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La familia es el núcleo social más pequeño, dentro del cual el individuo es formado y desde donde éste aprende a responder una vez empieza a interactuar en ambiente extra familiar. Hay una etapa en la formación de los hijos, donde su interacción&#82

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Es la familia el núcleo social más pequeño, dentro del cual el individuo es formado y desde donde éste aprende, dependiendo…

La familia es el núcleo social más pequeño, dentro del cual el individuo es formado y desde donde éste aprende a responder una vez empieza a interactuar en ambiente extra familiar. Hay una etapa en la formación de los hijos, donde su interacción social es estrictamente dentro del entorno de la familia y su escuela, teniendo los padres absoluto control sobre sus hijos y el medio que les envuelve. Pero, qué sucede cuando estos entran en una edad en la cual ya les invitan a actividades extra familiares donde ya no va papá y mamá, ni una niñera a vigilarles, sino que más bien son ellos los primeros que empiezan a exigir que ya han crecido y quieren mostrar, por el contrario, que ya son “grandes”. Esta es una fase en la cual debemos asumir mayores controles, en virtud del peso que tiene el medio extra familiar sobre la respuesta conductual de nuestros hijos. Es cuando empieza la mayor dicotomía entre lo que enseñan los padres y lo que se hace afuera. Aquí es cuando el medio social ejerce mayor influencia y, en ocasiones, si se permite, les rompen los esquemas con los cuales los hemos formado. A diario me preguntan padres de adolescentes qué hacer cuando estos exigen salir a actividades, especialmente nocturnas. Hay un gran dilema e interrogante de parte éstos, ya que por lo general los hijos tienden a querer acorralar con la frase, “ ya no soy bebé, deja de tratarme como tal”, y en ocasiones exigir que no les hagan pasar “vergüenza” (quieren mostrarse independientes delante de los amigos). ¿Y entonces? Lo esencial de todo en esta etapa es saber quiénes son los amigos, las familias, de dónde estos proceden, cómo piensan. No basta que sean compañeros de colegio o que sean de un mismo entorno social para creer que califican como amigos de nuestros hijos. Una de las cosas que se suelen hacer es dejarles, por ejemplo, ir a estudiar horas y horas donde compañeros, sin conocer siquiera el nombre de los padres de estos. No es sencillo, en estos tiempos especialmente, ayudarlos a hacer una buena selección de con quién andan, dónde van, etc. Lo más importante de todo es mantener interacción con nuestros hijos, hablar con ellos, evaluar la música que escuchan, el tipo de ropa que prefieren y, algo de mucho peso en estos momentos, cómo se manejan en las redes sociales.

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Es la familia el núcleo social más pequeño, dentro del cual el individuo es formado y desde donde éste aprende, dependiendo del manejo de la misma, a responder una vez empieza a interactuar en ambiente extrafamiliar. Hay una etapa en la formación de los hijos, donde su interacción social es estrictamente dentro del entorno de la familia y su escuela, teniendo los padres absoluto control sobre sus hijos y el medio  que les envuelve.

Pero, qué sucede cuando estos entran en una edad en la cual ya les invitan a actividades extra familiares, donde ya no va papá y mamá, ni una niñera a vigilarles, sino más bien son ellos los primeros que empiezan a exigir que ya han crecido y quieren mostrar, por el contrario, que ya son “grandes”. Esta es una fase en la cual debemos asumir mayores controles, en virtud del peso que tiene el medio extrafamiliar sobre la respuesta conductual de nuestros hijos. Es cuando empieza la mayor dicotomía entre lo que enseñan los padres y lo que se hace afuera. Aquí es cuando el medio social ejerce mayor influencia.

A diario me preguntan padres de adolescentes qué hacer cuando estos exigen salir a actividades, especialmente nocturnas. Hay un gran dilema e interrogante de parte de éstos, ya que por lo general los hijos tienden a querer acorralar con la frase,” ya no soy bebé, deja de tratarme como tal”, y en ocasiones exigir en que no les hagan pasar “vergüenza” (quieren mostrarse independientes delante de los amigos). ¿Y entonces? Lo esencial de todo en esta etapa es saber quiénes son los amigos, las familias de donde estos proceden, cómo piensan. No basta que sean compañeros de colegio o de un club, o que sean de un mismo entorno social para creer que califican como amigos de nuestros hijos.

Una de las cosas que suele hacerse es dejarles, por ejemplo, ir a estudiar horas y horas donde compañeros, sin conocer siquiera el nombre de los padres de estos. No es sencillo, en éstos tiempos especialmente, ayudarlos a hacer una buena selección de con quién andan, dónde van, etc. Lo más importante es mantener interacción con nuestros hijos, evaluar la música que escuchan, el tipo de ropa que prefieren y, algo de mucho peso en estos momentos, cómo se manejan en las redes sociales.

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