Guerrero entrenó mucho con uvas de playa y quien se las lanzaba estuvo detenido en una ocasión por dejar varias matas “peladas”

Vladimir Guerrero era tan apegado a Pedro Martínez que eso le costó una lección de vida con la otra persona que también influyó bastante en su gran carrera que terminó con una poltrona en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Felipe Alou, maestro de generaciones, le hizo saber al entonces joven Vladimir que ya Pedro tenía sus rangos y que los mismos no se endosaban. Como en la vida, hay que ganárselos.

“Yo siempre llegaba con Pedro al estadio. Vivía con él y por eso lo hacía. Pero un día llegué tarde a una reunión y me multaron”, dice Vladimir a elCaribe desde su casa en Don Gregorio, Nizao, Baní.

“Me dijeron que me quedara en la reunión con la ropa (de calle) que tenía. La multa fue como de 100 dólares, algo así. Después Felipe y el gerente hablaron conmigo porque no era que yo lo hacía por malcriado ni nada, pero que yo tenía que entender que Pedro era Pedro, él tenía su horario y yo el mío”, comenta Guerrero, quien entendió el mensaje a la perfección. “Después de ahí jamás llegué tarde a nada. Yo le decía a Pedro que nos veíamos en el estadio. Me olvidé de la bola que me daba y llegaba por mi cuenta”, relata Guerrero con una sonrisa que va de Baní a Ocoa.

Guerrero, quien el próximo 29 de este mes será exaltado al Salón de la Fama en Cooperstown, Nueva York, aprendió mucho de Pedro, especialmente sobre cómo tratar a los novatos. Hoy día son compadres. “Lo quiero como a un hermano”, dice Guerrero, que creció admirando a Moisés Alou, compañero suyo en Montreal y con quien compartió el detalle de no utilizar “guantillas” para batear.

Entre la Mula y Peña

Víctor Franco, a quien apodan “la Mula”, fue el principal entrenador de Vladimir en Don Gregorio. Guerrero no lo piensa dos veces para darle su mérito y se pasan mucho tiempo juntos. “Él no corría, hubo que trabajar en eso, pero yo siempre supe que sería buen pelotero”, dice Franco. “Trabajamos mucho, corrimos mucho, pero Vladi siempre fue trabajador y lo que quería era un mejor futuro para su familia. No fue fácil, pero salimos a camino”, agrega.

Vladimir siempre tuvo buena vista y, de hecho, es considerado uno de los mejores bateadores de pelotas fuera de la zona de strike en la historia del juego.

Para “Mula” en eso influyó que Vladimir practicó mucho con uvas de playa. Se las lanzaban para que tratara de conectarlas. El encargado de ese entrenamiento especial es un señor de nombre Peña, quien hasta estuvo detenido por dejar peladas varias matas en la playa, algo prohibido por las autoridades locales. “Yo fui a la playa y tenía muchas, pero no eran para comer, estaban verdes y me agarraron por tres horas, pero después me soltaron”, relata Peña ante un mar de risas que explotaron en la concurrencia que escuchaba su parte de la historia. ¿El que más se gozó el cuento? El mismo Vladimir Guerrero, un inmortal que se dirige a Cooperstown, pero cuyo corazón siempre estará en Don Gregorio.

92.9
Fue el porcentaje de votos obtenido por Vladimir Guerrero para ser inducido al Salón de la Fama de Cooperstown.

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