Algo que se destaca en la vida de Catalina de Arauso –como bien hace notar la autora de este trabajo- es que la “conversión” en hombre le dio cierto poder y autonomía, pero fue la revelación de su condición de mujer lo que la hizo famosa y le valió el reconocimiento. La transgresión sexual, por la que pudo haber terminado en la hoguera, fue amortizada por sus incontables servicios, sus incontables crímenes al servicio de la corona y de la fe. Tanto así que el monarca Felipe IV la premió con una renta de ochocientos escudos y “le confirió una encomienda”, mientras que el santo papa Urbano VIII le concedió “el derecho a seguir vistiendo indumentaria masculina”.

En la sociedad de la época, las desviaciones a los “códigos morales y estereotipos de género” no quedaban sin castigo, y el castigo era ejemplar. La monja Alférez los violó, pero al servicio del orden establecido. (PCS).

Vestir para existir y actuar de otro
modo: la cuestión de travestismo en
“La historia de la Monja Alférez Doña
Catalina de Erauso, escrita por ella misma”.

Patricia Cabral

La agencia (o capacidad de actuar) adquirida a través del travestismo la insta a decidir su destino, y a responder lo siguente al señor obispo don Julián de Cortázar cuando éste insiste en que se quede en el convento de su orden en Santa Fe de Bogotá:

“Yo le dije que no tenía yo orden ni religión, y que trataba de volverme a mi patria, donde haría lo que pareciese más conveniente para mi salvación.”13

Aún sintiendo atracción por algunas mujeres, la Monja Alférez protege el secreto de su género biológico evitando la actividad sexual y el casamiento.14 No obstante, a pesar de lo persuasivo y firme que es el tono de la narración, ciertas situaciones resultan improbables. Tomando en cuenta la relativa androginia de Catalina, las múltiples ocasiones en que la protagonista se encuentra “desnuda” hacen dudar de su capacidad real para ocultar su secreto durante tanto tiempo. Víctima de asaltos y heridas graves que requieren el cuidado y la observación de otras personas, Catalina corre a menudo el riesgo de ser descubierta como mujer.15 En el primer caso, se puede inferir que se trata de una relativa desnudez en que el personaje queda en ropa interior. En cambio, en el segundo caso parece menos probable aún teniendo en cuenta que carecía de busto al haberse aplicado “emplastos” para “secar” y reducirlo.16 A fin de cuentas, podemos igualmente asumir que estos frecuentes momentos de tensión tienen simplemente el objetivo de mantener el interés de los lectores, y ensalzar el prodigio que significó el caso de la Monja Alférez. La ambigüedad y ambivalencia tanto del género, como de la sexualidad del personaje se traducen en su lenguaje: la Monja Alférez vacila contantemente entre referirse a sí misma como mujer u hombre, alternando pronombres y adjetivos de ambos géneros. Esta alternancia aparece tanto en la edición de Joaquín María de Ferrer publicada en 1829, como en la de Ángel Esteban fechada 2002.17 En resumen, transformarse en hombre le permitió realizar hazañas y establecer su autonomía, en cambio revelar que era mujer le granjeó la fama, el reconocimiento por su servicio a la monarquía española por parte de Felipe IV —específicamente por su participación en la guerra de Arauco contra los mapuches en Concepción y Valdivia en el Reino de Chile—, acompañado por una renta de ochocientos escudos, y el derecho a seguir vistiendo indumentria masculina concedido por el papa Urbano VIII quien le instiga a vivir honestamente y no ofender a nadie. Según escribe Stephanie Merrim en “Catalina de Erauso: From Anomaly to Icon,” el rey español también le confirió una encomienda.18. Independientemente de haber sido aceptada por su notoriedad, Kathleen Ann Myers en Neither Saints nor Sinners, sostiene que la sociedad española (y en general la europea) cuyos códigos morales y estereotipos de genero teóricamente no admitían desviaciones, no estaba dotada ni cognitiva, ni ideológicamente para lidiar con el fenómeno desconcertante que representó la Monja Alférez. Este hecho jugó a su favor, permitiéndole construirse una identidad en oposición a los roles de género establecidos, pero que se alineaba con los intereses político-económicos del Imperio español.19
Su travestismo es celebrado y hasta alabado en vista de que aspira al ideal androcéntrico de este medio sociocultural y momento histórico que contempla al hombre como un ser superior tanto física, como espiritualmente.20. Empero cabría precisar que en principio su aporte al sistema patriarcal expansionista se limitó a la defensa militar de manera puntual; ella no participó, que se sepa, a la economía de la creación al evitar el ciclo reproductivo que genera una posteridad demográfica.

Finalmente, en 1630, la Monja Alférez regresó a América, tomó el nombre de Antonio de Erauso, y vivió como arriero y comerciante en la ciudad de Veracruz.21. La sociedad en flujo —menos centralizada y supervisada— y los espacios extensos del continente americano se ajustarían mejor a su carácter intrépido e independiente.

Notas

13. Ibid, 164, 165.

14. Stephanie Merrim, “Catalina de Erauso: From Anomaly to Icon,” Coded Encounters. Writing, Gender, and Ethnicity in Colonia Latin America, ed. Francisco Javier Cevallos-Candau, Jeffrey A. Cole, Nina M. Scott and Nicomedes Suárez-Araúz (Amherst: University of Massachusetts Press, 1999), 178, 182.
Perry, “From Convent to Battlefield. Cross-Dressing and Gendering the Self in the New World of Imperial Spain,”399, 400.
Erauso, Historia de la Monja Alférez Catalina de Erauso, escrita por ella misma, 104, 109, 122, 123.

15. Erauso, Historia de la Monja Alférez Catalina de Erauso, escrita por ella misma, 144, 149, 153, 160, 168, 170.

16. Perry, “From Convent to Battlefield. Cross-Dressing and Gendering the Self in the New World of Imperial Spain,” 397.

17. Refiérase a las notas 201 y 202 al pie de la página 161 de Historia de la Monja Alférez Catalina de Erauso, escrita por ella misma, edición de Ángel Esteban, 2002.
Merrim, “Catalina de Erauso: From
Anomaly to Icon,” 182.

18. Erauso, Historia de la Monja Alférez Catalina de Erauso, escrita por ella misma, 169, 173.

Merrim, “Catalina de Erauso: From
Anomaly to Icon,” 179, 183.
Myers, Neither Saints Nor Sinners, 141, 144, 145, 147.
Perry, “From Convent to Battlefield. Cross-Dressing and Gendering the Self in the New World of Imperial Spain,” 409.

19. Myers, Neither Saints Nor Sinners, 148, 157.
Perry, “From Convent to Battlefield. Cross-Dressing and Gendering the Self in the New World of Imperial Spain,” 413.

20. Erauso, Historia de la Monja Alférez Catalina de Erauso, escrita por ella misma, 173, 174.

Merrim, “Catalina de Erauso: From
Anomaly to Icon,” 188, 189, 190.
Myers, Neither Saints Nor Sinners, 148.
Perry, “From Convent to Battlefield. Cross-Dressing and Gendering the Self in the New World of Imperial Spain,” 411.

21. Myers, Neither Saints Nor Sinners, 141.
Perry, “From Convent to Battlefield. Cross-Dressing and Gendering the Self in the New World of Imperial Spain,” 409.
Merrim, “Catalina de Erauso: From
Anomaly to Icon,” 179.

Bibliografía
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Merrim, Stephanie. “Catalina de Erauso: From Anomaly to Icon.” In Coded Encounters. Writing, Gender, and Ethnicity in Colonial Latin America, edited by Francisco Cevallos-Candau, Jeffrey A. Cole, Nina M. Scott and Nicomedes Suárez-Araúz, 177-205. Amherst: University of Massachusetts Press, 1994.

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http://jfh.sagepub.com/cgi/content/abstract/10/3/284. l

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