¿Represalia haitiana?

La reciente decisión del gobierno haitiano de prohibir las importaciones por vía terrestre de República Dominicana ha provocado indignación en nuestro país. No es para menos si se tiene en cuenta que Haití, luego del devastador terremoto del…

La reciente decisión del gobierno haitiano de prohibir las importaciones por vía terrestre de República Dominicana ha provocado indignación en nuestro país. No es para menos si se tiene en cuenta que Haití, luego del devastador terremoto del 2010, se convirtió de la noche a la mañana en el segundo cliente más importante de productos dominicanos, detrás solo de EUA.

Las exportaciones nacionales de RD hacia Haití se cuadruplicaron del 2009 al 2012, al pasar de US$260 a US$1,041 millones. A partir del 2013, han mostrado una tendencia a la baja, cayendo a US$938 millones en el 2014.  Para el 2015, debido en parte a la veda, las exportaciones terminarían en US$525 millones.

Las importaciones provenientes de RD representaron la tercera parte (33.3%) del total de las importaciones haitianas en el 2013. Haití ha exhibido un déficit insostenible de su balanza comercial durante el período 2010-2015, moviéndose entre 36% y 25% del PIB. El fuerte desequilibrio comercial no ha provocado una devaluación masiva del gourde haitiano ni pérdida de reservas debido a las donaciones y a los desembolsos de préstamos externos recibidos por Haití.

El déficit fiscal,  por razones desconocidas, ha recibido menos atención en el análisis de la situación macroeconómica de Haití. Aunque los ingresos fiscales han mostrado un nivel razonable cuando se contrastan con la media de la región, resulta evidente, el papel preponderante que han jugado los ingresos por donaciones.

Estos representaron en el 2010 la mitad de todos los ingresos fiscales de Haití. La situación fiscal se ha complicado debido a la reducción en un 50% de las donaciones: de 12.1% del PIB en el 2010 a 6.1% en el año fiscal que terminó en septiembre del 2015. Sólo por ese concepto, el Gobierno haitiano perdió ingresos fiscales equivalentes 6 puntos porcentuales del PIB.  Haití ha comenzado enfrentar los efectos  negativos derivados de la “fatiga de los donantes”, provocada por el déficit de resultados luego de tanto dinero donado.

Mientras los ingresos fiscales cayeron 3% del PIB entre el 2010 y el 2013, los gastos aumentaron en 6.4% del PIB. A partir del 2014, el Gobierno haitiano comenzó a reducir el gasto de capital, estimándose en el 2015 una caída de 5% del PIB con relación al 2013.

El déficit fiscal siguió una tendencia insostenible hasta el 2013, cuando alcanzó 15.2% del PIB si se excluyen los ingresos por donaciones. Para el año fiscal 2014/2015 se proyecta que terminaría en 8.7% del PIB. Aunque una parte considerable de la mejora se ha logrado reduciendo el gasto de capital, una parte no despreciable se debe a las mayores recaudaciones de los impuestos sobre los combustibles, los cuales han pasado de 0.2% del PIB en el año fiscal 2013/2014 a 1.7% en el 2014/2015.

Durante un tiempo, con el objetivo de elevar la recaudación fiscal, el Gobierno haitiano mantuvo congelado los precios de los combustibles a pesar de la baja en el mercado internacional.

Para poner la tapa al pomo, el Gobierno haitiano ha visto colapsar una de las fuentes principales de su financiamiento externo.  Los desembolsos de Petrocaribe, que en el 2013 ascendieron a 4.7% del PIB, cayeron a 1.9% en el año fiscal 2014/2015.

En el país se ha entendido que la decisión haitiana de imponer la veda fue un acto de represalia por la decisión dominicana de abordar con seriedad y firmeza la regularización del status de los extranjeros en nuestro territorio. Otros entienden que la decisión fue motivada por la supuesta necesidad que tenía el Parti Haïtien Tèt Kale (PHTK) de obtener ingresos para financiar la campaña electoral.  No están claros los frutos de incursionar en el terreno de la especulación.

En el terreno de la realidad, encontramos que el pasado 20 de mayo el Consejo Directivo del FMI aprobó un Acuerdo de Facilidad Ampliada por 3 años con Haití. 

Dentro de los compromisos asumidos por el Gobierno  haitiano bajo dicho acuerdo está la ejecución de reformas en la administración aduanera para contener las exenciones tributarias y combatir el contrabando.

El Gobierno haitiano ha indicado que la prohibición  de importaciones dominicanas a través de la frontera se enmarca dentro de este objetivo pues esas importaciones, cuando ingresan al territorio haitiano, no están pagando aranceles ni el IVA del 10%. Cuando ingresan por vía marítima o aérea sí tributan. 

El Gobierno de Haití considera que debe cerrar esa brecha, con lo cual espera mejorar sus ingresos fiscales.

Acudir a la OMC no parece que sea una decisión adecuada. Los técnicos de dicho organismo, al comprobar que en la frontera, por las razones que fuese, está operando un régimen diferente al resto de las geografías aduaneras haitianas, podrían determinar que el sistema dual vigente es incompatible con las normas de la OMC.

Así como la diplomacia dominicana ha exigido al Gobierno haitiano que respete nuestra decisión de regularizar la presencia de extranjeros en nuestro territorio, nosotros debemos respetar el derecho que tiene el Gobierno haitiano de institucionalizar, racionalizar y fortalecer su régimen aduanero. 

No luciríamos bien en la OMC si acusamos al Gobierno de Haití de tomar medidas proteccionistas que atentan contra el poder adquisitivo del pueblo haitiano. ¿Por qué? Porque nosotros cobramos en nuestras aduanas un arancel promedio más alto que el cobrado por Haití en las suyas: nosotros 7.3%, ellos 4.8%. ¿Quién calculó esos aranceles promedio? La OMC.

¿Cuál debería ser la posición dominicana frente a la decisión tomada por Haití? Colaborar con el Estado haitiano para que este pueda establecer en la frontera una aduana efectiva, fuerte y transparente, a fin de que todo lo que se importe a través de la misma pague los aranceles y el IVA establecidos en su sistema tributario.

No seamos miopes.  Si las finanzas públicas haitianas no son fortalecidas rápidamente, la fatiga de los donantes y la evaporación del financiamiento de Petrocaribe, podrían provocar una fuerte devaluación del gourde haitiano, una inflación acelerada y una caída del salario real. 

El descontento social y la inestabilidad política aumentarían. Y claro, como en Haití, aquí y en cualquier parte del mundo, “está prohibido j……”, muchos haitianos optarían por escaparse.  ¿Hacia Cuba?  Todos sabemos que los  haitianos prefieren caminar a nadar. l

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