La Navidad vista por el Papa Francisco

IntroducciónEstos pensamientos o mensajes del Papa Francisco, como en otros temas, no tienen desperdicio. Vale la pena leerlos y meditarlos. Son del 2015, pero conservan vigencia y frescura. He ahí un valor agregado.

Introducción

Estos pensamientos o mensajes del Papa Francisco, como en otros temas, no tienen desperdicio. Vale la pena leerlos y meditarlos. Son del 2015, pero conservan vigencia y frescura. He ahí un valor agregado.

1. La Navidad anuncia la paz en medio de tanta guerra
“La Navidad está cerca: habrá luces, habrá fiestas, árboles iluminados, también pesebres… todo falsificado: el mundo sigue haciendo la guerra, sigue haciendo las guerras. El mundo no ha comprendido el camino de la paz”.

“Hoy hay guerra por doquier, hay odio”, y cuestionó “¿qué queda de una guerra, de ésta, que estamos viviendo ahora?”.

“¿Qué queda? Ruinas, miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡tantos!, y tanto dinero en los bolsillos de los traficantes de armas”.

“Una vez Jesús dijo: ‘No es posible servir a dos patrones: o a Dios, o las riquezas’. La guerra es precisamente la elección por las riquezas: ‘Construyamos armas, así la economía se equilibra un poco, y vamos adelante con nuestro interés’”.

“Hay una palabra fea del Señor: ‘¡Malditos!’. Porque Él ha dicho: ‘¡Bienaventurados los constructores de paz!’. Estos que trabajan por la guerra, que hacen las guerras, son malditos, son delincuentes” (Homilía Misa Casa Santa Marta, 19 de diciembre 2015).

2. La Navidad es acoger al Dios del amor que viene
“La salvación que se espera de Dios tiene también el sabor del amor. En efecto, preparándonos a la Navidad, hacemos nuestro de nuevo el camino del pueblo de Dios para acoger al Hijo que ha venido a revelarnos que Dios no es sólo justicia sino también y sobre todo amor (cf. 1 Jn 4,8). Por todas partes, y sobre todo allí donde reina la violencia, el odio, la injusticia y la persecución, los cristianos estamos llamados a ser testigos de este Dios que es amor” (Audiencia con una delegación de Alemania que obsequió el árbol de Navidad y a los italianos que regalaron el pesebre para la Plaza de San Pedro, 18 de diciembre 2015).

3. En Navidad Dios convirtió nuestro mundo en su mundo
“Los invito a detenerse ante el Nacimiento porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina, que se hizo carne humana y puede enternecer nuestras miradas. Pero sobre todo quiere mover nuestros corazones’’.

“Jesús no apareció sencillamente en la tierra, no nos dedicó solamente algo de tiempo, sino que vino para compartir nuestra vida y acoger nuestros deseos. Porque quiso y quiere todavía vivir aquí, entre nosotros y para nosotros”.

“Le importa nuestro mundo que, en Navidad, se convirtió en su mundo. El Nacimiento nos lo recuerda: Dios, por su gran misericordia, bajó hacia nosotros para quedarse con nosotros’’ (Audiencia con una delegación de Alemania que obsequió el árbol de Navidad y a los italianos que regalaron el pesebre para la Plaza de San Pedro, 18 de diciembre 2015).

4. Navidad es fiesta de la lógica de Dios
“El Dios de la Navidad es un Dios que ‘desordena las cartas’. Le gusta hacerlo, ¡eh! Como canta María en el Magníficat, es el Señor quien derriba a los poderosos de su trono y eleva a los humildes, colmando de bienes a los hambrientos y despidiendo a los ricos con las manos vacías. Este es el segundo estupor, el estupor de la historia”.

“Un tercer lugar del estupor es la Iglesia: mirarla con el estupor de la fe significa no limitarse a considerarla sólo como una institución religiosa, que es, sino sentirla como una Madre que, aun entre manchas y arrugas – ¡tenemos tantas! – deja translucir los lineamientos de la Esposa amada y purificada por Cristo Señor”.

“La Iglesia que llama al Señor: ‘¡Ven, Señor Jesús!’. La Iglesia madre que siempre tiene las puertas abiertas de par en par y los brazos abiertos para acoger a todos. Es más, la Iglesia madre que sale de sus propias puertas para buscar con sonrisa de madre a todos los alejados y llevarlos a la misericordia de Dios. ¡Este es el estupor de la Navidad!”.
“En Navidad Dios se nos da totalmente a Sí mismo donando a su Hijo, el Único que es toda su alegría. Y sólo con el corazón de María, la humilde y pobre hija de Sion, que se convirtió en Madre del Hijo del Altísimo, es posible exultar y alegrarse por el gran don de Dios y por su imprevisible sorpresa” (Palabras previas al rezo del Ángelus, 20 de diciembre 2015).

5. Navidad es la fiesta de la infinita misericordia de Dios
“En realidad, la Navidad es la fiesta de la infinita Misericordia de Dios, como dice san Agustín de Hipona: «¿Pudo haber mayor misericordia para los desdichados que la que hizo bajar del cielo al creador del cielo y revistió de un cuerpo terreno al creador de la tierra? Esa misericordia hizo igual a nosotros por la mortalidad al que desde la eternidad permanece igual al Padre; otorgó forma de siervo al señor del mundo, de modo que el pan mismo sintió hambre, la saciedad sed, la fortaleza se volvió débil, la salud fue herida y la vida murió. Y todo ello para saciar nuestra hambre, regar nuestra sequedad, consolar nuestra debilidad, extinguir la iniquidad e inflamar la caridad». Hasta aquí, San Agustín.

Por tanto, en el contexto de este Año de la Misericordia y de la preparación para la Navidad, ya tan inminente, deseo presentarles un subsidio práctico para poder vivir fructuosamente este tiempo de gracia. No se trata de un exhaustivo “catálogo de las virtudes necesarias” para quien presta servicio en la Curia y para todos aquellos que quieren hacer fértil su consagración o su servicio a la Iglesia” (Discurso encuentro navideño con la Curia Romana, 21 de diciembre 2015).

6. La Navidad nos renueva a todos
“En este día, ha nacido de la Virgen María Jesús, el Salvador. El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón” (Palabras previas a la bendición Urbi et Orbi, 25 de diciembre 2015).

Conclusión
CERTIFICO que mis textos del Papa Francisco sobre la Navidad son reproducidos fidedignamente de fuentes vaticanas digitales.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros el doce (12) de diciembre del Año del Señor dos mil dieciséis (2016), haciendo mención de aquel 12 de diciembre de 1979, fecha en la que publiqué mi primer trabajo sobre la Navidad.

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