Esta semana, de manera absolutamente inesperada y dolorosa, vivimos y sentimos la partida de un amigo de siempre, de un hermano solidario y de un gran hombre de bien. Monchy Rodríguez, el batallador inquebrantable, el soñador permanente, el santiaguero ejemplar, el amigo fiel y solidario tomó el camino de los cielos y decidió poner su casa en otro mundo.

Todavía no me lo puedo creer. Ese hombre cuya sonrisa y acción eran estímulo para seguir viviendo, fue sorprendido en su buena fe y el tiempo le hizo una mala pasada. Sin avisarnos, sin despedirse, sin dejar que le diéramos un abrazo de hermano solidario, se nos fue. Como agua que escapa entre los dedos, pero deja su fragancia y su estímulo.

Monchy Rodríguez fue un verdadero sinónimo de solidaridad. No había causa alguna en su Santiago querido y en cualquier lugar donde estuviera, que no encontrara en él un camino expedito de ayuda desinteresada, de solidaridad sin límites y de amor sin horizontes.

Monchy fue el ejemplo perfecto de lealtad por una causa. Todo el que compartió algún momento de su amplio historial político sabe muy bien que cuando abrazaba una causa y creía por convicción en ella, nadie lo apartaba. No creaba conflictos con los demás, pero se mantenía firme y militante en la defensa de sus ideas y criterios. Me tocó compartir a su lado momentos muy difíciles, cuando Danilo Medina era aspirante presidencial en los momentos donde pocos le respaldábamos. Monchy era uno de los soportes fundamentales del Danilismo en Santiago, y supo pelear y defender a Danilo hasta verlo coronado presidente. Pero nunca fue piedra de escándalo ni motivo de pleitos con nadie durante ese contradictorio y difícil proceso.

Monchy fue un ejemplo del militante activo y unitario. Asumía las tareas partidarias con la profunda convicción de hombre entregado por una causa justa. Y tenía un elevado criterio en torno a que la unidad es el eslabón más importante para que su partido, el PLD, pueda cumplir con los sueños y metas legadas por su gran maestro y guía, el profesor Juan Bosch.

Días antes de su muerte, dejó un gran ejemplo de respeto y unidad partidaria, el cual debe servir de ejemplo a todos los que quieren honrar su memoria. El pasado domingo 19 de agosto fue uno de los organizadores del extraordinario acto de Carlos Amarante Baret en la Arena del Cibao, y el martes 21 estuvo en primera fila, con su sonrisa cargada de primavera, apoyando el acto de puesta en circulación de un libro del presidente Leonel Fernández, en la casa nacional del PLD. Un sincero, ejemplificador y hermoso ejemplo de unidad y de respeto por la diversidad.

Monchy deja un hermoso legado de hombre de bien y de militante ejemplar. Su familia, su partido, el pueblo de Santiago, el país y todos los que éramos sus amigos, en medio de este profundo dolor que nos embarga, debemos rescatar y preservar ese hermoso legado de Monchy, vestirnos con su hermosa sonrisa llena de primavera, practicar el ejemplo de unidad y de tolerancia que él practicó y seguir trabajando para construir esa patria llena de justicia y solidaridad, por la que tanto luchó.

Monchy, tu ejemplo y tu estímulo para seguir construyendo un mejor futuro siempre permanecerán…

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