Pocos extranjeros no haitianos se acogieron al Plan

Se les observa muy poco en la abrumadora y calurosa fila de extranjeros que han transformado el convivir en las aceras del edificio gubernamental Juan Pablo Duarte de la capital. Son esos indocumentados que quieren legalizar su estatus migratorio,…

Se les observa muy poco en la abrumadora y calurosa fila de extranjeros que han transformado el convivir en las aceras del edificio gubernamental Juan Pablo Duarte de la capital. Son esos indocumentados que quieren legalizar su estatus migratorio, no haitianos, y que suelen medir más sus palabras a la hora de hablar con la prensa.

Y si se puede decir de alguna manera, también tienen una historia menos dramática porque a diferencia de los vecinos, los integrantes de este pequeño grupo tienen regularmente un trabajo estable o son pensionados, estudiantes o profesionales que dejan su país para acomodarse, en lugar de convertirse en obreros de la informalidad.

Luz Helena Herrera es una odontóloga colombiana. En la fila para terminar de completar su expediente en el Plan Nacional de Regularización, ella cuenta que se encontraba allí, en la acera de la avenida Francia, desde las 11:00 de la noche del día anterior y a las 4:00 de la tarde accedió al edificio y no fue precisamente porque le tocó su turno.

Cuando a Herrera se le pregunta cómo evalúa todo este proceso titubea en la respuesta, pero termina dando un testimonio desmedido e, incluso, pide ayuda para “denunciar todo lo que realmente se vive para regularizarse”. “He gastado más del RD$12 mil y no sé cuánto más tendré que pagar para legalizar mis documentos.

Y esa es una condición y la entiendo. Que tenga que hacer mi fila también lo entiendo. Pero que tenga que pagar y usar mi color de piel para entrar, ese es el problema”, dice.

Temprano en la mañana, un hombre se le acercó a las rejas, desde el parqueo del edificio de oficinas y le dijo –ustedes no tienen que hacer esa fila, entren. ¿La razón? “dizque porque somos americanos”, recuerda que le dijo.

Y lo cuenta en plural porque detrás de ella, un italiano pensionado hacía la fila. Y entre ambos, detallaron su travesía. Cuentan que existen unos “ilegales VIP”, que son los que tienen el dinero para acceder al segundo piso, donde se ubica la oficina del Plan en el edificio, o un buen padrino, es decir, “un fulano que los llame desde adentro”.

El día que Herrera hizo su fila para inscribirse en el proceso, peleó porque otros “por x razón” accedieron al edificio y no precisamente porque estaban delante de ella. Por eso, esta vez decidió esperar, “por el respeto”, que ya al final de la jornada le abandonó.

“Eran las 4:00 de la tarde y entré en el último grupo de 50 personas. Yo al final me colé, entré, pasé por donde estaban todos los policías y militares y nadie me preguntó nada y los otros que amanecieron haciendo fila conmigo no pudieron entrar”, concluye sin dejar de insistir que su tez clara fue la razón de bienvenida.

“El trato que le dan a la gente de Haití es diferente al trato que nos dan a nosotros… Esto aquí es terrible. Es un tráfico de influencia. Aquí todo el mundo debe tener un padrino. Es una discriminación terrible y no solo discriminación racial, sino de género, económica, de muchas otras formas.

No solo es que porque somos negros o blancos”, resume. Lo que narra la mujer coincide con las tantas historias de los vecinos haitianos: que los trasnochos a la intemperie para ubicar un mejor lugar, que la noche, la mañana y la tarde les pasa sin poder ser atendidos y que si tienes RD$1,000 puedes entrar a la oficina del Plan. Herrera incluso habla de lo difícil que es pasar tantas horas sin siquiera poder beber una botella de agua, para evitar los deseos de orinar y, de paso, tener que buscar un baño.

Son denuncias que de tanto repetirse, terminan convirtiéndose en eco y dejan ya de ser noticias, pero ninguno que esté en la fila deja de insistir. “A veces llegas en la madrugada y te quedas fuera. Y las veces que he sido atendido me dicen que falta un papel”, comentaba Luis Perugachi, un ecuatoriano que se dedica a la venta de artesanía.

Extranjeros de otras nacionalidades
Desde el Ministerio de Interior y Policía no han ofrecido muchos detalles de los indocumentados que no son haitianos. Solo se sabe que personas de 23 países se han inscrito al Plan, que cerró el pasado 17 de junio con 288 mil 466 registrados.

Hace días, el director de Migración, mayor general Rubén Darío Paulino Sem, dijo en una entrevista a elCaribe que 2 mil 800 personas completaban el pequeño grupo de extranjeros de otras nacionalidades. Sin embargo, el director del Plan de Regularización, Samir Santos asegura que esa información todavía no está a mano. “Estamos ordenando y analizando cada expediente y es después de ese proceso cuando se darán a conocer todas esas estadísticas”, explica.

Del análisis de todos los expedientes, saldrá una especie de censo de la población extranjera que vive en el país, según palabras del ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul.

Hasta el momento, la primera y única Encuesta Nacional de Inmigrantes en la República Dominicana –ENI2012- señalaba que el total de inmigrantes para esa fecha era de  524,632 personas, es decir, el  5% del total de la población del país. De esa cantidad, el 87% (458 mil 233 personas) eran haitianas y el 13% (66 mil 399) pertenecían a otros países. Luego de Haití, el segundo grupo de inmigrantes más importante está constituido por los nacidos en los Estados Unidos, seguido por los nacidos en España y en Puerto Rico.

Sigue el retorno asistido
Migración continúa aplicando facilidades a aquellos extranjeros indocumentados que decidan abandonar el país de manera voluntaria. El pasado sábado, una familia de haitianos fue trasladada con todos sus ajuares hasta el puesto fronterizo de Elías Piña, utilizando para ello un camión de carga que recogió a los extranjeros en su propio domicilio de Los Alcarrizos, en la provincia Santo Domingo.

El señor Agamo Pierret, su esposa y su hijo, se acogieron a las facilidades dispuestas por las autoridades. l

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