Buenas acciones, pero insuficientes

Satisfacen las declaraciones recurrentes de representantes de organismos internacionales, visitantes y residentes, sobre los avances de algunas políticas nacionales contra la pobreza, algunos programas con efectos contables en la calidad de vida…

Satisfacen las declaraciones recurrentes de representantes de organismos internacionales, visitantes y residentes, sobre los avances de algunas políticas nacionales contra la pobreza, algunos programas con efectos contables en la calidad de vida de la gente, como las visitas sorpresa, o los servicios que prestan a los muchachos los programas de tanda extendida y su impacto en los hogares.

Eso es muy bonito y es un signo de que se hacen cosas buenas, pero son tan graves los problemas estructurales que esos logros se quedan como una expresión de éxitos con matices singulares, pero de alcance limitado.

Cuando ocurren estas lluvias, a veces repentinas, que impactan barrios marginales en cualquier municipio de la República, y se develan las condiciones en que vive la gente, obliga a pensar en el tipo de nación que tenemos y en el futuro que les depara una vida que no es tal, totalmente infrahumana.

Cómo las personas se arriman a cañadas y arroyos en cualquier lugar, en ranchos levantados con cualquier tipo de desecho. Ya no son los arrabales del río Ozama y del río Isabela en el Gran Santo Domingo o las tradicionales cuarterías del viejo Distrito Nacional. No. En todos los municipios hay villas miseria marcadas por los desastrosos alojos habitaciones que en forma alguna pueden considerarse viviendas.

Y lo peor de todo, con frecuencia establecidos en lugares vulnerables que son un peligro que sólo se advierte con temporales de corta o larga duración.

En fin, tenemos logros, avances que pueden ser replicados en otras latitudes, pero al mismo tiempo, un creciente deterioro de la calidad de vida de amplias capas poblacionales que denuncian una miseria que avanza a una velocidad que por momento hace pensar que resultará indetenible.

Las mejorías en algunos campos son loables, pero insuficientes. Hacen falta políticas más abarcadoras en materia habitacional, territorial y ambiental. Bueno el esfuerzo por proteger sistemas montañosos deteriorados, pero es necesario comprometer planes que impacten las zonas urbanas, donde la “calidad de vida” es una mala palabra.

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