El considerar Cultura como un problema-tema nacional obliga, de entrada, a imprescindibles precisiones conceptuales-metodológicas. En su forma más general se considera cultura como todo lo creado por el ser humano tanto tangible como intangible.

De ahí que -por ejemplo- se considera la ciencia como una de las más elevadas expresiones de la cultura lo mismo que la tecnología, y ésta no solo en su dimensión sofisticada con la que se nos presenta en la actualidad, sino en lo antropológico en cuanto a la conjugación de técnicas, herramientas y habilidades. De ahí que es tecnología-v.g.- el transporte de los taínos en canoas o la producción de casabe; en ambos casos se trata de una conjugación de técnicas, herramientas y habilidades. Lo mismo que la comunicación a distancia de hoy día por Whatsapp, al final también la conjugación de técnicas, herramientas y habilidades, en esta ocasión con una extraordinaria complejidad por la acumulación y puesta en práctica de elevados conocimientos físicos-matemáticos.

Cultura es, además, lo que el brillante filósofo mejicano Adolfo Sánchez Vásquez denomina como ideas-representaciones y actitudes-comportamientos sociales que para cada país generalmente tiene un sello en el marco de su identidad nacional.

En cuanto a las formas en que se gestiona desde el Estado predomina en el enfoque de cultura lo artístico en sus distintas expresiones así como lo referido a la identidad nacional como se ha considerado. En todos los ámbitos mencionados, pero principalmente en su última connotación, muchos hemos sido discípulos de Mateo Morrison y con su ayuda se ha podido entender la gran dimensión de cuanto se puede hacer desde el Estado al respecto. Es lo que corresponde a las denominadas Políticas Culturales del Estado, título de una de sus obras.

Las políticas culturales del Estado dominicano se definen con el Decreto 82-97 que crea el Consejo Presidencial de Cultura y principalmente a partir de la Ley 41-00 que crea la Secretaría de Estado de Cultura. Posteriormente se llegó a formular un Plan Decenal de Cultura en el 2001 y en los años subsiguientes se lograron nuevos progresos. La realidad es que se han perdido las perspectivas de esta crucial área no del todo entendida en su trascendencia y se requiere por lo tanto de un nuevo aliento.

Entre otros, desde la economía y no sólo por el importante aporte de las industrias culturales al Producto Interno Bruto –PIB- sino por su contribución al Desarrollo Humano, que al decir del premio Nobel Amartaya Kumar Sen , su más alto representante, la política cultural ha de ocupar un lugar prominente.

Cultura, hacerlo visible, problema-tema esencial para el desarrollo nacional.

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