Mi corta lista de Reyes

Hay quienes creen que el día de Reyes es exclusividad de infantes. Pues no, no es así. Sigo creyendo en Reyes…a mi manera. Hoy celebramos la Epifanía de los Reyes Magos por segunda vez en este año, en un absurdo mover de fechas, que más que…

Hay quienes creen que el día de Reyes es exclusividad de infantes. Pues no, no es así. Sigo creyendo en Reyes…a mi manera. Hoy celebramos la Epifanía de los Reyes Magos por segunda vez en este año, en un absurdo mover de fechas, que más que favorecer, trastorna. No se repara en que esta fecha religiosa sea movida, para que el “fin de semana largo sintético” incluya un “lunes de zapatero”.

Soy de los que hace su “lista de reye”, dejo yerba para los camellos mágicos, “que se ponen chiquitico pa’pasá por debajo e’la puerta” y coloco un trago de ron para alguno de “lo tre”. En mi lista solo pedí: esperanzas, pero esperanzas suficientes para compartir con todos los que hemos convertido a esta, en tierra de nuestros amores. La esperanza desde el punto de vista filosófico es un estado de ánimo; desde la óptica religiosa es una virtud, y nos hace confiar en la certeza del recibo de bienes prometidos.

Para los dominicanos de hoy es el renacer de la confianza en un presente de compromisos, para arribar a un mañana de bienestar personal y colectivo. La llegada de un nuevo año marca de por sí el final de un período y el inicio de otro tiempo. Pintemos el 2017 con el verde brillante de la esperanza. Es la confianza en una economía que alcance para todos y que sea más que cifras de un ejercicio académico, que dice: lo hicimos bien.

Trillar rutas de progreso con ribetes de tranquilidad ciudadana sin los sobresaltos que ocasiona la improvisación y el eterno cambio de rumbos. Creo, sin miedo a equivocarme, que hemos atravesado el umbral de las expectativas, de esa que nos da fuerzas para abrir ventanas, para quitar nudos y dejar que el alma nacional vuele. Me resisto a las esperanzas forzadas porque atentan contra la libertad intrínseca de la naturaleza humana.

En el génesis de este año, que apenas comienza, quiero pedir a los Reyes Magos, a esos a quienes les movieron la fecha y le complicaron las entregas, para los niños pequeños: juguetes y alegrías; para los “niños grandes”, sin necesidad de envoltura ni lazos vistosos: esperanzas, muchas esperanzas.

De paz, de armonías, de no violencia, de funcionarios que llenen expectativas, de propósitos de cambios, de justicia sana y oportuna, de verdades públicas, de futuro cierto, de calidad de vida, de salud personal y pública, de educación eficaz, de seguridad ciudadana, de compromisos. Que nos devuelvan la capacidad de caminar sin temor y disfrutar la belleza natural que nos arropa, sin los miedos que secuestraron la tranquilidad.

Esperanza de una dominicanidad que haga armónicos la alegría del merengue con la justicia social; que conjugue la belleza de nuestra gente con gerencia nacional pulcra y honesta. Que en ese vuelo del alma demos realidad los sueños trasnochados de un país mejor, repleto de oportunidades y no una tierra rica llena de gente pobre. Escamoteo al poeta su capacidad exclusiva de ser intérprete de la esperanza. l

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