Correo de los lectores

Adiós a Federico JovineSeñor director: Cuánto lamento el fallecimiento en el día de hoy del amigo, hermano y gran poeta de la patria, Federico Jovine Bermúdez.Hombre de alegría interminable y formación…

Adiós a Federico Jovine

Señor director: Cuánto lamento el fallecimiento en el día de hoy del amigo, hermano y gran poeta de la patria, Federico Jovine Bermúdez.

Hombre de alegría interminable y formación cultural muy amplia. Se nos fue dejando un legado de bien, de solidaridad y, en gran modo, una obra literaria que constituye referente para las generaciones por venir.

Dijo Franklin Mieses Burgos: “ Cuando la rosa muere, deja un hueco en el aire que no lo llena nada”.

Siento que la partida de Federico, poeta ilustre de la generación de post guerra, nos adentra por ese hueco que nada lo satisface.

Con Jovine se ha marchado la diversión y el estallido de la risa y la sonrisa poética del país.

Muy pocos escribidores existen o existieron embestidos del humor a quemarropa, parodiando a Tomás Castro, que el que caracterizó y destilaba cual se destila el mejor ron, Federico.

Cualquier palabra, cualquier frase en contertulio, motivaba en él la anécdota oportuna, sabia y chispeante y, por qué no, el recuerdo de un curioso acontecer de antaño, cuando en Borojol se soneaba duro y por El Conde fluía el caótico conchar entre las peñas intelectuales que le daban brillo al Roxi Bar y a las tiendas de calcetines, mucho antes de que la artesanía, las casas de cambio y la oferta de accesorios y celulares cambiaran la fisonomía de la vetusta Ciudad Colonial.

Desde que formalmente nos conocimos, luego que él y el otro hermano del alma y eximio cantor, Mateo Morrison fueron a buscarme a Los Mina para celebrar la creación del poema que titulé Neruda en la Gloria, iniciamos una cofradía que se prolongó en los años.

Porque así son los grandes. Mateo y Jovine, Jovine-Mateo, Tony Raful, poetas generosos, críticos inteligentes, motivadores de generaciones y poetas que recorren estas tierras labrando, sembrando tropos, símiles y prosopopeyas que cosechan poesía.

Federico, lo mismo que Diógenes Mejía, a quien también lloré como lloramos los hombres, fue un poeta total.

Poeta total, Federico, tu barba de sabio patriarca que casi siempre exhibiste, se queda colgada en el recuerdo de puntas de fusiles abrileños y deambulan estos días de sonados sobornos forjados en el gran derrumbe del neoliberalismo inmoral aún moribundo.
Pese a que te fuiste en silencio, tu portentosa voz retumba y cubre de versos los confines de la patria y más allá.

Tu adiós me duele y me lastima. Me devuelve el hueco del aire que no lo llena nada.
Hasta luego, hermano, hasta luego.
Carlos Márquez
Periodista

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