Para muchos la respuesta es obvia: la libertad es un derecho. Pues en una sociedad democrática los ciudadanos disfrutan de la libertad de expresarse, reunirse, trasladarse, contratar, etc. En realidad, no concebimos el ordenamiento democrático sin poseer esas capacidades de actuar libremente. Sin embargo, en cierta manera, esas libertades a hacer o decir son libertades derivadas. En otras palabras, cuál es la condición para poder disfrutar de la libertad de expresarse, reunirse, trasladarse, contratar, etc. La respuesta es ser libres.

Entonces, la pregunta que debemos hacernos es: ¿ser libres es un derecho o un deber? Para responder, consultemos un pensamiento de Juan Pablo Duarte: “El esclavo soporta su suerte aunque oprobia su triste vivir; pero el libre prefiere la muerte al oprobio de tal existir.” De acuerdo a Duarte, ser libres implica tomar una decisión, pues solo es libre aquel que desea ser libre.
El ser libre entraña pues una decisión del individuo de carácter moral, por lo que no es un derecho. Siendo así, cada día debemos escoger ser libres, lo que implica ser valientes. La libertad es la cualidad de los valientes, de los que luchan por ella. Paradójicamente, es mucho más libre quien muere defendiendo su libertad, que aquel que transita libremente por las calles, aterrado por la sombra de un tirano.

La historia de la República Dominicana es una narrativa de valientes que optaron por ser libres y que en muchos casos pagaron con sus vidas el precio de su decisión. Libre fue José Contreras, quien con avanzada edad y ciego levantó a un puñado de hombres de Moca contra la Anexión, y fue fusilado por Santana a pesar de su avanzada edad y ceguera. Libre fue Sánchez cuando al momento de ser fusilado por orden de Santana, a pesar de estar gravemente herido, se envolvió en la bandera a la que tantos habían renegado. Libres murieron las hermanas Mirabal, masacradas a palos para simular un accidente de vehículo por un precipicio.

Pero si bien nos gusta recordar a aquellos que tomaron la decisión de ser libres y pagaron por ello, nuestra historia esta repleta de anti-héroes. De aquellos que se sometieron y se ufanaron de su sumisión. Nunca olvidaré aquel locutor de La Voz Dominicana que anunciaba el nombre de algún valiente, que había desembarcado en la invasión del 14 de junio, mientras otro locutor respondía con la voz llena de satisfacción:¡Muerto! Qué decir de aquellos que escribían los “foros públicos” de la dictadura, para matar moralmente a tantos, ya que matar físicamente no bastaba. El ser libre implica pues una decisión moral de ser valientes, cada día. ¿Estamos a la altura?”.

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