No te rindas

““Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.” (Salmos 34:14)“Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.” (Romanos 12:18)Años atrás, cuando fui entrevistada por primera…

““Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.” (Salmos 34:14)
“Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.” (Romanos 12:18)

Años atrás, cuando fui entrevistada por primera vez para dar inicio a este espacio, donde cada semana tengo la responsabilidad de intentar llevar aportes que sirvan como un instrumento de ayuda a aquellos que lo lean, lo primero que expresé fue mi convicción de que citaría, cada vez que considerara, el libro más leído de la humanidad, La Biblia. A lo que me respondió, quien dirigía este medio en ese entonces: “No solo creo en Dios, aún más, solo por Él estoy de pie a raíz de la pérdida de mi hija”. Hoy, inicio con dos citas escritas hace miles de años, donde se enfatiza el buscar y mantener la paz. En estos textos, escritos miles de años atrás, encontramos de manera clara, precisa y concisa, como si se adelantase a los tiempos que vivimos hoy, cómo cada día se hace intolerable el convivir unos con otros. Basta un fin de semana largo para que las carreteras estén intransitables por el masivo flujo de familias o individuos que necesitan escaparse de la ciudad a playas, campos y lugares buscando descanso, tranquilidad y “botar el golpe” como muchos dicen. Resulta que estos son apenas unos días. Suponte que te vas un mes o dos de vacaciones, no obstante tienes que regresar a tu cotidianidad que es la casa, trabajo, las calles por la que transitas y, en todas partes, estás contigo mismo. Por tanto, esa paz que andas buscando, tienes que iniciar para encontrarla haciendo una revisión interior de cómo te sientes tú y qué puedes hacer para ayudar a que los demás vivan en paz.

Todos vivimos en forma gregaria, ya que no somos diseñados para vivir solos, sino rodeados de las demás personas, de manera especial todos pertenecemos al conglomerado social más pequeño, la familia, columna vertebral de toda sociedad, de manera tal que dependiendo de cómo ésta se maneje, así será reflejada en ella. Intenta cada día que tu familia, es decir, tu hogar se convierta en el lugar donde, no solo al terminar tu faena necesites llegar a encontrarte con los tuyos, sino que aquellos de igual manera te esperan, tratando por todos los medios de, como dice el versículo con el que iniciamos, buscar esa paz, compartirla y mantenerla, y con esto contagiar a los de afuera.

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