He escrito que, en el PLD -sus bases y dirigencia media- jamás han pensado o imaginado (quizá por formación, disciplina o qué se yo) realizar, siquiera, un lío “organizao” -como acuñara, en un chat, un querido peledeísta ortodoxo-, a pesar de que su dirigencia-cúpula-líderes, desde 2005, se ha eternizado sin refrendación eleccionaria. Por ello (por las turbulencias desde arriba), se hace pertinente-oportuno la advertencia que, en su momento, hiciera el expresidente Ricardo Lagos: ¿quién cuida -que implica secretaría general funcional, elecciones internas sin posposiciones, relación partido-Gobierno y la implementación de la meritocracia- el partido? En el PLD de Juan Bosch -y de cuadros-, eso estaba claro: ¡su jerarquía!

Pero hoy, el PLD es, diga lo que se diga, un partido de masas ( “¡El último mohicano!”) que se quiere y ensambla para ganar elecciones; luego, logrado el triunfo electoral, hay un repliegue, táctico-habilidoso, al de cuadros que ya no existe. Pero además, de lo táctico-habilidoso, ahora se oyen gritos, dimes y diretes, y hasta augurios de que nos aproximamos al final “…de los últimos días”.

No llego a tanto, pero sí me aventuro a hacer algunas precisiones en la línea de que hay que hacer un alto, o dicho en otras palabras: los dos líderes que tiene el PLD, llámense Danilo Medina y Leonel Fernández; o viceversa, tienen que, y es una humilde y respetuosa sugerencia, sentarse a dialogar y a trazar el camino a seguir (aminorando, de paso, el activismo tendencioso ¡de terceros-incendiarios!).

Por supuesto, tal ejercicio democrático, implica, tácitamente, abordar los temas: integración-unidad (para la continuidad de la buena gestión pública y la cohesión interna), aprobación de la Ley de Partidos Políticos y Régimen Electoral (para evitar una previsible crisis), relación partido-Gobierno; pero también una magna Conferencia que ponga sobre el tapete, y sin posposiciones, lo que el VIII Congreso y el Acuerdo de los 15 puntos no resolvieron (dos asuntos neurálgicos-sintomáticos): democracia interna y elecciones –organizada y supervisada por JCE- para todas las posiciones orgánicas-jerárquicas del partido. Después, hablaríamos de los posibles escenarios -políticos-electorales- febrero-mayo-2020.

Puesto lo anterior en perspectiva, seguir gobernando para profundizar la agenda social histórica-acumulada, la transformación del currículo educativo, la reforma al sistema judicial (desterrando la histórica colindancia política-fáctica), y la implementación de más políticas públicas enfiladas hacia una democracia más institucionalizada, más representativa y, sobre todo, más fiscalizadora del desempeño de los poderes públicos.
Todo ello, porque finalmente El Lobo (y su fábula), somos nosotros mismos -ciudadanos, líderes e instituciones- muchas veces disfrazados de mansas ovejas o, temerosos de rendir cuentas…

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