El modelo del avestruz

Cientos de tiendas de detalles en los EE UU han cerrado sus puertas en los últimos tres años. Los pronósticos de los expertos apuntan a una aceleración del cierre de tiendas físicas en la medida en que el huracán del comercio eléctrico continúa&#8

Cientos de tiendas de detalles en los EE UU han cerrado sus puertas en los últimos tres años. Los pronósticos de los expertos apuntan a una aceleración del cierre de tiendas físicas en la medida en que el huracán del comercio eléctrico continúa imponiéndose como la opción óptima del consumidor. Algunos sostienen que el salto de las ventas por internet, que el último trimestre del 2016 alcanzaron el 9.5% del total de las ventas del comercio en los EE UU, todavía está por venir. Cuando las nuevas generaciones ingresen al mercado como consumidoras y desplacen a aquellas acostumbradas a las compras físicas, podría tener lugar el punto de inflexión que haría de las ventas por internet se conviertan en la opción preferida por la mayoría de los consumidores.

A diario la prensa trae informaciones sobre el cierre de tiendas de detalle en los EE UU. Office Depot ha cerrado a la fecha 700 establecimientos, mientras que Walmart, entre cerrados y en proceso de cierre acumula 669. Radio Shack ya cerró las 552 tiendas que tenía en EE UU, al igual que hizo Sport Authority con sus 460. Otras tiendas muy conocidas están comenzando a recorrer el mismo sendero: Payless, Abercrombie & Fitch, The Limited, Bebe, Crocs, Aeropostale, American Eagle, JCPenney, BCBG, Kmart, Staples, CVS, Macy’s, Guess, Ralph Lauren y Sears.

Mientras eso ocurre, Amazon avanza a paso firme en la carrera que la podría convertir en la primera empresa de un trillón de dólares. Ayer, la empresa tenía un valor de capitalización de casi 450,000 millones de dólares, por debajo únicamente de Apple (764,000), Alphabet/Google (639,000) y Microsoft (529,000). Mientras las acciones de empresas como JCPenney y Sears han colapsado en el último mes, las de Amazon han subido en 37% en los últimos 12 meses.

Amazon, el gigante norteamericano del comercio electrónico, ha ido creando una cantidad impresionante de empleos. El año pasado creó 110,000 nuevos empleos, llevando el total de su personal a 341,000 empleados, tres veces el nivel de Apple y Microsoft y casi 6 veces el de Alphabet/Google. No está claro, sin embargo, que el dinamismo de Amazon en la creación de nuevos empleos pueda compensar la pérdida de empleos que ha comenzado a producirse con el cierre de cientos de tiendas físicas en los EE UU.

El gobierno federal y los estados de EE UU, conscientes de que la transformación que se está produciendo en el sector comercio es indetenible, pues refleja el deseo del consumidor, han comenzado a prepararse para lo que viene. Primero, defendiendo su base impositiva. A partir del 1ro. de abril del 2017, por ejemplo, Amazon comenzó cobrar el impuesto sobre las ventas (“sales tax”), lo que convertirá a la empresa dominante del comercio electrónico de los EE UU en el principal agente de retención para los estados de la Unión. Durante años, Amazon se opuso al cobro del “sales tax” en sus ventas a través del comercio electrónico, teniendo de frente a miles de comercios de “ladrillo y cemento” que protestaban por la ventaja injusta que se ofrecía al comercio electrónico vis-a-vis el físico. Amazon entendió que esa práctica era insostenible y cambió su modelo de negocio, ofertando un servicio cada vez más rápido y eficiente, con lo que perseguía mantener la lealtad de sus clientes a pesar del cobro del “sales tax”.
Hay otra base impositiva que puede resultar erosionada en la medida en que miles de establecimientos comerciales sigan cerrando: caída de precios de bienes raíces y de alquiler. Los expertos entienden que en poco comenzará a producirse una sobre-oferta de locales comerciales para venta y/o alquiler en calles, avenidas y malls, no previéndose que otros segmentos del sector servicios (restaurantes, bares, clubes, salud, belleza, etc.), puedan ocuparlos a la velocidad con que estarían ingresando a la sobre-oferta de bienes raíces.

Mientras eso ocurre en EE UU, aquí metemos la cabeza en la tierra como el avestruz. El Gobierno no ha hecho nada para defender su base tributaria. Somos de los pocos países del mundo donde se puede comprar e importar bienes adquiridos a través del comercio electrónico sin pagar los impuestos que pagan quienes compran en los comercios físicos.

Las redes están repletas de anuncios ofertándonos la entrega de productos norteamericanos de consumo masivo, puerta a puerta, empacados en los envases que prefiramos. Eso no tiene nada de criticable y debemos saludarlo como un emprendimiento que beneficia tanto al que lo ofrece como al que consume los productos importados. La mayor parte de las compras por internet que realizan los segmentos de la población que tienen los medios para realizar este tipo de intercambio, ingresan a las aduanas dominicanas con un valor declarado inferior a los US$200.00 para beneficiarse de la exención del Itbis y del arancel. De mantenerse la insensatez tributaria actual no descartemos que nuestros supermercados, en vez de seguir invirtiendo localmente y creando empleos en el país, instalen en la Florida o en la Frontera almacenes gigantescos para vendernos, libre de todo tipo de impuestos, alimentos y productos para el hogar.

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