La música de Sergie Prokofiev vibró en el Teatro Nacional

¡Llegó la hora! El miércoles, sobre las 8:30 p.m., la administración del Teatro Nacional emitía su tradicional llamado: pasar a la sala Carlos Piantini y ubicar sus asientos, el concierto va a comenzar.

La música de Sergie Prokofiev vibró en el Teatro Nacional

¡Llegó la hora! El miércoles, sobre las 8:30 p.m., la administración del Teatro Nacional emitía su tradicional llamado: pasar a la sala Carlos Piantini y ubicar sus asientos, el concierto va a comenzar.Esperada por…

¡Llegó la hora! El miércoles, sobre las 8:30 p.m., la administración del Teatro Nacional emitía su tradicional llamado: pasar a la sala Carlos Piantini y ubicar sus asientos, el concierto va a comenzar.Esperada por muchos, la noche prometía. Y no es para menos: iniciaba la décima edición del Festival Musical de Santo Domingo. El programa del primer día fue un verdadero lujo. Mucho más, porque unos 100 hombres y mujeres, vestidos de negro, llenaron de notas musicales toda la sala. Dominicanos, españoles, serbios, norteamericanos, centroamericanos y suramericanos, todos formaron la Orquesta del Festival, que en esta oportunidad fue dirigida vivazmente por el español Ramón Tebar, director musical del evento, quien goza de una creciente reputación internacional en las arenas de ópera y orquesta.

La velada inició de la forma más sublime gracias a la obertura-fantasía en Si menor, “Romeo y Julieta”, de Piotr I. Tchaikovsky, una auténtica expresión de su genio creador. La orquesta supo transmitir inconfundiblemente la tragedia de Shakespeare, y mucho más, evocar en apenas veinte minutos el contenido dramático y conmovedor que buscaba el compositor.

Luego, el escenario recibió entre los aplausos de un público entusiasta al siberiano y virtuoso del violín Vadim Repin, que con tan sólo 11 años ganó medalla de oro en todas las categorías de edad en el Concurso Wienawski. Tuvo bajo su responsabilidad la interpretación del “Concierto en Re menor, para violín y orquesta”, de Jean Sibelius, con una real joya, un “Lafont” de Guarneri del Gesú, de 1736. Esta pieza, único concierto del autor, fue la muestra del perfecto equilibrio que se ha de lograr entre virtuosismo, contenido y coherencia sinfónica.

Tras un intermedio, el concierto siguió con lo que podría considerarse una explosión de “fuegos artificiales”, la “Sinfonía No. 5 en Si bemol mayor”, una de las obras más conocidas del nacido en Ucrania, Sergie Prokofiev. Pequeño y sobrio es su inicio, pero su final avanza con determinación hacia un futuro radiante. Es la Quinta una obra monumental destinada a glorificar el espíritu.

“Nació en mí y tenía que expresarse”, escribió Prokofiev. Para el cierre del concierto no pudo haber mejor selección: poderosa y convincente entre una serie de compases que transitan lo lírico, lo melancólico y el humor. La oportunidad perfecta para que de una vez por todas la música flotara y se elevara por lo más alto del salón Eduardo Brito.

Esta noche la fiesta continúa en la legendaria Capilla de los Remedios, a las 8:30 de la noche. Los asistentes podrán disfrutar del recital “¡Olé Hispanoamérica!”, con la joven y exitosa soprano dominicana Nathalie Peña Comas, acompañada por el pianista dominicano Elioenai Medina. Para la ocasión interpretará obras de importantes compositores hispanos como Joaquín Rodrigo, Federico Moreno Torroba y Joaquín Turina, entre otros. Y mañana sábado 7, el teatro recibe al internacional pianista francés Jean Yves Thibaudet, quien pretende hipnotizar al público con el “Concierto No. 2 para piano y orquesta” del húngaro Franz Liszt. 

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¡Llegó la hora! El miércoles, sobre las 8:30 p.m., la administración del Teatro Nacional emitía su tradicional llamado: pasar a la sala Carlos Piantini y ubicar sus asientos, el concierto va a comenzar.Esperada por muchos, la noche prometía. Y no es para menos: iniciaba la décima edición del Festival Musical de Santo Domingo. El programa del primer día fue un verdadero lujo. Mucho más, porque unos 100 hombres y mujeres, vestidos de negro, llenaron de notas musicales toda la sala. Dominicanos, españoles, serbios, norteamericanos, centroamericanos y suramericanos, todos formaron la Orquesta del Festival, que en esta oportunidad fue dirigida vivazmente por el español Ramón Tebar, director musical del evento, quien goza de una creciente reputación internacional en las arenas de ópera y orquesta. 

La velada inició de la forma más sublime gracias a la obertura-fantasía en Si menor, “Romeo y Julieta”, de Piotr I. Tchaikovsky, una auténtica expresión de su genio creador. La orquesta supo transmitir inconfundiblemente la tragedia de Shakespeare, y mucho más, evocar en apenas veinte minutos el contenido dramático y conmovedor que buscaba el compositor.

Luego, el escenario recibió entre los aplausos de un público entusiasta al siberiano y virtuoso del violín Vadim Repin, que con tan sólo 11 años ganó medalla de oro en todas las categorías de edad en el Concurso Wienawski. Tuvo bajo su responsabilidad la interpretación del “Concierto en Re menor, para violín y orquesta”, de Jean Sibelius, con una real joya, un “Lafont” de Guarneri del Gesú, de 1736. Esta pieza, único concierto del autor, fue la muestra del perfecto equilibrio que se ha de lograr entre virtuosismo, contenido y coherencia sinfónica. 

Tras un intermedio, el concierto siguió con lo que podría considerarse una explosión de “fuegos artificiales”, la “Sinfonía No. 5 en Si bemol mayor”, una de las obras más conocidas del nacido en Ucrania, Sergie Prokofiev. Pequeño y sobrio es su inicio, pero su final avanza con determinación hacia un futuro radiante. Es la Quinta una obra monumental destinada a glorificar el espíritu. 

“Nació en mí y tenía que expresarse”, escribió Prokofiev. Para el cierre del concierto no pudo haber mejor selección: poderosa y convincente entre una serie de compases que transitan lo lírico, lo melancólico y el humor. La oportunidad perfecta para que de una vez por todas la música flotara y se elevara por lo más alto del salón Eduardo Brito. 

Esta noche la fiesta continúa en la legendaria Capilla de los Remedios, a las 8:30 de la noche. Los asistentes podrán disfrutar del recital “¡Olé Hispanoamérica!”, con la joven y exitosa soprano dominicana Nathalie Peña Comas, acompañada por el pianista dominicano Elioenai Medina. Para la ocasión interpretará obras de importantes compositores hispanos como Joaquín Rodrigo, Federico Moreno Torroba y Joaquín Turina, entre otros. Y mañana sábado 7, el teatro recibe al internacional pianista francés Jean Yves Thibaudet, quien pretende hipnotizar al público con el “Concierto No. 2 para piano y orquesta” del húngaro Franz Liszt.  

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