“La fotografía es el arte mediante el cual expreso mis sentimientos”

Domingo Batista es ampliamente conocido como el maestro del arte fotográfico dominicano, pero no todo el mundo conoce el gran ser humano que hay detrás de la cámara, que no pierde la capacidad de asombro; don que él define como uno de los mejores&#823

Domingo Batista es ampliamente conocido como el maestro del arte fotográfico dominicano, pero no todo el mundo conoce el gran ser humano que hay detrás de la cámara, que no pierde la capacidad de asombro; don que él define como uno de los mejores que Dios le ha dado, con el cual “ha transitado el intrincado mundo de las imágenes”.

Como todo artista consagrado, Batista tiene la sensibilidad a flor de piel, pero no solo para el arte, sino en diferentes aspectos de su vida, lo que quedó evidenciado durante la entrevista, donde las lágrimas afloraron en más de una ocasión al recordar ciertos momentos que lo han marcado, como el encuentro con un anciano hambriento en Azua o muchos otros que han quedado captados para la historia, gracias a su inseparable compañero: el lente fotográfico.

Batista, quien en el 1968 fundara el Grupo Fotográfico Jueves 68, el que llegó a presidir, cuenta con una prolífera carrera que le ha hecho merecedor de diversos premios y reconocimientos; entre ellos, el Premio Fundación Corripio, en la categoría Fotografía; y la declaración como “Activo Cultural de la Nación” por el Ministerio de Cultura en reconocimiento a su trayectoria profesional, Batista nos relata los momentos inolvidables de su vida, sobre todo los relacionados al quehacer profesional.

1. Encontrar la vocación
Yo soy fotógrafo de nacimiento. Desde que puedo recordar, los ojos se me llenaban con el paisaje, las cosas, la gente en los distintos lugares del país en que me tocó vivir, llevado por el trabajo de mi padre, que era un oficial del Ejército Nacional. Esa cualidad de asombrarme me hizo curioso y por muchos años creí que sería pintor. Y un día, viendo un documental en blanco y negro de Ansel Adams, descubrí que yo no era pintor, sino fotógrafo, y ahí encontré mi verdadera vocación, y a partir de ese momento dediqué mi vida a atrapar lo que yo llamo el insólito espíritu de las cosas comunes, o sea, cualquier cosa que solemos ver al pasar y que no le damos importancia: la luz, el ángulo, el punto de vista, la intención, el mensaje… todo lo que puede hacer una fotografía interesante.

2. Libro como soporte
Descubrí, por allá por los 80, que el libro era el mejor medio para mostrar el trabajo y así fue como surgió un libro colectivo en blanco y negro de Jueves 68, llamado “Diez años de la fotografía dominicana”. Esto se produjo al coincidir los aniversarios del grupo Jueves 68 y el 75 aniversario de la fundación del Grupo León Jimenes, que patrocinó el libro. A partir de ahí publiqué “El color del camino”, que fue el libro que me dio a conocer realmente, un libro impreso en España, con textos de Pedro Mir divididos en siete tiempos de la luz, que fue mi gran padrino artístico. Cuando yo descubrí “Hay un país en el mundo” descubrí la base de mi trabajo, descubrí que el país donde me interesaba ser artista completo, ser fotógrafo permanente, era República Dominicana, y que el poema contenía la esencia de la alabanza de la tierra, el canto del cañaveral, la herencia del hombre de mi genio como don Pedro. Después de eso he hecho varios libros que muestran mi trabajo, tales como “Color Dominicano”, “Tiempo de Luz”, “Celebración del color”, “Pasión por la luz”, “Domingo Batista el arte de ver”, patrocinado por el Aeropuerto Internacional del Cibao, “Domingo Batista Infrarrojo” y el más reciente “Transfiguraciones”.

3. Exposiciones
Tengo más de 75 exposiciones entre colectivas e individuales, siendo una de las más importantes la de Yeshiva University en Nueva York. Es inolvidable, porque fue una exposición por invitación de la universidad, con unas 45 obras a color titulada “Color Dominicano”. También tengo gratos recuerdos de la bienal de Sao Paulo, Brasil. Es sumamente importante para mí haber sido seleccionado por seis años consecutivos para participar en la exposición del International Photography Salón de Japón, porque ese salón está patrocinado por el Asahi Shimbun, el periódico más importante de Japón. Y también uno de los momentos más importantes para mí fue la celebración del 36 aniversario de mi carrera artística con la importante exposición individual “Domingo Batista XL, caminando con la luz”, abierta en el Centro León en el 2005, porque con ésta estaba participando en la celebración del centenario del Grupo León Jimenes.

4. Premios
Momentos inolvidables para mí han sido los distintos premios y reconocimientos que he recibido por mi carrera. He tenido más de treinta premios nacionales e internacionales, entre ellos el primer premio de fotografía de la Quinta Bienal de Artes de 1981, el primer premio del concurso Gestos de Trabajo de la Alianza Francesa en el 1975. En noviembre del 1996 obtuve el primer premio de la categoría paisaje de Gold Award Maine USA, con mi fotografía en blanco y negro “Tormenta sobre Samaná”, y en noviembre del 2000 recibí el primer premio de la categoría digital del concurso de la revista American Photo, con la fotografía “Pescadores dominicanos”, y el Ateneo Amantes de la Luz me otorgó la Medalla al Mérito Cultural en 1991.

5. Mural Transfiguraciones
Un momento que recuerdo fue la inauguración del mural “Transfiguraciones” en el Centro León, llamado igual que mi más reciente libro. El mural para mí es muy importante porque aparte de su contenido, -una selección de mis fotografías más conceptuales-, el mural, que tiene el tamaño de 80 pulgadas por 354, es una donación que hicimos don José León y yo al Centro León, y aparte de que está hecho sobre el concepto de “Transfiguraciones”, fue hecho para el espacio donde está colocado.

6. Encuentro con la fe
Hace unos 30 años participé en un grupo de estudios de la biblia sin mucho interés, pero me sorprendió el Dios que conocí en esa reunión, y a partir de ahí entregué mi vida al Señor; y luego vino la gran sorpresa de que una vez más la palabra se cumplía cuando decía que al sobreabundar el pecado también sobreabundó la gracia, entonces he visto que el pecado ha aumentado, pero también el número de convertidos. Nunca, en casi 70 años que tengo, había visto a Dios ponerse tan de moda. Lógicamente, no soy de los que se dejan engañar porque anda mucha gente echando bendiciones por ahí, pero aun así Dios nos ama de una manera especial y para mí eso ha significado paz para con mi gente, un sentido de alegría especial por ayudar a los pobres.
Sorprendentemente la mayoría de los domingos de mi vida, a partir de hace 30 años, los he guardado y los he pasado en mi iglesia oyendo la palabra de Dios. De modo que cuando llegan otros cristianos, no me queda otro camino que felicitarlo, porque Dios un día me enseñó el camino a mí, y nosotros los creyentes, pedimos para que otros lo sean, porque mientras más gente cristiana haya, más abundará el bien. Es por eso por lo que es importante, porque me ha hecho a amar a la gente de manera más auténtica y no hay duda de que en el arte mío se refleja el favor que Dios me hace en cada fotografía. Yo vivo conmovidamente agradecido de lo que Él ha hecho por mí y alrededor mío.

7. Vida en familia
Como creyente amo a Dios sobre todas las cosas y le estoy muy agradecido de la familia que me ha dado. Cada momento junto a mi familia es inolvidable para mí. Además, la presencia de la familia en torno a mi trabajo es permanentemente importante, es el mejor y más cercano público de mi trabajo.

8. Caballo blanco
Cada fotografía tomada por mí tiene su historia, ninguna ha sido casualidad. Lo primero es que ha sido pedida a Dios, lo segundo es que ha sido concebida por Él, y lo tercero es que no me ha dejado tener dudas de que Él me la concedió. Recuerdo la del “Caballo Blanco de Valle Nuevo”. Estando en Valle Nuevo con un grupo de amigos y familiares, íbamos atravesando la carretera que une a Constanza con Ocoa, encontramos un prado de flores azules, y todos me dijeron: Domingo mira qué bonito, fotografíalo, y yo les dije: eso es lo que yo llamo un telón para algo que sea un primer plano, un sujeto importante. Por ejemplo, podría ser un caballo blanco, y ellos se rieron porque allí no abundan los caballos, y blanco es muy difícil. Comenzaron a reírse burlonamente de mí cuando apareció un niño montado en un caballo blanco, como decimos montado al pelo. Le dije suéltame ese caballo ahí mismo donde tú estás, y él me dijo que iba rápido a un mandado, pero yo le dije: te voy a regalar algo, y le explicas al del mandado que te encontraste con un turista, no le hables mentira. Él se tiró del caballo, y el caballo inmediatamente se puso a pastar, ahí yo tomé una foto. En ese tiempo se sobaba la cámara, tomé una segunda foto y cuando iba a hacer la tercera, se salió de las flores, de modo que la foto que quería tenía que estar entre las dos que había tomado. Yo noté que todos estaban muy callados y les dije: qué pasó con el caballo blanco, y uno de ellos me dijo: ya nosotros nos damos cuenta que tú eres brujo, y yo le dije brujo no, hijo de Dios…

9. Rayo de Las Terrenas
Otro momento inolvidable fue cuando tomé la foto del rayo en Las Terrenas. Estando con parte del mismo grupo de familiares en la playa, yo aparecí con el trípode y una cámara. Estaba haciendo el sol de playa, y me preguntan: qué tú vas a fotografiar, porque eso es una postalita, y les digo: voy a fotografiar rayos. Ellos me dicen: pero rayos de bicicleta. Y yo les digo: no, rayos eléctricos, porque aquí va a haber una tormenta. Comenzaron a burlarse, y al rato se puso negro como la noche, y de atrás de mi salió un rayo, recorriendo toda la playa y estallando al fondo con un estruendo tremendo.

10. Anciano vendedor
Solo Dios sabe con lo que uno va a encontrarse, como con aquel viejo de Azua. La foto se llama “Anciano vendedor de escobas y cajuiles. Nosotros veníamos de Azua y eran más o menos las cuatro de la tarde y vi un anciano sentado al lado de unas escobas y unos cajuiles, y le dije a mi cuñado: párese, creo que hay una foto buena aquí. Con mucho respeto lo saludé. Él tenía una cara de disgusto tremenda, de eso hace más de quince años, le dije me permitiera que le tomara una fotografía, y me dijo: tómela, total, eso ni me va a hacer más bien ni más mal, a esta hora yo no me he desayunado. Rápidamente mi cuñado y yo le dijimos: venimos ahora, fuimos y le compramos comida y le dejamos dinero, entonces hubo un silencio en el resto del viaje, porque la verdad es que la vida es sumamente dura para alguna gente…

Un fotógrafo de montaña y de mar

Soy un fotógrafo de montaña y de mar, tengo unos 14 viajes al pico, con la consecuente burla de “a qué es que tú vas tanto al pico”, pero después la gente entiende que un mismo sitio es diferente, dependiendo la luz, y yo ando siempre buscando los sujetos dependiendo de la luz. Evidentemente que lo que más me llena el corazón son las montañas, porque han sido los sitios donde se ha ofrendado la vida de los guerrilleros. Hablando ya de viajes al exterior, es inolvidable cuando hice el libro “Pasión por la luz”, del centenario de León Jimenes. Ese libro tiene dos portafolios, uno dominicano y otro norteamericano. Para hacer el portafolio norteamericano tuve que retratar las cuatro estaciones que se dan en Estados Unidos, aquí no conocemos eso, pero muchos hemos viajado y hemos visto cómo cambia una estación de un mes para otro, y entonces en ese cambio mismo que va desde la floración primaveral hasta la nieve de invierno, hay una maravilla del cambio del paisaje. El mismo paisaje se torna diferente al paso del cambio estacional.

Todos los días
“Yo soy un fotógrafo de todos los días, menos el domingo que lo guardo para el Señor. Pero de lunes a sábado yo hago fotografías y estudio fotografía”.

Pasión diaria
“La fotografía y yo somos muy compatibles. Es mi gran pasión diaria. Sé que según avanza la vida, se hace cada vez más difícil superar lo que ha sido hecho”.

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