Desguañangue cualitativo del PLD

“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”, es la enseñanza bíblica que ilustra sobre la fortaleza que da a las organizaciones unirse alrededor de una idea, un concepto.

“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”, es la enseñanza bíblica que ilustra sobre la fortaleza que da a las organizaciones unirse alrededor de una idea, un concepto. Fue esa la filosofía que impregnó Juan Bosch al fundar y desarrollar al Partido de la Liberación Dominicana: la coherencia y el espíritu de cuerpo alrededor del propósito común de impulsar el desarrollo económico, social y político del pueblo dominicano. Desde su fundación el PLD reflejó contradicciones, propias de todo cuerpo vivo. Su paso por el poder no completó los objetivos fundacionales. Pero fallas y contradicciones fueron administradas, manteniendo el partido el espíritu de cuerpo, la coherencia que le ganó el prestigio y apoyo mayoritario que tuvo…

Hasta la presente coyuntura en que la ambición desmedida impuso en el Comité Político y el Comité Central la reforma reeleccionista para repostular al presidente Danilo Medina, al margen de un congreso, una convención, una asamblea de la militancia o un referendo popular, como propuso Leonel, que le diera legitimidad democrática a su candidatura.

El sórdido recurso para sacar de la competencia al presidente Leonel Fernández, y la imposición de la reelección de todas las autoridades congresuales, y parte de las municipales, del PLD y del PRD, a cambio de la repostulación del Presidente, han devenido en un serio retroceso institucional.

Un desguañangue que inició como fenómeno cuantitativo, con pérdida de aliados importantes, connotados diputados y dirigentes, quedando pendiente que Medina repartió más candidaturas de las que podía asignar, resultando que ahora no hay sombreros para tantas cabezas.

Roto el espíritu de cuerpo, abandonados los propósitos comunes orientados al interés general, el PLD padece hoy una crisis cuantitativa y cualitativa de profundidad y magnitudes nunca antes vista.

Algunos desde adentro afirman que el PLD está irremediablemente dividido. Un faculto como Franklin Almeyda pondera que es sólo una fractura.

El intelectual y destacado abogado Daniel Beltré, miembro del Comité Central del partido, esbozó que la crisis de fe y de confianza trasciende al PLD y a la historia del país, como vemos en los siguientes párrafos de un artículo publicado recientemente: “El PLD más que dividido está sublevado. El asalto a su proverbial disciplina, la agonía de su lengua, la negación de su obra, la cadena de imprecaciones y agravios a su más trascendente liderazgo, la organicidad derretida y la proscripción de los principios, nos autoriza a hablar de una suerte de boschismo al revés que procura invertir el orden de las cosas a fuerza de venganza hedónica, gestada por una pequeña burguesía arribista, codiciosa, maledicente, consumidora, cuyos roles históricos han estado siempre comprometidos con las asechanzas que llevaron la ruina a la República.

“Esa pequeña burguesía, ávida de poder, glotona de publicidad y canonjías, está llevando la moral colectiva a sus niveles más miserables, la gente comienza a perder la confianza en las instituciones y la fe en la viabilidad de una democracia que se le ofrece usurpada”.

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