¿Ser progresistas?

Algunas personas todavía insisten en proclamarse “progresistas”. No obstante, siempre hemos desconfiado de los auto-proclamados progresistas, pues quienes así se declaran simplemente identifican lo que ellos piensan con el progreso. Hay en esta&#823

Algunas personas todavía insisten en proclamarse “progresistas”. No obstante, siempre hemos desconfiado de los auto-proclamados progresistas, pues quienes así se declaran simplemente identifican lo que ellos piensan con el progreso. Hay en esta actitud un substrato de una vieja ideología de que la humanidad marcha hacia un futuro luminoso de progreso, que tanto dolor ha causado, pues quienes se interponían en dicha senda eran simplemente empujados a un lado, o lo que es peor, eliminados. Quienes así piensan se colocan en una posición de superioridad moral, que es la causa de su intransigencia e intolerancia hacia todos aquellos que no coinciden con sus puntos de vista, quienes son descalificados por retrógrados. Resultado de esta actitud, la sociedad se divide en dos bandos, entre “nosotros” y los “otros”. Lo que nos lleva a otra reflexión.

En realidad, su pensamiento se caracteriza por algo más grave que la intransigencia: el simplismo. Pues dividir la sociedad en dos, además de peligroso, resulta simplista. Y es que los autoproclamados progresistas son simplistas en sus análisis y sus expectativas, pues no toman en cuenta la complejidad del comportamiento humano, y por ende, social.

Para comprender nuestros argumentos es necesario y suficiente entender el significado de Guernica, la pintura de Pablo Picasso. Creada durante el año 1937, esta pintura testimonia la agonía y la ruptura del mundo moderno, y su ilusión de progreso moral.

Dos años más tarde comenzaría la Segunda Guerra Mundial, que provocó más de 50 millones de muertos. Un conflicto donde la ciencia y la tecnología fueron puestas al servicio de campos de exterminio, fríamente planificados, que superaron las hazañas de barbarie de cualquier Atila primitivo.

Pero hay otras razones, quizás menos intelectuales, pero no por ello menos contundentes, para desconfiar de aquellos que se proclaman progresistas. Pues este es el ropaje utilizado por más de un populista latinoamericano para llegar y mantenerse en el poder, hasta terminar destruyendo la economía y empobreciendo a la población. O es la vestimenta que se ponen aquellos quienes son sorprendidos con la mano en la masa, o mejor dicho, con la mano en los fondos públicos. Y es que en las sociedades latinoamericanas, y particularmente en nuestra sociedad actuamos convencidos de que simular, falsear o encubrir demuestra una sagacidad superior. Nuestra sociedad para avanzar necesita de cosas muy sencillas, como es el respeto por la verdad. Pero enfrentar la verdad pura y dura requiere de coraje moral. Los dominicanos haríamos bien en mirar hacia atrás y poner nuestra atención en el momento mismo de nuestra independencia, cuando se proclamó: “Y la verdad os hará libre”. Y es que necesitamos de menos ropaje… y más verdad. 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas