El papa Francisco y juzgar a los demás

Desde hace años me he propuesto no juzgar al prójimo, salvo cuando el deber lo imponga, o que sea para algo agradable, que promueva el bien y el desarrollo del receptor. Recientemente el papa Francisco, en una de sus extraordinarias homilías, habló&#8

Desde hace años me he propuesto no juzgar al prójimo, salvo cuando el deber lo imponga, o que sea para algo agradable, que promueva el bien y el desarrollo del receptor. Recientemente el papa Francisco, en una de sus extraordinarias homilías, habló de la importancia de no juzgar a los demás, puesto que el único que puede hacerlo es Dios.

Hay personas que gozan denostando al otro. Cuando las escucho me siento incómodo. Mis oídos se estremecen y trato de apartarme. Las lenguas dañinas perturban la paz, destruyen la armonía.

Una palabra de aliento puede determinar para bien el futuro de alguien, al igual que una frase de odio puede atrofiarle el porvenir. Por ello, debemos ser cuidadosos al expresarnos, que a veces lo que se dice no se olvida.

Hace tiempo fui juez de los tribunales de la República. Cuando me llegaba un caso, pensaba: “¿Y quién soy para establecer cuál de las partes es culpable o inocente? ¿Acaso tenía condiciones extraordinarias para en un santiamén certificar de qué lado estaban los principios? ¿Y si me equivocaba?”. Hasta en ese estado, juzgar, que era mi trabajo, resultaba en ocasiones complicado.

Por ello las palabras de Su Santidad me comprometen más con mi decisión. “Mírate en el espejo, pero no para maquillarte, para que no se vean las arrugas. No, no, no, ese no es el consejo. Mírate al espejo para ver cómo eres. ¿Por qué miras las briznas que hay en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo? ¿Y cómo nos califica el Señor cuando hacemos esto? Una sola palabra: hipócrita, quita antes la viga de tu ojo y entonces verás bien para quitar la brizna del ojo de tu hermano”, nos señala el obispo de Roma.

Y me encanta cuando afirma: “Por eso es tan feo juzgar. ¡El juicio sólo es de Dios, sólo es suyo! A nosotros nos corresponde el amor, la comprensión, rezar por los otros cuando vemos cosas que no son buenas, pero también hablarles a ellos: ‘mira, yo veo esto y quizás…’. Pero nunca juzgar. Nunca. Esto es hipocresía”.

Su Santidad ha revolucionado la enseñanza social de la Iglesia. Lean esta joya: “Si tú juzgas continuamente a los otros, con la misma medida serás juzgado”. Otra reflexión impactante: “Cuando uno juzga nos ponemos en el puesto de Dios” pero nuestro juicio es un pobre juicio y nunca puede ser un juicio verdadero”.

Seamos humildes y tolerantes en nuestras misiones, y prudentes al juzgar al prójimo, pero firmes al hacerlo con nosotros mismos. Gracias, papa Francisco, cada vez te admiramos más.

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