Me entrego a ti, viernes magnífico, día ejemplar finsemanario, con mi gozosa carga de cansancio, para elogiar tu tránsito galáctico, tu contenido breve de tiempo en día fugaz y noche larga para decir adiós a otra jornada más de los privilegiados del salario. Viernes, día de olvido para los antropófagos urbanos, para los que se realizan en los amores noctívagos, para aquellos que tienen una cita fija con el amigo Baco. Viernes, que no se compromete con hechos que rompan la paz del sueño largo, que da paso a la paciente espera de un sábado sin brújula y un triste domingo que empieza a hacerse odioso al trascender su propio meridiano.

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