Episodios de mi vida…

VIII.- Colección de artículos. Rompimiento con Salvador. Actividades en defensa de los inmigrantes haitianos. Lucha contra las drogas ilegales y el narcotráfico. Graduación de mis hijos. Mis nietos y las postales deportivas. Dos observaciones.…

Episodios de mi vida…

5.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene opinión sobre el doctor Ramón Antonio Veras, en la obra “Opiniones en Tiempos Difíciles”, del defensor del pueblo, del doctor Bernardo Vega.6.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene…

Episodios de mi vida…

17.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de conferencia dictada al Partido Revolucionario Dominicano (P.R.D) por el doctor Ramón Antonio Veras, en el año 1975, con el tema La Moral Revolucionaria.18.- Un (1) tomo debidamente encuadernado…

Episodios de mi vida…

Una de mis últimas intervenciones por los presos políticos del régimen de los doce años, fue a favor de Jorge Puello Soriano, -El Men-, contra quien la policía había elaborado veinticinco expedientes diferentes, todos con ribetes políticos,…

Episodios de mi vida…

Por su corta edad, mis hijos nada o muy poco sabían de mis movimientos en la profesión de abogado asistiendo a los perseguidos políticos y llevando orientación al pueblo de la realidad que vivía el país. Por ejemplo, al momento de la golpiza…

Episodios de mi vida…

Para que no quedara duda alguna de que por la investigación a que había sido sometido por el Servicio Secreto me iba a atemorizar, le di seguimiento a las orientaciones en clubes culturales, gremios y sindicatos, planteando distintos temas, como…

Episodios de mi vida…

Como ya he dicho en estos relatos, comencé a ejercer la profesión en el bufete del Licenciado Francisco Porfirio Veras, ubicado en Santiago en la segunda planta de la calle Máximo Gómez número 14, altos. Procede que aclare que tenía la creencia&#823

Episodios de mi vida…

I.- La sociedad dominicana agrietada y la duda. Prueba con documentos. No con palabras.En la medida que transcurre el tiempo, viendo el comportamiento de la generalidad de los hombres y mujeres del país, y el desmoronamiento…

Episodios de mi vida…

La libertad hacia mis hijos la he predicado y practicado hasta su máxima expresión; a ellos se les inculcó como guía un código no escrito de comportamiento, de cómo debían proceder, de cómo comportarse en el seno de su familia y en la sociedad&#82

Episodios de mi vida…

XI.- No me siento solo. Mi forma de ser y relaciones con mi familia, amigas y amigosCreo conocer algo del comportamiento de los seres humanos; en mi vida no me he limitado a tratar a las personas en forma superficial, sino a…

Episodios de mi vida…

Hechos significativos ligados a los primeros años de mi juventudPor mucha profundidad y confianza que se tenga para memorizar, recordar episodios, fechas y acciones ligadas a la vida de quien hace la narración, es posible…

Episodios de mi vida…

A nivel secundario, en los tres bachilleratos, mi promedio fue de 98, 96 y 94, lo que me dio el derecho a pronunciar el discurso de clausura en cada graduación o investidura.A nivel universitario, resulté laureado como doctor en derecho…

Episodios de mi vida…

Fueron muchas las veces que me vi en la obligación de ingerir una carne que al momento de retirarla de la nevera para llevarla a la cocina a los fines de prepararla, y luego servirla al mediodía a los pensionistas, había despedido tan mal olor…

Episodios de mi vida…

V.- Trabajando y ahorrando para ir a la universidad. Mi partida hacia la capital a estudiar. Al concluir el primer año se agotaron mis ahorros. Una beca y mi triple compromiso. Actividades estudiantiles y políticasEn…

Episodios de mi vida…

Si no fuera porque estoy plenamente convencido de que la sociedad dominicana actual está deteriorada, y que todavía no ha tocado fondo, se podría pensar que al revelarles a mis descendientes y a los suyos, lo que ha sido parte del accionar de mi…

Episodios de mi vida…

XV.- Algunas reflexionesDespués de hacer las precisiones anteriores con relación a lo que fue una parte de mi vida material y espiritual durante mi niñez, ahora para mis hijos, nietos y nietas, hago algunas reflexiones,…

Episodios de mi vida…

Hace dos o tres meses, como de costumbre, llegó a visitarme a mi casa una de mis nietas queridas, de unos seis años de edad; le pregunté quién la había traído desde su casa a la mía; en un principio ella no supo qué responderme, la noté perturbad

Episodios de mi vida…

IX.- La salud en mi niñez. Medicamentos aplicados por mi madre. Soluciones prácticas.Hoy se ve como algo muy normal la aspiración y alcance de los seres humanos a tener garantizados los servicios de salud, pero no siempre…

Episodios de mi vida…

VI.- El trabajo. Cargar agua y suero sobre mi cabeza. Labores diversasPor cuestiones de edad y sexo, en mi niñez me vi obligado a ejecutar labores, dentro y fuera del hogar, que estaban por encima de mis condiciones físicas,…

Episodios de mi vida…

De mis inconvenientes con la comida en mi niñez, recuerdo con sumo agrado a los finados esposos doña Aracelis Dávila de Llenas, y a Don Antonio Llenas, quienes en un momento dado se convirtieron en unos padres en la solución de mi alimentación.&#8230

Episodios de mi vida…

III.- Los pesares se apoderan de mí por la angustia de mi madre ante las tantas mudanzas. Regalo de una casa a mamá y a mi tío. Carmen y Jordi sin techo. Nuestra casa en Los Jardines. En La Zurza: la casa de todos N o tener un techo propio…

Episodios de mi vida…

En el curso de mi vida, en mis vínculos con los demás, he tratado de ser franco, abierto, transparente, para que quien aspira tener conmigo una sincera comunicación, me conozca sin el mayor esfuerzo y sin llevarse sorpresas. Dado que…

VIII.- Colección de artículos. Rompimiento con Salvador. Actividades en defensa de los inmigrantes haitianos. Lucha contra las drogas ilegales y el narcotráfico. Graduación de mis hijos. Mis nietos y las postales deportivas. Dos observaciones. Reflexiones

Considero oportuno recordarles que en el Archivo General de la Nación, reposa una colección de más de 2,000 artículos escritos por mí, entre los años 1969 y 2007, a los cuales ustedes pueden recurrir como mis continuadores jurídicos, o como simples ciudadanos, y figuran en trabajos que hice como colaborador de la Revista Ahora, y los periódicos El Nacional, La Información y La Noticia.

En todo el curso de los ochenta del pasado siglo, fue para mí de muchas actividades nacionales e internacionales porque, como ya les he dicho, estaba vinculado con diferentes movimientos de solidaridad, tanto en el país como en el extranjero.

En el orden personal, en los primeros años de la citada década de los ochenta, debo destacar la visita mía y de Carmen a la Unión Soviética, la llegada en el 1982 de mi otrora amigo Salvador Jorge Blanco, a la Presidencia de la República, y la ruptura de las relaciones de amistad, profesionales y de toda índole con Salvador.

Para conocer de mis vínculos políticos con Salvador, invito a mis hijos, nietas y nietos a que lean mi texto, todavía inédito, con el título “Salvador y Yo”.
Conviene aclarar que una vez se produjo la separación entre Salvador y yo, en abril de 1983, procedí a instalar mi oficina, primero como inquilino y luego como copropietario, donde actualmente funciona, en la segunda planta de la calle 16 de Agosto 100.

La situación política del país a nivel de libertades públicas cambió totalmente para bien, en comparación con el estado de intolerancia que predominó desde 1967 hasta 1978.

Por vía de consecuencia, mi presencia en los tribunales en la defensa de los perseguidos y presos políticos se redujo casi a cero, pero en lo adelante me ocupé, fundamentalmente, a la lucha por hacer menos pesada la vida de los inmigrantes haitianos que trabajaban en el corte y tiro de la caña, así como en la denuncia contra la producción, consumo y tráfico de estupefacientes, además de participar con dinamismo impartiendo charlas y conferencias en centros educativos.

En el año 1983, escribí mi primera obra con el título “Inmigración Haitianos y Esclavitud”, y la segunda en el 1985 identificada como “La Inmigración Caribeña y un Capítulo Haitiano”.

Mis actividades enfrentando el fenómeno de las drogas ilegales y el narcotráfico están recogidas, en la obra, no publicada, con el título: Mi Posición Ante Las Drogas Ilegales y el Narcotráfico.

En distintos años de la década del ochenta, ocupé la presidencia de la Asociación de Abogados de Santiago, habiendo sido elegido en ambas ocasiones por el voto unánime de mis colegas.

En el plano familiar sentí mucha satisfacción porque Ramón, Jordi, Ho chi y Yury, concluyeron sus estudios secundarios e ingresaron a la universidad.

No quiero concluir este trabajo sin antes explicar el destino de mi colección de postales deportivas y la donación que hice de la misma. Veamos.

Partiendo del criterio de que el ser humano se alimenta física y mentalmente, y consciente de que si queremos levantar mujeres y hombres que sean una unidad en músculo y espíritu, debemos orientarlos en el sentido de que tienen que estar formados para estudiar, trabajar y divertirse sanamente.

De la misma forma que me sentía comprometido con proporcionarles a mis hijos una vida de acuerdo con mis posibilidades económicas, también sabía que debía de ponerlos en condiciones de que se sintieran bien en los momentos que no estaban estudiando o descansando.

Los niños precisan de esparcimiento como una forma de completar su ciclo de vida diaria y, por tanto, la diversión sana los hace sentir bien; un momento de placer, presenciando o ejecutando una acción recreativa les alivia el momento, rompe las tensiones, el aburrimiento y el fastidio.

Si en verdad queremos evitar el tedio de los niños, debemos de buscarles pasatiempos acogedores, con los cuales ellos se sientan entretenidos, algún hobby que los haga sentir en su edad, en su mundo. Por muy limitada que sea la condición económica de los padres, cada país tiene juegos que hacen feliz a los niños sin una gran inversión. El aburrimiento se rompe fácil en la etapa de la niñez.

Mis hijos, principalmente Jordi, Ho chi y Yury, son testigos de que desde muy corta edad, les motivé para que se desarrollaran inclinados por los deportes, principalmente en el béisbol. Ellos conservan fotografías en su adolescencia compartiendo con peloteros nacionales y extranjeros que hace más de tres décadas fueron verdaderos ídolos de la fanaticada de las Águilas Cibaeñas.

Algunos de mis nietos, me parece que Yuri Javier y Arturo, tienen pelotas, gestionadas por mí, con las firmas de Juan Marichal y Sammy Sosa.

He traído a colación el tema de los deportes, porque hace unos meses, uno de mis nietos me preguntó, qué destino le había dado a mi colección de postales de jugadores de grandes ligas. Me hice el loco, y no le di respuesta. Ahora explicaré a mis nietas y nietos qué hice con las postales.

Ciertamente, tenía una gran cantidad de pequeñas postales de jugadores de las grandes ligas, y decidí donarlas a la Asociación de Cronistas Deportivos de Santiago Inc. porque consideré que todos mis nietos estaban interesados en la colección, y no convenía la repartiera entre ellos, sino que la pusiera a disposición de los niños y otros interesados del béisbol en Santiago que, en un momento dado, demostraran interés en examinar la colección histórica de jugadores de las ligas mayores.

Para que las postales tuvieran bien conservadas las entregué plastificadas y dentro de libros en forma de álbum. He aquí mi carta de ofrecimiento de donación.

Posteriormente, formalicé la donación a la Asociación de Cronistas Deportivo de Santiago Inc.

Debo reconocer y admitir las críticas que me han hecho algunos de mis hijos en el sentido de que cometí un error al donar las postales porque no han sido utilizadas con el sentido que hice la donación.

Antes de finalizar quiero hacer dos observaciones:

A.- Que este escrito comprende solamente desde el año 1967 hasta 1989, inclusive. En el futuro, de ser posible y dependiendo de mi salud, tiempo y estado de ánimo, continuaré exponiendo mis vivencias para mis hijos, nietas y nietos.

B.- Que en el periódico La Información de fecha 23 de marzo de 1976, están indicadas cronológicamente las distintas ocasiones en que mi vida fue objeto de atentados o amenazas.

Reflexiones
a.-) Los seres humanos que tienen la dicha de llegar a tener la condición de abuelas o abuelos, pueden considerarse privilegiados por la naturaleza, y esa exclusividad deben traducirla en complacencia para sus nietas y nietos.

b.-) En lo que a mí respecta, a lo mejor no soy el abuelo ideal, aquel dispuesto a agradar a sus nietas y nietos con todos los gustos, caprichos y antojos que les lleguen a su mente.

c.-) A mis nietas y nietos los disfruto, me gusta hacerles bromas propias de su edad, pero sin llegar a la tolerancia de necedades de niños malcriados, consentidos y malacostumbrados. Con todo y eso, mentalmente vivo dándole seguimiento a su estado de salud y educación, sin creerme en ningún momento que puedo ocupar el espacio o calidad de padre o madre.

d.-) A lo mejor mis propios hijos no tienen la menor idea con la dedicación y fidelidad que me he dispuesto a narrarles a ellos, pero fundamentalmente a mis nietas y nietos, lo que ha sido mi vida o la mayor parte de ella. Pero lo importante es que he hecho el esfuerzo, que les he aportado datos hasta ahora por ellos desconocidos, y quién sabe la utilidad que mañana puedan sacarles.

e.-) En este país hay padres y madres que están levantando su familia como si nuestro país va a continuar para siempre como hasta ahora, donde todo se vale, como si no va a llegar el día que este pueblo maltratado, humillado, ultrajado, ofendido y hostilizado va a exigir que se le rinda cuenta.

f.-) Ciertamente, el momento ha de llegar, y espero que sea más temprano que tarde, que una cualquiera de mis nietas o nietos, tenga la suficiente dignidad, bizarría e intrepidez, para si mi nombre es de cualquier forma lesionado, salga en mi defensa probando, con piezas irrefutables, lo que ha sido mi comportamiento en el medio social que me ha correspondido vivir.

g.-) Dentro de lo posible me he interesado en que mis nietas y nietos tengan a su vista y alcance las pruebas que mis adversarios de ayer y de hoy van a reclamar, con la creencia de que no existe constancia por escrito de lo que en mi vida he hecho o he dejado de hacer, bien o mal.

h.-) Al recibir este escrito y leerlo detenidamente, espero que mis hijos, nietas y nietos, se motiven para que un día cualquiera, en una reunión familiar previamente convocada, en la que estén presentes los demás abuelos y abuelas, yo pueda ampliar lo que he expuesto en los tres trabajos sobre mi vida.

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5.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene opinión sobre el doctor Ramón Antonio Veras, en la obra “Opiniones en Tiempos Difíciles”, del defensor del pueblo, del doctor Bernardo Vega.
6.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene casos desagradables en el ejercicio de la abogacía del doctor Ramón Antonio Veras.
7.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene obra “Migración Caribeña y un Capítulo Haitiano”, escrita por el doctor Ramón Antonio Veras.
8.- Dos tomos debidamente encuadernados que contienen conferencias: “El Periodismo Como Agente de Cambio Social”, del doctor Ramón Antonio Veras.
9.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene información del doctor Ramón Antonio Veras, como jurado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en Santiago.
10.- Tres tomos debidamente encuadernados que contienen La Historia Legal del Caso Baninter, del doctor Ramón Antonio Veras.
11.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene el libro “El Robo del Siglo: “El Caso Baninter”, del doctor Ramón Antonio Veras.
12.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene la polémica pública entre el doctor Ramón Antonio Veras y el doctor Vinicio Castillo Semán, sobre el caso Baninter.
13.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene “El Caso Azor Hazoury: Un Robo al Pueblo Dominicano”, del doctor Ramón Antonio Veras.
14.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene la obra “Denuncia Judicial del doctor Ramón Antonio Veras, contra Azor Hazoury.
15.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene el libro “Golpe de Estado Efímero en Santiago, en el año 1965, del doctor Ramón Antonio Veras.
16.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene el libro “Documentos Relacionados con el ex Presidente Antonio Guzmán Fernández”.
17.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene el libro “Freddy Beras, la Religión y Yo”, del doctor Ramón Antonio Veras.
18.- Dos tomos debidamente encuadernados de la obra “Memos a Balaguer”, del periodista Pedro Caba, con referencia al doctor Ramón Antonio Veras en las págs. 26-50 y 83 del primer tomo.
19.- El original y un ejemplar debidamente encuadernados que contienen la obra del doctor Ramón Antonio Veras, “La República Popular de Corea Faro en Oriente”.
20.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene la obra “La Volvieron Loca” del periodista Marino Zapete, con un comentario a la obra escrito por el doctor Ramón Antonio Veras.
21.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene Los Miembros del Consejo Mundial de La Paz, incluido el doctor Ramón Antonio Veras, año 1977-1980.
23.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene la obra “La Frontera, Prioridad en La Agenda Nacional del Siglo XXI”. Ponencia del doctor Ramón Antonio Veras.
24.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene documentos de condecoración al doctor Ramón Antonio Veras.
25.- Un tomo debidamente encuadernado que contiene la obra “Acción por la Moralidad Pública”, del doctor Ramón Antonio Veras.
Además de mis documentos, entregué a l Archivo, mis intervenciones por radio y televisión debidamente grabadas, como lo indico en la carta siguiente:

Santiago de los Caballeros
24 de octubre del 2008
Doctor
Roberto Cassá
Director General del
Archivo General de la Nación
Ciudad
Mi estimado señor director:
A los fines de que reposen en el Departamento de Materiales Especiales del Archivo General de la Nación, anexo a la presente le remito a usted lo siguiente:
1.- La cantidad de ciento veintitrés (123) videocasetes que contienen entrevistas, comentarios y conferencias en las cuales intervine desde el año 1978 hasta años recientes;
2.- La cantidad de nueve (9) DVD que contienen entrevistas y otras actividades en las cuales he participado en los últimos tiempos;
3.- La cantidad de treinta y ocho (38) casetes que contienen entrevistas, charlas y conferencias en las cuales participé desde la década del setenta hasta años recientes. Sin otro particular.
Atentamente.
Como constancia de haber recibido los documentos, videocasetes, DVD y los casetes, en fecha 18 de diciembre de 2008, el doctor Roberto Cassá, me remitió una comunicación en la cual me precisa:
En vista de que mis distintas actividades públicas nacionales e internacionales están recogidas en los documentos que reposan en el Archivo General de la Nación, en la Colección Doctor Ramón Antonio Veras, a mis descendientes y a los suyos les bastaría con entrar al correo oficial de esa institución y de inmediato van a tener la información que precisan.

VII.- Mis obras inéditas y publicadas. Integración a organismos de solidaridad nacionales e internacionales. Conferencias en el país y en el extranjero
A mis hijos, nietas y nietos, para su conocimiento les informo que tengo preparadas para su publicación, inéditas, las siguientes:
• El Fenómeno Migratorio Haitiano.
• El Armamentismo.
• En seis tomos, la obra “Ayer y Hoy”, en la que abordo los temas de los derechos humanos y las libertades públicas, con el prólogo del finado reverendo Avelino Fernández.
• La Solidaridad Internacional y la
Lucha de los Pueblos en Centro América y el Caribe.
• Cuba y su realidad en América Latina y el Caribe.
• Mi Libertad de Tránsito y de Expresión, y sus limitaciones.
• Una justicia politizada.
• La Juventud Dominicana en la era de Trujillo.
• Los Procesos Electorales en la República Dominicana.
• De la Dictadura de Trujillo a la
Democracia de Bosch.
• El Servicio Militar en la Era de Trujillo.
• La Juventud de Hoy y su Compromiso.
• Mi Comunicación con Fidel Castro.
• Mi Posición Como Juez Internacional.
• Un Golpe de Estado Efímero en Santiago.
• Mi Posición Ante las Drogas
y el Narcotráfico.
• Atraso Político en Las Elecciones
Dominicanas.
• El Golpe de Estado a Bosch
y Los Estudiantes de Santiago.
• El Golpe de Estado en Chile.
• La Nacionalidad de Los Hijos de
Indocumentados Haitianos.
• Mis experiencias de las Torturas.
en Recintos Policiales.
• En Defensa de Mi Honradez Como
Abogado.
• Los Vicios Sociales.
• El Robo del Siglo: El Caso Baninter.
• Un Robo al Pueblo Dominicano.
• Freddy Beras, La Religión y Yo.
• La Historia Legal del Caso Baninter.
• El Periodismo como Agente de Cambio Social.
• Un Caso Específico de Legítima
Defensa.
Además de las obras todavía no
editadas, he publicado los siguientes libros:
1.- Inmigración, haitianos y esclavitud.
2.- Migración caribeña y un capítulo haitiano”.
3.- República Popular de Corea: faro en Oriente.
4.- Carmen, Cáncer y Lucha.
5.- De la calle a los estrados, por justicia y libertad.

6.- Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición”.
Principalmente a mis nietos y nietas, quiero que sepan que durante varios años, a los fines de motorizar las luchas solidarias tanto en el país como en el extranjero, formé parte de las siguientes organizaciones, a nivel internacional, miembro de la Presidencia del Consejo Mundial de la Paz y del Tribunal Antiimperialista de Nuestra América. En el país he presidido el Comité Dominicano de la Paz; Comité de Solidaridad con Haití, Comité Amigos de Cuba y el Comité de Solidaridad con Corea.

En otro orden, quiero decirles a ustedes, mis hijos, que mis reiterados viajes por distintas partes del mundo, en todo el curso de la década del ochenta del siglo pasado, estaban relacionados con mi condición de miembro de la presidencia del Consejo Mundial de la Paz-CMP-, organismo internacional plurilateral que tenía dentro de sus objetivos luchar por la paz mundial, contra la guerra y la carrera armamentista, así como dictando conferencias en distintos países, entre ellos, en Haití, Panamá, México, Nicaragua, Cuba, España, Italia, Unión Soviética, Checoslovaquia, Francia, Bulgaria y en la Alemania Federal y la Democrática, y en Libia.

Además, en el país y en el extranjero he intervenido presentado ponencias en Sindicatos, Universidades, Clubes Culturales, organismos oficiales y de otra naturaleza, abordando temas tales como: Los Derechos Humanos y las Libertades Públicas; El Fenómeno Migratorio en América Latina y el Caribe; Los Braceros Haitianos en la República Dominicana; La Carrera Armamentista; La Libertad y la Paz; El Aborto y su Aspecto Legal y Social; Las Fuerzas Armadas Dominicanas; La Corrupción Como Fenómeno Social; El Abogado, Su Ejercicio y la Ética; La Ecología y la Realidad Actual; El Sistema Carcelario Dominicano; El Tráfico de Drogas; El Narcotráfico a nivel Nacional e Internacional; El Primero de Mayo y su Contenido Histórico; La Paz y El Armamentismo; La Libertad de Reunión y Asociación; El Trabajo en el Desarrollo del ser Humano; Los Profesionales y la Política, y El Abuso Contra Los Menores De Edad, así como sobre otros temas más. 

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17.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de conferencia dictada al Partido Revolucionario Dominicano (P.R.D) por el doctor Ramón Antonio Veras, en el año 1975, con el tema La Moral Revolucionaria.
18.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de la ponencia del doctor Ramón Antonio Veras, sobre la Seguridad Social de Los Inmigrantes Haitianos en República Dominicana, en el año 1983.
119.- Un (1) tomo debidamente encuadernado del libro La Cuestión Haitiana en Santo Domingo, obra de varios autores dominicanos incluyendo al doctor Ramón Antonio Veras.
20.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de conferencias dictadas en el país por el doctor Ramón Antonio Veras, desde el año 1977 hasta el año 1980.
21.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de la ponencia del doctor Ramón Antonio Veras, en el VII Congreso Iberoamericano de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, en el año 1980.
22.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de la ponencia del doctor Ramón Antonio Veras, con el título Aspecto Histórico del 1ro. De Mayo.
23.- Cinco (5) tomos debidamente encuadernados, que contienen documentos de ponencias en el país, del doctor Ramón Antonio Veras, durante los años 1981; 1982 al 1984; 1985; 1988 y 1989.
24.- Dos (2) tomos debidamente encuadernados identificados del 1 al 7 y del 1 al 10, que contienen conferencias y vivencias del doctor Ramón Antonio Veras, tanto en el país como en el extranjero con los temas siguientes:
El tomo del 1-7 contiene: El Ejercicio Profesional y la Participación en la Política. -junio 1993; Paz y Libertad.-1994; El Abuso al Menor.-23 de marzo 1997; Juan Pablo Duarte.-febrero 1998; Reformas Constitucionales. –año 2000, y Reformas Policiales.-2001
El tomo del 1 al 10 contiene escritos y documentos sobre: El l de mayo 1972 y La Golpiza en Unachosin; El Aborto, junio 1972; La Misión Histórica de la Clase Obrera.-12 de septiembre 1978; El Fascismo.- diciembre 1978; Los No Alineados, noviembre 1978; Contenido de Los Derechos Humanos, mayo 1980. Mi Visita a La Unión Soviética 1980;La Declaración Universal de los Derechos Humanos, diciembre 1981; La Clase Obrera y la Paz Mundial 1989;La Carrera Armamentista,1991; Reformas Policiales,2001.
25.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene las vivencias del doctor Ramón Antonio Veras, como abogado de los presos políticos, y las torturas policiales durante los 12 años de Balaguer.
26.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene tesis del doctor Ramón Antonio Veras, sobre El Estatuto Legal de Los Hijos de los Indocumentados Haitianos Nacidos en Nuestro País.
27.- Doce (12) tomos debidamente encuadernados, con su índice, que contienen escritos y testimonios del doctor Ramón Antonio Veras, sobre su incidencia en la vida pública del país, desde el año 1970 hasta el año 2000.
28.- Tres (3) tomos debidamente encuadernados, con su índice, que contienen documentos y vivencias del doctor Ramón Antonio Veras, sobre el fenómeno de las drogas en nuestro país desde el año 1974 hasta el 2005.
29.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que recoge documentos y escritos del doctor Ramón Antonio Veras, sobre asuntos militares y policiales desde el año 1976 hasta 2001.
30.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene documentos y vivencias de las relaciones del doctor Ramón Antonio Veras, con Lorenzo vargas -El Sombrerero-; Onelio Espaillat y Jorge Puello Soriano -El Men-.
31.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene documentos y vivencias de la participación del doctor Ramón Antonio Veras, con Héctor Aristy, tanto en París como en nuestro país.
32.- Un (1) tomo ampliado debidamente encuadernado que contiene documentos con relación a la golpiza del día 1ro. De mayo del año 1972, al doctor Ramón Antonio Veras.
33.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene documentos relacionados con el doctor Ramón Antonio Veras, y Orlando Martínez.
34.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene documentos relacionados con amenazas contra el doctor Ramón Antonio Veras.
35.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene las vivencias del doctor Ramón Antonio Veras, en los deportes.
36.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene ponencia del doctor Ramón Antonio Veras, sobre la inamovilidad de los jueces en el país.
37.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene opiniones del doctor Ramón Antonio Veras, desde la dictadura de Trujillo hasta el golpe al profesor Juan Bosch.
38.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene documentos relacionados con el libro “Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo”, La Plaza de Los Panfleteros en Santiago y El 29 de enero en Santiago como Día Municipal de Los Panfleteros.
39.- Cuatro (4) tomos debidamente encuadernados, que contienen documentos, experiencias y testimonios del doctor Ramón Antonio Veras, sobre la Revolución Cubana y las relaciones suyas con el Comandante Fidel Castro y otros líderes de la revolución.
40.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene documentos y ponencias del doctor Ramón Antonio Veras, en el Encuentro Interamericano de Derecho Laboral y Seguridad Social, en La Habana en 1989.
41.- Seis (6) tomos debidamente encuadernados, del libro “Dos Temas y Un Tiempo” escrito por el doctor Ramón Antonio Veras, con prólogo del padre Avelino Fernández. Esta obra recoge trabajos sobre los derechos humanos y las libertades públicas desde el año 1977 hasta 1988.
42.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro El Olor del Olvido, escrito por Freddy Aguasvivas.
43.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro “Jarabe para La Memoria”, escrito por Marino Zapete.
44.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro “Mártires por Error”, escrito por el doctor José Díaz.
45.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro Las Caretas de la Democracia, escrito por Eurípides Antonio Uribe Peguero.
46.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro: “1984 El Otro Abril”, escrito por Pedro N. Payano.
47- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro “Senador 29, Tranque Electoral de Santiago”, escrito por el Lic. Tony Rodríguez.
48.- Un (1) tomo ampliado debidamente encuadernado del libro “República Dominicana y Haití”, escrito por varios autores incluyendo al doctor Ramón Antonio Veras.
49.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de los comentarios del doctor Ramón Antonio Veras, al libro “Los Disidentes”, escrito por los periodistas cubanos Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez.
50.- Un (1) tomo debidamente encuadernado de la tesis presentada por el doctor Ramón Antonio Veras, para optar por el título de Dr. En derecho en la UASD en el año 1967 con el título “El Trabajo en el Desarrollo de la Sociedad y la Seguridad Social”.
51.- Un (1) tomo debidamente encuadernado con el título “Misceláneas” que contiene varios temas relacionados con la vida familiar, profesional y política del Dr. Ramón Antonio Veras.

Luego de la primera entrega de mis documentos al Archivo General de la Nación, hice una segunda como se evidencia por la carta siguiente:

Santiago de los Caballeros,
24 de octubre de 2008.
Doctor
Roberto Cassá
Director General del
Archivo General de la Nación
Ciudad

Mi estimado señor director:

Luego de un saludo fraterno sirva la presente para remitirle anexo la lista de la segunda partida de los documentos que forman parte de mi archivo personal y que he decidido donarlos al Archivo General de la Nación.

Esta misiva es como continuación de la que tuve a bien enviarle en fecha 18 de septiembre del año en curso 2008, copia de la cual le anexo.

Espero recibir la constancia de recibo así como la indicación de la fecha en la cual tenga la oportunidad de pasar por el Archivo General de la Nación a fin de tener con usted una entrevista personal.

Señor Director, le reitero que el Archivo General de la Nación queda en plena libertad de utilizar a su discreción los documentos donados por mí. Sin otro particular,
Atentamente,

Las piezas a que hago mención en la misiva anterior, y que fueron real y efectivamente recibidas por el Archivo General de la Nación, se refieren a las que se indican en el índice que transcribo:
Segundo índice de documentos y libros que integran los archivos personales del Dr. Ramón Antonio Veras donados al Archivo General de la Nación.

1.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene preparación, circulación y comentarios de la obra “Inmigración, Haitianos y Esclavitud”, del doctor Ramón Antonio Veras.
2.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene el libro del “Caso Elías Dhimes y la legítima defensa”, con escritos del doctor Ramón Antonio Veras.
3.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene las conferencias “La Juventud Dominicana en la Era de Trujillo, 27 de junio del 2007 y “La Juventud Dominicana y Su Compromiso Hoy, 14 de septiembre del 2007, ambas del doctor Ramón Antonio Veras.
4.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene escritos y opiniones del doctor Ramón Antonio Veras, sobre Balaguer, Bosch y Peña Gómez.

FUENTES:
(17) En el libro De La Calle a los Estrados por Justicia y Libertad, Página 163.
Continuará la semana próxima.

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Una de mis últimas intervenciones por los presos políticos del régimen de los doce años, fue a favor de Jorge Puello Soriano, -El Men-, contra quien la policía había elaborado veinticinco expedientes diferentes, todos con ribetes políticos, aunque presentados como asuntos de delitos comunes. (14) l

VI.- Abuelo Negro, papapa, un abogado mudo. Me bajan de los estrados. Hechos significativos desde 1967 hasta 1980. Organización y donación de mis documentos al archivo general de la nación

Terminada la gestión gubernativa del doctor Joaquín Balaguer y su régimen de los doce años, se inició entonces el gobierno de Silvestre Antonio Guzmán Fernández, y ahí comencé la lucha por el regreso de todos los exiliados, a algunos de los cuales la nueva administración les negaba su entrada al país (15)

Como un dato curioso me voy a permitir decirles a mis nietos y nietas, porque de seguro no lo saben, que a su abuelo Negro, a papapa, en una ocasión se le prohibió hablar por radio y televisión, y tampoco su nombre podía ser mencionado en algunos noticieros. (16)

Para que sigan reteniendo informaciones, hago del conocimiento de mis nietas y nietos, que por el hecho de su abuelo Negro, papapa, denunciar la desaparición de dos niños por parte de la policía, fue bajado de los estrados en un tribunal, hecho preso y su domicilio allanado. (17)

Sé que he hecho un relato algo extenso a mis hijos, nietas y nietos, de mis actividades profesionales ligadas con acciones de contenido cívico, pero he creído correcto hacerlo así porque aunque muchos de los hechos descritos están recogidos en publicaciones de periódicos, y en la obra de mi autoría “De La Calle a Los Estrados, por justicia y libertad,” quise sintetizarlos para que fueran mejor comprendidos principalmente por mis nietas y nietos.

Al pasar balance para rendirles cuentas a mis nietos y nietas de los principales acontecimientos vinculados a su abuelo Negro, a papapa, desde que llegó a Santiago a ejercer la profesión de abogado hasta el año 1980, los puedo resumir así:

• Acogida por don Lilo en su oficina, con la consiguiente efectiva orientación y entrenamiento.
• Mi matrimonio con Carmen.
• Integración a la oficina de Salvador Jorge Blanco, y el establecimiento con éste de unas relaciones de naturaleza casi familiar.
• El nacimiento de mis hijos.
• La muerte de mi madre.
• El cumplimiento de mi deber profesional y de solidaridad con los perseguidos políticos.
• El progreso económico en base exclusivamente a mi trabajo, lo que me permitió levantar mi familia, obtener una buena residencia, y adquirir de medio uso mi primer vehículo.
• Mis inicios como miembro activo, dentro de la guerra fría, y principalmente en el movimiento internacionalista al lado de los países del campo socialista, del tercer mundo y en vía de desarrollo.
• Los golpes y prisiones de que fui objeto por mis posiciones políticas, aunque sin militancia partidista.

Habiendo hecho el anterior resumen de los sucesos más significativos ligados a mi persona de 1967 a 1980, en lo adelante voy a exponerles a mis hijos, nietos y nietas, lo que ha sido mi accionar de 1981 a 1989, pero en lugar de hacer una relación de eventos detallados, me voy a limitar a identificar el nombre de libros, ensayos y artículos, así cómo ubicarlos y dónde encontrarlos, y para tales fines, quiero hacer de su conocimiento lo siguiente:

Desde siempre me he interesado por conservar cualquier documento que, en un momento dado, me pueda servir como fuente de información o para probar un hecho relacionado conmigo; fue así como con toda paciencia me dispuse a organizar por fecha y temas cualquier evento, incidente o circunstancias en torno a mi vida profesional, cívica o política.

Con el tiempo he comprendido que cada día el espacio físico en cualquier casa de familia, resulta necesario para el buen funcionamiento y movilidad de quienes la habitan y que, a lo mejor mañana cuando yo deje de formar parte del mundo de los vivos, mis documentos podrían convertirse en un problema en la vivienda de uno cualquiera de mis hijos, nietos o nietas.

Por esa razón fue que, aprovechando la presencia y la confianza que en mí genera el doctor Roberto Cassá, en el Archivo General de la Nación, decidí donarle a este organismo público, debidamente encuadernados, la totalidad de mis documentos personales, así como las cintas que contienen mis intervenciones por radio y televisión en el curso de los últimos cuarenta años.
En ese sentido, el contenido íntegro de mi primera comunicación al doctor Cassá, relacionada con la donación a que he hecho referencia, indicándole lo siguiente:

Santiago de los Caballeros
18 de septiembre del 2008
Doctor
Roberto Cassá
Director General del Archivo General de la Nación
Ciudad

Señor Director:
Anexo a la presente le remito la lista de la primera partida de los documentos que forman parte de mi archivo personal para que sean conservados, a título de donación, por el Archivo de la Nación, teniendo el organismo la plena libertad para hacer de las piezas donadas el uso que considere de lugar, sin reservas ni limitaciones, incluyendo la publicación parcial o total del contenido de los documentos.

Aprovecho la ocasión para precisarle que mis escritos y documentos hasta ahora no han sido publicados en forma de libros.

Una nueva partida de mis documentos se la entregaré en los próximos días una vez termine la encuadernación de los mismos.

Aguardo su respuesta como constancia una vez usted compruebe la fidelidad de la totalidad del inventario de los documentos que se incluyen con la presente. Sin otro particular. Atentamente,

La lista de los documentos a que hago referencia en la comunicación anterior dirigida al doctor Roberto Cassá, es la siguiente:

Índice de documentos y libros que integran los archivos personales del Dr. Ramón Antonio Veras donados al Archivo General de la Nación.

1.- Veinticuatro (24) tomos, con su índice, de documentos debidamente encuadernados, que contienen artículos, declaraciones y documentos sobre distintos temas planteados por el doctor Ramón Antonio Veras, desde mayo 1970 hasta el año 2007.

2.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene las vivencias del doctor Ramón Antonio Veras, con motivo del 80 cumpleaños del Comandante Fidel Castro. Experiencia del Dr. Veras, en el caso del asesinato Vanesa Ramírez Faña.

3.- Escritos y documentos debidamente encuadernados, en cinco (5) tomos, en los cuales se recogen las experiencias del doctor Ramón Antonio Veras, desde 1968 hasta 2005, en procura del saneamiento del Servicio Judicial Dominicano.

4.- Ocho (8) tomos, debidamente encuadernados, que contienen documentos y testimonios de la solidaridad del doctor Ramón Antonio Veras, con el pueblo de Haití desde 1975 hasta 1997.

5.- Tres (3) tomos debidamente encuadernados que contienen charlas y conferencias, del doctor Ramón Antonio Veras, en universidades, clubes culturales, asociaciones y sindicatos desde 1966 hasta el año 2005.

6.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene la participación en distintas actividades del doctor Ramón Antonio Veras, en el seno del Tribunal Antiimperialista de Nuestra América (Tana), en todo el curso del año 1988.

7.- Un (1) tomo de escritos y documentos relacionados con la solidaridad nacional e internacional del doctor Ramón Antonio Veras, con el pueblo de Nicaragua en la lucha contra Somoza.

8.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene la presencia del Dr. Ramón Antonio Veras, en el año 1990, en la República Popular de Libia, en su condición de juez del Tribunal Antiimperialista de Nuestra América. (Tana)

9.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, el cual contiene documentos relacionados con la solidaridad nacional e internacional del doctor Ramón Antonio Veras, con el pueblo de Panamá.

10.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene documentos relacionados con la presencia del doctor Ramón Antonio Veras, en conferencias internacionales en Praga en los años 1983 y 1988.

11.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene documentos relacionados con la presencia del doctor Ramón Antonio Veras, en conferencias internacionales en la República Popular de Bulgaria en los años 1980 y 1986.

12.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que contiene documentos relacionados con la presencia del doctor Ramón Antonio Veras, en conferencias internacionales en Roma 1983; Moscú 1985; Dinamarca 1985; Grecia 1990 y New York 1991.

13.- Un (1) tomo debidamente encuadernado, que recoge documentos relacionados con la presencia del doctor Ramón Antonio Veras, en Bruselas, en 1984, como miembro del Panel Jurídico Para Conocer Expedientes Relacionados con la Política Exterior de la Administración Reagan.

14.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene documentos relacionados con la presencia del doctor Ramón Antonio Veras, en conferencias internacionales en Berlín Oriental en el año 1979, y Berlín Occidental en el año 1984.

15.- Dos (2) tomos debidamente encuadernados, que recogen documentos relacionados con la presencia del doctor Ramón Antonio Veras, en noviembre de 1978 en Madrid, en conferencia en solidaridad con Chile, y otras actividades nacionales e internacionales contra el régimen de Augusto Pinochet.

16.- Un (1) tomo debidamente encuadernado que contiene escritos del doctor Ramón Antonio Veras, en solidaridad con Puerto Rico, y su presencia en México en solidaridad con Puerto Rico.

FUENTES:
(14) De La Calle a los Estrados por Justicia y Libertad, página 137.
(15) El Nacional, 21 de Noviembre de 1980.
(16) La Noticia, 9 de julio de 1979.
Continuará la semana próxima.

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Por su corta edad, mis hijos nada o muy poco sabían de mis movimientos en la profesión de abogado asistiendo a los perseguidos políticos y llevando orientación al pueblo de la realidad que vivía el país. Por ejemplo, al momento de la golpiza del 1 de Mayo de 1972, Ramón Antonio, tenía cuatro años y José Jordi tres; Ho-Chi Ernesto contaba con 1 año y ocho meses de nacido y Yuri con sólo cinco meses. Alexei Valeri, no estaba ni en proyecto de existir en el mundo de la especie humana.

La palabra “no” jamás salió de la garganta de papapa, de abuelo Negro, cuantas veces fue requerido para extenderle la mano a aquel contra quien se había abusado de sus derechos y libertades.

En el curso del régimen de los doce años del doctor Joaquín Balaguer, los órganos represivos se lanzaron contra los corresponsales de noticieros de radio, televisión y periódicos que ejercían su labor en lugares distantes de la ciudad capital, o sea, en el interior del país, como fueron los casos de los periodistas Guillermo Quiñones, Restituyo Torres, Antonio Espinal, Erasmo Ulloa Jiménez y Miguel Noboa, a quienes fui a defender como abogado a Valverde Mao, Dajabón y Monte Cristi. (9)

Es posible que muchos dominicanos y dominicanas tengan presentes aquellos nefastos momentos que vivió el país a nivel de represión política, pero mis descendientes, a quienes dirijo este escrito, no tienen la menor idea de aquella coyuntura funesta, y si yo la viví y tengo la dicha de narrársela, debo de hacerlo para que la conozcan.

Las acciones represivas neutralizaban cualquier expresión de indignación popular, razón por la cual aquellos que teníamos la posibilidad y decisión de expresarnos estábamos en el deber de hacerlo, y así lo hicimos.
V.- Sigue la represión despiadada. Continuidad a las charlas y conferencias. Desaparición de Pablo Liberato Rodríguez. El caso Orlando Martínez. La policía en mi oficina. Prisión de dirigentes del MPD. Caso Fafa Taveras. Caso Jorge Puello y 25 expedientes

Habíamos dejado atrás el 1972, pero el 1973 seguía igual o peor a nivel represivo, y la forma de responderle al régimen era llevando orientación al seno del pueblo, como lo hice con mis intervenciones por medio de ponencias en conferencias, coloquios, pronunciamientos públicos y otras formas de elevar la conciencia cívica del pueblo.

El 17 de agosto de 1973, recibí una llamada telefónica por medio de la cual me informaron que en el Club Cultural Luz y Progreso, en Santiago, donde iba a dar una charla sobre Derechos Humanos, se me iba a eliminar físicamente; denuncié el caso a la Policía Nacional de Santiago y esta tomó las medidas de lugar.

El 19 de agosto de 1973, recibí un escrito anónimo en el que se me informaba que iba a ser eliminado. Deposité el escrito en manos de la Policía Nacional en Santiago; para esa época el jefe de puesto lo era el doctor Graciano de los Santos; la institución policial tomó varias medidas de seguridad con respecto a mi persona y a mi familia.

La situación de inseguridad personal me acompañó en todo momento por mis actividades profesionales defendiendo los perseguidos y presos políticos, así como por el contenido de las charlas y declaraciones públicas que hacía contra el régimen del doctor Balaguer y sus órganos de represión.

He aquí, para que mis nietos y nietas conozcan parte del aporte de su abuelo en el año 1973, como labor de orientación cívica:
• Actividad de jornada cultural (La
Información, 8 de enero).
• Dr. Veras favorece Comité Defensa Derechos Humanos (La Información, 23 de enero).
• Llamado a campesinos a mantenerse unidos (El Nacional, 28 de enero).
• Una orientación obrera conveniente (La Información, 5 de 1973).
• Apoyar lucha del PRD (La Información, 10 de abril).
• Por la unidad de los trabajadores (El Nacional, 29 de abril).
• Problema de los obreros es la unidad de acción (La Información, 30 de abril).
• División perjudica a los trabajadores (La Información, 2 de mayo).
• Fuerza de los obreros reside en la
unidad (El Nacional de Ahora, 3 de mayo).
• Lucha de masas por la liberación (El Nacional de Ahora, 5 de mayo).
• El alto costo de la vida (La Información, 23 de mayo).
• Asuntos penales pierden seriedad (El Nacional, 24 de mayo).
• Alarma de la población es justa (La Información, 24 de mayo).
• Politiqueros engatusan campesinos (El Nacional, 13 de junio).
• Causas de las alzas de precios (La
Información, 30 de junio).
• Apoyo a la lucha (La Información, 7 de julio).
• Aprovechar los cambios que vive el país (Última Hora, 10 de julio).
El 23 de Febrero de 1974, a las once de la noche, mientras caminaba en compañía del doctor Rafael Nicolás Gómez Ortiz, y su esposa, a pocos metros de mi casa, debajo de una mata habían dos hombres: uno de ellos intentó atacarme pero logré agarrarlo, lo registré y debajo de la camisa tenía dos cadenas gruesas de motor. El otro hombre emprendió la fuga saltando varios patios; al instante se presentó un carro de la Policía Nacional y le entregué al hombre que había logrado detener. Inmediatamente, el doctor Rafael Nicolás Gómez Ortiz, su esposa y yo fuimos al Cuartel Central de la Policía y presenté querella contra el hombre detenido, el cual luego fue alegremente liberado.
Cuando en un país se cierran los espacios democráticos, hay que ingeniarse nuevos métodos de lucha. Así, por ejemplo, en 1974, Onelio Espaillat cumplió la condena de dos años que le había impuesto un tribunal por motivos políticos, pero no disponía de dinero para el pago de la multa de RD 2,500.00, lo que le impedía salir en libertad. ¿Qué hizo el padre de ustedes, el abuelo Negro, papapa?

Lo que hice fue que, conjuntamente con otras personas con vocación democrática, integré un comité con el nombre de “Un centavo por la libertad de Onelio”. Recaudamos la cantidad para pagar la multa visitando casa por casa en Santiago, con una pequeña alcancía en las manos.

En aquel escenario de despotismo y desprecio al ser humano, el pueblo tocó las puertas de hombres y mujeres sensibles que siempre estaban dispuestos a la solidaridad. En Santiago, el periodista Ramón de Luna era uno de ellos.
Recuerdo que teniendo Carmen un estado de embarazo de siete meses de Alexei, un grupo de dirigentes del MPD fue detenido, y a Fafa Taveras se le negó la libertad que ya había ordenado un tribunal. En compañía de Carmen, me trasladé a la capital para sumarme a la defensa de los emepedeístas, luego de gestionar en Santiago la libertad de Fafa Taveras. (10)

Mientras nos encontrábamos en la ciudad capital, Carmen por su estado de embarazo avanzado sufrió mareos y fue preciso internarla en una clínica por un día.

Ante la desaparición del dirigente del Movimiento Popular Dominicano-MPD-, Pablo Liberato Rodríguez, Ramón de Luna, Monseñor Adames y yo, nos trasladamos a San Francisco de Macorís, a indagar ante el jefe policial del lugar, Paulino Reyes de León, el destino de Pablo; nada logramos, parece como si la tierra se había tragado al dirigente emepedeista. Hasta hoy no se sabe dónde está su tumba. (11)

El día 8 de Febrero de 1975,en horas de la noche, mientras dictaba una charla en el Club Cultural Campeón, de El Ejido, una persona intentó apagar la luz, lo advertí a tiempo e impedí que el salón quedara a oscuras. A la salida de la charla, cuando partía con mi compañera Carmen, me hicieron dos disparos, salvé la vida milagrosamente.

Sé que hoy resulta indignante para algunas personas recordarles las etapas feas de la historia política represiva reciente del país, pero particularmente yo me siento en el deber de reseñarles a mis hijos, nietos y nietas, aquellos períodos que no se deben repetir, y ellos, que son los hombres y mujeres con los cuales el pueblo ha de contar para los cambios necesarios, no los deben ignorar.
Estoy en el deber hacerles saber a mis nietos y nietas el porqué fue asesinado el periodista y orientador social Orlando Martínez, con quien su abuelo tenía estrechos vínculos de amistad, políticos e ideológicos; el hecho de que su abuelo, conjuntamente con el doctor Abel Rodríguez del Orbe, presentara una formal querella contra todos aquellos que, en una u otra forma, habían participado en el crimen, impidió la prescripción del mismo.

No desconocía el estado de inquietud e incertidumbre que vivía mi familia por las actividades que realizaba y por mi seguridad personal y, por otro lado, yo permanentemente en estado de mortificación porque no sabía el día que a un desaprensivo se le iba antojar lesionar a uno de mis hijos o a su madre.

Es bueno que mis hijos sepan que algunas veces su padre abandonaba el domicilio familiar y se dirigía a su bufete, donde ya un contingente policial le esperaba para detenerlo y llevarlo a la cárcel sin ningún motivo, como ocurrió la mañana del 5 de junio de 1975, que al entrar a su despacho se encontró con que agentes policiales esperaban por él para detenerlo, y ser investigado por asuntos de interés para la policía. (12)

El sábado 4 de Octubre del año 1975, a las tres y treinta minutos de la tarde, encontrándome solo en la primera planta de mi oficina se presentó el teniente José Dante Lino Galán Marte, vestido de civil, y me requirió que le diera datos con relación a un artículo que había publicado, denunciando la relación de la prostitución con las drogas en Santiago; no me sentí amenazado por Galán Marte, pero luego vinieron otros agentes policiales y pistola en mano quisieron que les diera informaciones a lo que me negué.

El día sábado 20 de Marzo de 1976, el sargento Miguel Nicanor Liriano Fernández, instruido por el General Juan Disla Abreu, fue a mi bufete y trató de asesinarme, lo que impedí; denuncié el hecho ante el General Neit Nivar Seijas, y éste tomó, conjuntamente con el General Guaro Estrella, medidas contra el sargento Liriano, y me dio protección. En esto intervino, a mi favor, el periodista Radhamés Gómez Pepín. (13).

FUENTES:
(9) La Noticia, 21 de agosto de 1974
Continuará la semana próxima
(10) La Información, 5 de Junio de 1975.
(11) La Noticia, 12 de Junio de 1975.
(12) La Información, 5 de Junio de 1975.
(13) La Información, 23 de Marzo de 1976.

Continuará la semana próxima.

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Para que no quedara duda alguna de que por la investigación a que había sido sometido por el Servicio Secreto me iba a atemorizar, le di seguimiento a las orientaciones en clubes culturales, gremios y sindicatos, planteando distintos temas, como consta en la prensa de la época, y que cito a continuación:

• Llama a integración para defender derechos humanos (La Información, 4 de marzo).
• Cursillo a sindicato de La Tabacalera (La Información, 5 de marzo).
• El pueblo debe organizarse para defender sus derechos (El Sol, 7 de marzo).
• El pueblo debe arrancar sus derechos y defenderlos (La Información, 11 de
marzo).
• Analiza la Reforma Agraria (La
Información, 15 de marzo).
• La reforma limitada no es solución (El Sol, 20 de marzo).
• La situación del obrero agrícola (La Información, 24 de marzo).
• Llamado por la amnistía (El Sol, 27 de marzo).
• El estado de crimen. El terror y la
descomposición social (La Información, 28 de marzo).
• Protesta por atropellos en UASD (5 de abril).
• Violan los derechos humanos quien debiera protegerlos, (El Sol, 11 de abril).
• La mujer y la lucha del pueblo (La
Información, 13 de abril).
• Dirigentes obreros deben analizar
situación nacional, (La Información, 15 de abril).
• La clase obrera tiene por misión
transformar la sociedad. (5)
En algunas de mis intervenciones públicas señalaba directamente a La Banda, como responsable del terror y los crímenes con estampa política, como se lee a continuación:

El estado de crímenes, terror, asesinato, la inseguridad de la persona humana, el desconocimiento de las decisiones judiciales, la falta de garantía que vive el pueblo dominicano no es más que una consecuencia de la descomposición social que impera aquí. El doctor Veras dijo que “los asesinatos recientes son eslabones de la cadena que hace cinco años se cometen en nuestro país, tienen un carácter típicamente terrorista ejecutados con la anuencia oficial, tales como los cometidos por “La Banda”, el martes en la noche contra dos indefensos dominicanos. Calificó “La Banda” como organización fascista y terrorista que ha sido organizada para implantar el terror en los sectores democráticos y progresistas de la oposición. El doctor Veras aseguró que al igual que otras organizaciones terroristas creadas en otras épocas en nuestro país, “La Banda” tiende a desaparecer. (6)

Al momento de emitir la opinión anterior, no desconocía el ambiente político del país, ni mucho menos los riesgos que entrañaba mi pronunciamiento, pero nunca antepuse nada por delante de mi responsabilidad y compromiso con la defensa de las libertades públicas. Sabía que el objetivo de “La Banda”, no era sólo la criminalidad, sino también sembrar espanto en el seno del pueblo, llevar el pánico a las masas populares, y principalmente horrorizar a aquellos a quienes no podía neutralizar.

En las coyunturas difíciles, los hombres y mujeres del pueblo seriamente comprometidos con la lucha social, no pueden rehuir cuando se reclama su presencia. No podía yo esquivar el bulto, soslayar lo que me pintaba el cuadro de represión política. Para hacerle honor a mis convicciones democráticas debí de afrontar, aceptar el desafío del momento sin importar las consecuencias.

Para conocer la realidad del país en aquellos aciagos momentos, donde nada valía la vida de aquel ser humano adversario al régimen del doctor Joaquín Balaguer, había que estar armado ideológicamente para enfrentar la rigidez, la severidad, la intolerancia de los organismos represivos, en permanente tensión para irle encima con toda dureza y severidad a cualquiera que pusiera en entredicho la política terrorista impuesta por el doctor Joaquín Balaguer, utilizando “La Banda” y grupos policiales.

Nada quita que aclare a mis nietas y nietos el objetivo de darles a conocer lo que ha sido mi trabajo vinculando el ejercicio de mi oficio de abogado con asuntos que interesan al país en un espacio determinado, para que así puedan tener un convencimiento en firme de lo que fue el accionar de su abuelo en su condición de profesional del derecho y sus vínculos con distintos asuntos del quehacer político y social del país.

Conociendo la sensibilidad de mis nietos y nietas, sé que mañana cuando lleguen a la adultez, y lean la historia política del país en los períodos que vivió su abuelo, de seguro que se sentirían muy mal ante mis bisnietos de saber que su papapa o abuelo Negro, se ocupó de su ejercicio profesional y se comportó indiferente ante la realidad de la época del régimen de los doce años del doctor Joaquín Balaguer.

Sé que mis nietos y nietas Yuri Javier, Arturo, Miranda, Valeria y Ramón Junior, mañana, en un futuro lejano, cuando de su abuelo solamente les quede el recuerdo de haber pasado por la vida tratando de cumplir con su deber en la época que le correspondió vivir, no van a tener nada que lamentarse ni qué reprocharme en lo que se refiere a mi tránsito por este mundo y mi actitud ante la vida tratando, dentro de lo posible, de ser coherente.

Sabía el compromiso que había asumido como padre; el deber que debía cumplir con mi familia; que ya no era el joven estudiante y militante comunista de ayer, sino un profesional del derecho, con responsabilidad familiar, ciudadana y cívica; estas tres condiciones eran para mí la esencia y motivación de mi vida y traté de honrarlas sin importar las consecuencias adversas.

Quiero que mis hijos, nietas y nietos sepan que los casos difíciles relacionados con hechos de sangre en los cuales las víctimas eran políticos de oposición al régimen del doctor Balaguer de los doce años, y que familiares y el rumor público señalaban como responsable a la Policía Nacional, llegaban a mi bufete sin la intervención de buscones a mi servicio. Las familias de las víctimas se acercaban a mí porque sabían que no les fallaría, aunque no me pagaran ni un centavo por mis servicios.

He aquí uno de los expedientes escandalosos en el cual se vinculó a la Policía Nacional como autora del crimen, e intervine como abogado del acusado:
El 1 de Febrero de 1971, fue asesinado en Santiago, José María Álvarez (a) Boyoyo; la familia acusó del crimen a la Policía Nacional, pero el organismo policial dijo que fue su compañero del Movimiento Popular Dominicano, Lorenzo Vargas (a) El Sombrerero, quien lo había eliminado.

Al igual que la familia y la opinión pública, sabía que El Sombrerero era inocente; que todo se debía a una bellaquería de la Policía; asumí la defensa de El Sombrerero. El tribunal ordenó su libertad, pero la Policía desacató la sentencia, y en fecha 23 de Abril de 1972, El Sombrerero fue deportado a Europa, donde falleció. (7)

El Sombrerero fue un hombre íntegro a quien conocí desde muy joven, siempre vinculado con las mejores causas de nuestro pueblo, y solamente la inquina y prejuicios sectarios políticos se manifestaron contra su persona.

Después de participar hasta finales de abril de 1972, dándole seguimiento al caso de El Sombrerero, la primera actividad pública que realicé fue el 1 de mayo de 1972, al dictar una charla en el Sindicato de la Tabacalera, con el tema: “Este primero de mayo y siempre la clase obrera con el pueblo de Vietnam”.

No dudo que mis nietas y nietos, se estarán preguntando,¿ y qué le pasó a papapa, a abuelo Negro, ese 1 de mayo de 1972? .Pues cumplo con decirles que formando parte de una comisión designada para mediar en un conflicto que se había presentado en el Sindicato de Choferes(UNACHOSIN), entre trabajadores y agentes policiales, el resultado fue que la policía me propinó una paliza, lanzó mi cuerpo desde una segunda planta, lo introdujo en el baúl de un carro policial, y lo depositó como cadáver en la morgue del Hospital José María Cabral y Báez.(8)

El 5 de Mayo de 1972, personas ligadas al Gobierno, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, acordaron deportarme. El periódico El Sol de fecha 6 de mayo de 1972 informó al respecto el asunto.

Mis nietas y nietos, al leer lo que le ocurrió a su abuelo Negro, a papapa el 1 de mayo de 1972 y los días subsiguientes, a lo mejor piensan que desistió de sus actividades normales. Puedo decirles a Sofía, Mía, Mauro, Álvaro, Paola, Pamela y Alejandra, que seguí con más fe cumpliendo con mi trabajo de abogado y orientación cívica, una vez terminé de recuperarme de los golpes que había recibido en mi cabeza y otras partes del cuerpo, como se comprueba por las charlas y conferencias que indico a continuación, todas en 1972.

• Abogado pide superar el subdesarrollo (La Información, 10 de junio).
• Abogado da charla economía (El Sol, 12 de junio).
• Revela campesinos viven aislados (La Información, 10 de julio).
• Pide intelectuales hablen al pueblo (La Información, 3 de agosto).
• Exige compromiso intelectuales
(Última Hora, 3 de agosto).
• Señala papel intelectuales en lucha favor del pueblo (El Sol, 4 de agosto).
• Explica función social del trabajo (La Información, 17 de agosto).
• Habla acerca del salario en sección Jacagua Abajo (El Sol, 18 de agosto).
• Cree reformas tratan silenciar
demandas (La Información, 9 septiembre).
• Pide levantar impedimentos (El
Nacional, 17 de septiembre).
• Ponen a circular revista Reflejos (La Información, 19 de septiembre).
• Critica aumento costo de la vida (La Información, 22 de septiembre).
• Abogado analiza consecuencias de la inflación (La Información, 10 de octubre).
• Desligan campesinos de vida de la
Nación (El Nacional de Ahora, 25 de
octubre).
• Urge liberación del monocultivo (La Información, 15 de diciembre).

FUENTES:
(5) En el libro De La Calle a los Estrados por Justicia y Libertad, página 75-76.
(6) La Información, 23 de Abril de 1970.
(7) El Nacional 4 de marzo de 1972.
(8) En el libro De La Calle a los Estrados por Justicia y Libertad, página 86-87
Continuará la semana próxima

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Como ya he dicho en estos relatos, comencé a ejercer la profesión en el bufete del Licenciado Francisco Porfirio Veras, ubicado en Santiago en la segunda planta de la calle Máximo Gómez número 14, altos. Procede que aclare que tenía la creencia de que las gestiones para que Don Lilo me aceptara en su oficina habían sido hechas por mi tío Manuel Veras, pero ahora he sido informado, por el Licenciado Luis Jerónimo Veras Lozano, hijo de don Lilo, que quien intercedió por mi ante su padre fue mamá, Idalia Veras.

El primer día que me presenté ante don Lilo, me dijo:” la oficina está abierta desde las siete y treinta de la mañana, a esa hora usted puede estar aquí, ya yo estaré presente”. Al transcurrir los días, don Lilo se dio cuenta de mi puntualidad, siempre llegué primero que él, lo que motivó que en corto tiempo pusiera en mis manos las llaves para que me encargara de abrir la oficina.

Con don Lilo, hice todo un experimento: de mensajero para ir a comprar a Rentas Internas sellos a los fines de aplicarlos en los actos auténticos y las legalizaciones; pagar impuestos en el Registro Civil del Ayuntamiento; haciendo diligencias en secretarías de tribunales depositando instancias, escritos ampliatorios de defensas y retirando sentencias; actuando como mecanógrafo redactando actos auténticos y bajo firma privada, demandas civiles y de constitución en parte civil, apoderamientos al Tribunal Superior de Tierras a los fines de determinación de herederos y otras peticiones; escudriñando en obras de tratadistas dominicanos y franceses procurando citas doctrinales y jurisprudenciales para elaborar escritos de defensas; enseñándome para que aprendiera abrir el protocolo de actas notariales, en fin, don Lilo me dio un cursillo completo, un entrenamiento a los fines de que dominara, en la práctica, los principios generales del derecho y la función de Notario Público.

Cada vez que don Lilo me instruía para hacer algo relacionado con la notaría o la abogacía, lo hacía con una calma total, un cariño de padre; se tomaba todo el tiempo necesario, con una paciencia de maestro, con el objetivo de que comprendiera a cabalidad las instrucciones que me impartía.

Desde que compartí con don Lilo en su oficina, en todo el curso de mi vida le he guardado un agradecimiento que llevaré hasta la tumba; porque ese hombre, que poco o nada se había tratado conmigo, me transmitió calor solidario, me demostró sinceridad, franqueza y se preocupó para que continuara siendo como abogado la persona que mi madre había formado en rectitud, firmeza, disciplina y sentido de la responsabilidad.

Con el tiempo, ante la graduación de los hijos de don Lilo como abogados, Luis y Olga Veras, y en razón de lo limitado del espacio físico de la oficina, decidí aceptar la invitación que anteriormente me había hecho el doctor Salvador Jorge Blanco, para que formara parte, junto a él y otros profesionales del derecho, del Bufete “Doctor Orlando Cruz Franco.”

III.- Nacimiento de mis hijos. Mi ejercicio como abogado. Defensa de los perseguidos y preso político. Actividades de orientación cívica: charlas y conferencias

Mis hijos nacieron todos, en forma sucesiva, en los años 1968, 1969, 1970, 1971 y 1974, períodos sumamente difíciles para el ejercicio en el país de las libertades públicas, y el oficio de abogado con responsabilidad e independencia.
En el año 1970, ya Carmen, Jordi y yo residíamos en nuestra modesta casa de los Jardines Metropolitanos. En esta vivienda, luego nacieron Ho-chi, Yuri y Alexei. Ramón Antonio, siempre vivió al lado de su madre.

En los inicios de mi ejercicio profesional mis entradas económicas fueron sumamente limitadas. Nunca tuve una entrada fija ni segura para cubrir los gastos de la familia; desde el primero hasta el último día del mes lo permanecía cogiendo lucha para obtener algunos pesos, pero nunca me faltó el dinero para pagar el préstamo de la casa, los gastos de comida, colegio de mis hijos, y los servicios de agua, luz y teléfono. En los primeros años, Carmen siempre se ocupó ella sola de todo el trabajo en el hogar.

A los fines de que mis hijos, nietos y nietas se formen una idea clara de mi accionar profesional y la vinculación con la defensa de los presos políticos, así como de mis actividades cívicas y de orientación, me voy a permitir traerles a colación algunos hechos ocurridos hace varios años cuando eran unos niñitos, y otros no habían nacido, y los nietos y nietas no existían ni en proyectos.
Siempre ejercí mi profesión consciente de que mi tiempo no sólo estaba destinado a ser invertido para recibir honorarios por mis servicios. Mi compromiso social y político me imponía que, además de trabajar para producir para mi familia, debía de sacar el espacio necesario para defender a los perseguidos y presos políticos, y hacer labor de orientación en el seno del pueblo por medio de charlas y conferencias; constituyendo gremios, sindicatos y otras organizaciones cívicas y de masas.

Cuantas veces me vi en la obligación de participar asistiendo en sus medios de defensa a una persona víctima de una acusación o expediente infamante, fue porque previamente había sido requerido por el lesionado o sus familiares, como ocurrió en el caso que detallo a continuación:

En el año 1970, uno de los casos penales de factura política más sonado, fue el que ocurrió en Santiago el 22 de Agosto de ese año, fecha en que asesinaron al Capitán Salvador Vinicio Polanco, de cuyo hecho la Policía Nacional formuló acusación contra José Antonio López (a) El Che, Ramón Fernández (a) Vargas Vila o Momoncito, Leoncio Valerio, Darío Peña, José Serrata, Andrés Ortiz Cruz (a) El Chino y José Antonio Ventura Rodríguez (a) El Haitianito. Ante reclamos de los familiares de los acusados, y convencido de que no eran los autores del crimen, asumí la defensa de todos.

En procura de que no continuara defendiendo a los imputados, el expediente fue declinado a San Cristóbal. Me trasladé allí y mantuve su defensa. Logré su puesta en libertad, no sin antes el fiscal de Santiago, en combinación con la Policía Nacional, presentar querella en mi contra por supuesta difamación, logrando mi detención y encarcelamiento en Santiago por dos días. (1)

El jueves 30 de septiembre de 1970, mientras asistía en sus medios de defensa al señor José Antonio López (a) El Che, por ante La Tercera Cámara Penal de Santiago, el sargento Andrés S. García, de la Policía Nacional, me colocó una pistola en la espalda, en plena sala de audiencia; el periodista Junio Lora, en El Caribe, se hizo eco de lo ocurrido. (2)

El ambiente político del país era de total intolerancia por parte del gobierno del doctor Joaquín Balaguer, hasta el punto que hacer política pública constituía una especie de desafío, ya que para sembrar el terror el gobierno creó la organización terrorista La Banda, la cual se dedicó a eliminar opositores.

Como una forma de contrarrestar el terror de La Banda, me dispuse hacer labor de orientación cívica en los barrios populares de Santiago. He aquí la forma como la prensa recogía mis intervenciones de charlas y conferencias.

1.- Sindicato repudia leyes del trabajo (La Información, 17 de febrero de 1971).
2.- Regímenes sociales RD (La Información, 13 de Abril de 1971).
3.- Derechos humanos (El Sol, 4 de diciembre de 1971).
4.- Cierre de año de gran labor fructífera en derechos humanos. Día Justicia (La Información, 7 de enero de 1972).
5.- Balance sobre los derechos humanos (La Información, 7 de enero de 1972).
6.- Primeros pasos para formar frente (El Sol, 19 de enero de 1972).
7.- Situación derechos humanos en RD (La Información, 1 de febrero de 1972).
8.- Derechos humanos son letra muerta en RD (El Sol, 2 de febrero de 1972).
9.- Libertades son precarias (El Nacional, 4 de Febrero de 1972).
10.- La incorporación de los campesinos a la producción (La Información, 12 de Febrero de 1972)
11.- La prostitución es un subproducto de explotación popular. (La información, 18 de Febrero de 1972).
12.- La planificación familiar fruto subdesarrollo económico (La Información, 22 de Febrero de 1972).
13.- La miseria no es producto del aumento de la población. El Sol, 23 de febrero de 1972).
14.- Lucha por liberación exige base ideológica (La Información, 29 de febrero de 1972).
15.- Duarte para retener la libertad (La Información, 29 de febrero de 1972).
16.- La clase obrera y la liberación nacional (El Sol, 2 de marzo de 1972). (3)
Es mi deseo que mis nietas y nietos se formen la idea de que el hecho de vivir en sociedad impone al ser humano compromisos y deberes los cuales debe cumplir, siempre y cuando esté de por medio el interés social. No basta con usted vivir tranquilamente desde el punto de vista material, si a su alrededor hay una realidad que lesiona vivamente a los que son los más, a los que en verdad se llama pueblo.

Procuro a que mis adorados nietos y nietas sepan que su abuelo no descendía cada mañana de su cama, durante los 12 años del doctor Balaguer, a buscar enfrentamientos con los órganos represivos del Estado, pero desde que abría los ojos escuchaba los noticieros de Radio Comercial y Radio Mil Informando, y lo primero que servían como noticia era un crimen con estampa política o la persecución de adversarios al régimen, y ante semejante situación quiero que mis nietecitos y nietecitas sepan que su abuelo no podía comportarse indiferente.

Es posible que yo estuviera equivocado en la forma de actuar en defensa de los perseguidos políticos, pero procedí como me lo dictó mi conciencia. Aclaro esto para que mis descendientes no crean que en aquella coyuntura actuaba como un necio, tonto, cretino o imprudente. La realidad que vivía el país motivaba mis actuaciones.

En determinados momentos, dada la naturaleza despótica del régimen creo que procedí con cierta temeridad como ocurrió cuando fui interrogado el 3 de marzo de 1972, en la ciudad capital por el Servicio Secreto, por una charla que había impartido en Esperanza, y habiendo sido puesto en libertad en horas de la tarde, en la noche dicté una conferencia en Santiago. (4)

FUENTES:
(1) El Nacional, 25 de Octubre de 1970.
(2) La Información 23 de marzo de 1976.
(3) En el libro De La Calle a los Estrados por Justicia y Libertad, página 68-69.
(4) La Información y Ultima Hora, 04 de Marzo de 1972.
Continuará la semana próxima.

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I.- La sociedad dominicana agrietada y la duda. Prueba con documentos. No con palabras.
En la medida que transcurre el tiempo, viendo el comportamiento de la generalidad de los hombres y mujeres del país, y el desmoronamiento de la sociedad, mi crítica a la realidad actual se hace cada vez menos indulgente. Quisiera estar equivocado, que no fuera verdad lo que a diario veo, la forma acelerada como se deteriora la sociedad dominicana en lo que se refiere a decencia, honradez, decoro, civismo, hidalguía, honestidad y el buen vivir de la generalidad de los hombres y mujeres de mi país.

Lamentablemente, se hace más firme en mi conciencia la idea de que no puedo ser benevolente en mis criterios de que esto va de mal en peor y que por más flexible que quisiera ser en el análisis de la realidad, los hechos me dan en la cara diciéndome que, pura y simplemente, estamos asistiendo a la degradación de un ordenamiento económico y social que no admite clemencia, que cada día está más y más resquebrajado, y que puede encontrar curanderos sociales, médicos políticos brujos, que prolonguen su agonía, pero no su salvación.

Una vez la sociedad humana se agrieta, de la generalidad de sus integrantes se apodera la suspicacia, la sospecha, la desconfianza, y la duda con relación a todo lo que se le dice para rememorar, en busca de algo que no se olvide.

Entonces, si uno de los objetivos al escribir mis vivencias ha sido que mis hijos, nietas y nietos conozcan lo que ha sido mi vida, no debo limitarme, como he hecho hasta ahora, a citar hechos y apoyarme en personas que todavía viven y son testigos de lo que he narrado, sino que mis destinatarios se van a sentir más fortalecidos, confiados y convencidos si se edifican mediante documentos que certifican lo que les he dicho.

Por formación legalista creo mucho en lo que se comprueba mediante documento en el cual consta el hecho ocurrido, y aunque se ha dicho que no hay espejo que mejor refleje la imagen del ser humano que sus palabras, sigo aferrado a la prueba preconstituida por excelencia, la escrita.

Ahora, en el presente texto, voy a tratar dentro de lo posible, narrar mis actividades profesionales y políticas en el país y en el extranjero desde el año 1967, hasta el 1989, y las voy a sostener, fundamentalmente, en reseñas de periódicos, revistas y libros que recogen muchas de mis acciones en la vida pública en el período ya indicado.

En vista de que durante los primeros años de ejercicio de la profesión de abogado, algunos de mis hijos no estaban nacidos y otros eran bebés, quiero llevar a su conocimiento, al igual que al de mis nietos y nietas, algo que ellos no conocen y que de no darles una explicación pueden ser inducidos a confusión, y esto así por lo siguiente:

El hecho de que al momento de comenzar mi ejercicio profesional como abogado no tuviera militancia política partidaria, en modo alguno me liberaba de mi concepción ideológica, ni me imponía inhibición para incidir en la vida política de mi país, más si se toma en cuenta que meses antes de graduarme, el doctor Joaquín Balaguer, había inaugurado su fatídico régimen de los doce años, el cual fue implacable con sus opositores activos, y en particular con el movimiento progresista con el que me identificaba e identifico plenamente.

Desde que llegué a Santiago mis servicios profesionales estuvieron a disposición de todo aquel que se sintiera perseguido o llegara a caer en manos de los órganos represivos del Estado. Muchas veces compartí lágrimas con madres que visitaban mi bufete y traían en sus manos el pantalón o la camisa ensangrentada que su hijo les había hecho llegar desde una celda de la policía, o como muestra de las torturas que le estaban aplicando; fui testigo de cuadros repugnantes que revelaban los tormentos a los que eran sometidos los detenidos políticos en el Servicio Secreto, para obligarlos a confesar hechos en los que no habían participado, y de los cuales los investigadores policiales querían que se hicieran responsables.

He dado la explicación anterior para que mis hijos, nietas y nietos comprendan que en todo momento estuve consciente de los riesgos que corría al asumir la defensa en estrados de personas que, aunque con expedientes por delitos comunes, en el fondo sus detenciones tenían un tinte político, sin olvidar que las acusaciones eran hechas por la policía, y la generalidad de los fiscales y jueces se identificaban con el régimen de turno. Debía aceptar el reto porque, una de dos: me limitaba a ejercer mi profesión pura y simplemente, o involucraba mi ejercicio como abogado identificándome con los que se oponían al doctor Balaguer y a su forma de gobernar. Opté por lo último.

Mis hijos, nietas y nietos deben comprender que si al llegar a Santiago, con mi título de abogado me dedicaba a ejercer la profesión pura y simplemente, y comportarme como el profesional y dócil ciudadano que ejerce su derecho al voto en los procesos electorales para elegir al presidente y al vice, a senadores y diputados, alcaldes y regidores, dedicarme a criar y educar a mis hijos, de seguro que hubiera tenido una vida normal, tranquila, sin dificultades y también hubiera estado en las buenas con todo el mundo. De comportarme en semejante forma mi persona se habría podido comparar con una monedita de oro. Pero no.

Procede que les diga a mis descendientes que no he sido el ciudadano que todo sistema social injusto desearía tener. He incidido en la vida pública como ciudadano normal y como profesional del derecho, criticando, censurando, impugnando y oponiéndome a los gobiernos odiosos, despóticos e intolerantes que ha tenido el país. Como es natural, mis adversarios no han respondido lanzándome rosas, ni yo las he esperado. Por tanto, cuantas veces he estado en prisión, investigado o golpeado física y moralmente, ha sido porque aquellos a quienes he adversado han utilizado en mi contra el método que ellos han considerado más adecuado para eliminarme o neutralizarme.

En consecuencia, a mis hijos, nietos y nietas, les digo que no puedo presentarme ante ellos como una víctima de las situaciones negativas que he vivido por mi enfrentamiento con los órganos de poder del Estado.

Por origen familiar y concepción ideológica, no estoy formado para comportarme indiferente ante un hecho que repugna a mi conciencia. Mi material humano no está compuesto de apatía, frialdad, escepticismo e indolencia.

Cuantas veces he tenido que pagar el precio de mi decisión a enfrentar la injusticia, he aceptado las consecuencias; no me lamento de lo que me ha ocurrido, no he guardado rencor, inquina ni resentimiento contra quien he adversado y responde atacándome.

Mi accionar político ha tenido respuestas de aquellos a quienes he enfrentado y, por tanto, de todo corazón pido a mis descendientes no guardar hacia ellos ninguna clase de resentimientos.

II.- Mi llegada a Santiago a ejercer la profesión de abogado. Receptividad. Integración en la oficina de don Lilo. Al bufete con Salvador Jorge Blanco
En razón de que ya les expliqué a mis hijos, nietas y nietos las razones económicas por las cuales no ingresé a la universidad una vez concluí el primero de mis tres bachilleratos, ahora quiero decirles que cuando recibí el título de doctor en derecho y decidí trasladarme a Santiago a ejercer el oficio de abogado, la atmósfera política del país no me era la más favorable; el ambiente resultaba tenso porque todavía se respiraban los aires de la guerra de abril de 1965, pero el medio de mi ciudad natal me resultó sumamente acogedor.

Al momento de mi llegada a Santiago en 1967, los principales bufetes de abogados estaban dirigidos e integrados por Marcos A. Cabral, Eduardo Sánchez Cabral, Máximo Sánchez y Rafael Reyes Martínez; Federico Carlos Álvarez; por Salvador Jorge Blanco, José Augusto Vega Imbert, Luis A. Bircann y Manuel Vega Pimentel; René Alfonso Franco y Miguel Olavarrieta; Lilo Veras y Emilio Jorge; Manuel Ramón Cruz Díaz y Jorge Gobaira; Constantino Benoit, Clide Rosario, Joaquín Ricardo Balaguer, Amiris Díaz, Toñito Lora, Julián Ramia Yapur, Campillo Pérez, Puro Miguel García, Aníbal Campagna, Gilberto Aracena, Gustavo Casanova, Conrado González Monción; Darío Balcácer y Edmundo Valle Viñas; Ramón Jorge Rivas, Federico García Godoy, Miguel Ángel Luna Morales, Rafael Armando Rodríguez Pichardo, Florencio Santos, Esteban Fernández, J. Gabriel Rodríguez, Juan y Luis Reyes Nouel, Héctor Valenzuela, Berto E. Veloz, Eliecer Raposo J; Justo, Luis y Víctor Castellanos, Ramón Tapia Espinal, Gabriel Espaillat, Bruné García, Luis Ricourt, Héctor Cordero, Jaime Cruz, Marcos Tulio García, José Joaquín y José Avelino Madera Fernández, Virgilio Guzmán Arias, Luciano Tatis Veras, R. Negro Aybar, Luisa Jorge García, Deidamia Pichardo de Conde, Aulio Hernández, José Ramia, Joaquín Álvarez, Leopoldo Marrero, Eneida Lavandier de Casanova y otros.

El recibimiento que me dio la comunidad de los profesionales del derecho de Santiago fue, sin excepción, agradable; mentalmente me sentí que había llegado a integrarme a un grupo humano que me esperaba y asimilaba con alegría.

El respeto, la deferencia, la absoluta consideración que existía en esa época entre los profesionales del derecho de Santiago me hacía sentir bien, no obstante mantener con la generalidad de ellos diferencias de edad, políticas e ideológicas. Nunca fui testigo en los estrados, en el calor de los debates en asuntos penales, de palabras ofensivas dirigidas por un colega.

La acogida que recibí fue tal que el día 21 del mes de Junio de 1967, a los pocos meses de estar ejerciendo, fui invitado a participar en la Asamblea Constitutiva Eleccionaria de la otrora prestigiosa y representativa Asociación de Abogados de Santiago, de la cual luego llegaría a ser tesorero, secretario, y en dos ocasiones su presidente.

En razón de que había decidido establecerme definitivamente en Santiago, de donde había estado ausente por casi cinco años, consideré conveniente para vincularme con los grupos culturales y sociales de la comunidad, inscribirme y formar parte de la Alianza Cibaeña y el Ateneo Amante de la Luz, y del club social Centro Español, como socio pasivo con el número 414.

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La libertad hacia mis hijos la he predicado y practicado hasta su máxima expresión; a ellos se les inculcó como guía un código no escrito de comportamiento, de cómo debían proceder, de cómo comportarse en el seno de su familia y en la sociedad en general.Aquel de mis hijos que se aparte de lo que fue y ha sido la línea a seguir en el hogar y en su trato con los demás, de seguro que tendrá problemas conmigo; no les tolero relajamiento en la disciplina que recibieron en el hogar.

De la misma forma que ayer no utilicé la fuerza para convencer a uno de mis hijos de lo que podían y no debían hacer, hoy tampoco recurro a actos violentos como sanción contra su persona. Una actitud mía vale sanción en la persona de mis hijos.

A esta altura de mi vida, para mí sería una ridiculez llamarle la atención a uno de mis hijos por una actuación suya que él sabe no está dentro de los lineamientos, de las reglas que constituyeron la piedra de toque de la disciplina familiar.

La existencia de normas preestablecidas ha hecho llevadera las relaciones entre mis hijos; y yo me he ahorrado tener que llamarles la atención por desconocimiento de algo que es una regla de oro en la familia.

No se deja al azar la formación de los hijos e hijas. Todo debe responder a un sentido de responsabilidad, a una entrega de los padres para cumplir su función y misión en el seno familiar. Mis hijos tienen la posibilidad de explicarles a sus descendientes quién fue su abuelo, su abuela y la vida que llevaron.

Dedicarles muchas horas al trabajo para producir dinero y así satisfacer las necesidades materiales y espirituales del hogar, no puede convertirse en un obstáculo que entrañe limitación al tiempo que se les debe dedicar a los hijos para compartir con ellos, y escuchar sus preocupaciones, turbaciones, inquietudes, ocurrencias y cuantas palabras y cosas puedan salir de lo más profundo de su corazón.

Aquel padre que en nombre de complacer a sus hijos con gustos materiales se excede en sus horas laborables, es posible que al final termine mal en la formación de sus descendientes. Quien decide desempeñar el papel de papá responsable debe saber hasta cómo distribuir las horas del día.

Mis actuaciones de ayer podrían servir a mis hijos para que hoy, cuando desempeñan el papel de padres, sepan cómo combinar sus responsabilidades.
Mis hijos saben que su papá pasaba la semana en sus afanes laborales y de solidaridad, pero sacaba tiempo para intercambiar con ellos en el hogar y, religiosamente, los domingos la familia en conjunto compartía en actividades recreativas juveniles.

Ningún hijo formado a mi lado puede decir hoy que le quité horas de las que correspondían a las relaciones de padre a hijo, por yo estar en actividades personales, profesionales, de solidaridad o políticas. El tiempo de mis hijos siempre lo tenía reservado, era mi obligación.

XIII.- A manera de reflexiones

1.- Los seres humanos que saben ponerse por encima de las dificultades que se les presentan en el curso de sus vidas, son verdaderos triunfadores y en el fondo de su alma no hay espacio para debilidades. Las complicaciones son retos que se presentan y ponen a prueba a quienes se ven precisados a enfrentarlas con éxito.

2.- Para el ser humano que confía en sus propias fuerzas, no hay obstáculos insalvables, no existen inconvenientes ante los cuales rendirse. Las barreras resultan pequeñeces para quienes confían en que estudiando y trabajando van a salir adelante, sin tomar en consideración aprietos, apuros o trabas.

3.- Si me hubiera puesto a arrastrar los pesares de mi niñez, y no me pongo en tensión para salir adelante, hoy no pudiera motivar a mis nietas y nietos diciéndoles que no se amilanen por nada, que sean como su abuelo que solamente ha creído en los estudios y en el trabajo para derrotar lo difícil, lo complicado, pulverizar lo engorroso y reírse de lo trabajoso.

4.- No quiero que mis nietas o nietos se detengan, den marcha atrás por el hecho de que se les presente algo difícil. Ante quienes aleguen lo imposible, los míos deben salirles al paso con la respuesta de no hay inconveniente, eso tiene solución.

5.- Las experiencias que he expuesto a mis hijos, nietas y nietos, quiero las tomen como punto de referencia para el futuro, que no las acepten en forma dogmática, porque nadie es portador de la verdad absoluta. Mis opiniones no son tajantes, no las dirijo con sentido imperioso ni en procura de intransigencia, y como hombre libre que me creo ser, no puedo aceptar ni practicar la intolerancia.

6.- Aspiro a que lleguen al corazón de mis nietos y nietas, mis vivencias positivas, y olviden aquellas que nada bueno aportan ni contribuyen a las sanas relaciones entre los seres humanos.

7.- No quiero que mis nietas y nietos vean mis relatos como un sacrificio de mi parte; por el contrario, deben tomarlos como un esfuerzo por la superación y nada más.

8.- Mis hijos, nietas y nietos, deben saber que he vivido enamorado de la vida sin queja alguna, sin actitudes de lamentos, sin quejidos ni aflicciones, sin angustias ni tristezas.

9.- El mundo es de los que luchan contra las adversidades. Cuantas veces se está en la obligación de salir adelante, poco importa la calamidad o el contratiempo; el hombre o mujer con firme voluntad sale adelante, convirtiendo lo negativo en positivo, la fatalidad en algo venturoso, y al final se llena su alma de alegría, optimismo y felicidad.

10.- Las quejas y las lamentaciones son propias de aquellos que no se han esforzado, y se han limitado a esperar que les llegue a la puerta de su casa la prosperidad, que han esperado confiados en la dicha, y si no les llega entonces se convierten en resentidos sociales, adversarios de los triunfadores, y a diario sacando de su garganta expresiones de odio, rabia, resquemor, enojo y ofensas infundadas.

11.- No quiero entre mis nietas y nietos, resignados, conformistas ni resentidos, los cuales siempre van de la mano haciendo alianza impúdica contra todo aquel que no ha aceptado la derrota sin luchar contra ella.

12.- Espero que ninguno de mis descendientes se comporte aceptando las cosas así por así, sin conocer sus causas generadoras, y sin luchar para cambiarlas, si no convienen a los que en cada pueblo son los más.

13.- Para mis hijos, nietas y nietos debe ser la negación de mi paso por la vida el hecho de someterse a designios y a caprichos, doblegarse ante el prepotente, conformarse con ver las injusticias sin combatirlas, doblar la cerviz para reverenciar las cosas malas y prestarse a hacer coro a los malvados.

14.- Nada de soledad; me siento bien acompañado porque he cultivado relaciones humanas basadas en la comprensión, la identificación, el respeto y la solidaridad.

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XI.- No me siento solo. Mi forma de ser y relaciones con mi familia, amigas y amigos
Creo conocer algo del comportamiento de los seres humanos; en mi vida no me he limitado a tratar a las personas en forma superficial, sino a estudiarlas a fondo, para así saber con quién debo mantener comunicación sincera o suspenderla definitivamente, aunque reconozco que algunas veces he pecado de ingenuo al depositar confianza en individuos que son verdaderos artistas de la simulación.

Sé que no tengo el comportamiento que tanto gusta en la sociedad dominicana de hoy, que descansa en el guasón, el hazmerreír, el ridículo que busca caerle bien a todo el mundo. Comparto y me siento bien con los míos, con los que bien me conocen y nos tratamos sin ofensas ni zalamerías, ni picardías ni adulación. Al piropeador, al lisonjero no quiero tenerlo cerca de mí.

Hoy, habiendo llegado a la tercera edad, y luego del fallecimiento de Carmen, ciertamente mi forma de vida ha cambiado. Me he refugiado en los libros y la lectura, y a compartir exclusivamente con mi familia y selectivos amigos y amigas.

Mis hijos saben que han tenido y tienen en mí a su mejor amigo, pero que no soy dado a la zalamería; que no se deben sentir mal por el hecho de que, por ejemplo, solamente hago acto de presencia en sus domicilios cuando me invitan.

Lo mismo ocurre con mis más íntimos amigos. Muchas veces transcurren hasta dos y tres años y, viviendo a un minuto de mi casa, no les visito.

Esa forma de ser, es el resultado de mi formación familiar, no porque tenga el sentido de vivir aislado. Mis seres queridos, mis amigos y amigas entrañables saben que no soy huraño, intratable, ni vacío; disfruto en grande cualquier momento cuando me siento que estoy compartiendo con los que me generan confianza y me transmiten calor solidario.

Con toda franqueza lo digo, no me siento solo, mi familia y mis amigas y amigos entrañables me llenan a cabalidad, porque me enseñan lo que es querer, me generan ese cariño bien cultivado con mucha ternura y franqueza plena.

Siempre he dicho que vivo enamorado de la vida pero no le tengo miedo a la muerte, y una prueba de esto es la experiencia que a continuación voy a exponer:

En todo el curso de mi vida he disfrutado de buena salud, la cual se ha deteriorado después de la tentativa de asesinato ejecutada contra Jordi, hasta el punto de que luego de la acción criminal contra éste, ejecutada el 02 de junio de 2010, desde noviembre de ese año hasta febrero de 2011, fui internado sucesivamente en cinco ocasiones.

Ante los constantes quebrantos, más por la insistencia de mis hijos que por mi propia voluntad, conjuntamente con mi hijo médico Ho-Chi Ernesto, me trasladé en viaje de salud a la ciudad de New York, donde unos especialistas que, según las recomendaciones que me habían hecho, son los sabihondos, los magos de las ciencias médicas y, quienes, supuestamente, me iban a poner, algo así, como un atleta en condiciones de competir en unas olimpiadas.

El día de la cita con el primer médico, éste, mediante un chequeo rutinario, me dijo que tenía sospechas de un linfoma, y me refirió a donde otro colega suyo.
Una vez Ho Chi Ernesto y yo abandonamos el consultorio del primer médico, tomamos un taxi para visitar al segundo; en el trayecto le dije a mi hijo: “Ho Chi, como es la vida, parece ser que de tanto luchar con el cáncer de tu mamá, me preparé mentalmente para cualquier eventualidad, porque fíjate con la naturalidad que acabo de recibir, como si no fuera nada, el diagnóstico de ese doctor, de que tengo cáncer”. Ho Chi se limitó a sonreír, pero en su rostro reflejaba preocupación.

El segundo médico que visitamos, también por medio de un rutinario chequeo, dijo que no, que no tenía signos de cáncer.

Al día siguiente, ante una nueva visita al primer médico, y éste teniendo en sus manos la opinión del segundo, me mandó hacer un Pet Scan, en una máquina Pet que sólo la tienen no más de cuatro países en América Latina y el Caribe. Los resultados fueron negativos.

He traído a colación el relato anterior para que mis hijos, nietas y nietos vivan convencidos de que tengo el criterio de que todo ser humano pasa por un proceso dialéctico de nacer, desarrollarse y morir, y que he pasado por las dos primeras etapas, y cuando llegue la tercera estoy dispuesto a recibirla, como dijo el autor de Las Catilinarias, Juan Montalvo: “Como es una visita que sólo llega una vez, hay que esperarla con el mejor traje”.

A mis hijos quiero reiterarles que ellos son para mí la prolongación de mi vida, y que en unión de mis nietas, nietos, amigas y amigos entrañables, hacen posible que viva, como otras tantas veces les he dicho, motivado y enamorado de la vida.

A la cita del famoso escritor ecuatoriano, ya indicado, yo le agrego algunos párrafos de la poesía “Cuando yo muera si es que muero”, de la autoría de mi finado amigo y compañero de estudios, doctor Juan Antonio Bello Carlos:

“Cuando yo muera, si es que muero,
quiero que me perfumen por entero
para confundir a mis parientes
más cercanos: los gusanos”.

“Que no me pongan el traje gris de la tristeza,
ni la corbata negra de los tribunales.
Que me vistan con palabras risueñas;
que me pongan un traje de río o de montaña,
de llanura silvestre, de nubes impalpables,
de cielo insospechado.
¡Que me vistan completo de arco iris!

“Cuando yo muera si es que muero,
Que mi sonrisa sea para ti como el rocío,
que sólo en la mañana se despierta.
Que las palabras que gasté en la tierra
sean abono para tu alegría.
Que si la lluvia existe
sólo sea para bañar tu cuerpo
de todo los presagios de la vida”.

Ah! Cuidadito, cuidadito, que nadie vaya a pensar que estoy afectado de alguna enfermedad a punto de terminar con mi vida, nada de eso.

Actualmente me siento, dentro de mis achaques fruto de mi herencia y edad, bien y bajo la alta vigilancia de mi doctora y doctores, de los cuales no soy cliente ni paciente, sino amigo.

XII.- Relación con mis hijos en su niñez, juventud y adultez, y de ellos con mis nietas y nietos
Las actuaciones de los adultos son asimiladas con suma facilidad por los niños, y cuando son el resultado del comportamiento de los padres, los hijos las aprovechan con más profundidad.

El contacto permanente, la comunicación a diario, la cohabitación en el mismo espacio físico, hace a los padres educadores naturales de sus descendientes. El hogar es la primera escuela de la formación de los hijos.

Un hogar de discordia, conflictos, desacuerdos y de permanente desarmonía, no es el modelo ideal para formar hombres y mujeres de bien.

Lo que el niño ve en aquella sociedad pequeña que es la familia, lo ha de reflejar luego en la sociedad grande, en aquella que en el futuro, en la adultez, ha de desarrollar todas sus actividades.

Los hombres y mujeres que provienen de una familia cuyos padres han vivido en armonía, mañana van a formar a sus hijos con el modelo de convivencia que han alojado en su conciencia, y les será extraña la agresión física y verbal, la mortificación permanente y el acoso.

La educación doméstica se fija para siempre en el cerebro de los niños, y aquellos que han habitado en la misma morada de sus progenitores, por lo general han de adoptar igual proceder en sus relaciones con los demás.

En el hogar, los hijos conviviendo con sus progenitores van reteniendo, haciendo una recopilación de las vivencias, de las actuaciones de sus ascendientes, que luego se convierten en un código.

No vislumbro a uno cualquiera de mis hijos tolerando acciones impropias, chocantes, contrarias a las que aprendieron en el hogar, porque sería, algo así, como la negación de la negación.

Para que mis nietas y nietos tengan una idea de cuál fue mi proceder ante un acto incorrecto de uno de mis hijos, les voy a narrar lo que le ocurrió a uno de ellos.

Habiendo sido informado de que uno de mis hijos había sido sancionado en el colegio porque un profesor se molestó por un gesto suyo inadecuado, al día siguiente me presenté ante el director del colegio y le pedí que me autorizara presentarme en compañía de mi hijo sancionado, por todas las aulas diciéndoles a los demás estudiantes que la sanción impuesta a mi hijo había sido correcta, porque los profesores merecen respeto de sus alumnos.

El director y todos los profesores del colegio me felicitaron porque consideraron mi actitud ejemplo de disciplina familiar.

Tengo la creencia de que hoy ninguno de mis hijos puede tolerar que sus descendientes se comporten en forma irrespetuosa ante ninguna persona, sin importar que sea o no profesor. La posición descomedida no puede formar parte del comportamiento de mi familia.

En esa misma línea, pero en otro sentido, mis hijos saben que en su niñez fueron protegidos tomando en cuenta su edad, pero que la calidad de guardián ante ellos fue cambiando conforme a su edad y desarrollo mental, y que al llegar a su juventud disfrutaron a plenitud sus preferencias, gustos y diversiones, acordes con la época y posibilidad económica de sus padres.

Mis nietas y nietos de seguro que no llegarán a tener problemas con sus padres si les han enseñado lo que aprendieron en su hogar, en lo que se refiere a la libertad de su privacidad, selección o no de su religión, decisión para la escogencia de su profesión, o la que habría de ser su futura esposa.

Ninguno de mis hijos puede decir que les orienté con relación a la religión que debían de abrazar ni en el Dios que debían creer; la profesión u oficio que estaban en la obligación de estudiar, y mucho menos insinuarles cuál novia sería la de su conveniencia para llegar a ser su esposa, a no ser que adoptaran un comportamiento de irrespeto a la palabra dada y a la confianza que la familia de la prometida había depositado en él.

No estoy formado para mandar en cabeza ajena, y mucho menos en las de aquellos que he querido que vivan como hombres libres de toda clase de prejuicios. Creo que me queda muy mal, pero muy mal, el traje de dictador familiar. 

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Hechos significativos ligados a los primeros años de mi juventud

Por mucha profundidad y confianza que se tenga para memorizar, recordar episodios, fechas y acciones ligadas a la vida de quien hace la narración, es posible que algunos hechos se omitan.

Aunque he expuesto a mis hijos, nietos y nietas, lo que ha sido parte de mi vida desde niño, adolescente y juventud, quiero hacer de su conocimiento una serie de informaciones que para ellos van a constituir novedades, sucesos que no he tenido la oportunidad de revelarles y que, como están vinculados a mí, estoy en el deber de reseñarlos.

Muchas veces los padres, por una u otra razón, no buscamos la oportunidad, aunque sea en forma de broma, de platicar con los hijos, nietos y nietas; contarles cosas que, de seguro, ellos quieren saber y quién sabe por qué no buscan la forma de que sus progenitores les hablen, aunque sea en medio de chanzas. Pero, como nunca es tarde para comenzar, y para contar hasta mil se debe iniciar por el uno, siento que ahora se me presentó la oportunidad de hacerlo.

Conociendo lo que es el ser humano, el comportamiento de los caribeños, y en particular de los dominicanos y dominicanas, sé que al momento de llegar a esta parte de la narración de estas experiencias, mis hijos están inquietos, desesperados, ansiosos, ávidos, por saber qué les voy a decir que ellos no conocen de mi vida pasada, antes de ellos nacer, cuando yo no tenía ni idea de conocer a su madre.

Me parece estar escuchando el cuchicheo de Ramón Antonio y Martha; de Jordi con Katy; el susurro entre Ho-Chi y Natascha, la desesperación de Yury y Claudia, Alex y Rosita, cada uno con su picardía por dentro, diciendo: “cuál es el show de papi; cuál es el misterio que se trae; que diga lo que tiene que decir; que se deje de estar jodiendo; “que no siga creando suspenso, misterio, intriga e incertidumbre, y que suelte lo que nos va a decir”.

Para mí es satisfacción cumplir lo prometido, por tanto he aquí algunos hechos que, estoy casi seguro, no son conocidos por mis hijos, y mucho menos por mis nietos y nietas:

a) El día 1 de octubre de 1953, mi madre fue detenida y condenada por un tribunal de Santiago a tres meses de prisión, por un infamante expediente de contenido político. (2)
b) El día 5 de enero de 1955, como todo dominicano nacido en el curso de la tiranía de Trujillo, me dirigí a la primera planta de un edificio de mampostería ubicado en la acera nordeste de la esquina formada por las calles San Luis y Pedro Francisco Bonó, lugar donde funcionaba la subdirección de cédula en Santiago, y allí se me expidió mi cédula de identidad con el número 52546, serie 31, con la indicación de que tenía una estatura de 5 pies y 4 pulgadas, con 125 libras de peso, y que sabía leer y escribir. (3)
c) El día jueves 7 del mes de abril del año 1955, me inscribieron en el Servicio Militar Obligatorio. (4)
d) El día 1 de mayo de 1955, fui detenido y mantenido preso por dos días en la Fortaleza San Luis de Santiago, bajo el alegato de que estaba denostando la persona y la política de Trujillo. (5)
e) El día 1 de julio del año 1955, fui detenido y mantenido en prisión por dos días en la Fortaleza San Luis de Santiago, bajo el alegato de que estaba apuntando con un fusil a un sargento instructor del Servicio Militar Obligatorio. (6)
f) El 16 de agosto de 1955, conocí la primera mujer que despertó en mi vida sentimientos amorosos, con la cual mantuve mi inicial enamoramiento que culminó en un noviazgo por espacio de cuatro años, pero que para mí fueron como cuarenta. (7)
g) El 16 de agosto de 1956, mi primera visita a la ciudad capital ocurrió por lo siguiente: Durante todo el curso de la tiranía trujillista, todo aquel que había hecho el Servicio Militar Obligatorio, en su condición de conscripto quedaba automáticamente obligado a dar respuesta positiva a todos los llamados que hicieran las Fuerzas Armadas, principal y casi exclusivamente, para desfiles en la ciudad capital. En ese orden, todos aquellos que habíamos cumplido con el Servicio Militar Obligatorio, fuimos convocados para asistir a un desfile militar en la ciudad capital en el año 1956. En razón de que ya había pasado el Servicio Militar en 1955, me citaron para ir por primera vez al Distrito Nacional. (8)
h) El 2 de marzo de 1957, conocí personalmente en el Ateneo Amantes de la Luz a Wenceslao Marcial Guillén Gómez, principal organizador y dirigente de la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI), luego conocido como el de Los Panfleteros de Santiago. (9)
i) En fecha 05 de mayo de 1958, al igual que todo ciudadano o ciudadana de la Era de Trujillo, era una obligación, llegada la mayoría de edad, proceder a inscribirse en el Partido Dominicano, así lo hice, cumpliendo con ese formalismo político de la época. (10)
j) El día 5 de enero de 1960, participé en la distribución de panfletos en Santiago contra la tiranía trujillista, en unión de otros compañeros. (11)
k) El día 8 de enero de 1960, conocí a mi finada compañera Carmen Teresa Rafaela Rodríguez R., mientras se encontraba en el Liceo Nocturno Salvador Cucurullo, en compañía de sus amigas Mercedes María Vega Goris y Graciela Sánchez Peralta.
l) El día 15 de mayo de 1960, mi participación en distribución de volantes conjuntamente con otros compañeros en Santiago, contra la presencia de Trujillo en esta ciudad. (12)
m) El día 2 de agosto de 1960, fui detenido por participar en un mitin en el Parque Colón de Santiago, ante convocatoria hecha por el Movimiento Popular Dominicano. (13)
n) El 8 de julio de 1961, fui detenido en el parque Duarte de Santiago, conjuntamente con otros compañeros, en actos de protesta contra los remanentes trujillistas, organizados por el doctor Gustavo Vincent. (14)
ñ) El 11 de septiembre de 1961, resulté elegido directivo de la Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios (ANES) en Santiago, conjuntamente con otros compañeros, entre ellos, Manuel A. Bueno Pérez, Virgilio Perdomo, Orlando Contreras, Manolín Medina, Danilo Franco, José Eli, Verónica Franco, Natalia Ferreiras, Coty Cordero e Hilda Contreras. (15)
o) El 10 de octubre de 1961, me inscribí como estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo. (16)
p) El 18 de octubre de 1961, detenido en Santiago por participar en acciones estudiantiles conjuntamente con estudiantes del Liceo Secundario Ulises Francisco Espaillat. (17)
q) El 12 Julio de 1962, participación como orador en mitin, en el parque Duarte, organizado por el Partido Socialista Popular, para recordar la salida de las tropas norteamericanas que invadieron el país en 1916. (18)
r)El 14 de julio de 1962, detenido en Santiago por la Policía Nacional, por participar en movilización estudiantil. A los dos días fui liberado por el doctor Rafael Valera Benítez, en esa época Fiscal de Jurisdicción Nacional. (19)
s) La primera vez que me fue expedido un pasaporte ocurrió en Santiago, el 4 de diciembre de 1962, con el número 1465. (20)
t) El día 5 de diciembre de 1962, en el consulado que funcionaba en Santiago, me fue otorgada mi primera visa norteamericana con el número 4872 en la clasificación B2. (21)
u) La primera vez que ocupé un avión fue el día 13 de diciembre de 1962, con motivo de un viaje que hice desde Santiago a Puerto Rico.(22)
v) El día 11 de octubre de 1963, fui detenido en Santiago por participar, en el Parque Colón, en un mitin protestando por el Golpe de Estado al profesor Bosch. (23)
w) El día 6 de abril de 1964, detenido en la ciudad capital, conjuntamente con otros estudiantes, por participar en movimiento huelguístico contra el Triunvirato. (24)
x) El día 6 de junio de 1965, detenido en Santiago y trasladado a La Victoria, por motivos políticos, donde permanecí conjuntamente con Freddy Beras Goico y el doctor Dato Pagán Perdomo, por espacio de dos meses. (25)
y)Primero de junio de 1966, fallece en Santiago mi abuela materna Otilia Veras. También murió doña Isabel Ortiz de Gómez, la madre de los hermanos de César, Sagrario, Nicolás y Tony Gómez Ortiz. (26)
z) El 25 de febrero de 1967, recibí el título de doctor en Derecho en la UASD.
Luego de hacerles la relación anterior de asuntos vinculados con mi persona en mi juventud, les advierto a mis hijos, nietos y nietas, que he guardado en la memoria algunos hechos que, por razones muy personales, coyunturales, para no lesionar a terceros, por ahora no los voy a revelar, pero sí les prometo que no me los llevaré para la tumba, y que en el momento que considere prudente los haré de su conocimiento. Para los míos, familiares, amigos y amigas aspiro a vivir y morir como un libro abierto.

FUENTES Y CITAS

1.- Libro De la Calle a los Estrados, capítulos I, II, III, IV y V, primera edición año 2008, de la autoría del doctor Ramón Antonio Veras desde la página 27 hasta la 42.
2.- La Información. 31 de marzo 2009.
3.- Archivo personal doctor Veras.
4.- La Información. 31 de marzo 2009.
5.- Idem. 31 de marzo 2009.
6.- Idem. 31 de marzo 2009.
7.- Archivo personal doctor Veras.
8.- Archivo personal del doctor Veras.
9.- Primera edición de Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo. Pág. No.99. Editado por la Comisión Permanente de Efemérides Patrias.
10.- Archivo personal del doctor Veras.
11.- Libro Los Panfleteros de Santiago: Torturas y Desaparición de la autoría del doctor Ramón Antonio Veras, pág. No. 44.
12.- El Caribe y La Información. 16 de mayo 1960 y 21 de julio 1962, respectivamente. La Información 11 de agosto 1960.
13.- El Caribe. 08 de julio de 1961.
14.- La Información. 11 de septiembre de 1961.
15.- Archivo personal del doctor Veras.
16.- La Información 18 y 19 de octubre de 1961.
17.- La Información. 16 de julio 1962.
18.- La Información. 16 de julio de 1962.
19.- El Caribe. 08 de mayo de 2010.
20.- Idem.
21.- Idem
22.- El Caribe. 12 de octubre de 1963.
23.- Archivo personal del doctor Veras.
24.- El Libro De la Calle a los Estrados por Justicia y Libertad de la autoría del doctor Ramón Antonio Veras. Edición Archivo General de la Nación. Pág. 47. Año 2008.
25.- Archivo personal del doctor Veras..

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A nivel secundario, en los tres bachilleratos, mi promedio fue de 98, 96 y 94, lo que me dio el derecho a pronunciar el discurso de clausura en cada graduación o investidura.

A nivel universitario, resulté laureado como doctor en derecho Magna Cum Laude, de la promoción de abogados 1967, conocida como la promoción de la libertad, por ser la primera investidura de la Facultad de Derecho en la UASD, después de la tiranía de Trujillo.

En otro orden, en mi época de estudiante comprendí mis debilidades en algunas materias las cuales jamás quiero volver a sentirme obligado a estudiar, tales como el álgebra, la geometría y la trigonometría. La matemática me causaba pánico; le tenía un miedo terrible; algo horrible se apoderaba de mí hasta concluidas las pruebas, creía que el día final nunca llegaría para salir de la aprensión. Todavía hoy, si me sueño que estoy examinándome de matemática, me despierto asustado.

Cuando me decidí, para no perder el tiempo, hacer el bachillerato en ciencias físicas y matemáticas, me vi obligado a recurrir como profesor privado a mi amigo César Gómez, quien juega con todo lo relacionado con los números.

Aunque no con la nulidad que he sido en matemática, algo parecido me ocurre con el idioma inglés, hasta el punto de que mi tío Manuel, ni con una fuerte correa en sus manos logró que lo aprendiera. Del idioma francés domino algo, por lo menos la lectura y la traducción de todo lo relacionado con la cultura jurídica.

En mi vida el problema ha sido y es el inglés, aún sabiendo lo necesario que es para el entendimiento mutuo a nivel mundial. Mi pesar de no aprender ese idioma me motivó a casi obligar a que mis hijos dominaran el inglés a la perfección.

En mis estudios nunca confronté problemas con la gramática, historia, filosofía, ciencias naturales, geografía y literatura.

Otra debilidad mía, además de la matemática y el inglés, es el dibujo. En la escuela primaria fui nulo, hasta el punto de que la materia dibujo siempre la pasé dibujando lo mismo: la bandera nacional dominicana.

Si para comer hubiera tenido que trazar, diseñar algo, de seguro que en mi vida habría sufrido mucha hambre. La que sí dibujaba muy bien era mi finada compañera Carmen; ojalá que sus nietos o nietas sigan su línea artística para que puedan llegar a ser grandes artistas, diseñadores, o proyectistas de gran imaginación.

Me gusta más hablar que escribir. Me siento bien exponiendo en público sobre temas políticos y sociales, siempre y cuando no me interrumpan; si alguien del público lo hace me molesto y me saca de concentración. Siento que me conecto fácil con las personas hacia quienes me dirijo.

Tengo por costumbre leer varias veces un escrito antes de remitirlo o hacerlo público, a los fines de corregir cualquier falta de ortografía. Por lo regular consulto varias veces el diccionario, llegando al extremo de si estoy confundido con la estructuración de un párrafo, llamo a Estados Unidos, a quien fue mi mejor profesor de lengua española, Juan José Estévez Espejo.

Al escribir trato de explicar lo que siento y pienso; procuro no cometer falta de ortografía. Me siento lastimado si remito un escrito con alguna falta, aunque a veces se escapan.

Como estudiante confié mucho en memorizar. Todavía hoy tengo una memoria fotográfica casi perfecta; es difícil que olvide algo que haya visto, retengo las cosas por largo tiempo.

He aquí algunas experiencias resultantes de mi memoria

El 14 de octubre de 1980, mientras mi finada compañera Carmen y yo, nos encontrábamos en Moscú, fuimos informados de que un joven dominicano, de nombre Luis Gómez, había sufrido un accidente en una pierna y se encontraba interno en un hospital moscovita. Le dije al intérprete nuestro que queríamos ir a visitar a ese compatriota lesionado. Comparecimos al centro médico, hablamos por espacio de media hora con Luis, y luego el intérprete, Carmen y yo nos retiramos.

Ahora, treinta y dos años después, el 20 de julio próximo pasado, mientras me encontraba en mi oficina se presentó un señor, me saludó, y me preguntó: “doctor Veras, usted sabe quién soy yo”. Al instante le respondí: usted es Luis Gómez, el joven que Carmen y yo visitamos en el hospital en Moscú. Luis se limitó a decir: “Caramba, doctor Veras, qué memoria, sí, yo soy Luis”.

El día 04 de agosto de 2009, hice la presentación en Santiago del libro: “Vivas en su Jardín”, de la autoría de Dedé Mirabal. Permanecí por espacio de una hora y cuarenta minutos comentando el contenido de la obra. La señora Mirabal, pensó que yo estaba leyendo lo que exponía. Luego se dio cuenta que hice el relato de memoria.

Más recientemente, mi amigo, el periodista Ramón de Luna, el día 29 de enero de 2012, requirió mi participación en los comentarios de su libro “Vivencias”. Durante casi dos horas comenté la obra, todo a pura memoria.

Retener hechos, citas de libros, pasajes históricos, nunca ha sido difícil para mí. La rememoración, la reminiscencia, la remembranza de algo que he tenido a la vista me es fácil de recordar.

El doctor Carlos Rafael Rodríguez Núñez, históricamente mi único compañero en la secundaria y en la universidad, cada vez que nos encontramos me saluda diciéndome: “Qué dice Negro Veras, el mago de la memoria”.

En otro sentido, si uno cualquiera de mis nietos o nietas me hace la pregunta de si soy inteligente, la respuesta se la tengo a flor de labios, en el sentido de que no soy inteligente, pero sí perseverante.

Si hubiera sido inteligente domino la matemática, hubiera tenido capacidad para entender y razonar las fórmulas relacionadas con el álgebra, la geometría o la trigonometría.

Lo que sí soy y he sido es perseverante, constante en la procuración del objetivo perseguido. Las metas que me he propuesto alcanzar las he logrado por mi perseverancia, mi persistencia. No creo en la indecisión, la inconstancia no forma parte de mi forma de proceder.

Quiero que mis nietos y nietas sean, en todas las actuaciones de su vida, perseverantes hasta alcanzar lo perseguido; se fijen la idea de que su abuelo, cada segundo, les dice al oído que deben ser tenaces, constantes en sus estudios, insistentes en sus fines, que nunca se apodere de ellos la inconsistencia ni las actitudes veleidosas.

IX.- Mis diversiones

Es casi seguro que, si no mis hijos, por lo menos mis nietas y nietos, luego de leer estas vivencias se hagan la pregunta de: ¿Es posible que papapa, abuelo Negro, como ser humano haya vivido solamente para comer, trabajar y dormir, sin disponer de algunos momentos para divertirse?

Para satisfacer la normal inquietud de aquellos a quienes dirijo este escrito, puedo decirles que en mi niñez la única diversión que tenía era disfrutar jugando béisbol los días domingo y a veces, en casos muy excepcionales, ir al cine a ver dos películas por diez centavos.

En mi juventud, mis momentos de esparcimiento fueron muy pocos, limitándose a jugar pelota, ir al estadio a presenciar un juego de pelota, o compartir con un amigo una partida de ajedrez.

La juventud de mi época se divertía mucho los domingos y días festivos, en pequeños bailes familiares que normalmente se organizaban en las casas de familias de los vecinos de más confianza.

Lamentablemente nunca aprendí a bailar, aunque debo de reconocer que muchas de mis novias hicieron ingentes esfuerzos para enseñarme, o por lo menos llevar el ritmo del merengue; en ese intento todas fallaron, perdieron el tiempo, incluyendo a mi finada compañera Carmen, que bailando era un trompo, y enseñó a sus hijos a bailar de todo.

En lo que tengo de vida, sólo una mujer ha dicho que bailo bueno, y fue la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova, y ocurrió en la siguiente circunstancia.

En los primeros años de la década del ochenta, en mi condición de miembro de la presidencia del Consejo Mundial de la Paz, mientras me encontraba en Moscú asistí a un encuentro con astronautas internacionales, entre ellos Valentina Tereshkova. Al acto, de mi parte, invité al músico dominicano Héctor Jiménez, quien se encontraba en Moscú en viaje de salud; en medio de un brindis, Héctor tomó un bandoneón y tocó un merengue, y yo de fresco saqué a bailar a la Tereshkova y ésta aceptó; al concluir la pieza ella le dijo a mi interprete: “el dominicano baila bueno”. Sé que ella lo manifestó para halagarme y, además, porque ella de seguro no sabía bailar merengue.

Mi oficio de abogado fue, en épocas pasadas, un aliciente y esparcimiento porque me permitió levantar mi familia dignamente, intervenir ante los tribunales asistiendo en su defensa a los perseguidos y presos políticos, y mediante escritos, charlas y conferencias contribuir a la orientación y edificación cívica de nuestro pueblo. Mi vida no ha sido aburrida, de tedio, cansancio, ni de monotonía; haciendo con gusto lo que me he comprometido y debo hacer, me siento estar en un entretenimiento.

En los primeros años de mi juventud, no obstante la tiranía imperante, muchos jóvenes de Santiago buscaban la forma de divertirse con la orquesta de Papín Feliú; el surgimiento del músico y compositor Primitivo Santos y el cantante Camboy Estévez, y la animación, a través de las emisoras radiales, de conjuntos musicales como Los Panchos, Los Compadres, la Orquesta San José y otras, completaban las actividades recreativas de la época.

Desde mi juventud hasta ahora, en lo que a diversión se refiere, no he cambiado mucho mi forma de esparcimiento porque nunca, a lo mejor por temperamento o formación familiar, no he sido dado a actividades de distracción que entrañen alboroto; no cuadran en mí el tumulto, el escándalo y la bulla sin sentido. Mi alegría la alcanzo con tranquilidad, sin el bullicio ni la algarabía. Confieso que mi vida se la he dedicado a estudiar, trabajar y al accionar político.

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Fueron muchas las veces que me vi en la obligación de ingerir una carne que al momento de retirarla de la nevera para llevarla a la cocina a los fines de prepararla, y luego servirla al mediodía a los pensionistas, había despedido tan mal olor que producía nausea, repulsión, pero había que: no comerla, o aceptarla con agrado y sin protesta.

En diferentes ocasiones, por mi estado de necesidad de alimentos, por el hambre que sentía, me vi en la obligación, con todo pesar, de sentarme en el lugar de la mesa que la déspota dueña de la pensión me había previamente señalado, y que yo no me podía cambiar, porque una vez uno llegaba y contrataba una pensión, la dueña le decía: “en lo adelante esta es su silla y el lugar donde ha de sentarse a comer; no puede cambiar de sitio sin mi autorización”. El autoritarismo se reflejaba en el rostro de la que impartía esa orden con precisión de arbitrariedad.

En las distintas casas que me sirvieron de alojamiento, siempre pagaba los servicios por adelantado, tal como era la norma en esa época. Las dueñas de las viviendas nunca tuvieron problemas con el dinero porque lo habían cobrado previamente.

La condición económica de los estudiantes del interior, que estudiábamos en la universidad hasta mediados del año 1962, determinaba su situación de calamidad o agraciado.

Aquel estudiante cuya familia tenía la posibilidad de enviarle una buena cantidad de dinero para sus gastos, estaba libre de problemas, tenía todo a pedir de boca.

Pero aquel que estaba limitado, como yo, por una beca de RD$40.00, que era la misma suma que pagaba por comida y alojamiento, no tenía otra alternativa que someterse a la tiranía de las dueñas de los centros de alojamientos privados.

El único dinero del cual disponía en todo el curso del mes, el de la beca que recibía de RD$40.00, era precisamente el monto total que debía de pagarle a la dueña de la pensión.

De vez en cuando, mamá y Carmen me enviaban desde Santiago, algunas latas de sopa, casabe, dulces y tortas a los fines de compensar la limitada porción de comida que servían en la pensión.

Con el fin de no utilizar el transporte público, y así ahorrarme diez o veinte centavos a la semana, una vez terminaba de comer, alrededor de la una de la tarde, me trasladaba, a pie, desde la calle Padre Billini esquina 19 de Marzo, hasta la universidad.

El día del mes que mejor comía, era cuando recibía el cheque de la beca; una vez procedía a cambiarlo, el efectivo lo depositaba en las manos de la señora de la pensión; ella, porque la ayudaba a cargar la funda de la compra de la semana, desde el almacén a la casa, me regalaba dos pesos, suma con la cual me dirigía al negocio La Freiduría, ubicado en la calle Palo Hincado casi esquina Avenida Mella, donde hacía un escogido de alimentos, y me daba así tremenda panzada, con solo pagar RD$1.00.

Ahora quiero compartir con mis hijos, nietos y nietas, algunas amargas experiencias vividas, tanto por Nicolás Gómez como por mí, en algunas de las pensiones que pernoctamos, en condición de estudiantes, en la ciudad capital.
La primera vez que Nicolás y yo llegamos al Distrito Nacional, dejamos guardadas nuestras “maletas”, dos pequeñas cajas de cartón, en el local de la Línea Altagracia, cerca del parque Independencia.

De inmediato, ambos salimos en busca de una pensión; nos encontramos con una persona que nos dijo que en la calle Arzobispo Nouel, en la tercera planta donde estaban los Helados Capri, había una; hacia allá nos dirigimos, tocamos el timbre, y abrieron la puerta dos señoras que, por su porte, nos dieron la impresión de que se trataba de dos personas que habían pertenecido a la clase media alta, pero que estaban viviendo una situación de bastante precariedad. No nos equivocamos, porque cuando le dijimos que estábamos interesados en una pensión, ellas nos contestaron que no tenían pensión, que esa era su casa de familia y que recibían algunos bordantes; les contestamos que, precisamente, eso era lo que estábamos buscando. Nos mandaron a entrar y a sentarnos, y nos dijeron que debíamos de entregarles, cada uno, por adelantado, la suma de RD$40.00 pesos, que era el precio por concepto del alojamiento y las tres comidas al día.

Les dijimos que no había problemas, les entregamos los montos reclamados, y acto seguido nos llevaron a una habitación de la casa; a mí me asignaron una cama, y la de Nicolás la mandaron a comprar, y cuando la trajeron se comprobó que tenía un tamaño más pequeña que el de éste.

El primer día, al mediodía, nos dijeron que podíamos pasar a la mesa; me llamó la atención la tanta comida que había, ya que tenía la información de que las pensiones se caracterizaban por la poca cantidad de alimentos que servían a los pensionistas. Yo como rápido, siempre he sido un comedor compulsivo; por el contrario, Nicolás lo hace muy despacio. Una vez Nicolás terminó de comer abandonó la mesa, mientras que yo permanecí en la misma.

Ya Nicolás estando en su habitación, escuchó que la señora del servicio le dijo a una de las dueñas: “Son dos perros, se comieron la comida de ellos y también la de los dos empleados públicos que faltan por llegar, y ahora el gordo –refiriéndose a mí- está sentado en la mesa pidiendo que le lleven concón con habichuelas”. La otra señora le respondió: “llévale todo el concón que está ahí, tal vez se muere de una jartura”.

Atendiendo al encargo que le encomendaron, la señora del servicio me llevó un buen plato de concón con habichuelas, el cual me comí, por no haber escuchado la conversación referida.

En otra ocasión, estando Nicolás y yo viviendo como pensionistas en la calle 19 de Marzo, al día siguiente de haber llegado observé que a un señor que se sentaba al lado de la mesa nuestra le sirvieron un plato con mucho más comida que la que nos habían puesto a Nicolás y a mí; de inmediato llamé a la señora encargada de servir y le dije que en lo adelante quería que mi plato tuviera la misma cantidad de comida que la del señor que se sentaba en la mesa del lado; la señora me contestó que esa inquietud mía se la expusiera a la dueña de la pensión; le dije que no tenía problema. La propietaria de la pensión vino a donde mí, enfurecida, y sin mediar palabras me dijo: “en este mismo momento usted se me va de la pensión, no lo quiero aquí, recoja su cajita y se me larga, ahora mismo le voy a devolver lo que le queda del mes; el otro –refiriéndose a Nicolás- se puede quedar”.

Ante semejante situación, no tuve otra alternativa que irme; me dirigí a la segunda planta de la calle El Conde No.22, a la pensión donde vivía mi amigo, el hoy doctor José Avelino Madera Fernández; le expuse lo que había ocurrido, y éste me dijo que regresara después de las once de la noche cuando ya la dueña de su pensión se había dormido, para así él dejarme pasar esa noche. Así lo hice, y al día siguiente ubiqué una pensión en la segunda planta de la calle Emilio Prud’ Homme No.17 donde Nicolás y yo volvimos a encontrarnos.

Al final del año 1964, Nicolás y yo nos trasladamos a la capital para permanecer allí durante una semana, porque solamente era para fines de presentar los exámenes; alquilamos una habitación de una casa ubicada en Gazcue, en la calle Crucero Danae. Como de costumbre, pagamos el costo de la semana por adelantado. La noche siguiente de estar en esta pensión, la única hija de la señora de la casa permaneció todo el tiempo escuchando un programa muy famoso de la época – Martes de Montecarlo-, con el volumen de la televisión altísimo, y ubicada al lado de la habitación donde Nicolás y yo estábamos estudiando. Llamé a la dueña de la casa y le dije que esa música tan alta no nos dejaba concentrar; la señora me respondió: “mañana mismo se me van de la casa, mi hija trabaja y no la voy a privar de la única diversión nocturna que tiene”. Al día siguiente, muy temprano, sin servirnos desayuno ni nada, la señora de la casa nos esperó en la sala, y dirigiéndose a mí, me dijo: “tengan los pesitos que les quedan, ustedes se creen que por una miseria de dinero voy aceptar sus condiciones, reciban este dinero y se van ahora mismo”.

En esa misma línea, el inolvidable día que Nicolás y yo nos examinamos de Responsabilidad Civil, la última materia ya para graduarnos, alrededor de las siete de la noche llegamos a la pensión donde residíamos, en la calle Mercedes; fuimos a la cocina y retiramos los dos platos que nos correspondían; luego nos dirigimos a la mesa, y cuando decidimos comenzar a ingerir los alimentos, tremenda sorpresa: el gas de la estufa se había escapado y lo que había en el plato era, algo así, como un tanque de gas. Nicolás decidió no cenar, pero yo me comí la cena tal como estaba, aunque pasé toda la noche repitiendo y eliminando gas propano desde el estómago.

VIII. Mi comportamiento en los estudios. Mis debilidades y dominios en algunas materias. Hablar o escribir. Confianza en memorizar. Inteligencia no, perseverancia

A los destinatarios de estas vivencias les he hablado de mis actividades como estudiante, pero no les he revelado las materias que no dominaba y aquellas que siempre liberé con suma facilidad.

En verdad, quiero que este capítulo sea asimilado, fundamentalmente, no tanto por mis hijos que ya son adultos, sino por mis nietas y nietos porque son ellos los que me han motivado, ahora, a relatarles algunas de mis experiencias como estudiante secundario y universitario.

En las aulas siempre fui respetuoso con mis maestros, prestando atención a las clases que impartían; cumpliendo con las tareas asignadas, manteniendo relaciones fraternas con mis compañeros de estudios, lo que al final me hacía merecedor de las mejores calificaciones.

Mi sentido de responsabilidad como estudiante, preocupación por los estudios y deseo de superación, siempre lo puse de manifiesto. Así, por ejemplo, la dirección de la Academia Santiago, decidió que el estudiante de preparatorio que alcanzara la mayor puntuación en todas las materias, estaba liberado del pago de los estudios comerciales de mecanografía, taquigrafía y contabilidad. Logré un promedio de 98 puntos para ser la más alta calificación, seguido por el hoy empresario Manuel González García, y luego por el oficial de la banda de música militar, Eldon Marcos de Jesús Collins.

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V.- Trabajando y ahorrando para ir a la universidad. Mi partida hacia la capital a estudiar. Al concluir el primer año se agotaron mis ahorros. Una beca y mi triple compromiso. Actividades estudiantiles y políticas

En su oportunidad, visité al licenciado Jorge Gobaira, a la sazón síndico de Santiago, a quien había conocido en actividades políticas; le solicité un trabajo en el ayuntamiento; él atendió mi petición nombrándome en una plaza bacheando las calles del ensanche Bolívar.

Con el dinero que obtuve trabajando en el Ayuntamiento, ahorré alrededor de RD$300.00 pesos, a los fines de trasladarme a la ciudad capital e iniciar mis estudios universitarios.

A mediados del mes de septiembre de 1961, el doctor Rafael Nicolás Gómez Ortiz y yo, acordamos matricularnos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo. Nicolás sugirió que para irnos a la capital lo hiciéramos en un vehículo de la Línea Altagracia, en ese momento regenteada por su padre Sergio Gómez, para que nos resultara más económico. No lo pensé dos veces, así lo hicimos.

Con mi presencia en la universidad asumía un compromiso personal y político, porque además del deber que había contraído conmigo mismo como estudiante, también debía de cumplir con mi responsabilidad política como miembro, que ya era, del Partido Socialista Popular.

Luego de haberme examinado y concluido el primer curso como estudiante universitario, se me agotó el dinero que había ahorrado para cubrir mis gastos en la capital, lo que me obligó a gestionar una beca antes las autoridades universitarias, a las cuales les expuse la imposibilidad de continuar estudiando por mi precariedad económica, a la vez que les presenté la calificación de sobresaliente obtenida en todas las materias.

La comisión de becas de la universidad valoró mi solicitud, y me otorgó una beca de cuarenta pesos mensuales, la cual mantuve hasta concluir mis estudios universitarios.

Al obtener la beca sentí que al compromiso que había hecho conmigo mismo, y a la responsabilidad política partidaria debía de sumarle otra exigencia que debía de honrar: cumplir con el pueblo por los gastos en que estaba incurriendo con el pago de mis estudios.

Mientras permanecí en la ciudad capital en mi condición de estudiante universitario, me comporté como un ser humano debidamente programado. Desde que me levantaba de la cama ya sabía lo que tenía que hacer en todo el curso del día, para cumplir fielmente con mis obligaciones de estudiante, militante partidario y activista del grupo Fragua.

Recuerdo que, por ejemplo, los días sábados, algunos compañeros de estudios que residían cerca de la pensión donde yo vivía, los fines de semana al momento de dirigirse a sus andanzas nocturnas, me voceaban: “Negro Veras, no estudies tanto, a nuestro regreso te traeremos algo de comer”. Cuando volvían, ya amaneciendo, me vociferaban: “Negro Veras, párate en la ventana para que recibas esta funda”.

El tiempo que mis compañeros de estudios permanecían en centros de diversión, yo lo aprovechaba dándole el segundo repaso a algunas materias que a lo mejor ellos no habían estudiado ni por la mitad.

Aprendí a sacarles el mayor provecho a todas las horas, del día, las noches y las madrugadas. Me sentía comprometido y convencido de que no podía buscar justificación, levantar excusas ni recurrir a la exculpación. Razonaba diciendo que mis otros compañeros de estudios, al no tener los compromisos que yo había asumido, tenían plena libertad de disponer de su tiempo libre para ir al cine, al estadio o compartir con sus novias, pero yo no. Mi deber era avanzar, ganarle espacio al tiempo, nada de detenerme ni de retroceder.

Durante mi estancia en la universidad, hice labor política estudiantil conjuntamente con Asdrúbal Domínguez, Diómedes Mercedes, Narciso Isa Conde, Moisés Blanco Genao, José Israel Cuello, Nicolás Gómez, Julio Aníbal Suárez, Carlos Dore, Pedro Conde, Emma Tavares Justo y otros compañeros y compañeras. Además, fui colaborador de una columna sindical del periódico Fragua, y desempeñé cargos en diferentes órganos del cogobierno universitario, en la Federación de Estudiantes Dominicanos y en la Asamblea de la Facultad de Derecho.

En el plano político, en la ciudad capital mantenía relaciones de partido con los principales miembros del Comité Central de mi organización, el Partido Socialista Popular –PSP-, entre ellos los hermanos Félix y Juan Ducoudray, José Espaillat, Tulio Arvelo, Niño Ramírez, Quírico Valdez, Justino José del Orbe, Luis Gómez Pérez, Mario Sánchez Córdova, Alfredo Conde y otros.

Aunque estaba matriculado en la universidad en la ciudad capital, continuamente visitaba la ciudad de Santiago y me vinculaba con distintas acciones realizadas por la Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios (ANES), de la cual todavía era directivo. (1).

VI.- Conclusión de mis estudios en la universidad

Mi llegada a Santiago a ejercer la profesión de abogado. Emigración de mi familia a los Estados Unidos

En razón de que todo lo que comienza termina, y de que una vez me matriculé en la universidad en la facultad de Derecho mi objetivo era concluir mis estudios, al fin llegó el momento esperado, finalicé el compromiso que me había propuesto de llegar hasta la obtención del título de Doctor en Derecho, lo que se materializó el día 25 de febrero de 1967, cuando lo recibí de manos del rector, en ese momento, el doctor Julio César Castaños Espaillat.

Al recordar el día de mi investidura como Doctor en Derecho, no olvido la nostalgia que me produjo, aún dentro de mi alegría, no tener a mi lado a Carmen, quien hasta ese momento había sido mi compañera de estudios, amiga, enamorada, novia y camarada. Para mi tranquilidad, ella comprendió y aceptó la razón de su ausencia en ese momento de significación en mi vida. Con la consumación de mis estudios universitarios llenaba todo un ciclo de mi vida que había tenido su origen en la escuelita en la que mi madre me inscribió cuando tenía unos cinco años de edad, a los fines de alfabetización teniendo como maestra a Rosa Lina Tolentino –Doña Lina.

No sabía si la terminación de mi vida universitaria debía verla como el resultado de un acto de audacia, resolución, valentía, intrepidez u osadía. Lo que sí sabía era que había cumplido conmigo mismo, con el pueblo dominicano que pagó mis estudios, sin haber sido indiferente al proceso político y social que vivía el país; además en ningún momento la indecisión, la vacilación, la duda y la inseguridad incidieron en mí.

A los pocos días de hacer la investidura en la UASD, el decano de la facultad de derecho, doctor Antonio Ballester Hernández, me llamó para que pasara por su despacho. El objetivo de la invitación fue comunicarme que por mis calificaciones y buena conducta me había hecho merecedor de una beca otorgada por la universidad, para que estudiara en Francia la especialidad que yo quisiera, y a mi regreso trabajar como profesor de la universidad. No lo pensé dos veces, le di las gracias, y le expliqué que mi decisión era trasladarme a Santiago a ejercer la profesión.

Teniendo en mis manos el exequátur que me autorizaba ejercer la profesión de abogado, y debidamente juramentado, mi tío Manuel habló con su sobrino Lilo Veras, para que me aceptara a ejercer en su bufete. Don Lilo, de inmediato dio su asentimiento y con él permanecí hasta que luego me integré a formar parte del bufete doctor Orlando Cruz Franco, dirigido por el doctor Salvador Jorge Blanco.

Le tengo agradecimiento eterno a Don Lilo por la amabilidad, la delicadeza y las enseñanzas que me dio.

Debo hacer la aclaración que cuando terminé mis estudios ya una gran parte de mi familia se había marchado, en condición de inmigrantes, a residir a New York, y finalmente, de la familia original y directa mía, sólo quedé yo viviendo en el país, como hasta ahora.

VII.- Vivencias en las pensiones en la capital

En la vida de cada persona se dan episodios que se fijan en su conciencia y se mantienen para siempre; se convierten en sellos eternos que no se borran, subsisten hasta que el portador deja de formar parte del mundo de los vivos.
Particularmente yo, en los últimos años de mi existencia he tratado, y creo que lo he logrado, deshacerme de cuantos hechos puedan constituir molestias a mi tranquilidad espiritual, aquellos que, sin uno quererlo, se convierten en espinitas, ultrajes e ignominias; agravios para el placentero vivir que merece quien lo único que ha hecho, en el medio social en que ha vivido, es ensalzar y cultivar las virtudes que adornan al ser humano.

Porque no hace bien arrastrar pesares, he vivido con mi conciencia tranquila, serena, en procura de solamente transmitir a los demás aquellas actitudes que reflejan quietud, calma y sincero deseo de serenar a los que, por su mal proceder, viven permanentemente afligidos.

Si no fuera por mis convicciones ideológicas, a lo mejor hoy no hubiera podido, ya en mi tercera edad, transmitirles a mis hijos, nietas y nietos, la satisfacción de haber vivido, la alegría de querer al ser humano, el optimismo de que vivo armado, la fe y la certidumbre que hace posible que no arrastre ni asomo de pesares, y mucho menos pesimismo y desesperanza.

Mi vida en la ciudad capital, en condición de estudiante universitario, la recuerdo con sentido dialéctico, para sacar de ella la parte positiva, algo así como convertir la derrota en victoria, la frustración en coronación, el fracaso en conquista plena.

Al momento de partir desde mi Santiago querido hacia la ciudad capital, para dedicarme a mis estudios universitarios, tenía en mi casa tres comidas seguras al día, en abundancia y servida en la mesa con el cariño y la alegría de mi mamá; pero una vez llegué a vivir a la capital como pensionista, la situación fue totalmente diferente; había que comerse lo que la dueña de la pensión colocara sobre la mesa, a la hora que lo decidiera y de inmediato regresar calladito a la habitación asignada. Ese era el reglamento de la generalidad de las dueñas de los lugares que aceptaban a los bordantes, alojados, arrimados, o como quisiera calificarlo la arrogante presumida de ricachona, con una soberbia que espantaba a cualquier ser humano decente y civilizado.

FUENTES Y CITAS

1.- Libro de la Calle los Estrados capítulos I, II, III, IV y V, primera edición año 2008, de la autoría del doctor Ramón Antonio Veras desde la página 27 hasta la 42.

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Si no fuera porque estoy plenamente convencido de que la sociedad dominicana actual está deteriorada, y que todavía no ha tocado fondo, se podría pensar que al revelarles a mis descendientes y a los suyos, lo que ha sido parte del accionar de mi vida, no estoy haciendo otra cosa más que perder el tiempo. Pero no lo creo así, por lo siguiente.

Aunque algunas personas tienen la falsa creencia de que la situación actual va a continuar así, donde “to e to y na e na”, y que lo importante es tener dinero sin importar su origen lícito o ilícito, la verdad es que este ordenamiento social tiene y va a cambiar para bien, y en ese momento se le requerirá a cada quien, a los vivos y a los continuadores sanguíneos de los muertos, cuál fue su comportamiento en el seno de la sociedad que les tocó vivir. En razón de que los muertos no hablan, ahora en vida he querido darles a conocer a mis hijos, nietas y nietos, algunas de mis actuaciones en el medio social que me ha correspondido desarrollar mis actividades.

Habiendo explicado ya lo que fue mi niñez, ahora aprovecho la ocasión para continuar mis vivencias en la juventud, hasta mi investidura como doctor en derecho en el año 1967.

I.- La mudanza de la familia a la 27 de Febrero y sus efectos
En la vida de los seres humanos todo hecho relacionado con una persona tiene una explicación. Así, por ejemplo, el traslado de nuestra familia desde la vivienda propiedad del Ferrocarril Dominicano, a la de la 27 de Febrero No. 129, vino acompañado de la ruptura de la relación marital que habían sostenido mis padres biológicos durante más o menos veinte años.

En lo adelante, con la mudanza a la 27 de Febrero 129, el control y dirección familiar estuvo a cargo de mamá y su hermano Manuel; la permanencia del núcleo familiar en la citada calle 27 de Febrero fue muy breve, ya que al poco tiempo nos trasladamos a la casa No. 86 de la calle General Valverde, propiedad del señor Narciso Román, y administrada por el Lic. Constantino Benoit, pagando, al principio RD$12.00 pesos mensuales por concepto de alquiler, y finalmente RD$15.00, hasta que pasamos a ocupar, primero como inquilinos y después como propietarios, la casa No. 157 de la calle Salvador Cucurullo, del mismo dueño que la primera, y administrada también por el Lic. Benoit. Ambas viviendas estaban ubicadas en los predios de la Plaza Valerio.

Debo destacar que la mudanza de la familia desde la 27 de Febrero a la General Valverde, no solamente fue un cambio de domicilio, sino que con el tiempo constituyó, en lo que a mi respecta, una transformación en mi vida material y espiritual.

II.- La familia en el perímetro de la Plaza Valerio. Cambio en la vida económica por la incidencia de mi tío Manuel y mamá. Mi empleo como cobrador en la familia

En ese nuevo contorno de la Plaza Valerio, llegué a la edad de 16 años, cuando todavía estaba en el curso preparatorio de la Academia Santiago, y laboraba como mensajero de una farmacia.

La vida material, mía y de mi familia, cambió para bien al llegar a los alrededores de la Plaza Valerio, en razón de que mi tío Manuel ya no era el zapatero de antes, en vista de que por gestiones de un sobrino suyo, el Lic. Francisco Porfirio Veras – Don Lilo – , consiguió un empleo en la fiscalía de Santiago.

En esas nuevas funciones, y en otras de mayor relevancia que ocupó posteriormente, mi tío Manuel, por su seriedad se ganó el respeto y la consideración de todos aquellos con los cuales trabajó en el sector de la justicia, entre ellos Bibín Santaella, Nicomedes de León, Mayito Rodríguez, Puro Miguel García, Darío Balcácer, Héctor Pérez Reyes, Ramón Jorge Rivas, Anaiboní Guerrero Báez, así como de distinguidos profesionales del derecho, de la época, que ejercían en Santiago.

La buena imagen de hombre de bien de mi tío, se extendió a amplios sectores de la comunidad de Santiago, incluyendo el de empresarios y miembros del alto comercio santiaguero.

Las relaciones de mi tío Manuel, sirvieron también para abrirle un espacio a mi mamá, el cual ella, con toda y su limitación escolar, aprovechó para establecer lazos comerciales, y así tener la posibilidad de iniciar negocios en la venta de ropas de vestir, bajo las modalidades de cooperativas y a consignación.

Mi madre adquiría mercancías de todo tipo en casas comerciales de Santiago, tales como La Opera, La Favorita de Plavime, La Vienesa, Los Muchachos, La Florida, La Villa de Madrid, y otras.

En sus relaciones de comercio con las tiendas antes indicadas, mamá estableció amistad con empleados y dueños, muchos de ellos ya fallecidos, y otros que todavía viven, como Luis Galán, Fernando Rey, Antonio y Luis María Robledo, Claudito Suárez, Emilio Álvarez, Tomas Hernández, Luis Díaz, Rafaelito Sagredo, Marcial Bueno, Otto y Yamil Vitar.

De aquellos clientes de mamá, recuerdo a Freddy Soto, Chengue Nicolás, Aristóteles Volmar, Benjamín Hernández, Doña Dulce Saleta Cordero, Fellito Bonilla, Lilín Díaz, Altagracita Pichardo, Marcelo Bermúdez, Eusebio Villamán, Emna Almonte, Camalier Pichardo, y otros más.

Las mercancías que mamá vendía no solamente las adquiría en Santiago, sino que mi tío Manuel, en sus vacaciones, se trasladaba a Curazao y Aruba, para adquirir prendas para el negocio, y quien también me facilitó la obtención de una visa norteamericana para viajar a Puerto Rico y adquirir mercancías a mejores precios que los que tenían las que mamá compraba en el país.

Los negocios que hacía mamá estaban sostenidos por una especie de triángulo: mí tío Manuel, a cargo de las relaciones públicas, mamá la distribución, y yo el cobro.

El cambio que experimentó mi familia una vez nos establecimos en el sector de la Plaza Valerio, me impuso un giro en todo el accionar de mi vida. Para ocuparme de las labores de cobros dejé de trabajar como mensajero en la farmacia para la cual laboraba.

En mi actividad de cobrador al servicio de mamá, de lunes a sábado, desde las nueve de la mañana hasta las doce del mediodía, y desde las dos hasta las cinco de la tarde, tomaba una bicicleta primero, y luego una motoneta, para dirigirme a distintas fábricas, centros comerciales y casas de familias, a los fines de cobrar las acreencias por las mercancías que ya mamá había vendido.

Los días más difíciles para mí eran los sábados porque tenía que estar presente en lugares diferentes, más o menos a una misma hora, incluyendo ya entrada la noche, lo que incluía barrios como Pueblo Nuevo, Bella Vista, La Joya, Baracoa y Ensanche Bolívar.

III. Conclusión de mis estudios comerciales y secundarios. Imposibilidad de inscribirme en la universidad. Recursos económicos limitados en la familia. Factores ligados a mi trabajo de cobrador.

Mis labores como cobrador al servicio de mamá, las mantuve aun habiendo concluido los estudios comerciales en la Academia Santiago, y obtenido el título de bachiller en Ciencias Físicas y Naturales.

En vista de que por razones económicas no pude irme a la ciudad capital a iniciar mis estudios universitarios, como era mi deseo, permanecí estudiando en el liceo secundario nocturno e hice dos nuevos bachilleratos, en ciencias sociales y matemáticas.

El dinero que entraba a mi casa por concepto del sueldo de mi tío Manuel, y las ganancias obtenidas por mamá en el negocio, servían para cubrir los gastos normales de la familia, pero no para sufragar los míos como estudiante universitario en la ciudad capital, porque el número de personas que componía el núcleo familiar había aumentado de siete (7) que éramos en la 27 de Febrero, a trece (13) luego de mudarnos a las cercanías de la Plaza Valerio.
Mi trabajo de cobrador, me obligaba a levantarme temprano y acostarme tarde. Los vecinos de esa época, de las calles que circundan la Plaza Valerio, son testigos de las tantas y tantas madrugadas que me veían a mí, y a otros estudiantes amigos, en las glorietas o en los bancos, muchas veces casi dormido con los libros en las manos. En determinados momentos, para mitigar el hambre, me dirigía a la Barra Cidra, para adquirir un pan con carne molida, o al Restaurante Tropical para comprar un bizcocho, a los fines de continuar estudiando. En sí el único día libre que tenía era el domingo.

La posibilidad de movilizarme por diferentes lugares de Santiago en mi condición de cobrador para mamá me permitió, además de ejecutar mi trabajo, accionar con los grupos de jóvenes de la resistencia antitrujillista en los distintos barrios de Santiago, aunque no en forma organizada.

IV.- Las dificultades para un estudiante de provincia hacer una carrera universitaria hasta 1962. Mi situación personal

Por el hecho de tener a su disposición y alcance toda una serie de facilidades proporcionadas por el Estado o la familia, algunos jóvenes de hoy no tienen la menor idea de las dificultades que los profesionales de ayer, residentes en el interior del país, se vieron obligados a vencer para alcanzar un título a nivel universitario.

La proliferación de centros universitarios privados en la ciudad capital, con sus extensiones en las principales ciudades, al igual que la universidad estatal, ha hecho posible a amplios sectores económicos y sociales de la juventud dominicana de hoy obtener, sin mayores sacrificios, un título universitario con solo movilizarse a pocos metros o kilómetros de su domicilio.

Pero ayer, podemos decir que hasta finales del año 1962, en el país sólo existía la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con su único centro en la cuidad capital. Por tanto, todo aquel que aspiraba hacerse profesional estaba en la obligación, si residía en el interior, de trasladarse al Distrito Nacional.

En lo que a mí respecta, la situación se me presentó algo difícil para matricularme en la USD, porque tenía de por medio, primero la inestabilidad económica y, segundo, el aspecto emocional.

En el orden económico, porque disponía de una suma única para cubrir la totalidad de mis gastos sólo por un año en la ciudad capital, y en lo emocional porque sería la primera vez que me separaba de mi familia. Pero no tenía otra alternativa que trasladarme desde Santiago al Distrito Nacional a iniciar mis estudios universitarios.

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XV.- Algunas reflexiones

Después de hacer las precisiones anteriores con relación a lo que fue una parte de mi vida material y espiritual durante mi niñez, ahora para mis hijos, nietos y nietas, hago algunas reflexiones, no sin antes destacar que los únicos que tienen calidad de testigos para opinar de lo que fue mi vida en la infancia son aquellos que me conocieron por los barrios de Los Rieles y El Condenao:
1.- Habiendo llegado casi a los setenta y cuatro años de edad, tengo la posibilidad de recrear el trajinar de lo que ha sido parte de mi vida; reflexionar sobre lo que fue mi niñez; meditar sobre la entrega de mi juventud a los estudios, al trabajo y al accionar político.

2.- El gesto de mamá disponer que se cerrara la puerta de la casa cuando no teníamos nada para comer, era una expresión de dignidad y transmitía a sus hijos un mensaje de reciedumbre moral, vitalidad de principios, y ánimo para que en la adultez no cedieran por debilidades. Esa es la razón por la cual los hijos de Ydalia nos formamos para resistir tentaciones de toda índole; estamos preñados de defectos, pero dentro de ellos no está el servilismo, el comportamiento sumiso, la vileza, y mucho menos la actitud de abyección ante nadie; mi vieja fue una mujer de hierro que, con una educación rudimentaria, se preocupó para que sus hijos e hijas fueran hombres y mujeres que se ganaran el respeto y la consideración por sus propios méritos, sin caer nunca en la adulonería, la indignidad, ni la bufonada.

3.- A mis hijos, nietas y nietos, les digo que no me quejo de la vida, porque ella me ha dado más de lo que le he pedido, y partiendo desde mi nacimiento hasta hoy, con sus altas y sus bajas, llegar con vida a mi edad es un privilegio, más si lanzo una mirada retrospectiva y compruebo cuántos de mis seres queridos ya han desaparecido.

4.- Debo reconocer que he llevado una vida de altibajos, de casualidades, de vicisitudes y alternativas; que no siempre he disfrutado de tranquilidad espiritual, porque así como he vivido en casas con techos de yaguas y pisos de tierra, también he pernoctado en grandes palacios de Europa; que así como sé lo que es comer a veces, también he disfrutado de los platos más exquisitos en los cinco continentes, que si me he vestido con ropa ya usada, también he tenido la dicha de cubrir mi cuerpo con piezas de las más finas y de la última moda, en fin, como me dijo mi hermana Susi Pola de Veras, cuando cumplí mis sesenta años de edad: “…tengo el convencimiento de que, Ud. ha sido un añoñado de la Vida …” (10)

5.- Con todo y el columpiar de mi vida, al pasar balance como ser humano me siento venturoso por los largos años que he vivido; feliz por tener mis hijos, nietas y nietos, con vida; agraciado por haber conocido a Carmen; afortunado por contar con leales amigas y amigos; jubiloso de haber visto y vivido lo que es el socialismo real.

6.- Admito que no me siento realizado; de lo que me queda de vida tengo tareas por cumplir, logros por alcanzar, objetivos por materializar y deberes por consumar. Aspiro a disfrutar de salud para tener la posibilidad de llegar a ejecutar cuantas obras sirvan como un pequeño aporte a la felicidad de mi país y de toda la humanidad.

8.- Debo de confesarles a mis hijos y sus descendientes, que hoy, en mi tercera edad, quisiera tener íntegramente aunque fuera la mitad de la salud que tenía en los primeros años de mi vida. Pero, por feliz casualidad, mis hijos, nietas y nietos gozan, en su gran mayoría, de excelentes condiciones físicas. Con la vitalidad, lozanía y robustez de mis vástagos, sus hijas e hijos, me fortalezco espiritualmente y eso me hace sentir menos pesados los achaques propios de mi actual existencia.

7.- A mis hijos, en su condición de padres, me permito decirles que, a lo mejor, no se han dado cuenta que por el hecho de la sociedad dominicana de hoy estar regida por la moral del hampa, en la cual sobresalen los bribones, pícaros, sinvergüenzas, taimados, mezquinos y maleantes de todos los calibres, ha llegado a una situación en la cual no se valora a la mujer o al hombre virtuoso, decente y honrado, sino que procurando y logrando que no se distinga entre el antisocial y el ser humano de bien, ha tomado su imperio la confusión, el desorden, la anarquía y la mezcolanza, y finalmente todos somos medidos por la vara de los iguales, y como entre iguales no hay distinción, resulta igual el que ha llevado una vida de honradez, que aquel que se ha movido en el bajo mundo, procediendo como un modelo de delincuente, y destacado maleante.

8.- Quiero que mis hijos, nietos y nietas sepan que una de las cosas por las cuales me lamento de vivir en la sociedad dominicana de hoy, es porque la mentira se ha convertido en algo tan común que se utiliza en el trato, en la intimidad, en la comunicación y familiaridad, con el mayor descaro. Si mi madre viviera hoy le diría que no sabe lo que he tenido que sufrir por asimilar aquella sentencia que me dictó de rechazo total a la mentira, porque me ha tocado vivir en una sociedad de mentirosos, falsos e hipócritas. No me canso de repetir en el seno de mi familia y círculo de amigas y amigos, que el mentiroso es una combinación de sinvergüenza, insolente, atrevido y desfachatado. El mentiroso hace pasar a su víctima por una especie de horcas caudinas.

9.- Un gran deseo mío es que mis nietas y nietos, en todo el curso de su vida, con o sin militancia política, en cualquier escenario que se encuentren, luchen seriamente por la liberación de la especie humana de las cadenas de la opresión, y no acepten nunca como normales e insuperables la injusticia y la miseria.

10.- Mis hijos, ya todos adultos, tienen su criterio formado con relación al dinero. A mis nietos y nietas les digo que vean el dinero como una mercancía más, que no se aferren a nada material; que tengan fijo criterio del ahorro, que no gasten el dinero sin sentido; que no sean egoístas, que compartan su dinero con la familia, amigas, amigos, y con todos aquellos que lo necesiten y se hagan merecedores del sentido de la solidaridad, y, por último, que nunca, nunca acepten dinero a no ser que sea el fruto de su trabajo lícito y digno.

11.- En mi conciencia y corazón no hay espacio de diferencia para querer a los que fueron mis amigos y amigas en la niñez y adultez. Todos forman parte de mi vida.

12.- Hoy, al igual que ayer, creo que mamá no tenía razón valedera para comportarse como lo hizo con relación a Carmen, por mi matrimonio con ésta. l

FUENTES DE CITAS
(10) El Nacional. 26 de diciembre de 1998.

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Hace dos o tres meses, como de costumbre, llegó a visitarme a mi casa una de mis nietas queridas, de unos seis años de edad; le pregunté quién la había traído desde su casa a la mía; en un principio ella no supo qué responderme, la noté perturbada; pensé que se estaba ideando una mentira, y en tono enérgico le reiteré la pregunta. Finalmente, otra hermana de ella, que la acompañaba, me explicó que quien las había trasladado a mi casa era su tío Ho-Chi, porque Yury, su padre, no se encontraba en la casa.

e) Hasta en los momentos más dolorosos de mi vida, como fue la tentativa de asesinato contra mi hijo Jordi, he sido un adversario de la mentira y fiel aliado de la verdad, hasta el punto de que cuando todavía no habían sido descubiertos los responsables de la acción criminal contra Jordi, ante declaraciones vertidas en la prensa nacional por el jefe de la Policía de la época, en el sentido de que: “las investigaciones están a punto de concluir, para ser presentadas al país”, yo salí al frente y declaré: Espero que esas investigaciones se hayan efectuado con el profesionalismo y la meticulosidad necesarios como para que el caso quede totalmente esclarecido, sus responsables plena y seriamente identificados y el expediente pueda sostenerse ante la justicia. (7).

La mentira se ha convertido para mí en algo tan despreciable que lucho contra ella. Algunas personas, estrechamente relacionadas conmigo, me han hablado mentira y he buscado la forma de sacar de mi mente la mentira, olvidar el hecho mentiroso, pero no, de ninguna manera he podido borrar la mentira.
Si a una persona le tengo confianza ciento por ciento, basta con que me hable una mínima mentira para bajarle la valoración a cero. Al mentiroso lo tengo siempre bajo observación porque no le creo la verdad ni la mentira, porque no sé cuando habla verdad o miente.

En mi círculo familiar, de amigas y amigos, el que miente contamina la confianza que se le tiene y deja de ser confiable en lo absoluto.

Escuchar la palabra del mentiroso, me produce en todo mi cuerpo un cosquilleo, un hormiguear que no me deja en paz; la mentira resulta en mi cabeza una especie de martillar permanente; me creo un ser humano que continuamente es azotado por el mentiroso.

He tenido la suerte de que mis mejores amigos todos rechazan la mentira, la consideran como una burla a la buena fe, a la confianza y a la inteligencia. Con razón ellos consideran, al igual que yo, que el mentiroso, el embustero, el engañoso es un farsante que solamente merece desprecio.
XI.- Enseñanza disciplinaria.

La puntualidad

A mis hijos siempre les digo, y no me canso de reiterarles, que si aspiran a que mañana sus descendientes lleguen a ser hombres y mujeres de bien, deben comenzar a formarlos desde ahora que están en la etapa de la niñez, porque luego en la adultez sería tarde.

Para aconsejar a mis vástagos de por qué deben iniciar la orientación de sus hijos en la niñez, tomo como punto de referencia mi forma de actuar hoy, y la influencia que ha ejercido en mis actitudes las enseñanzas hogareñas que me dio mamá.

La limitación escolar suya, mamá la suplía con el sentido común llevado a la práctica, buscándole la salida juiciosa a las dificultades que debía enfrentar en el diario batallar.

Ahora, después que han transcurrido muchos años de mi vida, es que he llegado a comprender que la ligazón con mamá en mi niñez, y la autoridad que ejerció sobre mí, han sido guía de mi vida, y que quiso formarme, con toda y su rudimentaria preparación escolar, a su imagen y semejanza, lo que compruebo por la forma de cómo mamá me dictó pautas de disciplina.

Algunas veces mamá estaba haciendo algo en la casa, y por lo regular me llamaba para que viera cómo ella lo hacía, y en ocasiones quiso que yo repitiera nuevamente lo que ya ella había concluido.

Para mamá acostumbrarme a la puntualidad me decía, por ejemplo: “Negro, anda vez donde doña Generosa, la del ventorrillo, y dile, calladito, que me fíe tres libras de batata y una libra de zurrapa de chicharrones, que ella y yo nos arreglamos el domingo, después de la lotería, pero quiero que tú regreses en tres minutos, y para saber si cumpliste voy a escupir aquí en el suelo; si se seca la saliva antes de tú llegar, no has cumplido con los tres minutos”.

No bien mamá había terminado de hablar, cuando de inmediato salía corriendo a ejecutar el encargo, hacerle el mandado a mamá. Una vez regresaba, ella me decía: “Carajo, Negro, volaste, llegaste a tiempo, fuiste como un bólido, no se secó la saliva”. Esta era la forma de mamá, dentro de su concepción, educarme en la puntualidad, en busca de disciplinarme para la vida.

He llegado al convencimiento de que mi vieja tenía en su cabeza una especie de rígido código de procedimiento educativo, y las vivencias que voy a narrar así lo demuestran.

El día domingo 04 de agosto de 1946, ocurrió en el país un terremoto que se sintió fuerte por todas partes, particularmente en Santiago.

Al día siguiente, lunes, como de costumbre, mamá me mandó a llevarle el desayuno a su hermano, Manuel, que en esa época trabajaba como zapatero en una fábrica de calzados, de nombre La Defensa, ubicada en la calle Beller de Santiago, frente donde ahora está La Alianza Cibaeña; ella me advirtió que una vez entregara la cantina con el desayuno, regresara de inmediato a la casa, porque había temor de que repitiera un nuevo temblor de tierra.

Una vez puse en manos de mi tío la cantina con el desayuno, vi que por la Beller estaba subiendo hacia El Castillo, lugar donde ahora está el Monumento a los Héroes de la Restauración, una gran cantidad de personas; me integré al conglomerado, y finalmente llegué al sitio donde, luego supe, se celebraría una misa.

Terminada de efectuarse la actividad religiosa, regresé a mi casa; mamá me estaba esperando muy preocupada, pero mucho más enfurecida, y me dijo: “Negro, te ordené que regresaras una vez entregaras la cantina a Manuel, y fíjate a la hora que tú apareces, y yo haciendo miles y miles de pensamientos, hasta creía que algo te había pasado en el camino; pero desde ahora te digo que lo hiciste mal, eso es no tener disciplina, es jugar con el tiempo mental del otro; que sea la primera y última vez que hagas eso; quiero que sepas que no saldrás el domingo a jugar pelota”.

Mi mamá hablaba como los jueces, por sentencia, y esa fue una sentencia para disciplinarme y acostumbrarme a la puntualidad. Luego de la reprimenda de mamá, permanecí varios días sumiso, calladito, porque sentí que le había fallado en las instrucciones que me había dado. Llegó el día domingo, y pensé que ya mi madre había olvidado lo del lunes, pero no, ella se adelantó, y lo primero que me dijo fue: “Negro, a cargar el agua, y luego te quedas en la casa, recuérdate que hoy no hay pelota para ti.

La puntualidad me la enseñó mamá con la práctica, con el ejemplo. Aunque hoy no se respeta la formalidad, estoy mentalmente formado para la regularidad, detesto que me hagan esperar más allá de la hora acordada. Para mí la exactitud es signo de organización, de respetar la palabra dada, el compromiso hecho de la escrupulosidad.

En mi vida práctica, si alguien me invita a una actividad trato de llegar antes de la hora de la cita y ser, si no el primero, uno de los primeros. Cuantas veces me convocan a un encuentro fuera de la ciudad de Santiago, y la cita es en las primeras horas de la mañana, por lo regular viajo el día anterior para hacerle honor a la puntualidad.

La informalidad la detesto, no forma parte de mi actuar. Lamentablemente, en nuestro medio social la impuntualidad es la esencia misma del comportamiento de la generalidad de la nueva generación de dominicanas y dominicanos.

El regaño de mamá y la sanción de prohibirme jugar pelota aquel domingo, han estado presentes en mí, como guía, y norma de disciplina y puntualidad.

En mi vida, el sentido mental de la puntualidad ha llegado hasta el punto de que he puesto en riesgo mi seguridad personal para cumplir con mi disciplina y puntualidad. He aquí una prueba.

Hace unos meses, recibí la noticia de que el padre de una entrañable amiga había fallecido; de inmediato llamé a mi hijo Jordi para que permitiera que un amigo suyo que le conduce su vehículo, me hiciera el favor de trasladarme en mi automóvil a darle el pésame y compartir el dolor que embargaba a mi amiga.

El amigo conductor de Jordi, no llegó a la hora convenida, y tomé la temeraria resolución de irme a cumplir con mi amiga, a 149 kilómetros de Santiago, manejando mi vehículo, en contra de la decisión que me he impuesto de no salir de la zona urbana de Santiago conduciendo porque reconozco que, dado el desorden que impera en el tránsito de vehículos en el país, no debo conducir más allá del centro de Santiago.

La primera sorprendida con mi llegada a la funeraria donde estaba el velatorio de su padre, fue mi amiga una vez le dije que me había trasladado manejando yo mismo.

En mi cabeza y corazón pesó más mi decisión de cumplir, de ser el primero, o uno de los primeros, de estar al lado de mi solidaria amiga, en un momento sumamente difícil para ella por la pérdida de su progenitor. Mi deseo es que mis nietos y nietas hagan de la puntualidad un atributo de su vida, porque si es cierto que hoy se pasa por alto la informalidad, no es menos cierto que más temprano que tarde en el país cambiará el sistema educativo, y se formarán nuevos hombres y mujeres a quienes la moral y cívica les enseñarán que en una sociedad civilizada sus integrantes no pueden vivir, como ahora, con el comportamiento de chivos sin ley.

Todo aquel que bien me conoce sabe que para mí es un trago amargo, si acuerdo con alguien un compromiso a una hora precisa, y se me aparece una o dos horas después, lo que ya se ha convertido en algo común en amplios sectores de nuestra deteriorada sociedad.
Sara Pérez, mi amiga del alma, en busca de describirme, de mí ha dicho: “Impositivo y, si se lo permiten, despótico. Habría sido un magnífico comandante del ejército espartano. Dechado práctico de las virtudes teóricas burguesas, (aunque él va a discutir que esas virtudes son las de quien aspira al socialismo): disciplina, laboriosidad, responsabilidad, veracidad, persistencia y organización”. (8)

Aunque, a lo mejor, mi amiga Sara no lo crea, yo podría decirle que me despediría tranquilo del mundo de los vivos si mis nietas y nietos se desarrollan como mujeres y hombres disciplinados, laboriosos, veraces, persistentes y organizados.

FUENTES DE CITAS
(7) Periódicos Listín Diario. 14 de junio 2010 y El Nacional. 15 de junio 2010.
(8) Periódico EL Nacional.
05 de febrero de 2006.

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IX.- La salud en mi niñez. Medicamentos aplicados por mi madre. Soluciones prácticas.
Hoy se ve como algo muy normal la aspiración y alcance de los seres humanos a tener garantizados los servicios de salud, pero no siempre ha sido así.

En muchos países, la prestación por el Estado de servicios médicos y hospitalarios constituye un derecho fundamental, y se materializa poniendo a disposición y alcance de los habitantes, establecimientos, equipos, medicamentos y material humano, en procura de acciones de orientación combinadas con medios preventivos y curativos, lo que luego se traduce en bienestar para toda la sociedad.

Haber llegado a la edad con la cual cuento ahora, cerca de los setenta y cuatro años, y habiendo vivido en mi país bajo ordenamientos sociales con atraso y sin desarrollo, me permite tener una visión más o menos acabada de lo que ha sido la salud pública, así como establecer diferencias entre el sistema de salud vigente durante mi niñez, y el que predomina hoy, ya siendo adulto.

Pero más concretamente, lo que persigo en este capítulo es explicar la solución que buscaba mi madre cuando uno de sus hijos o hijas presentaba algún quebranto; me voy a permitir recurrir a mi memoria para identificar algunas enfermedades y los medicamentos por ella aplicados.

Siendo yo un niño, un día amanecí que no podía abrir los ojos, las pestañas las tenía pegadas. Ante semejante situación, mamá no perdió tiempo, fue a un monte contiguo a nuestro bohío y regresó con un limón agrio en sus manos; lo partió en dos pedazos; me sentó en una silla, y me dijo: “recuéstate”; así lo hice, y ella procedió a exprimir, uno de los dos pedazos del limón, dentro de mis ojos. Cuando el ácido del limón cayó en mis ojos, vi el diablo. Acto seguido mi madre me dijo: “Negro, tú verás que ya mañana amaneces mejor”. Mamá llevó a cabo su operativo médico en mis ojos y a los pocos días ya yo estaba recuperado de mi afección que, según mamá, era ceguera, ahora conocida con el sofisticado nombre de “conjuntivitis”.

Para sorpresa mía, una noche no pude dormir porque la pasé dando vueltas en mi catre de un lado a otro, rascándome el cuerpo por todas partes; al amanecer, una vez mamá me vio la cara, exclamó: “Negro, pero tú tienes sarampión, está “jovero”, hay que recoger tus propios orines y bañarte con ellos, y si no orinas una gran cantidad, debo recurrir a los orines de las muchachas”. No sé, pero después de varios días de bañarme con los orines míos y de mis hermanas, superé el sarampión.

Al menor signo de molestia en mi vientre, mamá me decía: “Negro, si tienes dolor de barriga fue que comiste algo que te hizo daño; te voy a preparar una toma para que se te quite el dolor”. Al poco rato mamá venía con un jarro conteniendo una especie de purgante hecho en base a la combinación de sen y cañafístula. A los pocos minutos yo tenía que salir corriendo para la letrina, con una tuza de maíz en las manos para que hiciera la función que hoy hace el papel higiénico.

En caso de que no funcionara el famoso té, ya indicado, mamá recurría a una famosa enema fruto de la liga de agua con un bendito jabón de castilla.
Si yo tenía en mi cuerpo una pequeña hinchazón, mamá venía en mi auxilio, y en el lugar afectado colocaba una hojita de limón caliente acompañada con cebo de flandes.

Ante una herida en uno de mis pies, mamá procuraba curarme y evitar infecciones, sacándole un poco de gas a la “humeadora” que servía para alumbrarnos, y aplicándolo sobre la herida.

Si yo estaba agripado, mamá buscaba curarme con una tizana de hojas de Juana la Blanca y de limón. En caso de que la afección gripal se alojara en mi pecho, entonces mi madre preparaba una combinación medicinal en base a cebolla, miel de abejas y almendrillo, pero otras veces ella recurría a un zumo de higuereta, que tenía un sabor sumamente desagradable.

A falta de desodorante, y en caso de mal olor en mis axilas, mamá me aplicaba litargirio, un producto que no sé cómo lo obtenía, aunque sí sé que era en una farmacia.

La limpieza de mis dientes, mamá la resolvía de una manera rápida y práctica con bicarbonato de sodio; una vez ella terminaba su labor se reía y me decía: “Negro, tus dientes quedaron blanquitos”.

Si una cualquiera de mis hermanas tenía problemas con la menstruación, mamá le decía: “en caso de que no te llegue tu regla esta noche, mañana te voy a preparar un té de cáscara de roble”. Por lo regular le daba sus resultados, pero hay que recordar que la corteza de roble es más amarga que la cicuta.

Todavía hoy recuerdo los nombres de algunas plantas que en mi niñez fueron utilizadas por mamá para curarnos, tales como el zumo de anamú y el almendrillo; la sábila, el jugo de remolacha, el orégano poleo; la tuatúa, raíz de guací, hojas de feregosa, la barba de maíz y la raíz de Jericó.

Como medicamentos especiales, para enfermedades específicas, mamá aplicaba el palo amargo para los piojos, el gas de alumbrar para las niguas, la papa guayada para quemaduras, el apasote para las lombrices, la bija con leche para problemas estomacales, las hojas de caldosanto, para regularizar los órganos reproductores de las mujeres, y los collares de semillas de javilla para curar la papera.

De mi niñez recuerdo que mi madre nunca se amilanó ante una enfermedad virtual y rutinaria; ella tenía un medicamento para cada afección que sintiera uno cualquiera de sus hijas e hijos.

Estoy casi seguro de que mis hijos, y mucho menos mis nietas y nietos, nunca han oído mencionar los nombres de las plantas medicinales que mamá utilizó para curar enfermedades mías y de mis hermanas y hermano.
Muchas veces he pensado que mamá no sabía el riesgo que entrañaba utilizar, sin procesamiento alguno, determinadas plantas en procura de sanar o mejorar cualquiera de sus hijos quebrantados.

En sentido general, en todo el curso de mi niñez disfruté de perfecta salud, y las pequeñas afecciones que padecí fueron resueltas de inmediato por la rápida intervención de mi madre, que siempre buscaba algo con qué resolver mis problemas de salud.

X.- La mentira y una sentencia de mi madre. Mi desprecio a la mentira

Mi madre, según me relató en su oportunidad, en su niñez y juventud llevó una vida sumamente difícil, dura, con muchas limitaciones económicas, y desde niña se vio obligada a trabajar.

Es posible que las dificultades que mamá enfrentó las llevaron a formarse un recio temperamento y una rígida disciplina, la cual buscó transmitir a sus hijos.
Aunque no era el mayor de sus hijos, mamá mantenía conmigo, aún siendo niño, una franca comunicación, hasta el punto de que me tocaba temas políticos, hablábamos de pelota, me llevaba al play, y aunque no lo logró, quiso enseñarme a cocinar.

Pero no obstante su camaradería conmigo, mamá nunca fue tolerante con lo que consideraba mal hecho. De ella me formé el rechazo a la mentira.
Al abordar el tema de la mentira, me voy a permitir relatar lo que me ocurrió por mentirle a mi madre.

Estando en el quinto curso de la primaria, en la Escuela Paraguay, un día viernes, mi compañero de pupitre Chicho Cruz, me dijo que no asistiéramos esa mañana a la escuela y nos fuéramos a nadar para el río. Acepté su proposición, y pasamos la mañana disfrutando de las aguas del Yaque.

Al llegar a mi casa al mediodía, mamá me esperó en la puerta, y de inmediato me preguntó: “Negro, cómo te fue hoy en la escuela? Le respondí: “muy bien, mamá”. Acto seguido ella me dijo. “Negro, favor de decirme dónde pasaste la mañana, porque la profesora Zunilda Méndez, mandó aquí al inspector porque no asististe hoy al curso”.

Al sentirme descubierto, no me quedó otra alternativa que decirle a mamá la verdad; ante mi confesión ella se enfureció, y me dijo que fuera la última vez en mi vida que hablara una mentira, que la mentira es de personas que no sirven.
Las palabras de mi mamá me llegaron al corazón, me sentí avergonzado, le dije; mamá, no te preocupes, que nunca más te hablaré mentira, y ella me ripostó: “No solamente a mí, acostúmbrese a no hablarle mentira a nadie”.
Ese mensaje de mi madre con respecto a la mentira se me ha quedado sellado en mi conciencia para siempre, hasta el punto de que en circunstancias difíciles, pero muy difíciles, he preferido sacrificarme antes que recurrir a la mentira. He aquí cinco casos que recuerdo prueban mi rechazo a la mentira:

a) En los primeros meses del año 1972, en Santiago, un grupo de trabajadores fue despedido por su empleador; los obreros me apoderaron del caso; en el curso del proceso, mis clientes tenían que probar una serie de hechos y debían de buscar un testigo; me dijeron que no tenían, pero que podían conseguir uno; les dije que no, que no presentaría un testigo falso. Ante esta situación, los trabajadores me desapoderaron del caso, buscaron otro abogado que aceptó el falso testigo, y ganaron el asunto.

b) Hace unos veinte o treinta años, era muy común en los expedientes de responsabilidad civil por causa de accidentes automovilísticos, las víctimas inventarse testigos. Llegué a manejar miles de asuntos en los cuales representé a los lesionados; nunca recurrí a presentar falsos testigos para declarar sobre hechos por ellos no conocidos. Los doctores Berto E. Veloz y Elías Weber, quienes todavía viven, frente a quienes litigué como abogado contrario en asuntos penales, son testigos de lo que expongo en este punto.

c) En el curso de la guerra de abril de 1965, fui detenido por la Policía Nacional bajo el alegato de que en una balacera había matado a un capitán policial, y de que tenía el mimeógrafo con el cual se estaban elaborando panfletos en Santiago.

Me torturaron para que aceptara las acusaciones. Les declaré a los investigadores que conocía de la existencia del mimeógrafo, pero que en absoluto nada sabía de la muerte del capitán. Fui recluido en la cárcel de La Victoria, pero no admití un hecho que no había cometido. Luego se comprobó mi inocencia en el caso del capitán y fui liberado.

FUENTES DE CITAS
(6) Periódico El Nacional. Sábado 15 de enero de 2005.

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VI.- El trabajo. Cargar agua y suero sobre mi cabeza. Labores diversas
Por cuestiones de edad y sexo, en mi niñez me vi obligado a ejecutar labores, dentro y fuera del hogar, que estaban por encima de mis condiciones físicas, pero al ser el mayor de los varones, mamá me asignaba tareas que en verdad debían ser realizadas por mi hermana mayor, pero ¡ay de mí! si objetaba alguna tarea que me ordenara hacer mamá. Además de levantarme de madrugada a buscar las dos botellas de leche, ya indicadas, tenía que cargar sobre mi cabeza, desde una distancia de doscientos cincuenta metros, dos y tres veces por semana, diez latas de agua, para consumo en el hogar.

Una vez terminaba de llenar la barrica con las latas de agua, debía cambiar de envase e ir a comprar cinco latas de suero, y moverme con ellas, sobre mi cabeza, desde una distancia de unos setecientos metros. Este suero le servía de alimento a una puerca que, para la familia, se había convertido en una alcancía, porque cuando paría llevaba la alegría a la casa y con la venta de su cría, mamá compraba algo de vestir para ella, mis hermanas y para mí.

Los días sábado, por lo regular tomaba mi caja de limpiar zapatos, me desplazaba por algunas calles de Santiago, y me ganaba algunos centavos que luego depositaba en manos de mi madre. A veces ayudaba a un vecino en la venta del periódico La Nación.

El domingo era el día más esperado y disfrutado por mí, porque tenía la libertad de pasar la mayor parte del tiempo jugando pelota, el que ha sido de por vida mi deporte favorito.

En forma sucesiva, en mi niñez y juventud ejecuté diferentes labores fuera del hogar: aguatero de una brigada al servicio del mantenimiento de la vía férrea de Ferrocarriles Dominicanos; mensajero de una farmacia, y de la oficina de abogados Franco Olavarrieta; aprendiz de mecánica pesada en los talleres de Obras Públicas, organizador de rutas de correspondencias en la Oficina de Correos de Santiago, bacheador de calles en el Ensanche Bolívar de Santiago.

Yo vivía convencido de que estudiando y trabajando podía llegar a cambiar la vida material y espiritual mía y de mi familia, y aunque me gradué de contador, mecanógrafo y taquígrafo, seguí trabajando como simple empleado, con la finalidad de terminar el bachillerato, lo que hice en las tres ramas: matemáticas, naturales y filosofía y letras.

Aunque llegué a tener los tres títulos del bachillerato, no disponía de recursos económicos para matricularme en la Universidad de Santo Domingo, la única existente en ese momento en el país.

Con el salario acumulado que recibí, trabajando para el Ayuntamiento de Santiago, bacheando las calles del Ensanche Bolívar, pude matricularme en la Universidad de Santo Domingo, para estudiar Derecho. En este centro de estudios solamente pagué el primer año y luego, por mis calificaciones y precariedad económica, recibí una beca de RD$40.00 pesos mensuales, hasta concluir mis estudios.

En mi vida he tenido tan fija la idea de la valoración del trabajo, que mi tesis para optar por el título de doctor en Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la desarrollé con el tema: “El Trabajo en el Desarrollo de la Sociedad y la Seguridad Social”.

VII.- La limpieza y mi mamá
Bajo ningún concepto creo que da lo mismo andar limpio que sucio; el sucio es abandono y descuido, y el que ama la limpieza es limpio física y mentalmente.
La pobreza no entraña suciedad, una no se corresponde ni acompaña a la otra. Me he formado con la idea de que lo sucio no es nada bueno.

“Recuerdo la forma como mamá fregaba la loza después de ser usada; los platos quedaban brillados al igual que sus ollas de barro.

No obstante las precariedades económicas bajo las cuales viví en mi niñez, en mi casa siempre imperó la limpieza. Mamá se ocupó de mantener limpio el hogar, los ajuares.

En horas de la noche, cuando todavía éramos niños, antes de acostarnos, mamá llamaba a cada uno de sus hijos: “A bañarse todos”. Acto seguido, penetrábamos a un “lebrillo” o batea, primero las hembras, y luego los varones; nos estregaba con jabón de cuaba, habiendo previamente mojado una especie de esponja hecha de una fruta conocida como musú.

Siempre he tenido presente el interés de mi madre por mantener limpio el hogar, y así lo escribí hace varios años:

Al momento de mi nacimiento mis padres ocupaban, por tolerancia, una pequeña casita de madera, techada de zinc, circundada por una cañada y el Cementerio Municipal de Santiago, más precisamente en lo que es hoy la esquina suroeste de la calle España y avenida 27 de Febrero de la ciudad de Santiago de los Caballeros. El área donde estaba mi vivienda lo constituía un hoyo que luego fue rellenado y construido lo que es ahora el local del Partido Reformista”.

El piso de mi casita era de tierra y mi madre lo mantenía siempre limpio y en buenas condiciones; antes de barrerlo lo rociaba con agua y ceniza y luego lo barría continuamente con una escoba hecha de ramos de piñón. El fogón donde mamá cocía los alimentos de la familia estaba construido por cuatro palos que servían de sostén a un cuadro de madera relleno de tierra; los calderos se sostenían sobre cuatro piedras. Mamá limpiaba su fogón con el mismo procedimiento que utilizaba para mantener en buena condición el piso de la casa. El recipiente donde se conservaba el agua de la familia tomar era una tinaja de barro, con la boca cubierta con un paño y un plato encima. Mi vieja una vez a la semana le daba mantenimiento a la tinaja lavándola en su interior con hojas de guayaba. El lugar donde la familia hacía sus necesidades fisiológicas era una letrina construida a una distancia corta de la casa. Mi madre siempre se preocupó de mantener nuestra casa limpia, así como todos los objetos de uso diario en su interior. Cuando nací las condiciones económicas de mis padres eran sumamente difíciles, pero siempre vivimos en un ambiente de limpieza”. (6).

Lamentablemente hoy, al parecer da lo mismo ser limpio que sucio, y resulta igual vivir en una ciudad limpia, que una dominada por la basura.

La limpieza, aunque algunos quieran negarlo, es una cuestión de formación familiar y concepción ideológica.

Puedo decir que en mi niñez conocí la pobreza, pero no la suciedad.

VIII.- Mi formación escolar. La alfabetización. Mi paso por la escuela Paraguay. La academia Santiago. El liceo nocturno. Trabajando para inscribirme en la universidad

Para mi formación escolar me vi en la necesidad de transitar caminos difíciles pero, al final, logré los objetivos de mi educación por medio de los centros escolares y a nivel universitario. En los estudios confié más en la perseverancia que en la inteligencia.

La decisión de inscribirme en una escuela a los fines de mi alfabetización, fue obra de mi mamá; ella decidió que, teniendo yo unos cinco años de edad, en horas de la mañana, me dirigiera a una casa, en esa época ubicada en la calle San Luis s/n, casi esquina Pedro Francisco Bonó de Santiago, para que allí la profesora Rosa Lina Tolentino, procediera a enseñarme a leer y escribir.

Todos los días laborables, de lunes a viernes, desde las ocho hasta las once de la mañana, permanecía bajo el cuidado y orientación de Doña Lina, quien desde que llegaba a su casa, con mi pequeña silla en la cabeza y una cartilla silabario en las manos, comenzaba su labor de maestra diciendo: “Negro, buenos días, favor colocar su silla aquí, y vamos a cantar el himno nacional”. Después, Doña Lina, daba inicio a sus instrucciones como maestra.

Al concluir el primer año escolar, ya yo sabía leer y escribir. Luego, mamá me inscribió en la escuela primaria Paraguay, la cual funcionaba en ese tiempo en la esquina formada por las calles San Luis y Restauración. En este centro educativo cursé desde el primero hasta el sexto grado.

Después de concluir el sexto curso, abandoné la escuela primaria para comenzar a trabajar como mensajero de una farmacia. Posteriormente me inscribí, en horas de la noche, en la Academia Santiago, para estudiar contabilidad, mecanografía y taquigrafía, pero como no había hecho el octavo curso, me matriculé en la misma academia en un preparatorio para hacer séptimo y octavo, y una vez lo concluí di inicio a los estudios comerciales, los cuales terminé, y después empecé el bachillerato, siempre trabajando en el día y estudiando en horas de la noche, hasta que finalicé los tres bachilleratos.

En la secuencia expuesta anteriormente, se evidencia que mi paso por la escuela primaria e intermedia fue accidentado, por tener que trabajar y estudiar, lo que me obligaba asistir a la escuela en horas de la noche.

De la escuela primaria tengo un grato recuerdo de mi maestra de quinto curso, la hoy finada Zunilda Méndez.

En mi paso por la Academia Santiago, recuerdo el inicio de la amistad con el empresario de origen español, Manuel González García.

De la educación secundaria conservo los estrechos vínculos fraternales que siempre he mantenido con mi profesor y amigo Juan José Estévez Espejo, quien fue un gran maestro, excelente docente y un fino pedagogo.

Aunque estudiaba en horas de la noche, siempre mantuve comunicación permanente con estudiantes diurnos, principalmente por los vínculos políticos que ya nos unían, en esa época, cuando grupos estudiantiles secundarios nos iniciamos en la resistencia contra la tiranía de Trujillo.

Mi crianza, formación y comportamiento fue obra de mi madre y de mi tío Manuel, así como de mis maestros y profesores que, en conjunto, me dictaron las pautas, instruyeron e ilustraron de cómo debe comportarse un ser humano en la sociedad donde vive.

Debo aclarar que la enseñanza de hoy en las escuelas públicas y privadas no es ni sombra de la que fue ayer y, de igual manera, los profesores de ahora difieren totalmente de aquellos de quienes tuvimos la dicha de ser alumnos, estudiantes, discípulos; hombres y mujeres que en las aulas y fuera de ellas se interesaban para que fuéramos ciudadanas y ciudadanos educados para siempre, modelos de amabilidad, de correcto proceder y de fino trato para con los demás.

FUENTES DE CITAS
(6) Periódico El Nacional. Sábado 15 de enero de 2005

Continuará la semana próxima

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De mis inconvenientes con la comida en mi niñez, recuerdo con sumo agrado a los finados esposos doña Aracelis Dávila de Llenas, y a Don Antonio Llenas, quienes en un momento dado se convirtieron en unos padres en la solución de mi alimentación. Por ahí está la explicación de que a Nelson, Chilote y los otros hermanos Llenas Dávila, los trato como mis hermanos.

Desde antes de Carmen y yo unirnos por el vínculo del matrimonio, ella sabía que para mí era una cuestión de principio no cocinar solamente para la familia, sino para todo aquel que llegara en cualquier momento. En su oportunidad, Carmen llegó a servirle comida hasta diez personas que sin previo aviso llegaron a nuestro hogar.

Siempre traté que desde niños mis hijos comprendieran lo que significa el hambre y los alimentos, y de que en el mundo millones de seres humanos tienen problemas para satisfacer su necesidad de comida.

El mensaje que les envié a mis descendientes en su niñez, de algo ha servido, y esto justifica el relato que mi hijo Jordi escribió recientemente, al expresar que:
“…de esto que les estoy comentando, recuerdo… respecto a lo que siempre ha significado un gran valor para mi padre, el aspecto del trabajo y los sacrificios que deben hacer aquí los que hacen del mismo su medio de sustento. En una ocasión, siendo niño y viviendo en los Jardines Metropolitanos, estaba jugando con mis demás amigos, y mi padre hizo la acostumbrada llamada de las seis de la tarde para ir a cenar. Como no quería perderme mucho del juego con mis vecinos, procedí a comerme parte del mangú con huevos que había preparado mi madre. Asimismo, mientras mi padre estaba en la sala, yo sonaba los cubiertos para que él pensara que me estaba comiendo toda mi cena. Procedí a dejar la mitad de la cena y echarle agua en el fregadero, e irme de nuevo al juego. Mi padre, al ver la rapidez con la que salí y me comí lo servido, procedió a ir a la cocina, ¡Oh sorpresa!; estaba casi toda bajo agua en el fregadero.

Luego él me llamó y me hizo comer tal cual la cena que había dejado, sin sacarle el agua que le había echado. Recuerdo que me dijo, al mismo tiempo que yo comía, lo siguiente: “que demasiado trabajo le daba conseguir el dinero para nuestro sustento, para que yo estuviera botando la comida, y otros apreciándola y no pudiéndola tener”. (4)

Lo anteriormente expuesto por Jordi, es hoy la línea de mis hijos en sus respectivos hogares, con relación al respeto que se le debe tener a los alimentos y cada día más, por las dificultades que tiene tanta gente para llevarse una cucharada de comida a la boca.

Admito que el método de enseñanza pudo haber sido un poco radical, pero era con radicalidad que yo quería que él aprendiera a respetar y apreciar lo que él tenía seguro y hasta le sobraba, mientras le faltaba a millones de personas en el mundo y a gran parte del pueblo dominicano, incluyéndome a mí, cuando era niño.

Debo destacar con satisfacción que una vez tuve la posibilidad de adquirir mis alimentos, he disfrutado comiendo lo que apetezco, actualmente con las limitaciones de mi edad, pero nunca he olvidado aquellos días amargos, difíciles y tortuosos que viví cuando niño por las dificultades en mi hogar, en determinados momentos, para tener acceso a los alimentos, como tampoco olvido aquellos seres que no pueden conseguir, lo que se ha convertido en un lujo para muchas personas: la adquisición de alimentos para su subsistencia.
El saber de primera mano lo que es el hambre, influyó mucho en mi manera de ver los problemas sociales y en mis inquietudes por participar en la vida política, para luchar por cambios sociales estructurales.

Al día de hoy sigo creyendo que es inmoral e inaceptable que en un mundo con tantos recursos y tantos progresos tecnológicos, haya tanta gente que no tenga qué comer y que carezca de un vaso de agua limpia y fresca para beber.

Siendo niño, muchas veces, el acoso del hambre era paliado en mi casa con un platillo que es ampliamente considerado como exquisitez criolla, pero que cuando era lo único que aparecía de comida y cena por varios días o semanas –me parece que eran meses- consecutivos, se convertía en una tortura. Hasta el día de hoy me repugna el majarete.

El majarete como comida me trae muy amargos recuerdos, porque cuantas veces veía a mi madre “guayando” maíz, ya sabía que iba a tener que ingerirlo al mediodía y en la cena, hasta que se acabara, tras lo que, frecuentemente, mi mamá volvía a “guayar” más maíz.

Esas penurias, que otras personas padecen de forma aún más extremas, me impiden desperdiciar los alimentos. Simplemente no puedo permitir que se tire algo, sabiendo yo que a tanta gente le falta la comida. Lo que se cocina en mi casa, hay que consumirlo. Doña Mercedes, ahora mi mano derecha en la casa que ocupo luego del fallecimiento de mi compañera Carmen, sabe que no puede lanzar al zafacón ni un grano de arroz. Tiene instrucciones mías de que nunca puede botar ningún alimento que pueda ser ingerido por un ser humano. Es un principio. Todo excedente de la ración alimenticia, generalmente termina siendo distribuido entre familiares, amigos y conocidos.

V.- El vestir. Los zapatos de mi bautizo. La ropa de medio uso.

Mi inclinación a las camisas

En toda sociedad civilizada, andar bien o mal vestido, al margen de todo esnobismo, responde a una posición de clase social.

Conforme el desarrollo de la humanidad, y los métodos para producir de acuerdo con el contenido de la época, los seres humanos han tenido la necesidad de cubrir su cuerpo, con algo que le sirve como ropa, tomando en cuenta clima y clases sociales.

El vestir forma parte como complemento de la vida en sociedad; la vestidura llega, en determinado momento, a marcar un signo de clase social, de progreso o atraso económico; la vestimenta puede llegar a servir para conocer la ubicación de una persona en el ordenamiento social. El atuendo que lleva un hombre o mujer puede definirlo como rico, muy rico, de clase media, pobre, muy pobre o marginado social.

Particularmente yo, de la palabra ropa no tengo buenos recuerdos en la etapa de mi niñez; por el contrario, el vestir me hizo pasar momentos difíciles, amargos, desagradables, como se evidencia por los episodios que narro a continuación, y que comienzo con lo que me ocurrió con los primeros zapatos nuevos que iba a usar en mi vida.

Mamá decidió que mi hermana Mercedes María y yo, fuéramos bautizados en la religión católica, el día 25 de diciembre de 1946, y para tales fines nos puso en manos del Padre Fortín, en la Iglesia La Altagracia, en Santiago, para esa época ubicada en una casona de madera, sita en la acera norte de la esquina formada por las calles Del Sol y Luperón, en el mismo lugar donde está ahora el Canal 55 de televisión.

La ropa que yo llevaría puesta para el bautizo la adquirió mamá, de medio uso, con una amiga. Los zapatos me los hizo mi tío Manuel, hermano de mi madre, quien para esa época tenía como oficio zapatero.

Pero, desagradable sorpresa. Cuando procedí a ponerme los zapatos, los mismos no me sirvieron, me quedaron estrechos, y como ya el bautizo mío y de mi hermana estaba organizado, me vi obligado a irme para la iglesia descalzo.

Ante semejante situación, mamá me dijo: “Negro, si en la iglesia te pregunta alguien por qué estás descalzo, tu respondes: “fue que mi mamá hizo una promesa de que si yo llegaba con vida a los ocho años de edad, ese día sería bautizado sin zapatos en mis pies”. Por coincidencia, ciertamente el día de mi bautizo yo cumplía ocho años de edad, y por suerte nadie me formuló pregunta alguna.

La ropa que usé en mi niñez casi siempre fue de medio uso. Resulta que mamá lavaba y planchaba para varias familias en Santiago, y recibía en donación piezas usadas de los niños de esas familias.

Una de las casas a las cuales mamá prestaba servicios como lavandera y planchadora, era donde la familia Cocco, que vivía en Santiago en la calle Del Sol casi esquina Benito Monción, entre el Club Santiago y la Panadería Sarnelli. Miembros de los Cocco son Manuel y su finado hermano, y mi amigo entrañable Miguel Cocco.

He aquí un recuerdo desagradable en mi niñez con el asunto del vestir:
Resulta que la madre de los Cocco, le regaló a mamá, para mí, un hermoso traje de marinero; me lo puse un domingo, salí por el barrio, muy orondo, sin zapatos; uno de mis amiguitos, Julito Mosquea –Camiguama- una vez me vio, dijo: “Ahí viene Negro Veras con un trajecito usao y descalzo”.

Por las palabras que escuché, pronunciadas por Julito, sólo atiné a regresar de inmediato a mi casa; le narré a mamá lo que me había dicho Julito, y ella me respondió: “Negro, no le hagas caso, eso es envidia, no vuelvas a pasar por donde están esos muchachos para que no te jodan”.

Por lo regular, las piezas de vestir de niños que a mamá le regalaban sus clientes, eran camisas, las cuales llegaban a ser de mi uso. Siempre quise llegar a ser adulto para estrenar camisas escogidas a mi gusto en calidad y colores.
Después que trabajé y gané dinero he sido un enfermo comprando camisas. No me preocupo por ir a las tiendas y adquirir zapatos, pantalones o cualquier otra pieza de vestir, pero las camisas las busco como agujas, las disfruto hasta viéndolas en los escaparates.

Hablando de mi vestir, y en particular de las camisas, mi amiga del alma, Sara Pérez, una de las mujeres más talentosas del país, escribió:
“…Privonísimo, como todo buen santiaguero que se precie de ser tal, tiene su vena de dandy. Le gustan las corbatas bellas y finas y las camisas primorosas. Se pone cualquiera que sea aceptable, pero feliz, realmente feliz, lo hace una corbata Charvet, hecha a mano en Francia o una camisa de la casa Turnbull & Asser de Londres”… (5)

Mi amiga Sara ha sido testigo de que, en varias ocasiones, estando ambos presentes en una tienda cualquiera en Filadelfia, desde que veo una camisa bonita, de inmediato le digo: “Sara, esta camisa no puede quedarse aquí, me la llevo de regalo para Negro Veras”.
Y hablando de las camisas, debo decir que no solamente las disfruto llevándolas sobre mi cuerpo, sino que me siento bien viendo a mis amigos llevando esa pieza de vestir con colores alegres, y más si ha sido un regalo mío. l

FUENTES DE CITAS
(4) La Información. 5 de junio de 2012.
(5) El Nacional. 05 de febrero de 2006.

Continuará la semana próxima

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III.- Los pesares se apoderan de mí por la angustia de mi madre ante las tantas mudanzas. Regalo de una casa a mamá y a mi tío. Carmen y Jordi sin techo. Nuestra casa en Los Jardines. En La Zurza: la casa de todos

N o tener un techo propio donde vivir, observar a mamá angustiada cada vez que teníamos que mudarnos en estado de desesperación; verla a ella recoger los escasos ajuares de que disponíamos, casi siempre los mismos: una tinaja, cuatro catres, una pequeña cama, dos o tres sillas de guano y cinco o seis platos; algunas cucharas, mosquiteros y sábanas, todo esto fue fijándose en mi conciencia en una forma de tragedia.

Los pesares que se reflejaban en el rostro de mamá, me acompañaron en lo adelante; se fueron fijando en mi mente; andaba con la aflicción de mi madre para todas partes, los padecimientos de mi progenitora me mortificaban.
Llegué a sentir tanto la situación de las constantes mudanzas, los traslados de un bohío a otro, que una vez comencé a ejercer mi oficio de abogado, mis primeros ahorros los destiné para comprar una casa y regalársela a mamá y a mi tío Manuel, un hermano suyo que fue para mí, mis hermanas y hermano, un verdadero padre.

Pero al parecer, la no posibilidad de disponer de un alojamiento seguía siendo para mí como una especie de maldición gitana.

Al momento de nacer mi hijo José Jordi, Carmen y yo no disponíamos de una vivienda, lo que motivó que ellos dos –Carmen y Jordi-, se alojaran en la casa de la familia Evertz Henríquez, gracias a la generosidad de mis amigos, los esposos Manuel Evertz Cabral y Pura Henríquez de Evertz, con la fina diligencia y atención de su hijo, mi compadre Quique Evertz.

Con el tiempo, Carmen y yo adquirimos una pequeña vivienda en los Jardines Metropolitanos de Santiago, donde nacieron Ho Chi, Yury y Alexei. En esta casa, por fin, terminó mi tormento de inseguridad de habitación.

La vida nos permitió, a mi finada compañera Carmen y a mí, construir en Santiago, en la Urbanización La Zurza, una casa que fue escenario de actividades cívicas, culturales y políticas. En ella se realizaron charlas y conferencias; se exhibieron películas, se elaboraron programas de organizaciones y partidos políticos, se dieron cita hombres y mujeres de todos los países del mundo para intercambiar ideas, elaborar proyectos revolucionarios, en fin, en nuestra casa se llevaron a cabo cenas-recepciones para recaudar fondos para las causas liberadoras de muchos de los países oprimidos de los diferentes continentes.(1)

Por las atenciones que se prodigaban a nuestros huéspedes y visitantes, un exiliado haitiano que vivió en el país, en la década del 80 y 90, y quien fue un permanente visitante de nuestra casa, expresó: “El hogar familiar de los Veras, bajo el mando de Doña Carmen, estaba concebido para que el visitante se sintiera dueño de la habitación donde se le asignara. Era como si uno estuviera a la vez afuera y adentro de la casa. Todo estaba siempre listo para que no le faltara nada al visitante… hasta siquiera el silencio de la noche o el amanecer de las mañanitas… Y las visitas se sucedieron con la misma acogida calurosa que lograron comunicar a cabalidad a sus adorables hijos que ya, por supuesto, son hombres”. (2)

Los compañeros de estudios, en la primaria y secundaria, de Jordi, Ho-Chi, Yury, Alex, y de nuestro hijo de crianza Gregory, son testigos de los distintos momentos alegres que disfrutaron en nuestra casa, una vez resultaban promovidos de cursos, y en la celebración de las fiestas de investidura.

Sin proponérmelo, la inquietud por los constantes cambios de viviendas en los primeros años de mi vida, me impulsaron a no querer ver a mis seres queridos a merced, a la voluntad y capricho del dueño de un inmueble, sin importar que lo ocuparan por tolerancia o como inquilinos. Siempre me interesé en que mis hijos fueran dueños de las viviendas que ocuparan, para que no vivieran el permanente estado de incertidumbre e inseguridad que padecí por no tener un alojamiento propio. No me refiero a que fueran propietarios de una mansión, de un palacete, sino de un techo para vivir dignamente.

IV.- El comer. La llegada del medio día en mi casa y la decisión de mi mamá: cerrar la puerta. “Aguaitar” la gallina. Empeñar la sabana. La leche. Mensaje a mis hijos de respeto a los alimentos. Palabra de mamá fija en mí conciencia
Es posible que se tenga la falsa creencia de que comer siempre ha resultado fácil para cualquier ser humano pero, ayer ni hoy, disponer de un pedazo de pan, de yuca o de batata, o de algunos granos de arroz y habichuelas, ha sido tarea a vencer con suma facilidad, dependiendo de la condición económica de cada quien.

Para el ser humano, ingerir alimentos es algo normal, natural, una necesidad sin la cual no podemos tener vida.

Aquella persona que por cuestiones de salud no está impedida de ingerir algunos alimentos puede, dependiendo de su condición económica, hacer uso de los productos que sean de su gusto sin otras limitaciones que las cantidades en gramos o calorías. Aquel que tiene recursos económicos no conoce la palabra hambre por imposibilidad de adquirir alimentos; los tiene todos a su alcance y disposición, hasta convertirse en un glotón por hacer uso incontrolable de comida.

Pero los alimentos pueden llegar a ser un problema para algunas personas, no por asuntos de salud, sino por su condición económica. La ausencia o limitación de medios económicos puede entrañar un condicionamiento de la alimentación, y hasta padecimiento de hambre.

Personalmente, en mi niñez, conocí la palabra hambre, si no total, por lo menos parcial y circunstancial.

Debo reconocer que mi madre siempre se preocupó para que sus hijos tuvieran por lo menos una de las tres comidas del día. Por ser yo el mayor de los varones, siempre fui el primero en saber cómo andaba el asunto de la comida en mi casa.

Un día cualquiera de dificultad, llegado el mediodía sin que mamá tuviera un dinero para la comida, ella salía al patio de la casa, lanzaba una mirada al cielo buscando el sol, y luego me decía: “Negro, van a ser las doce, ciérrame la puerta”.

Con estas palabras mamá quería decir que había perdido toda esperanza de encender el fogón para preparar alimentos al mediodía.

La explicación que daba mamá, a nosotros, sus hijos, era que ningún hijo suyo iba a moverse fuera de la casa, para que luego alguien pudiera decir que un hijo de Ydalia andaba por el barrio velando comida.

En otro momento, pero siempre en los marcos de un escenario de dificultad para adquirir alimentos para sus hijos, mamá me decía: “Negro, muévete por ahí, por ese monte, que escucho una gallina cacareando, y es posible que esté poniendo; aguáitala, dale seguimiento para que ubiques su nido; si logras determinar que la gallina tiene muchos huevos, tú tomas la mayoría, déjale dos como nidal, y traes los demás”.

Si yo lograba individualizar el nido de la gallina y tenía huevos, una parte era vendida para comprar cazabe, y con la otra mi madre hacía una tremenda tortilla, y resuelto el problema de la comida del mediodía.

Debo hacer la observación de que la primera opción que mi madre tenía para la seguridad de la comida del mediodía, en caso de ella no tener un dinerito en su poder, era proceder a empeñar una bella sábana blanca bordada, que le había regalado una comadre suya. Me enviaba a una compraventa que para esa época estaba ubicada, en Santiago, en la calle Duarte esquina Beller. Una vez yo llegaba a la compraventa su dueño me decía: “Ven, toma los setenta y cinco centavos, que esa es la sábana de Ydalia”.

Siguiendo con el tema de la alimentación en mi niñez, recuerdo que cuando tenía unos diez o doce años de edad, mamá obtuvo, por medio de Quilo Ricardo Balaguer, dos tickets con los cuales podía adquirir, de lunes a viernes, dos botellas de leche suministradas por el Seguro Social.

Pero el problema no era solamente conseguir los tickets, sino que había que estar en el lugar donde se repartía la leche, en esa época, primero en la esquina formada por las avenidas Mirabal y Antonio Guzmán, y luego en la calle Capotillo esquina Arté, a las tres y media de la madrugada.

Nunca he olvidado que mamá, a oscuras, estando yo durmiendo me voceaba: “Negro, levántate que son las tres, y nos vamos a quedar sin leche”.

De inmediato me despertaba y me tiraba de mi catre. Como ropa me ponía la primera pieza de vestir que mamá pusiera en mis manos; salía corriendo a buscar las dos botellas de leche, de la cual yo no tomaba ni una gota, porque estaban destinadas para mis demás hermanos.

De mi presencia en el lugar donde se repartía la leche, tengo la siguiente amarga experiencia. Por lo regular, lo que yo llevaba puesto como ropa para cubrir todo mi cuerpo era un saco de mi tío, sin nada debajo; un día, una señora muy mayor de edad, estando en la fila antes que yo, se molestó porque le ocupé el puesto delante de ella, y como reproche, para fastidiarme, me levantó el saco, y todas las demás personas que estaban en la fila me vieron desnudo. Esto me hizo sentir muy mal, salí de la fila, y me fui hacia mi casa sin la leche. Al llegar a la casa mamá me preguntó, ¿Negro, y la leche? Le expuse a mamá lo ocurrido, y ella se limitó a decir: “no te preocupes, que en lo adelante iras vestido entero”. (3) 

FUENTES DE CITAS
(1) El Nacional de Ahora. 23
de diciembre de 1983.
(2) El Libro: Carmen, Cáncer
y Lucha”. Pág. No.146.
(3) Libro: “Grandes
Dominicanos”. Pág. No.75.

Continuará la semana próxima

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En el curso de mi vida, en mis vínculos con los demás, he tratado de ser franco, abierto, transparente, para que quien aspira tener conmigo una sincera comunicación, me conozca sin el mayor esfuerzo y sin llevarse sorpresas.

Dado que la diplomacia no es mi punto más fuerte y que tengo un carácter muy definido, esporádicamente áspero, no ha de extrañar que tantas franquezas, acompañadas de alguna ocasional belicosidad, a veces justificada y otras caprichosas, causen sus inconvenientes en la interacción social.

Lo mismo también ha contribuido a suscitar fricciones, a veces innecesarias, o al menos excesivas, en el entorno familiar y de círculos allegados.

No obstante, tengo la profunda convicción de que ese carácter, criticado tanto por mí, como por los demás, es el que me ha permitido sobrevivir y levantar a mi familia, en la forma que lo he logrado.

Mi espíritu de confrontación también tiene un componente que no es de carácter, sino de ideología, pero por el momento esa es otra historia, aunque no se puede desligar de esta.

La franqueza ha sido una línea de comportamiento en mi vida. Trato de exhibir la naturalidad sin esfuerzo alguno porque me es inherente. La simulación no tiene espacio en mí. Al fingimiento lo veo como algo insoportablemente artificial. Detesto el aparentar porque la apariencia no me cuadra. No conozco la ficción.
Aquel que me ha tratado y todavía no me conoce, lo lamento, porque ya se me hizo tarde para demostrarle lo que he sido y lo que soy como persona, y como dominicano nacido, formado y desarrollado aquí.

Por feliz circunstancia, no tengo necesidad de convencer a mis amigos de quién soy, porque me conocen y a mis adversarios no los puedo convencer de forma alguna, con verdades absolutas, ni relativas, así es que simplemente no forman parte del auditorio al que aspiro.

Pero sí estoy en el deber de hacer que me conozcan aquellos que vienen a ser la prolongación de mi vida y tienen todo el derecho de pedirme cuentas, de escucharme, de saber quién soy y quién he sido, para que mañana, en el futuro, nadie venga a decirles que en mi vida fui un santo o un demonio, sin que ellos tengan su propia versión.

Los míos, aquellos que llevan y van a llevar de por vida mi sangre combinada con la de su madre, no están llamados a recibir, con respecto a mí, informaciones con sorpresas, ni noticias con estupor sobre lo que fue y ha sido mi existencia.

I.- Una observación a mis hijos

A mis hijos les digo que si están en presencia de una persona de sano juicio, sensata, ecuánime, juiciosa, equilibrada y apreciada como seria, y se manifiesta confundida, equivocada, errada, con relación a un hecho o actuación en mi vida, deben de esforzarse para convencerla de que no está en lo cierto, que está desinformada.

Pero también les digo a mis vástagos que no se deben dejar confundir tratando de convencer a quien tiene una idea fija o interesada para no aceptar ni la verdad absoluta, porque sería una de las tantas formas de perder el tiempo.
Se puede persuadir al que no está condicionado, ni prejuiciado, no así a quien está negado a reconocer, a aceptar ni la existencia del mundo exterior que le rodea.

El aliado de la suspicacia irracional, acompañada de malicia o interés, es un obstinado y enceguecido ser que no merece la más mínima explicación o aclaración de un hecho o fenómeno, porque sus dudas no son las del escepticismo saludable de la racionalidad y del amor al conocimiento, sino las despreciables banderas de la insidia espuria e interesada.

Los afanes diarios de la vida moderna, el anhelo de buscarle una salida rápida a las cosas que se presentan, nos impiden dar a conocer a nuestros hijos y nietos, cómo fueron los primeros años de nuestras vidas los cuales se reflejan en la forma de desenvolvernos en la actualidad.

Como no ha sido mi campo de estudio, no puedo explicar científicamente el proceso mediante el cual la especie humana va fijándose en su cerebro una serie de hechos, sucesos y trances que en el futuro sirven de guía a sus actuaciones.

Esas fijaciones van a estar establecidas como puntos de referencias, hilos conductores de cada persona.

Como adulto y persona mayor, he tenido presente una serie de hechos ocurridos durante mi niñez. Los he retenido y recordado, como algo que considero provechoso transmitir a mis descendientes.

Es posible que ninguno de mis cinco hijos biológicos, tenga una idea de lo que fue la vida material y espiritual de su padre en los primeros años de su existencia.

Para que ellos sepan por qué reacciono en una u otra forma ante una serie de cuestiones, me voy a permitir recrear algunos hechos vividos por mí en la niñez y que me han seguido por siempre.

II.- La vivienda y yo

Siempre he manifestado interés en que toda persona estrechamente vinculada conmigo disponga para sí y los suyos de un alojamiento propio. Esta es una inquietud que definitivamente está vinculada a algunas angustiantes experiencias vividas en mi niñez y adolescencia, cuando mi familia vivía como una pelota de ping-pong, mudándose de un sitio a otro y siempre con los pocos trastos sobre la cabeza.

Cuando mi madre llegó a Santiago desde la sección Palmarejo, en compañía de mi padre, se mudaron en una habitación de una cuartería ubicada en la calle Duarte, entre las calles hoy Pedro Francisco Bonó y 27 de Febrero. Pagaban tres pesos mensuales por concepto de alquiler. En ese lugar nació mi finada hermana “Monina”.

De esa cuartería de la calle Duarte, me contó mamá, ella, papá y “Monina”, se fueron a vivir a un bohío ubicado dentro de una finca del señor Cristóbal Bermúdez.

La propiedad, en su totalidad, se extendía desde donde está hoy en Santiago el local del Partido Reformista, hasta más allá de la Avenida J. Armando Bermúdez, circundada también por lo que es ahora la Avenida Bartolomé Colón y la 27 de Febrero.

Mis padres llegaron a ocupar esta vivienda sin pago alguno, pero a cambio de que mamá, que había dado a luz a “Monina”, lactara a un nieto de Cristóbal Bermúdez, de nombre Fernando Bermúdez, luego conocido en Santiago, hasta su muerte, como “Fernandito El Catarey”.

Precisamente, en esa vivienda, separada por una cañada, nací yo, asistida mi madre por una comadrona, el 25 de diciembre de 1938.

En un momento dado, el señor Bermúdez, requirió que le desocupáramos la vivienda y así lo hicimos. Mi padre logró que el director de Obras Públicas, en Santiago, nos dejara vivir, como condescendencia, en la segunda planta de una destartalada casa ubicada en la calle España esquina Las Carreras, donde ahora está el Ateneo Amantes de la Luz. A los pocos meses nos mudamos de ésta porque la parte que ocupábamos sería utilizada como almacén de Obras Públicas.

Luego de desocupar la propiedad de Obras Públicas, mi padre logró que nos dejaran vivir, sin pago alguno, en una casa–almacén- propiedad del Ferrocarril Dominicano, empresa para la cual él laboraba. La vivienda estaba localizada al lado del Cementerio de la 30 de Marzo, a pocos pasos de donde ahora está la estación principal de los Bomberos de Santiago.

A los cuatro o cinco años de estar viviendo en la del ferrocarril, por fin, alquilamos por RD$25.00 pesos mensuales, la segunda planta de una casa situada en la calle 27 de Febrero No.129, propiedad, en esa época, de doña Gloria Segura, la madre de Tatica y Rochi, hijas del finado General Ludovino Fernández.

Luego, al no poder seguirle pagando el alquiler a doña Gloria Segura, nos mudamos a la casa No.86 de la calle General Valverde, y de ahí a la No.157 de la calle Salvador Cucurullo.

Continuará la semana próxima

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