El arte es en esencia parte del ser humano, pues en todas sus vertientes ha sido parte de la evolución del hombre y, por ende, una vía de expresión cultural, histórica y social. Una de las tantas manifestaciones artísticas que han estado presente&#82

El arte es en esencia parte del ser humano, pues en todas sus vertientes ha sido parte de la evolución del hombre y, por ende, una vía de expresión cultural, histórica y social. Una de las tantas manifestaciones artísticas que han estado presente desde hace siglo es el teatro, habilidad que cuenta con muchos adeptos por las pasiones que despierta, tanto por sus intérpretes como por los espectadores.

Dentro de las propuestas escénicas que forman parte del “arte de las tablas” está el teatro de títeres, el cual existe desde hace siglos. Lamentablemente, la mayoría de las personas desconoce que dicha manifestación es mucho más antigua que Cristo, ya que según hallazgos arqueológicos de figuras de madera y marfil, estos existen 2,000 antes de Cristo en Egipto. También existen diversos historiadores que aseguran que su práctica se anticipó a los actores en el teatro.

Sin embargo, aunque no se tenga claro cuándo comenzó todo, pocas dudas quedan que al hablar de teatro de títeres, los montajes en latitudes lejanas como la República de China, Taiwán, son una de las más populares por la vistosidad de sus vestuarios, las historias y la musicalización.

Durante mucho tiempo los títeres formaron parte importante del entrenamiento en Taiwán, pero con el paso de los años la gente se ha ido alejando de las tradiciones por lo que le ofrece el mundo moderno. Por tal razón, en el Museo del Teatro de las Marionetas de Lin Liu-Hsin, en Taipéi, capital de Taiwán, sus directivos luchan por mantener vivo este arte a través de talleres, exhibiciones y montajes apegados a la cultura taiwanesa.

Su director, Robin Ruizandaal, un holandés encantado por los títeres y la isla, considera que este arte es único y fascinante.

Los títeres, como tales, son piezas que se pueden considerar una verdadera obra de arte, pues la elaboración del concepto del vestuario y las caracterizaciones del personaje, en conjunto con la historia del montaje, son pensadas como si fuese para un actor o actriz de carne y hueso.

Esto es algo que se puede percibir tan pronto uno entra a las instalaciones del Museo del Teatro de las Marionetas de Lin Liu-Hsin, ubicado en Dadaocheng, una zona antigua en el oeste de la ciudad de Taipei, un lugar donde muchos grupos tradicionales de las artes escénicas actúan a menudo frente a los templos durante las celebraciones religiosas y los natalicios de las deidades.
Allí, los visitantes pueden apreciar una impresionante y variada colección de títeres de diferentes tamaños, estilos, colores y épocas.

El lugar es dirigido por el holandés Robin Erik Ruizendaal, quien se apasionó por la cultura taiwanesa durante su primera visita y se quedó. Su labor por motivar a nacionales taiwaneses y extranjeros ha hecho de este un “rincón” que sorprende a todo aquel que lo visita, ya que en el Museo Marioneta Lin Liu-Hsin se pueden administrar alrededor de 5,000 piezas consideras un verdadero tesoro, pues son marionetas de distintos estilos y diferentes países.

La estructura física del museo cuenta con cuatro pisos donde tienen talleres de grabados, aulas para aprender a hacer marionetas, un salón especial de exhibición de marionetas, un espacio con colección de obras finas y el Teatro de Nadou para las actuaciones con marionetas, abierto para todo el público.

Un museo único

Este museo, que es uno de los pocos donde a los visitantes curiosos no se les impide tomar fotos, no solo tiene en su calendario exhibiciones especiales de marionetas cada cierto tiempo, también ofrece cursos de fabricación y grabado de marionetas, por parte de maestros de este arte, y teatro de marionetas para toda la familia, explica Ruizendaal, quien también es el director artístico de la Compañía de Teatro de Títeres Taiyuan, con la cual viajan por todo el mundo.
El grupo cuenta con un repertorio variado, el cual se destaca por una mezcla autóctona, donde los elementos tradicionales y modernos se conjugan para hacerle más fácil y atractiva la comprensión a la audiencia.

Y es como de esperar, ya que el grupo se ha modernizado al implementar técnicas de escenario moderno, como iluminación y audio, con lo tradicional del arte de los títeres que son las buenas letras, el idioma y el típico escenario.
“No he nacido aquí, pero me siento taiwanés. Por tal razón lucho por mantener viva la cultura titiritera de los taiwaneses a través del museo”, comenta Ruizendaal, quien lleva años dedicado al estudio de este arte.

Para llevar a cabo un montaje, los titiriteros se preparan desde muy jóvenes para lograr darle vida a las marionetas, ya que deben transmitir una actuación orgánica y hacer que los títeres se deslicen en el escenario con estilo para capturar la atención de los presentes, donde la ópera forma parte importante.

“Un titiritero necesita estudiar por mucho tiempo, ya que el estilo de actuación es bastante complejo. Los actores necesitan un nivel básico de tres años de experiencia, y para considerarlos excelentes actores, quizás es preciso hasta 10 años de experiencia. Todos nuestros titiriteros han recibido un largo entrenamiento”, destaca Ruizendaal, al hablar de la entrega de quienes se dedican al arte de los títeres.

También destaca que el teatro de títeres taiwaneses es un tipo de ópera, donde el espectador disfruta de la música taiwanesa.

En cuanto a la experiencia de viajar hacia otras latitudes con la compañía de títeres, Ruizendaal, quien también es asesor cultural del Gobierno de la Ciudad de Taipei, comenta que donde quieran que ha ido el grupo han tenido mucha aceptación sin importar las diferencias culturales o idiomáticas.

En la actualidad, la Compañía de Teatro de Títeres Taiyuan lleva montajes a distintas localidades de Taiwán y a nivel internacional mostrando lo mejor de sí, con diferentes estilos, títeres de mano, de cuerda, títeres grandes o pequeños, e incluso títeres de sombra. En fin, un mundo mágico en el que quien tiene la oportunidad de ser parte queda maravillado por todo lo que disfruta y aprende sobre la cultura taiwanesa. 

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