La inflación

En la República Dominicana, la tasa de inflación, esto es, el ritmo de crecimiento de los precios de los bienes y servicios de consumo final, ha venido bajando de manera casi ininterrumpida desde 2012. En ese año, la inflación registrada entre…

En la República Dominicana, la tasa de inflación, esto es, el ritmo de crecimiento de los precios de los bienes y servicios de consumo final, ha venido bajando de manera casi ininterrumpida desde 2012. En ese año, la inflación registrada entre enero y diciembre fue 3.9%, la mitad de lo que fue en 2011. En el año siguiente, 2013, la inflación fue casi igual, pero en 2014 cayó hasta 1.6%, menos de la mitad de la observada en 2013 y apenas un 20% de lo que fue en 2011. En 2015 en promedio los precios al consumo aumentaron sólo 2.3%. Aunque fue mayor que en 2014, la inflación continuó siendo baja, equivalente a apenas un 30% de la de 2011.

Las causas de esto tienen que ver con dos cosas. Primero, la baja en los precios de los commodities en los mercados internacionales, como los alimentos y el petróleo, ha hecho que la inflación importada haya declinado o se haya mantenido baja.

Segundo, la inflación de origen doméstico asociada a los agregados monetarios y el tipo de cambio también se ha reducido. Esto se debe a que el Banco Central adoptó el llamado Esquema de Metas de Inflación, lo que en términos prácticos ha convertido a la inflación en su objetivo central de políticas. Esto hace que el banco ajuste la liquidez de la economía a los niveles compatibles con esas metas. En 2012 la meta de inflación fue de 5.5%, en 2013 de 5.0%, en 2014 de 4.5% y en 2015 de 4.0%. En todos los casos, la inflación registrada estuvo por debajo de la meta lo que indica que el banco ha logrado contener la liquidez en la economía y atajar la tasa de cambio.

Además de proteger los bolsillos, lo positivo de lograr una baja y previsible tasa de inflación es que genera un mayor nivel de certidumbre en el mercado porque todo el mundo sabe a lo que el Banco Central apuesta. Lo negativo, sin embargo, es que lo logra haciendo subir o manteniendo altas las tasas de interés, porque para captar dinero y reducir la liquidez, el Banco Central ofrece títulos (bonos) a tasas inmejorables. Eso hace que otros, como los bancos, deban esforzarse para hacer lo mismo, haciendo que las tasas del mercado se mantengan elevadas, lo que termina reduciendo la inversión y el empleo.
Además, como lo hace endeudándose, y el Banco no produce dinero, cuando las deudas se vencen, se endeuda más para pagar los vencimientos. El resultado de todo esto es que la deuda del Banco Central crece de forma permanente. En diciembre de 2015 era de RD$ 385 mil millones o 12.6% del PIB. Esto es cerca de un tercio de lo que debe el Gobierno Central.

Por lo tanto, contener la inflación tanto cuesta mucho porque muchos no encuentran la oportunidad laboral o de negocios que merecen. Y lo peor es que esa forma de hacerlo es insostenible porque se basa en endeudarse para pagar deuda.

Esta situación tiene una de dos salidas (o una combinación): consentir que la inflación sea un poco más alta (junto a aumentos salariales compensatorios), lo que le permitiría al Banco Central endeudarse menos e ir desmontado la deuda a muy largo plazo, y de paso haciendo que las tasas de interés bajen; o hacer que el Gobierno Central asuma la deuda, también a muy largo plazo, con todas las consecuencias de ajuste de gasto o más impuestos que esto conlleva. La intención de la Ley de Capitalización del Banco Central fue esa pero ésta ha sido violada de forma reiterada.

No obstante, aunque la inflación general ha venido bajando, los aumentos de precios están afectando de manera muy disímil a los diferentes bienes y servicios, y a la gente. Por ejemplo, entre 2012 y 2015, los alimentos subieron de precio más del doble que el promedio de las mercancías, la educación el triple, y la salud lo hizo en más de 36% que el promedio. Además, para el 20% de la población más pobre, la inflación de los productos que compra fue un 60% mayor que la que afectó a la canasta que compra el 20% más rico, y la que sufrieron quienes viven en la región Sur del país fue un 34% más alta que la que afectó a los residentes en el Distrito Nacional y Santo Domingo.

En síntesis, la inflación ha bajado mucho, pero el costo de hacerlo está siendo muy elevado, la insostenibilidad del esquema es evidente, y no todos se están beneficiando por igual. Hay que ver más allá del triunfalismo anti-inflacionario y repensar seriamente el asunto. Los bajos precios del petróleo ofrecen una oportunidad inigualable para ello porque, por ahora, no hay amenaza de inflación importada.

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