Tú lo llenas

“Él está pequeño, todavía no entiende”, “todavía él no sabe nada”, “todavía ellos no se dan cuenta de nada”, son frases frecuentes expresadas por algunos padres ante situaciones de conflicto o desagradables que se presentan en los&#8230

“Él está pequeño, todavía no entiende”, “todavía él no sabe nada”, “todavía ellos no se dan cuenta de nada”, son frases frecuentes expresadas por algunos padres ante situaciones de conflicto o desagradables que se presentan en los hogares.

Carmen fue mi paciente en su vida adulta durante un tiempo, por crisis depresivas periódicas, hija de padres separados, que vivió desde los 3 ó 4 años hasta los 12 con su papá y su madrastra, la cual nunca le propició afecto.

Carmen tenía la tendencia de rechazar situaciones y determinados colores. Por ejemplo: siempre manifestaba su rechazo al color verde, hasta en el de las hojas. En una ocasión le pregunté por qué tanta animadversión hacia el mismo, y enrojecida y hasta turbada se le mojaron sus ojos y contestó: “Es que ella siempre me vestía de verde, y en la casa también predominó dicho color, verlo es el reflejo de ella”.

La respuesta conductual humana es muy compleja. Hacemos asociaciones de manera inconsciente en el presente con eventos del pasado. O sea, que las cosas, especialmente en nuestra primera etapa de vida, quedan registradas en nuestra mente, dependiendo de la experiencia, como desagradable o gratificante. Es por esto la importancia de cuidar en los niños sus primeras experiencias de interacción familiar, ya que estas serán la base en su manejo de vida en la etapa adulta. El niño viene como una esponja, la cual se empapa igual si es agua cristalina o contaminada, dependiendo donde la sumerjas. De igual manera se va llenando la mente de nuestros hijos, los cuales serán el fruto de lo que en nuestras manos hagamos de ellos.

Revisa tus reacciones de rechazo que no entiendes a situaciones o personas, y descubrirás que en alguna etapa de tu infancia tuviste algo desagradable en relación a esto, o por el contrario, como en mi caso particular, me agradaba el “desagradable olor a azufre para todo el mundo”, y descubrí que el origen de esta incongruencia era que de niña me encantaba la capital, y desde mi pueblo teníamos que pasar por un pozo de azufre, lo que se convirtió para mí en una asociación del olor a azufre con mi gratificante paseo o visita a la ciudad capital. ¿Qué les parece?

No quiero concluir sin advertir otro tipo de contaminación externa, y son las famosas redes sociales, que pueden ser buenas, pero también tornarse muy dañinas, así como el color verde del ejemplo.

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