La envidia se desarrolla en sociedades enfermas

I.- El envidioso daña1.- Genera satisfacción hacer efectivo un proyecto, materializar una idea. La conclusión de una obra que había sido concebida produce alegría, crea un sentimiento que llena de júbilo, pleno regocijo.…

I.- El envidioso daña
1.- Genera satisfacción hacer efectivo un proyecto, materializar una idea. La conclusión de una obra que había sido concebida produce alegría, crea un sentimiento que llena de júbilo, pleno regocijo. Prosperar motiva agrado en toda persona; el éxito impulsa a la delectación, conduce a sentirnos agraciados, llenos de ánimo para continuar viviendo, porque el gozo alegra la vida.

2.- Es legítima la aspiración de los seres humanos a vivir en un ambiente en el cual predomine la armonía, la comprensión y la conciliación por encima de la desavenencia. La compenetración hace llevadera la vida, pero el hecho de vivir en sociedad nos impone, por más liberados que podamos estar, un modo de pensar condicionado por el ambiente donde habitamos.

3.- No podemos desconocer que en nuestro medio hay un sujeto que marchita hasta la alegría: el envidioso. Es un resentido en toda la extensión de la palabra; siempre está enfadado, nada le alegra el alma; es un inconforme patológico; genera y motiva amargura e insatisfacción; practica el odio con disimulo, y se siente bien haciendo gestos que producen desavenencia.

II.- Algunas actitudes del envidioso

4.- Cada quien debe tener una idea clara de lo que es un envidioso, porque sólo así puede preparar la autodefensa que debe desarrollar para cuidarse de sus acciones venenosas, a las cuales está expuesta toda persona de buen proceder.

5.- Resulta sumamente difícil leer al envidioso, porque es un individuo que no deja observar con claridad su forma de actuar; la misma pose que toma para halagar, la utiliza para, con sinuosidad, despreciar. La naturalidad nunca lo acompaña.

6.- La fisonomía del envidioso no sirve para identificarlo, aunque su semblante permite a veces, en parte, conocerlo. El timbre de su voz es cambiante; calcula las palabras que ha de expresar, no las desperdicia; es preciso en el uso de términos.

7.- La personalidad del envidioso es tan enigmática que aunque se molesta con los triunfos de los demás, se mantiene interesado en conocerlos; es inexplicable su proceder, pero esa línea de conducta introvertida lo caracteriza. De ahí que hay que ser muy avistado para descubrir el cambio del envidioso de cínico a cortés.

8.- Para tener conocimiento de la vida de aquel a quien envidia, el envidioso indaga las actividades que realiza y si son o no exitosas; hace sondeos para saber cómo difamarlo; es un fino escudriñador y pendenciero perverso.

9.- A los fines de conocer la situación real de la persona a envidiar, el envidioso se presenta ante ella lo más atento, altamente complaciente; no muestra nada de grosería ni de desprecio; demuestra zalamería y adulación empalagosa hasta estar debidamente informado para luego iniciar su campaña infamante.

10.- Por su propia formación, el envidioso vive con los oídos tumbados para una vez escuchar las palabras exitoso, progreso, triunfador, próspero y abrirse paso, averiguar el nombre de la persona a la cual se le atribuyen para iniciar su labor destructora.

11.- El envidioso tiene reservado un lenguaje punzante para aquel que tiene cualidades bien valoradas en el medio donde vive. Con términos lacerantes, el que envidia trata de golpear al virtuoso; es mordaz cada expresión de quien envidia al referirse al que con virulencia lastima.

12.- El envidioso motiva preocupación porque saca de sus cabales al más inteligente; si no se adivina con rapidez su falsa actuación, con facilidad hace llorar de tristeza a quien está disfrutando un triunfo lleno de alegría; tiene el material suficiente para cumplir la función de encanto y rechazo.

13.- Aunque parezca un contrasentido, el que envidia a otro le olfatea su vida; le da seguimiento, a los fines de husmear hasta lo más mínimo lo que hace o deja de hacer, porque sólo así puede estar debidamente alimentado para envidiar.

14.- Por permanecer ahíto de odio, el envidioso lo suelta poco a poco. Para mortificar con más saña a su víctima, gradualmente va desarrollando su inquina hasta que impone por completo su tirria.

15.- La buena noticia que le transmite el amigo por un logro suyo, el envidioso no la celebra, a lo sumo tímidamente sonríe; no expresa risa por el triunfo ajeno. La carcajada es extraña a la celebración en la persona que envidia, solamente la saca para celebrar la derrota de otro.

16.- Como ponzoñoso al fin, el envidioso no distingue entre conocidos y desconocidos; envidia por igual al amigo que al enemigo, aguijonea a todo aquel a quien envidia por su talento, progreso o consideración en el medio social donde vive; siempre está listo para lanzarle dardos, puyas a quien envidia. El veneno que guarda el que se enfada por los triunfos de los demás está listo para ser lanzado contra todo aquel que por su progreso molesta al envidioso.

III.- La molestia del envidioso

17.- Constituye una ofensa, un agravio a la persona de un envidioso, hablar en su presencia de las virtudes cívicas y ciudadanas reconocidas a un hombre o mujer destacada de la comunidad; él se siente ultrajado en su forma de ser. Para el envidioso, en lugar de honrar a alguien por sus méritos, lo que procede es el descrédito, el vituperio abierto o solapado.

18.- La gallardía de aquellos que no han vacilado para enfrentar las situaciones políticas difíciles que en distintas coyunturas se han presentado en el país, y han requerido el accionar de hombres y mujeres de firmeza y convicciones democráticas, motivan recelos, envidia, en quienes se han comportado como actores o cómplices de actos despreciables.

19.- El funcionario probo motiva inquina en el envidioso deshonesto, el cual ve con ojeriza a quienes se comportan virtuosos, con probidad en el manejo de los dineros del erario. Al mezquino le suena insultante que se les reconozcan honores a las mujeres y hombres honorables.

20.- Aquellos que con su dinamismo se elevan con su propio esfuerzo, generan cólera a los envidiosos que se quedaron rezagados por haberse mantenido haraganes, abúlicos y ociosos necios. El progreso mortifica y enloquece a los que envidian el desarrollo de los triunfadores.

21.- La persona que por su seriedad se hace merecedora del cariño, distinción y respeto de sus conciudadanos, tiene como contrario al envidioso, a ese hazmerreír que sólo sobresale como bufón descarado, que sirve para inspirar risa con sus impertinencias inoportunas.

22.- El ser humano de comportamiento humilde, se convierte en blanco predilecto de los ataques de los envidiosos, que para ser tomados en cuenta tienen que hacerse sonar como jactanciosos y alardosos.

23.- Hablar de la conducta limpia de una persona a la cual por su grandeza le tiene tirria el envidioso, es desafiar a éste perturbándolo en su engreimiento; su soberbia le impone reaccionar desmoronando la buena imagen haciéndola polvo.

24.- El envidioso siente celos contra aquel que lo trata como amigo, y es persona distinguida; el ilustre, el sobresaliente por su sola condición lesiona al envidioso; éste procura presentar al descollante como un farsante, chabacano e insignificante.

25.- Aquel que tiene a su lado a un envidioso está impedido de ganar fama. La notoriedad, el prestigio, la celebridad en otro hace sentir mal al envidioso; lo deprime hasta hacerlo caer en estado de desánimo y angustia absoluta.

26.- El envidioso se siente rebajado si guarda silencio cuando en su presencia se enaltece a alguien; buscará como reducirlo a la nada, desprestigiarlo o de cualquier forma humillarlo. Su misión es la de envilecer, no la de ennoblecer.

27.- El envidioso acumula en su cerebro una especie de diccionario diseñado para mermar a quien es reconocido por méritos y cualidades excepcionales; buscará la forma de desacreditarlo, quebrantarlo en forma desmesurada hasta presentarlo como un nada, ninguna cosa.

28.- La demostración de arrojo en una persona genera malquerencia en el envidioso cobarde que ve receloso semejante comportamiento; el coraje en otro genera molestia en el pusilánime huérfano de valentía; la bizarría es censurada por el falto de valor, el acoquinado.

29.- Una vez el envidioso logra infamar, y comprueba que su amargue ha surtido efecto, siente ejecutada su misión y da por concluida su operación disociadora y mezquina.

Reflexiones finales
a.- Para que una sociedad humana pueda dañarse al nivel que ha llegado la dominicana, en su seno tiene que haberse producido una degradación tan precipitada que ha impedido a sectores, clases y capas sociales sensibles, percatarse de los que estaba socavando su base.
b.- Solamente en una sociedad regida por un sistema social como el que impera en nuestro país, puede engendrar un espécimen con las bajas pasiones del envidioso.

c.- Hay que ser muy poca cosa como ser humano para compartir con los demás, y anidar en el cerebro resentimientos, odio, egoísmo y rivalidad. Por tal razón es que el envidioso es un peligro social.

d.- La envidia ejerce tanto dominio sobre las personas que acompaña, que aunque quieran quitársela de encima, liberarse, no pueden, porque les domina el corazón y el cerebro, privándolas para siempre de libertad y paz.

e.- El envidioso, durante todo el curso de su existencia, permanece en una encrucijada de sufrimientos: afligido por la desgracia de la envidia y entristecido por la felicidad del envidiado.

f.- El envidioso es perseverante, no da tregua; persevera contra aquel que envidia; le da seguimiento hasta después de muerto, porque cuando fallece la víctima de la envidia, el envidioso va a la funeraria, no a darle el pésame a los deudos, sino a comprobar el deceso del envidiado.

g.- El envidioso no merece desprecio, solo conmiseración, porque aquel que nace con el sentimiento de rivalizar por gusto, no tiene sosiego, vive convulsionado, es un espíritu que permanece revuelto y con el cual hay que tener clemencia.

h.- Mi deseo es que la realidad dominicana fuera otra, pero ella está ahí, como testigo de piedra, algo incontrovertible. Estamos viviendo en un medio social corrompido hasta el tuétano; cada día se acelera más y más la podredumbre social; lo que se respira en el ambiente dominicano está contaminado; estamos presenciando un cuadro degradado, pervertido, y encanallado con la presencia de lacras, como lo es el envidioso.

i.- Solamente aquel que ha descubierto que un amigo le envidia, sabe la frustración, el dolor que produce, es pasar por un momento sumamente difícil; uno se siente anímicamente hundido, interiormente desbaratado, totalmente estropeado.

j.- Preocupados por el estado negativo que lesiona a los envidiosos, la envidia, hemos decidido averiguar, y confirmamos que los envidiosos no tienen cura; que la envidia es un padecimiento, con el agravante de que quien la padece la disfruta; por tiempo el paciente se mejora, pero luego la lesión se reactiva ampliada, y la misma solo puede eliminarse de dos formas: desapareciendo el paciente, o el sistema que genera la enfermedad.

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