Estoy convencida de que a veces las tragedias ayudan a descubrir virtudes en algunas de las personas que nos rodean. En ese orden, me encuentro particularmente sorprendida por la solidaridad, la entrega desinteresada y los niveles de altruismo que he podido constatar en los últimos años en una parte de la clase artística de la República Dominicana: los urbanos.
Hay artistas, en todos los géneros, que nunca actuarían en evento alguno de forma gratuita; otros sólo lo harían si dicho evento les garantizare un alto impacto en su proyección mediática y sus relaciones públicas. Sin embargo, unos cuantos talentosos y populares exponentes de la música urbana en el país, muchos casi de forma anónima, han sido protagonistas de la mayoría de las actividades benéficas por causas nobles.
Esta sorprendente muestra de desprendimiento se multiplicó en los últimos días como consecuencia de inesperadas y lamentables situaciones ocurridas recientemente en nuestro territorio como las tormentas e inundaciones en el Cibao que por sus efectos trastornaron tantas familias dominicanas y cuyas devastadoras consecuencias aún no terminan.
A propósito de esto, muchos eventos y conciertos se han realizado recientemente con estos artistas para generar ayuda social y en la mayoría de ellos no sólo no tienen ganancias, sino que además tienen pérdidas, toda vez que estos esfuerzos les quitan tiempo para sus actividades laborales, académicas y familiares cotidianas. Nuestros urbanos nunca se han quejado, no han puesto objeciones para su participación en estas actividades y por si fuera poco fungen además como tenaces promotores de las mismas.
Los medios de comunicación y el público, tantas veces implacable en la crítica ante los errores, deben también reconocer la calidad humana de estas personas, destacar la sencillez, el espíritu colaborador, el entusiasmo y en general la nobleza con que se han puesto a disposición de causas humanitarias artistas urbanos talentosos a los que este país debe aplaudir por sus invaluables aportes al bienestar colectivo.
Sé que sería difícil realizar para estos artistas distinciones que compensen en justa medida lo que ellos han brindado. No obstante y aunque resulte insuficiente, exhorto a los lectores de esta columna a que reconozcan esa labor generosa, valoren esos gestos caritativos y se acerquen más a los urbanos locales que lo menos que merecen es nuestro estímulo y un solidario y agradecido apoyo a su oficio.
