NUEVA YORK, EE.UU.- El tiempo pasa…¡y deja huellas imborrables. Huellas que hay que recordar, aunque a veces no querramos!

Y es que el tiempo sigue siendo terrible, infernal, inexorable. Al tiempo hay que ponerle atención. Yo quisiera no hacerlo, pero me veo obligado a recordarlo.

Hay tiempos, sin embargo, que sí recordamos con entusiasmo, felicidad, regocijo…porque nos recuerdan momentos positivos.
Hay otros tiempos, que son los que intentamos no recordar, porque son momentos trágicos, fatales, que nos llenan de nostalgia.

Las líneas citadas me recuerdan la excelente canción -la cual se repite y se repite, pero que siempre tiene vigencia- del cantautor argentino Alberto Cortez: “Cuando un amigo se va”.

Desde hace 13 días me encuentro en Nueva York donde paso una estancia de descanso y que aproveché para dar a conocer mi más reciente libro. El acto fue el pasado viernes en el Comisionado Dominicano de Cultura.

Pero mi ausencia de la patria no impide que recuerde en un artículo, como lo hago siempre, a un ser inolvidable llamado Fausto Rodríguez, mejor conocido como Ceja Rodríguez. O La Maravilla Dominicana, como lo bautizaron en Puerto Rico.

Fausto “Ceja” Rodríguez, a quien en nuestro barrio San Carlos apodamos Cunino, desapareció de este mundo un 14 de agosto de 1977 tras el vehículo que conducía sufrió un fatal accidente en la resbaladiza autopista Las Américas. Murió junto a su esposa Bertha y su pequeño hijo de apenas poco más de año y medio.
¡Qué tragedia!

Ceja Rodríguez, quien era un excelente boxeador, y que estaba a un tris de pelear por el campeonato mundial del peso welter, no pudo ver hecho realidad su gran sueño.

¡Se nos fue Cunino una tarde lluviosa hace hoy 41 años! Cuatro décadas y un año sin el carismático boxeador sancarleño.

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