“Mi verdadera vocación era ser actriz y periodista”

Es una mujer de múltiples facetas: Abogada de litigios laborales, experta en asuntos consulares, migratorios y electorales, y, por si fuera poco, apasionada del periodismo y del arte dramático. Rosario Graciano de los Santos es, por demás, una…

Es una mujer de múltiples facetas: Abogada de litigios laborales, experta en asuntos consulares, migratorios y electorales, y, por si fuera poco, apasionada del periodismo y del arte dramático. Rosario Graciano de los Santos es, por demás, una persona de notable sencillez, conocida por su transparencia y coherencia en sus relaciones personales y profesional.

Las tragedias no la amilanan. La muerte de su compañero de 33 años inmensamente sentida, la de su padre y madre en un intervalo de nueve días, no han detenido sus proyectos, su foco en el trabajo que desde siempre ha sido el centro de su vida.

Oriunda de La Vega, es la penúltima de nueve hermanos en una familia de abogados. Quería dedicarse al periodismo y al teatro, pero su papá la inscribió en Derecho en la UNPHU, de donde se invistió en 1974 en la cuarta promoción de esa alta casa de estudios.

Actualmente se desempeña como Miembro Titular de la Junta Central Electoral, cargo que ocupa desde octubre de 2010, siendo la única mujer del pleno de ese organismo electoral. Es Coordinadora de la Comisión de Cancelados e Inhabilitados, Coordinadora de la Comisión Política Institucional de Igualdad de Género, así como también Coordinadora del Voto de los Dominicanos en el Exterior y representante de la JCE ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Ha sido viceministra de Estado de Relaciones Exteriores, a cargo de la Dirección de Asuntos Consulares y Migratorios, posición que ocupó en dos ocasiones por ocho años.

Con elCaribe comparte momentos memorables de su vida, que incluyen desde la adopción de su hijo menor, su trabajo, hasta la partida de este mundo de sus padres y su esposo, quien, además de compañero, fue su orientador.

1. Quería ser actriz y periodista
Nací en la ciudad de La Vega a dos esquinas del parque. Soy la penúltima de nueve hermanos. Mis estudios primarios los hice en el asilo San Joaquín y Santa Ana, de La Vega, dirigido por monjas de la localidad. Estudié el bachillerato en el liceo don Pepe Álvarez, donde había profesores muy meritorios, hoy recordados por nuestra generación, como el profesor de inglés, de las islas inglesas, míster Mc Kenzie, que por su disciplina y autoridad influyó mucho en mi formación. Siempre quise ser actriz y periodista, esa es (o era) mi verdadera pasión. Mi papá decidió que estudiara Derecho porque venía de una familia de abogados. Todos sus hermanos, es decir mis tíos, eran abogados. Excepto mi padre que era terrateniente, cultivaba café en la loma Guaiguí. Eso sí, estudie teatro en La Vega en la escuela de Bellas Artes. Me formé en arte escénico, llegue a actuar en obras y también hice teatro popular, es decir callejero. En una fase de mi juventud, cuando estuve en bachillerato, pertenecía a una asociación de jóvenes de la iglesia, el Centro Apostólico y Social. Ese grupo estaba orientado por el padre López, a la sazón el sacerdote del pueblo, hoy nuestro Cardenal, monseñor López Rodríguez, quien fue mi orientador de juventud. Nos formamos con él. Llevábamos alimentos a las personas pobres, a quienes vivían en sitios marginados, aledaños al río, y desarrollábamos programas de alfabetización. Entre los fundadores de ese grupo estaba Felucho Jiménez y el médico-psiquiatra José Mieses Michel. El entonces padre López, nos formó en esa conducta de caridad hacia los pobres. Íbamos a las cárceles, presentábamos obras teatrales, yo tendría entre 13 y 14 años. Hace poco la JCE le hizo un reconocimiento al Cardenal y a propósito hablamos de esos tiempos. Él los recuerda como yo. El grupo estaba conformado por jóvenes de diferentes edades y estratos sociales.

2. Esposo, compañero y orientador
A mi esposo lo conocí en la política. Era abogado-economista. Autor de dos obras muy consultadas por los abogados hoy día. Estudió en la universidad del país vasco. Nuestra relación, de 33 años, terminó cuando él falleció, el primero de diciembre de 2013. Perdí a mi marido y a mi orientador. Todavía hoy no me repongo de su partida. No he logrado, desde entonces, dormir una noche entera.

3. Madre
Le falté mucho a mis hijos en término de tiempo y ellos lo reclaman todavía, pero entienden que lo hice por su bienestar. Los tres hicieron carreras y hoy están bien posicionados. El pequeño, Juan Emilio, de ocho años, adoptado, es mi compañero. Los grandes a veces me celan con él. Me reclaman porque entienden yo lo complazco mucho, y yo les digo que son otros tiempos. Pero ellos, los tres mayores, saben, al final, que fui su pie de amigo y reconocen en mí a su todo, a pesar de que tuve que dejarlos mucho tiempo solos. No me lamento, porque valió la pena. Y en mis ausencias mi marido los educó muy bien.

4. Despedir a los padres
La muerte de mis padres es para mí un momento muy triste, no solo por la pérdida, sino por cómo se dieron las cosas. Ambos fallecieron hace ya quince años. Primero fue mi padre, y durante los primeros nueve días de su partida entonces murió mi madre. Ella entró en depresión, fue atacada por una neumonía y falleció.

5. Actividad en los tribunales
Me puse mucho la toga para ir a los tribunales. Ejercía derecho laboral, del trabajo, civil y comercial. Duré más de diez años subiendo a los tribunales. Trabajé en un bufete prestigioso, Vega, Jiménez y Asociados, con mi maestro en el derecho: el doctor Wenceslao Vega Boari y su esposa Nereida. Ya él no iba a los tribunales y entonces era yo quien llevaba la parte litigiosa. Él hacía de consultor comercial y civil, la parte práctica la llevaba yo. Aún hoy, conservo relación especial con él y su esposa.

6. En la Cancillería
Hice maestría en relaciones internacionales de doble titulación en Intec y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). A Cancillería llegué en el primer mandato del presidente Fernández, siendo Canciller entonces don Eduardo Latorre. Me desempeñé como viceministro de asuntos consulares y migratorios por ocho años, porque luego volví por seis años, cuando el ingeniero Carlos Morales Troncoso era el Canciller.

7. Don Carlos Morales Troncoso
Lo más importante fue la relación que tuve con el ingeniero Carlos Morales Troncoso. Una relación estrecha, de confianza. Por eso cuando murió me causó gran tristeza. Tenía una manera sencilla de tratar a la gente y una gran capacidad gerencial. Era un gerente real y efectivamente, depositaba confianza y delegaba funciones. Yo le informaba y él daba su opinión. Siempre me decía ‘cuente con mi apoyo, lo importante es mantenerme enterado’. Solo entraba si surgía algo de magnitud, de importancia, de tipo político que requería de la intervención del ministro. Lo que más recuerdo es su capacidad gerencial, en el sentido de que dejaba en libertad a los viceministros para que ejecutaran sus áreas. La confianza que depositó en mí en términos gerenciales me dio cierto poder en el Ministerio. Delegaba cosas importantes en mí, incluso, que no eran de mi área y yo tenía que asumirlas. Se enteró de la muerte de mi esposo estando en Boston, recibiendo su terapia para enfrentar el mal que le afectó, y aun en esa condición me llamó para unirse a mi dolor. Eso lo valoro mucho. Su hija Ivette, en estos días me ha dedicado el libro que recoge sus memorias. Muy emotivo. Había hablado con él pocos días antes de fallecer. Lo he sentido mucho.

8. Código de comportamiento
Además de haber tenido una participación activa en todos estos procesos. He logrado formar a lo interno de la JCE, la comisión de igualdad de género. Pude lograr que el pleno votara una resolución comprometiéndose a luchar por la igualdad de la mujer a lo interno de la JCE y, de hecho, vamos a poner a circular un código de comportamiento interno para que la igualdad de género pueda ser realidad. Un avance importante que sella esta gestión también. En nuestro país, la Suprema Corte tiene este código y en América Latina solo Costa Rica y luego seremos nosotros. Pretendo que en nuestra actividad del 8 marzo, Día Internacional de la Mujer, podamos poner en circulación ese código de comportamiento de igualdad. Es algo que he trabajado.

9. Y en la política también
Tengo en proyecto también la igualdad en la participación de la mujer en la política para el 2016. Que los partidos tomen a la mujer para posiciones electivas. Nosotros, como Junta, en nuestra ley orgánica que sometimos a los legisladores propusimos igualdad de hecho, es decir 50% para las mujeres y 50% para los hombres para los puestos de elección popular, tal y como lo consigna la Constitución en su artículo 33. Necesitaríamos una reserva de ley que es la ley orgánica electoral. Estamos luchando para que esa ley sea aprobada a los fines de poder implementar ese sistema de cara al proceso electoral 2016.

10. La primera penalista del país
Mi llegada a la UNPHU se dio cuando el Movimiento Renovador de la UASD se fue a esa universidad. Un maestro que me marcó fue el doctor Marino Vinicio Castillo, impartía Derecho Penal y siempre me decía que tenía todas las condiciones para ser la primera mujer penalista del país, pero nunca ejercí la materia penal. Él todavía me recuerda como su alumna favorita.

“La JCE ha superado las dificultades del pasado” 

Recuerdo mi llegada a la JCE. Se dio en septiembre de 2010. Creo que he participado de un avance importante de la JCE en términos de su desarrollo, en materia de modernización de los procesos electorales, que antes eran traumáticos. Esta gestión ha logrado que los procesos electorales sobrepasaran esos acontecimientos traumáticos, hemos logrado que no hayan comisiones especiales de notables, hemos superado esa práctica. Hemos logrado pertenecer y dirigir organismos internacionales que agrupan a órganos electorales de toda Iberoamérica, como tener la presidencia de la Unión de Organismos Electorales de Iberoamérica.

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