Seguridad global

El Papa Francisco no había terminado su lamento por los más recientes atentados criminales alrededor del mundo, cuando al norte de Pakistán, en una zona tranquila, concurrida mayormente por niños y mujeres, un “atacante suicida” mató no menos&#82

El Papa Francisco no había terminado su lamento por los más recientes atentados criminales alrededor del mundo, cuando al norte de Pakistán, en una zona tranquila, concurrida mayormente por niños y mujeres, un “atacante suicida” mató no menos de 69 personas y más de doscientas resultaron heridas.

El mismo horror, por causas igualmente irracionales, que la semana pasada había estremecido la capital de Europa, a pocos metros de donde están ubicadas las instituciones claves de la Unión, y en el aeropuerto Zaventem de Bruselas.

Y es que la humanidad vive una situación relativamente nueva. Una organización que se asume como un Estado, el Estado Islámico, con una asombrosa capacidad de maniobra, que ha golpeado a las principales potencias con procedimientos perversos, criminales, como la acción terrorista indiscriminada, con preferencia por lugares de densa concurrencia.

No es la simple secta terrorista del siglo pasado, que podía operar en diferentes países, con células dispersas y un mando central en cualquier lugar del mundo. O más recientemente, Al Qaeda, que si bien logró una gran inteligencia operativa, y se estableció en varios países, no alcanzó la capacidad del Estado Islámico, que no solamente tiene militantes en el mundo imbuidos de una fe religiosa inquebrantable, sino que está establecido en Siria e Irak, en ciudades y campos bien poblados que funcionan con unas leyes determinadas, que cobran impuestos y tributos especiales, que manejan pozos petroleros, refinan y mercadean sus productos bajo ciertas complicidades extrañas. Y un mercado interno funcional.

La estructuración y la dureza de sus métodos, su arrojo desafiante, incluso frente a la superpotencia Estados Unidos y a Rusia, niegan la posibilidad de que vaya a ser reducido dentro de poco tiempo. Y lo más increíble, la mayoría de las armas que manejan, son de fabricación norteamericana.

Ese ejército constituye una amenaza real para el mundo civilizado que conocemos hoy. Y pensar que muchos de los hombres del Isis llegaron a esa región bajo el influjo de la famosa Primavera Árabe auspiciada por los Estados Unidos.
Es un drama preocupante para todos. Acecha y afecta la seguridad global. l

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