La pelota sí se mancha

El Diego tendrá que perdonarme, pero es cierto: la pelota sí se mancha. Si a alguno le quedaban dudas la semifinal del miércoles por la noche entre México y Panamá por Copa de Oro debería haberlas despejado. El partido fue un espectáculo…

El Diego tendrá que perdonarme, pero es cierto: la pelota sí se mancha. Si a alguno le quedaban dudas la semifinal del miércoles por la noche entre México y Panamá por Copa de Oro debería haberlas despejado.

El partido fue un espectáculo despreciable por parte del árbitro Geiger, que pasó de largo una roja directa a Dos Santos, se inventó otra en contra de Tejada y coronó sacando de la chistera un penalti inexistente para dar a México un empate que llevaría a tiempos extras cerca del final del partido.

México mostró una vez más su flaqueza como equipo, una flaqueza que, pasado el Mundial 2014 y sus prometedores pincelazos, se ha vuelto la seña característica de una selección que se vuelve especialista en dar performances por debajo de sus posibilidades. Las preguntas serán pesadas.

¿Por qué cuesta tanto crear ocasiones de gol si se juega un fútbol ofensivo? ¿A qué viene esa sensación de impotencia? ¿Dónde están las estrellas?

Para los panameños, el batacazo duele muchísimo más si se recuerda lo cercano que estuvo su clasificación a Brasil. Las amarguras se asemejan y resuenan. Panamá, sin embargo, continúa dando muestras de crecimiento así como las viene dando desde hace ya par de años.

Pueden marcharse con la cabeza en alto dejando tras su paso por la Copa de Oro ejemplos admirables de organización táctica, calidad futbolística y fortaleza ante la adversidad.

El Bolillo Gómez, entrenador de Panamá, tras admitir que lo que vio antenoche le provocó por momentos ganas de abandonar el fútbol, terminó sembrando entre la fanaticada panameña un mensaje positivo: “Estaremos en el Mundial”. Desde aquí esperamos que así sea.

Y es que esto lo vio mucha gente, amigos. Me encantaría decir que me provoca vergüenza ajena, pero la verdad del caso es que la vergüenza es bastante propia: estamos hablando de la CONCACAF, nuestra federación.

La misma que anda decorando sus implicaciones de corrupción sistemática con desfiles deplorables como estos. Otra vez foco de atención internacional por todas las razones equivocadas.

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