Los comicios en Honduras
Los comicios en Honduras

El pasado domingo 26 de noviembre, se realizaron elecciones generales en Honduras. Transcurrida más de una semana, el país está bajo Estado de Sitio, con los militares en las calles, y los resultados definitivos siguen sin conocerse. Aún peor, todo parece indicar que una vez más se intenta trastocar la voluntad del pueblo de Honduras, que ya en 2009 sufrió un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Manuel Zelaya, y en 2013 un fraude electoral.

Al finalizar el día de las elecciones, el candidato Salvador Nasralla y la Alianza de Oposición a la Dictadura se alzaban con más de 117 mil votos por encima del candidato reeleccionista Juan Orlando Hernández, contabilizado ya el 71% de las boletas electorales. Sin embargo, luego de una supuesta falla prolongada del sistema informático, los resultados se modificaron drásticamente mostrando primero un empate y luego a Nasralla como perdedor.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) se niega a volver a contar íntegramente el 29% de votos que faltaba y que extrañamente altera diametralmente los resultados, así como se resiste a revisar de forma transparente las actas correspondientes y a ofrecer toda la información electoral y tecnológica requerida.

Se profundiza así la crisis de ese hermano país, marcado por la violencia, el crimen, la imposición de un proyecto reeleccionista y la falta de garantías a la oposición política y social, expresados en asesinatos como el de la dirigenta Berta Cáceres.

Ante estos hechos, organismos principales de la comunidad internacional, como la OEA, callan, y voces que repetidamente hablan de democracia y Estado de Derecho hoy hacen mutis, sin que asome una sola explicación plausible para dicha actitud.

Hoy el pueblo de Honduras está en las calles, defendiendo elecciones limpias y transparentes, y reclamando que no le arrebaten sus derechos. No exigen privilegios, sino justicia y transparencia. Los dominicanos y dominicanas, por nuestra parte, conocemos bien la tragedia de las dictaduras, los golpes de Estado, las invasiones extranjeras y los fraudes electorales; sabemos cómo se gestan, se organizan y qué consecuencias traen para un país.

Por todo esto, y por elemental sentido histórico y ético, nos vemos en la necesidad de expresarnos en esta hora crucial. De manera que: 2 1- Felicitamos al pueblo de Honduras, que durante más de ocho años ha mostrado un admirable compromiso cívico y democrático, organizándose, movilizándose y reivindicando su derecho a decidir libremente sus destinos. Felicitamos asimismo a la Alianza de Oposición a la Dictadura y al candidato Salvador Nasralla por su actitud coherente, valiente y decidida en estos momentos críticos para la democracia.

2- Repudiamos que se pretenda imponer al pueblo de Honduras un resultado electoral ajeno o contrario a su voluntad expresada soberanamente en las urnas, dejando de cumplir los mínimos requisitos de un conteo confiable, transparente y limpio de los votos y las actas, con observación de todos los actores fundamentales y con acceso pleno a toda la información esencial del proceso.

3- Condenamos todo uso de la fuerza que consista en reprimir y atropellar los Derechos Fundamentales de los hondureños que se expresan en sus casas, calles y espacios públicos, ejerciendo su deber y su derecho de defender la democracia.

4- Exigimos a los poderes públicos hondureños, en primer lugar el Tribunal Superior Electoral (TSE), garantizar y demostrar su compromiso de que no habrá violación alguna a los principios democráticos en ese hermano país, y que las trágicas experiencias del golpe de Estado de 2009 y el fraude de 2013 no se repetirán.

5- Demandamos de la Organización de las Naciones Unidas y de toda la Comunidad Internacional poner la debida atención ante las graves violaciones ocurridas en Honduras, y que se exija respeto a los Derechos Humanos, a la legalidad y a la transparencia electoral.

6- Solidarizamos con quienes en Honduras, en América y el mundo defienden la democracia en ese hermano país, demandando que se respete a cabalidad la decisión que la mayoría de sus ciudadanos y ciudadanas haya expresado en las urnas, y se resguarde su seguridad, su integridad y sus libertades.

 

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