Los pervertidos sexuales adolescentes, jóvenes o adultos, por enfermedad o cultura, hay que cercarlos en la casa, en el barrio, en el trabajo o en otros círculos en los que se mueven.

Parte de esos enfermos o alienados seguirán ofendiendo, agrediendo y agregando numeritos a las estadísticas del acoso y la agresión sexual, pues a ellos se les controla con vigilancia, llamados y advertencias fuertes en las familias, entre los amigos o compañeros de estudio y de trabajo, y bajo serias medidas de control clínico o represión judicial y policial, sobre todo preventivas.

Cuando se trata de personas que entran en la adultez, que no incurren en deslices propios de la inmadurez, generalmente serán ramas de árboles que crecen torcidos, con fuertes prejuicios acendrados en sus psiques.

En medio de una conversación sobre los escándalos que han envuelto a Leonardo Matos Berrido y a Pablo Ross un allegado dejó caer que “la mayoría de los feminicidios se deben a los cuernos que pegan las mujeres”.

Dediqué un tiempo a rebatir tal conclusión explicándole a mi contertulio que según leo, en casi todos los casos las agresiones y muertes se deben a que el hombre percibe que perdió el amor-control de su pareja.

Fíjense el alto porcentaje en que los asesinatos se deben a que las mujeres dejan saber que no desean continuar más la relación, incluso cuando las mujeres creen amar a sus verdugos, pero deciden dejarlos por diferentes razones, incluyendo la de que quieren construir una nueva relación por la razón que sea.

Muchas de las asesinadas son exs de su antigua relación que las creían de su propiedad y que siguiendo atrasados patrones culturales machistas “razonan” como en el viejo corrido mejicano, que “si no puedes ser mi amor yo no quiero ser tu amigo”, o en nuestros afamados boleros que cantan “mía serás, o de nadie”.

Las matan no porque las hayan encontrado en infidelidad sino, como va dicho, porque esos varones perdieron la condición de “dueños” de la pareja, lo cual se agrava en la medida en que nuestras mujeres se han capacitado, integrado al mercado laboral y amplificado sus relaciones y autonomía a través de Facebook, Instagram y Twitter.

Pero todo lo escrito es harto sabido, y la idea es tratar de hacer algún aporte al tema. Vi a la represente local de Oxfam explicar recientemente los hallazgos de una investigación que hicieron en varios países, incluso el nuestro, en los que aparecieron alarmantes descubrimientos sobre cómo desviadas expresiones de machismo y sexismo han anidado en los imaginarios de nuestros jóvenes de hasta 25 años.

Para corregir las desviaciones y crear una nueva cultura, ellos hicieron una campaña recomendando resetear los softwares que guían las mentes de nuestros jóvenes, e incluso cambiarles el chip.

Pero pienso que para corregir tantos retorcimientos debemos escarbar más profundo y más temprano de los 25 años, desaprendiendo tantos retorcimientos aprendidos.

Volviendo sobre un criterio que defiendo desde hace tiempo, planteo que es entre nuestros párvulos de la escuela pública y privada en donde debemos empezar a resetear estos patrones y a cambiar chips culturales, haciendo cambios concretos en los currículos, de la educación inicial.

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