Identidad societal y construcción de ciudadanía (2 de 2)

En la entrega anterior, hicimos referencia a todos los términos peyorativos con los cuales los estudiosos han tipificado a los dominicanos, pero dentro de este zarzal de injurias, producto de estas tipificaciones nuestras, una sola expresión de…

En la entrega anterior, hicimos referencia a todos los términos peyorativos con los cuales los estudiosos han tipificado a los dominicanos, pero dentro de este zarzal de injurias, producto de estas tipificaciones nuestras, una sola expresión de orgullo se muestra en Gastón Fernando Deligne (Santo Domingo, 1961, San Pedro de Macorís, 1913), no por Arriba el Pabellón, sino por sus constantes enfrentamientos a los intelectuales nuestros en las páginas de los periódicos nacionales con respecto a la no representatividad de lo dominicano en sus producciones. Este enfrentamiento se muestra en sus obras Angustias, expresión sicológica del sentimiento de un pueblo, Aniquilamiento, como una filosofía de la existencia y Ololoi, como expresión política analizada por Theodor Adorno para una estructura societal más diferenciada.

Tomando como referencia los aspectos contradictorios antes descritos, recurrimos a los teóricos de la sociedad para poder dar una explicación medianamente aceptable de la misma. Theodor Adorno (Francfort del Main, 1903- Visp, Suiza, 1969) la concibe como una estructura con tres planos: económico, cultural y político. Esta es la clasificación más aceptable de la sociedad dominicana, de antes y de ahora.

En el plano económico sitúa la relación societal en la disputa clásica marxista entre el capitalista y el proletario. Unas relaciones de producción que dan resultados a través de la explotación del hombre para que la actividad económica pueda producir una rentabilidad: Economía rentista.

Si aceptamos la cultura como todo aquello que el ser humano hace, la segunda clasificación se enmarca en las superestructuras de producción de contenidos y formas de pensar, que, siendo acomodaticias, poco emprendedoras y frívolas, no auguran oportunidades de crecimiento en ningún orden.

En la tercera clasificación, que es la política, aparecen los aparatos de control ideológicos, teniendo a los medios de comunicación como principal insumo de manejo de mentalidades e instrumento de dominio, sin que se erija como un bien social. 

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