Democracia, medios y popularidad

Tenemos la idea, falsa, de que si un gobierno es elegido democráticamente ese país vive en democracia. Un ejemplo que eso es falso es Venezuela que eligió democráticamente a Chávez. Un reconocido militar golpista que fue legitimado por los votos&#823

Tenemos la idea, falsa, de que si un gobierno es elegido democráticamente ese país vive en democracia. Un ejemplo que eso es falso es Venezuela que eligió democráticamente a Chávez. Un reconocido militar golpista que fue legitimado por los votos que luego desvirtuó para hacer una dictadura ridícula que todavía permanece haciendo disparates con su espaldero Maduro y los Castros de Cuba.
La democracia ha devenido en la parodia que llamamos “elecciones generales”. Claro que es preferible esa parodia a las tragedias que viven Cuba, Corea del Norte o Venezuela. ¿Cómo es posible que un cómico, sólo por ser popular en la TV, se convierta en el alcalde de la ciudad más vieja de América? La democracia, en tantas bocas y en tan pocos cerebros.

Quizás el gobierno dirigido por un cómico y la comedia dirigida por un trágico sean las soluciones deseadas en lo más íntimo de cada ser, por esa vocación ácrata que llevamos muy en el fondo. Platón pensó que sería buena idea la división en clases rígidamente separadas y con ello cuestionaba los fundamentos de la democracia; ya que Platón quería un Estado en que el zapatero sea sólo zapatero y no a la vez timonel, el labrador sea labrador y no sea a la vez juez, y el guerrero, guerrero, y no comerciante a la vez que guerrero, en el que cada uno haga lo que le correspondería hacer. Hoy, en nuestras democracias y para horror de Platón, hemos visto que un aprendiz de sastre de San Juan de la Maguana puede ser senador, abogado, ingeniero, funcionario público, empresario multinacional, economista, chulámbrico champañero, político y multimillonario, todo a la vez, por obra y gracia de un partido político en el poder.

Pero lo doloroso es que quienes tienen el privilegio de escribir y ser leídos en democracia hagan de esos privilegios una mercancía pagable a través del Presupuesto Nacional. Se van diluyendo en lambonería común, quienes pudieron ser y decidieron no ser por unos dólares más.

¿Es posible la organización de la ciudad-estado ideal en tiempos en que personajes como Kim Kardashian, Roberto Salcedo o Nicolás Maduro tienen millones de “seguidores” en Twitter?

Las elecciones de cualquier tipo son extrañas. Por ejemplo, a las candidatas a un concurso de belleza se les hacen preguntas como si fueran candidaturas a licenciaturas o doctorados; sin embargo, a las candidatas a un doctorado o licenciatura universitarias no se les pide salir en bikini o traje de noche. Algo injusto, creo yo, por eso una beldad respondió que Confucio era un chino japonés que inventó la confusión. No sabemos si para burlarse del concurso o porque le resultaba muy lógico.

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