Todavía hay esperanza

CuentoCERTIFICO, de antemano, que me pareció oportuno difundir en esta columna el siguiente cuento, cuya autora es Karla Marie Moscoso Cáceres, 13 años, octavo grado, de la Escuela Leonardo da Vinci, Santiago, ganadora del…

Cuento
CERTIFICO, de antemano, que me pareció oportuno difundir en esta columna el siguiente cuento, cuya autora es Karla Marie Moscoso Cáceres, 13 años, octavo grado, de la Escuela Leonardo da Vinci, Santiago, ganadora del segundo lugar del Primer Concurso de Cuentos, organizado por Coraasan:
“Ese día me fui a la cama temprano, pensando en la rutina que me esperaba al día siguiente. Hacía ya un mes del lanzamiento de la ultima nave exploradora; nuestra última esperanza, y todavía no recibíamos señales de ella. Todo nos indicaba que había sido un fracaso más, tal y como todas las otras. Ya ni siquiera sabía para que depositaba toda mi esperanza en esas torpes máquinas que nunca volvían. Estaba a punto de cerrar mis ojos cuando un sonido peculiar me hizo sobresaltar; era mi celular. Aun adormecido tomé fuerzas para tomar aquel aparato y contestarlo. Un torrente de adrenalina cruzó por todo mi cuerpo cuando vi que la llamada provenía del Centro de Operaciones. Algo importante tenía que haber pasado para que me llamaran a esta hora.

-Buenas noches, Dr. Elliot Lurrak al habla.- Dije, tratando de contener mi emoción cuando escuché que una voz exaltada de alegría me respondía.
-¡Doctor! es urgente su presencia aquí en la Central. Lo necesitamos lo antes posible, es una emergencia.
– ¿Qué pasó? ¿Qué tan malo es? -Ya comenzaba a preocuparme, ¿qué tal si sólo era una falsa alarma?
-Preocúpese por llegar aquí lo más pronto posible.
En cuanto colgué, salte de mi cama y sólo me detuve a tomar mi abrigo y la máscara antigases letales. Como extrañaba aquellos años de juventud cuando podía salir en camiseta en el verano. ¿En que hemos convertido nuestra Tierra? ¿Cómo fue que fuimos tan ciegos y no vimos aquel problema frente a nosotros? Nuestra única esperanza es encontrar otro lugar para empezar desde cero. Las luces del centro de control me sacaron de mis pensamientos. Salí rápidamente del auto y me dirigí directamente a la Central.
-Los resultados son excelentes doctor. -Respondió uno de los asistentes. –La pureza del aire y del agua superan los mejores récords que hemos tenido alguna vez. Además, están a la misma distancia del Sol que nosotros. Eso los estaría ubicando diametralmente opuestos a la Tierra. Doctor, tengo que decirle que este es el milagro que tanto hemos esperado.-
Esas palabras eran más que música para mis oídos, las que había esperado por años. No podía contener mi emoción y dije algo de lo que nunca me he arrepentido.
-¡Debemos viajar hacia ese lugar lo antes posible! En el momento en que terminé de pronunciar esas palabras sentí como todos guardaban silencio y tomaban una postura derecha. Al instante entendí por qué: Nuestro jefe, que también era el dueño de toda la Central, Gordon, entró al salón. El se acercó a nosotros y sonrió.
-Estoy tan contento y lleno de alegría como ustedes. Doctor Lurrak, qué brillante idea la suya, pero me temo que no podemos simplemente ir a ocupar un planeta habitado por vida inteligente. Necesitamos a una persona de alto calibre que pueda averiguar cómo tienen un planeta tan hermoso y Dr. Lurrak, usted es el indicado.
-¿Está hablando en serio, jefe? Me encantaría, pero, ¿cuándo saldría la nave?- Estaba impactado, no podía creer lo que estaba escuchando.
-Lo antes posible, tenemos la nave completamente armada desde el lanzamiento de nuestra primera nave exploradora. Ya tenemos las coordenadas de ubicación. Recuerde: Tiene que ayudarnos a llegar a este nuevo planeta. No vamos a poder permanecer en la Tierra por mucho más tiempo, y este planeta nuevo es todo lo que nos queda como solución. ¿Comprende la misión doctor?
No podía creer todavía lo que pasaba, ¡Tenemos una solución! ¡Por fin podremos salvarnos a nosotros y a los otros habitantes de la Tierra! Asentí con mi cabeza y luego me excusé para volver a mi casa y dormir mi última noche terrestre por un tiempo, ya que me marcharía en la mañana. El viaje de la nave duraría aproximadamente un mes de ida y otro más de vuelta. Estoy supuesto a quedarme en este nuevo planeta por 30 días. Eso era todo lo que tenía para averiguar sobre este planeta y cómo podían mantenerlo tan limpio y bien cuidado. Cuando llegué a mi casa, fui directo a descansar. No necesitaba entrenamiento para viajar fuera de la Tierra, ya que llevo años esperando por este momento y por fin llegó. Caí en un profundo sueño en el momento en que me recosté en mi cama.

Desperté bien temprano, ya que tenía que ir a la Central de Operaciones para poder ir al Centro de Despegue. Cuando llegué a la Central, todos me felicitaban y me decían que esperaban verme pronto, esperaba que ellos tuvieran fe en que yo regresaría, porque eso es todo lo que podemos esperar.
El camino de la Tierra hacia el espacio se hizo eterno, pero luego sentía que todo pasaba muy rápido. Cuando la nave se elevó al espacio, me sentía bien, todo era muy calmado y pacífico.

No sé cuánto tiempo había pasado, solo sé que estaba cerca. Algo en mí lo presentía, cada uno de los huesos de mi cuerpo me lo indicaba y en ese momento fue cuando pude presenciar la cosa más hermosa que algún humano haya podido ver alguna vez. Permanecí estático observando tal belleza, nunca había visto algo tan puro, no hay palabras en el mundo para describir lo que mis ojos ahora observaban. Decidí finalmente entrar al planeta. No estaba seguro de qué pasaría. ¿Cómo reaccionarán? Nunca pensé en eso, no sé cómo son las formas de vida allí y tampoco sé cómo piensan ellos. Lo único que sé es que tienen una forma de vida completamente diferente. ¡Ya basta de tantas dudas! ¡El momento había llegado!

Entrar al planeta fue más simple de lo que imaginé. La nave no estaba supuesta a resistir la fuerza gravitacional del planeta, pero por alguna razón se mantuvo intacta. Aterricé en un lugar que extrañaba demasiado: Una playa. El aroma a agua salada y limpia, la arena suave y caliente al mismo tiempo. No me extrañó que en el momento que salí de la nave hubiera personas autorizadas para hacerse cargo de la situación, pero estas personas no estaban armadas y no se veían asustadas de mí, o del hecho de que una nave desconocida acababa de aterrizar en su planeta. A lo lejos, algo que parecía un helicóptero aterrizó en la arena. De él salieron dos hombres fuertes y altos seguidos de un hombre blanco, de poca estatura y con un traje muy estilizado. El se acercó adonde yo estaba, seguido por los hombres que habían salido, me sonrió y dijo:

-Buenas tardes, caballero. Entiendo que eres del planeta Tierra, ¿verdad? – ¿Cómo lo sabía? ¿Qué le hizo llegar a esa “brillante” conclusión? Decidí seguir la corriente y presentarme.
-Sí, lo soy. Y, ¿usted quién es, y como sabe de donde vengo? –Soné algo odioso, pero sólo quería que me informara lo que necesitaba saber.
-Soy Mark Starrett y estás en el planeta Vesi.
Déjeme explicarle Sr…–Lo interrumpí.
-Lurrak, mi nombre es Elliot Lurrak, le respondí.
-Bueno Sr. Lurrak, lo que le estaba diciendo era que nosotros ya estamos enterados del planeta Tierra y su situación, incluso hemos mandado emisarios para advertirle de lo que estaban haciendo con el planeta, pero ninguno podía llegar ya que nuestras naves se destruían porque recibían fuertes daños al tratar de entrar en la atmósfera de la Tierra. Cuando nos dimos cuenta de que la nave exploradora que mandaron provenía de la Tierra, nos llenamos de gozo porque pensamos que se habían dado cuenta de lo que estaba pasando en la Tierra y necesitaban ayuda. Pero, ¿a qué se debe su visita? –No estaba seguro si decirle a este hombre nuestro plan, así que no lo confesé.
-Tengo la misión de investigar como ustedes aprendieron a vivir así, qué fuentes de energía usan, y cosas que nos puedan servir para ayudar a salvar a nuestra queridísima Tierra. –La cara de Mark se iluminó y de su boca salió una sonrisa.
– ¡Será un honor! Déjeme decirle primero la buena noticia de que no es tarde, hay muchas formas de salvar a la Tierra y de no malgastar recursos naturales y yo personalmente le diré cómo, pero antes lo llevaremos a un lugar donde pueda pasar la noche y comenzaremos mañana temprano. Acepté inmediatamente y Mark le encargó a sus acompañantes que me llevaran al lugar donde me quedaría. Cuando llegamos al vehículo noté algo peculiar: no tenía un tubo de escape para que saliera el humo. Me sentía muy curioso así que pregunté.
-¿Cómo está motorizado este vehículo? ¿Usan gasolina? –Uno de los acompañantes de Mark estuvo feliz de poder informarme.
-Usa agua salada. Ya que es un buen conductor de electricidad es fácil de usarla como lo que ustedes llaman “gasolina”. –Esa idea era brillante, no sé cómo fue que nunca pensamos en esto. Cuando llegamos al lugar donde me quedaría noté que había paneles solares en el techo, estas personas eran muy preocupadas con esto del ahorro de recursos y no podía creer que donde sea que miraba siempre encontraba algo nuevo que podía aprender. Noté que la mayoría de sus fuentes alternativas para ayudar a la Tierra y no contaminarla eran a base de agua, tanto dulce como salada. Incluso tenían leyes que no sólo sancionaban fuertemente cualquier acto que pudiera contaminar a Vesi, sino que también era altamente ilegal el derroche de agua y se castigaba con la cárcel. Con todo lo que había aprendido ya no tenía ningún interés en invadir este planeta y acabar con estas personas que al final sólo quieren lo mismo que nosotros: vivir en un planeta limpio. Decidí entonces que tenía que volver a la Tierra. Mark, lo dijo el mismo: “No es tarde para salvarnos”. Ya podría enseñarle a los otros humanos cómo ahorrar agua, como usar formas de energía amigables al ambiente y simplemente tener más conciencia de lo que hemos hecho, definitivamente las pondremos en práctica.

El día de mi partida había llegado. Los habitantes del planeta Vesi me ayudaron a reparar mi nave de forma tal que usé un motor de agua para llegar a la Tierra de una buena forma. Al momento de entrar en la nave por mi mente pasaban los recuerdos de mi infancia, recuerdos que los niños del futuro tendrán, porque vamos a hacer un cambio para bien. Ya estaba sentado en el asiento de la nueva nave para regresar a casa. Vi por la ventana a Mark y a sus acompañantes observándome, diciéndome un último adiós. La cuenta regresiva había comenzado y cuando dio el cero comencé a ascender en el aire. Cuando ya estaba en el espacio miré por la pequeña ventana de la nave. Miré hacia atrás, vi al planeta Vesi una y otra vez antes de volver finalmente a mi hogar. Una lágrima salió de mis ojos cuando la vi, pero esta no sería la última vez que tendría una visión similar, ya que la Tierra será así algún día y yo no descansaré hasta que esto ocurra. Todavía hay esperanza.”

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintiún (21) días del mes de mayo del año del Señor dos mil quince (2015).

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