El desafío de continuar tras una experiencia traumática

La participación o vivencia en zonas de guerra, como visualizar un homicidio, suicidio, accidente trágico, ser víctima de una violación, abuso verbal o físico, secuestro o recibir una noticia trágica, son experiencias que pueden convertirse…

La participación o vivencia en zonas de guerra, como visualizar un homicidio, suicidio, accidente trágico, ser víctima de una violación, abuso verbal o físico, secuestro o recibir una noticia trágica, son experiencias que pueden convertirse en traumáticas, sobre todo si van acompañadas de la percepción de desprotección relacional en los momentos periféricos al evento, explica el psicólogo internacional, Adrian Chaurand, especializado en atención al final de la vida y procesos de duelo, además de acompañamiento a personas con enfermedades avanzadas y a sus familiares.

Sin embargo, Chaurand aclara que no siempre estos sucesos se vuelven traumáticos, porque todo va a depender de cómo se asuma y de cómo ocurra, por ejemplo, si fallecen de manera consecutiva seres queridos, es gran probabilidad.

Las personas traumatizadas se encuentran plagadas por reacciones sensoriomotoras disociadas, incompletas o inefectivas en cuanto a su regulación o mantenimiento del equilibrio personal. Varias de estas reacciones son imágenes intrusivas (flashbacks), estrés o constricción somática, dolores físicos, anestesia emocional, hiperactivación en respuesta a olores, sonidos e imágenes.

“Los denominadores comunes de la experiencia traumática son la incapacidad para modular la activación, y que, a pesar de que en ocasiones el evento negativo sucede en repetidas ocasiones, la percepción de cada persona puede variar, por ejemplo, sentir la situación abrupta y el tiempo tan veloz, que hace que el afectado sea incapaz de actuar de una forma distinta a como lo está haciendo”.

Se experimenta emociones, como la culpa, vergüenza, incapacidad de relacionarse con los demás, decepción, enojo, sentimientos cambiantes, ambigüedad en los sentimientos hacia las personas implicadas, así como a Dios, a la vida y hacia el deseo de continuar viviendo; sensaciones físicas, como presión en el pecho, crisis de ansiedad, disociación, obnubilación, despersonalización (uno se siente separado de sus procesos mentales y/o cuerpo), desrealización (el mundo pareciera raro o irreal), imposibilidad para conciliar o mantener el sueño y trastornos de la conducta del sueño, señala el psicólogo.

Para que una persona pueda ayudarse a sí misma en caso de atravesar por esta situación, existen diferentes sugerencias tanto en su cuidado físico, como emocional, espiritual y cognitivo, por ejemplo, el hacer ejercicio, escribir, mantener el contacto con las relaciones importantes, prácticas contemplativas, yoga e ir a la iglesia, son efectivas.

“La situación dispara respuestas que se conocen como egodistínicas, o sea, que no son parte de nosotros, sino que son algo que aparece y que definitivamente no concuerda con nuestra forma de llevar la vida, son incómodas, dolorosas, producen sufrimiento y la persona prefiere deshacerse de ellas”, expone Chaurand.

A la vez, indica que cuando el afectado siente que las manifestaciones disminuyen, las puede ir controlando, entonces, el apoyo médico, pudiera no ser necesario. Pero, cuando el impacto es alto nunca está de más solicitar orientación profesional.

Recomienda que si el cambio no se ha dado en varias semanas, meses o inclusive años, no hay duda de que el apoyo especializado se requiere para salir adelante.

Situaciones en el ámbito laboral y familiar

Aunque depende de cómo influye la experiencia en la persona, es habitual encontrar complicaciones en la concentración, para mantener la ilusión en objetivos específicos, porque las habilidades se limitan. De igual forma,les dificulta visitar lugares, realizar actividades o juntarse con ciertas personas debido a que pueden provocar la aparición de la hiperactivación, resalta el experto.

El psicólogo informa, que tras vivir una situación así, es habitual encontrar personas que no se sienten comprendidas y entienden que solo quien ha vivido algo semejante puede comprenderle, es por ello, que los grupos de ayuda pueden ser una estrategia para entrar en una zona donde sientan comprensión y reciprocidad con los demás. Esto les favorece por recibir apoyo.

Tratamientos para tratar los traumas psicológicos

El psicólogo, Adrian Chaurand, quien llegará al país para compartir sus experiencias en el ejercicio de la Psicología en la conferencia “Comprender el duelo, claves para afrontar el proceso” junto a sus homólogos del Centro Vida y Familia, sostiene que si las manifestaciones de la persona emocionalmente afectada se salen del control es necesario que busque ayuda profesional. También recalca que es importante educar a la sociedad para comprender que quien ha vivido una situación así, hace su mayor esfuerzo por mantenerse lo más estable posible, y que por mucho que no comprendas la situación de tu prójimo no hay razón para que lo juzgues o presiones. La única forma de ayudarlo es con comprensión y ayuda profesional. Existen métodos específicos de psicoterapia para dar soporte a personas, dependiendo de la formación del profesional. Éstas pueden ser técnicas cognitivo-conductuales de exposición al trauma, terapia sensoriomotor, constructivistas, de integración cerebral y psicotraumatología, entre otras, detalla Chaurand. “En este caso es importante buscar a un psicoterapeuta que puede requerirlo a un psiquiatra; “ojo” no es ir a un psicólogo general o a un médico general, sino a profesionales especializados en este tema”, puntualiza.

Conferencia
A través del Centro Vida y Familia Ana Simó, el psicólogo internacional Adrian Chaurand ofrecerá la conferencia “Comprender el duelo, claves para afrontar el proceso”, el 23 de febrero a las 7:00 de la noche, en el auditorium de la universidad Unphu.

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