Ramón Colombo publicó en el 2014 el fruto de su prolongado y productivo ejercicio profesional. Es una serie de tres volúmenes, titulada Memoria de los años duros, que refleja toda la intensidad y pasión que caracterizan una de las carreras más exitosas del diarismo nacional de las últimas décadas. Cada reportaje, crónica o entrevista de esa cronología retratan periodos muy difíciles en los que la práctica del periodismo, como él la concebía y aún concibe, implicaba enfrentar un enemigo siempre al acecho, presto a asestar el golpe con el cual quebraron muchas voluntades, vidas útiles y nobles.

Al releer sus páginas se recrean aquellos días de convulsión, en los cuales hacer lo que él hacía, era y sigue siendo una auténtica e inigualable exposición del más nítido y desafiante periodismo. Por eso, la publicación de esta serie, en un formato muy original, constituye un rico legado a la bibliografía del periodismo dominicano y una revisión de aquellos duros momentos que él encaró con la firmeza y valentía que saltan en cada página como una denuncia, cuyo eco nos recuerda la trascendencia de un periodismo responsable, en riña permanente con el poder, cualquiera sea su naturaleza.

Memoria de los años duros es, para quienes lo conocemos, un retrato de su personalidad, porque Colombo está en cada capítulo o entrega reunida en esta serie, como el terco e intransigente detractor del abuso y el uso irracional de la fuerza que ha sido, y como el afable y bondadoso ser que hemos podido ver al través de años de acercamiento, en los que las diferencias lejos de crear barreras han sido puentes de confraternidad y afectos.

Cuando se puso en circulación escribí que había quedado en deuda con Colombo porque no pude asistir al lanzamiento y esa deuda aumenta ahora porque este comentario pudiera estar por debajo de lo que él se merece.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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