Celeridad en la acción

A estas alturas no tiene sentido analizar el porqué de las inundaciones provocadas por las riadas que han dejado las lluvias continuas. Una amplia zona de la región Norte de la República vive una grave situación que ha obligado al Gobierno a declarar&

A estas alturas no tiene sentido analizar el porqué de las inundaciones provocadas por las riadas que han dejado las lluvias continuas. Una amplia zona de la región Norte de la República vive una grave situación que ha obligado al Gobierno a declarar la emergencia.Lo que ha ocurrido es de tal magnitud que el Ministerio de Obras Públicas ha dicho: “… la situación es de grandes proporciones… a los lugares que no han llegado los equipos y personal, que tengan un poco de paciencia, que llegaremos”.

Los desbordes de arroyos, ríos y cañadas han provocado deslaves, agrietamientos y cortes de vías, destrucción de puentes; viviendas impactadas, dañadas o destruidas de manera total, con saldos trágicos siempre lamentables, con cuatro víctimas fatales. Pero los damnificados ya rondan más de 25 mil personas. Habría que cuantificar los daños en viviendas e infraestructuras y en la agropecuaria. Esta vez no será suficiente con la conformidad de que “las lluvias pagan los daños”. Han sido mayores.

El Gobierno quizás fue lento en reaccionar para dispensar la ayuda necesaria o para acometer algunas iniciativas para reparar los daños. La declaración del estado de emergencia, si no fue tardía, ocurrió cuando la situación se tornaba insostenible.
Pero el Gobierno está actuando y pide paciencia a las comunidades más afectadas. La paciencia en esta circunstancia es imposible. Es acción lo que se requiere en asistencia humanitaria y en reparación de infraestructuras.

El drama que viven comunidades de las provincias de Puerto Plata, María Trinidad Sánchez, Duarte, Sánchez Ramírez, Espaillat, La Vega, Monseñor Nouel, Santiago, Samaná, Montecristi y otras, es gravísimo.

En medio de todo eso se anuncia que las lluvias continuarán desde hoy, quizás hasta el lunes, con amenaza, según Meteorología, de que los aguaceros se extiendan más allá del 30 de noviembre, cuando termina la temporada ciclónica.

Se requiere celeridad y concentrar los esfuerzos para lograr la normalización en tan difícil situación. Y como debe ser, garantizar la calidad de las obras ante la impetuosidad de las precipitaciones de estos tiempos. 

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