Johanny: la chica que lavaba cabezas y ahora es dueña de un negocio

A Johanny Ramos, convertirse en una pequeña empresaria no le resultó una tarea fácil, pero logró pasar de ser una lavadora de cabezas y de colocadora de rolos a propietaria de un centro de estética en la capital dominicana.

A Johanny Ramos, convertirse en una pequeña empresaria no le resultó una tarea fácil, pero logró pasar de ser una lavadora de cabezas y de colocadora de rolos a propietaria de un centro de estética en la capital dominicana. Johanny es la dueña de JoMat Beauty Center, un negocio con especialidad en color y extensión de pelo, pero también ofrece masajes y faciales. “Aquí vendo pelo cien por ciento humano, pelo hindú garantizado y de calidad. Aquí tú puedes encontrar todo tipo de productos de peluquería de salón de belleza”, le dice la emprendedora al equipo de prensa de elCaribe que acudió ayer a conocer su establecimiento, ubicado en la calle Primera número 1, Mirador Norte, Santo Domingo.

“Diría que soy buena en lo que hago. Esto es como una pasión”, expresa con certeza, en las primeras palabras de la conversación. “Yo llegué con esto desde mi casa, desde mi hogar. Mi madre siempre decía que uno no sabe de lo que va a vivir. Me insistía en que había que estudiar y prepararse, porque si uno no resuelve de una forma, resuelve de la otra, desempeñando alguna función”, rememora. “Desde que hice esto la primera vez, me gustó. Esa primera vez fue cuando tenía trece años”, continúa diciendo, dejando al descubierto el interés y la comodidad que le genera abordar el tema.

Aprendió el oficio en su casa, en San Juan de la Maguana (parte Sur de República Dominicana) y luego su madre la envió con una amiga a trabajar. “Estaba en una peluquería, lavando cabezas, haciendo rolos, ayudando (…) pero la idea de colocar un negocio me surgió después, cuando estuve trabajando en una peluquería grande y de renombre. Ahí fue que me dije a mí misma que porqué no. Me pregunté porqué yo no podía lanzarme, si ya tenía mucho más conocimiento y había estudiado y me había preparado”, recuerda Johanny, bajando la mirada en algunos momentos del diálogo, como con cierto grado de timidez.

Inició la actividad con un capital bajo, pero con varias “toneladas” de optimismo y esperanza. “Te puedo decir que no tenía ni siquiera cincuenta mil pesos ahorrados. Pero pensé que con las dos manos que tengo, debo ser capaz de hacer lo que yo quiero”, indica. Y agrega: “Lo importante no es dónde estoy, sino dónde puedo llegar. De esa forma inicié, junto con una amiga, pero no teníamos ni lugar ni equipos, ni material para trabajar. Apenas teníamos shampoo y acondicionador, por decirte algo. Pero mis clientes me conocían del lugar anterior donde estuve y me han seguido”, expresa con dejo de orgullo.

El local donde opera Johanny Ramos es alquilado. Está ahora en perfecto estado y muy bien acondicionado y distribuido. Tanto, que alcanza hasta para un pequeño gimnasio que maneja su esposo, el entrenador Héctor Hernández. Ambos mantienen –además de su matrimonio de casi 15 años- una suerte de sinergia empresarial. Pero no siempre fue así. Cuando rentó el local, parecía una ruina y llegó a vivir así en él, según contó ayer.

Generalmente, cuando se vive en el mismo local donde se ejerce algún oficio, la persona termina trabajando de más y no descansando. Algo parecido a eso le ocurría a la propietaria de JoMat Beauty Center en sus inicios. “Trabajaba 24-7, como se dice ahora”, recuerda la pequeña empresaria.

Los primeros equipos de la estética los compró a base de préstamos. “Me ha ido bien y estoy constituida como compañía, con mi RNC (Registro Nacional de Contribuyente) y todo lo que implica un negocio formalizado y organizado”, expone.

El público del establecimiento en cuestión es uno de clase media alta. “Mi público, mis clientes llegan aquí más por recomendación, por el trabajo que realizo y que luego las personas recomiendan, tomando en cuenta que quienes vienen quedan satisfechos”, explica.

Posted in Dinero, Edición Impresa

Más de panorama

Más leídas de panorama

Las Más leídas