El valor del pasado

El pasado es fácil de definir. Es todo lo que ya no es, pero que antes fue. Es lo que pasó, lo que terminó.El pasado es todo lo que quedó atrás. Lo que nunca más volverá. Para todo y para todos existe el pasado. Aplica para lo material,…

El pasado es fácil de definir. Es todo lo que ya no es, pero que antes fue. Es lo que pasó, lo que terminó.

El pasado es todo lo que quedó atrás. Lo que nunca más volverá. Para todo y para todos existe el pasado. Aplica para lo material, para lo espiritual, para lo humano… para todo.

El día que vivimos hoy, mañana será pasado. Así mismo, lo será el minuto en el que estamos. Podemos ir todos los días al mismo lugar, y hacer y decir las mismas cosas, pero siempre habrá ese algo que hará la diferencia entre el ahora y el ayer.

Nosotros mismos, un día, en cada uno de los roles que nos toca ejercer en la vida, aunque no nos guste admitirlo, nos convertimos en pasado.

Sin embargo, a pesar de lo terrible que parezca ese tiempo del verbo, como todo en esta vida tiene sus cosas buenas, tan buenas, que se convierte en una enseñanza constante, en un referente imprescindible, pasa a ser hojas de consulta para enmendar errores.

Sirve para tomar medidas, para rectificar, para reinventarnos, para asumir actitudes diferentes ante algunas situaciones que en su momento no supimos manejar.

De no ser por el pasado, seguiríamos errando en el presente y fracasaríamos en el futuro.

El pasado es la simiente en la edificación de nuestra personalidad, sin ella, nuestra estructura colapsaría indefectiblemente.

No es correcto vivir en el pasado, pero es éste el mejor archivo de consulta con el que cuenta cada ser humano.

Olvidarlo todo es arriesgarse a cometer las mismas fallas, es borrar la posibilidad de corregir para ser mejores.

El transcurrir del tiempo que mañana será pasado, forma parte de las enseñanzas que cada segundo, minuto y hora se van sumando para hacernos crecer y madurar, pero al mismo tiempo se conjugan como una especie de reserva que nos permitirá en el futuro servir de orientación a otros que por razones de edad están llamados a sucedernos.

Amemos pues nuestro pasado, tomemos lo mejor de él y lo más importante, nunca olvidemos el precio que pagamos por nuestros errores, pues no siempre se cuenta con el tiempo y los recursos suficientes para pagar por ellos. l

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